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La gran broma

- ¡¡NISHIKATA!!

El ensordecedor grito se había dejando escuchar intimidante por toda el aula, dejando a los estudiantes patidifusos, que veían ya familiarizados como un pedazo de tiza salía disparado de la mano del profesor Tanabe e impactaba de lleno contra la frente de su locuaz compañero.

La espontánea risa de su risueña compañera no se hizo esperar. Takagi, cubriéndose la boca con ambas manos atenuaba su muestra de diversión, no pretendía avergonzar aun más a su sonrojado compañero, que no era capaz de levantar su temblorosa mirada del suelo.

Giró ligeramente la mirada para ver con el ceño fruncido a su compañera, su contagiosa risa se le clavaba en los oídos como replicas de la derrota que acababa de sufrir. No había sido la llamada de atención de su profesor, ni era la risa de Takagi quien lo habían abochornado, había sido la taimada manera en que ella lo había embaucado en aquel juego y como lo había empujado al fracaso más estruendoso.

En su cabeza aun se escuchaba su melosa e hipnótica voz que dio lugar a esa debacle:

<< - Oye Nishikata, - esperó a que su compañero se girase hacia ella -  te veo distraído, ¿está todo bien?.

El volver a irse tarde a la cama por ver el nuevo capítulo de su serie favorita había sido contraproducente, había sido un episodio emocionante del que no se arrepentía haberse desvelado pero ahora le estaba pasando factura y a duras penas podía mantener su atención en la clase.

- ¿Qué dices Takagi?, - una sonrisa arrogante se dibujo en sus labios – estoy perfectamente.

- ¿Entonces no te quedaste despierto hasta tarde para ver el nuevo capítulo de amor cien por ciento no correspondido? – su brillante mirada suspicaz lo puso nervioso.

- ¡No!, eso...eso son imaginaciones tuyas, Takagi. – respondió azorado al verse descubierto.

Lo observó con detenimiento y una tenue sonrisa picara se mostró en sus labios.

- En ese caso, ¿me aceptarías una apuesta?. – sugirió ampliando su sonrisa – Si gano yo tendrás que reconocer de que ayer te has desvelado por ver amor cien por ciento no correspondido.

- Y...y...¿si gano yo? – preguntó inquieto al ver aquella seguridad en su compañera.

- ¿Si ganas tú...?...déjame pensar. – con la mirada hacia arriba presionaba ligeramente el mentón con su índice - ...¡no te molestare por lo que resta de año! – indicó jovial. 

- Hmm... me parece bien. – no muy convencido aceptó.

Era una buena oportunidad de conseguir al fin que Takagi lo dejara de molestar y en el caso de que perdiera solo tendría que confesarle la verdad. <<Como si ella no supiera cual era la verdad>>.

- Y... ¿Cuál sería la apuesta?.

Inclinó ligeramente la cabeza, mirándolo con intensidad – Te apuesto a que puedo ganarte a piedra, papel o tijera sacando únicamente piedra. – aquella pequeña sonrisa de sobrada confianza llegó a intimidarlo.

Desvió la vista al no poder mantener su penetrante mirada que era capaz de escrutarlo con desfachatez pero conservando siempre esa aura de dulzura que la caracterizaba. Le costaba pasar la saliva, el que Takagi le diera aquella pista no era ninguna garantía de que pudiera ganar, ya le había pasado antes igual y había perdido ante ella.

Pequeñas gotas de sudor comenzaban a deslizarse por su frente, ¿que mostrar?, ¿papel, tijera o piedra?, ¿ella cumpliría su palabra?. Finalmente un pesado resuello salió por sus labios, había tomado una decisión, sacaría papel. Recordaba que ella le había mencionado que siempre le decía la verdad, así que con papel tenía asegurada la victoria y sería libre de sus bromas.

- Estoy listo Takagi. - indicó, observándola de frente con una apretada sonrisa de suficiencia - Prepárate a perder esta vez. - advirtió presuntuoso.

- Muy bien. - aceptó risueña, entrecerrando los ojos en un tierno gesto que lo descoloco - Nishikata, si tú ganas además de no molestarte más dejare que me tomes de la mano de regreso a casa. - indicó con un sutil rubor.

- ¡Queeee...! - exclamó atemorizado, notando como el calor subía rápidamente por sus mejillas en un marcado rojo.

- ¡Piedra, papel o tijeras! - apuró a decir la alegre jovencita.

- ¡Espera, nooo! - completamente desconcentrado no sabía qué hacer, su mente quedó de golpe en completo blanco cerrando los ojos por propio impulso.

- ¿Nishikata?.

