Capítulo 2
El siguiente día llegó con rapidez.
Había despertado más temprano de lo normal. La incertidumbre no me había dejado descansar en toda la noche. Me sentía insegura y llena de miedo. Había pensado seriamente en abandonar la carrera. Sin plan alguno, para ser honesta.
Simplemente sentía que no podía más y debido a ese pesar, ya nada era gratificante.
No estaba segura de tomar tal decisión, pues siempre fui apasionada en cuestiones artísticas. Amaba crear, experimentar, expresarme y ser libre en cuestión de pensamiento. Pero eso ya se veía lejano para mí.
Luego de asearme, preparar mis cosas para el día y desayunar (cosa que rara vez hacía). Tomé mis llaves y me dirigí a la universidad a paso lento.
Al llegar pude ver a muchos compañeros que como yo, se dirigían a sus respectivas aulas. Era asombroso el ver a tanta gente talentosa junta.
Me adentré en el aula y tomé asiento. pocos compañeros habían ocupado sus lugares y algunos de ellos me saludaron al verme llegar. Los saludé de vuelta con una pequeña sonrisa en el rostro.
El profesor Ibuki no tardó en llegar. para su clase nos pidió que hicieramos un boceto con carboncillo y grafito. La temática era libre y aún así mi mente estaba en blanco. Por mucho que intentara pensar en algo, en cualquie cosa. Nada llegaba a mi mente. Intentaba comenzar trazando unas cuantas líneas, esperado que así las ideas comenzaran a llegar. Pero por mucho que intentara, una y otra vez. Sólo lograba hacer garabatos. La desesperación llegó. Mis manos temblaban, las ganas de llorar aumentaban. Quería salir corriendo de ese lugar.Me sentía una completa inutil y no encontraba razón alguna para quedarme. No ayudó a calmar el pánico que me inundaba en esos momentos la idea de que en unas horas tendría que encontrarme con Uzui para discutir sobre el primer proyecto en el que trabajaríamos juntos. Aunque al llegar al aula y hasta ese momento, no