Lentamente fue abriendo sus ojos hasta quedar enfrentados a las marrones pupilas de ella que sonreía complaciente. Bajó su mirada y ahí como Takagi había dicho su pequeña mano formaba la piedra y frente a ella él mostraba unas tristes tijeras.

Sus labios se apretaban hasta temblar y sus ojos desmesurados no eran capaces de levantar la vista. Su astuta compañera lo había vuelto a embaucar, dejando escapar un derrotado suspiro pensaba que no todo estaba perdido, aun tenía la oportunidad del empate.

- ¿Estás preparado Nishikata? - inquirió, con su dedo índice ya preparado.

- Cuando quieras Takagi. - la miró desafiante, el primer asalto lo había ganado ella valiéndose de sus tretas pero ahora él tomaría el control, se había tranquilizado y estaba preparado...o eso pensaba.

- Acchi Muite Hoi... - pronunció pausada, señalándolo con su dedo - ...¿Tú quieres que regresemos juntos a casa tomados de la mano?.

Sus pequeñas pupilas se dilataron ante aquella intrigada pregunta mientras sus mejillas se arrebolaban de un intenso bermejo, a su mente acudían raudas las imágenes del festival de verano donde ella y él....

- ¡¡¡NOOO!!!, yo...yo... ¡NO!....

Fue en esa explosión de vergüenza que no pudo mantener su mirada, dejando caer la vista al suelo al mismo tiempo que ella señalaba con su índice hacia abajo. >>

Y ahí estaba él, una vez más avergonzado ante la clase, frotando con cuidado el lugar del impacto en su frente.

- Me parece que he ganado. - musitó entretenida, inclinandose ligeramente hacia él y conteniendo alguna risilla más.

El solo la miraba de soslayo, enfurruñado y maldiciéndola para sus adentros.

Nada más se podía hacer, su clase había finalizado y era hora de volver a su hogar. Desganado colocaba sus libros dentro de la cartera, mirando furtivamente como su bromista compañera hacia lo propio.

Terminada su labor un pesaroso suspiro escapó por su labios y dando un paso al frente se acerco a su amiga.

- ¿Takagi?... ¿nos...nos vamos? - su pregunta sonó más a un ruego por el que esperaba que ella no le incitara a cumplir con la apuesta o al menos no con la segunda parte de esta.

- Oh, ¿no te lo había dicho? - con las manos tras su espalda lo contemplaba inocente - hoy vendrá mi madre por mí para que la acompañe a ir de compras. - una bonita aunque taimada sonrisa se mostraba en sus finos labios.

Parpadeó un par de veces incrédulo, ella había jugado con él desde un principio. Una vez más se había divertido a su costa y por puro placer.

- ¿Te...te vas? - preguntó aun desconfiado de que fuera una nueva broma.

- No te preocupes Nishikata, mañana podemos regresas tomados de la mano. - anunció graciosa, despidiéndose con la mano desapareció por la puerta del aula.

- Se ha ido. - escapó en un tenue bisbiseo por sus temblorosos labios.

Por las estrechas calles regresaba solo a su casa, con la mira perdida sobre su mano que en palma abierta se lamentaba al sol. Sin saber porque curiosamente no iba molesto, su sentir era más bien de decepción, la decepción de no sentir la calidez y la suavidad de la frágil mano de su risueña compañera.

Más de dos años de haberse conocido y no había pasado un solo día desde entonces en el que ella no lo hubiera molestado, en broma tras broma Takagi era capaz de desesperarlo,  de avergonzarlo y hasta de arrancarle una sonrisa. Con ella confluía un compendio de sentimientos pasando del más tenue odio a la más incomprensible ternura.

Apretó con fuerza su mano vacía y su mirada se tornó tenaz. Como una epifanía a su mente llegaban cada una de sus palabras...de sus acciones y reacciones cada que le gastaba una broma y ahí frente a él se mostraba la respuesta.

Finalmente su compresión se hizo resoluta, si no hubiera sido tan vergonzoso hacía tiempo que se habría dado cuenta. Aquellas bromas no era más que pequeñas migas que le indicaban el camino a algo mayor, ella fue su flautista de Hamelín que en dulce melodía le supo dirigir a la que era la mayor broma de todas.

- Maldita Takagi. - pronunció feliz.

Cada apuesta pasada no había sido nada, él había jugado y había perdido...o no. Con una agradable calidez que nacía desde lo más adentro de su pecho ahora era consciente de que se había enamorado de su bromista amiga.


FIN

N/A
Para los más puristas de la serie he considerado en omitir el sufijo "san" por lo que de antemano me disculpo. No veía el motivo de utilizar los sufijos honoríficos japoneses en una historia dirigida a lectores occidentales.

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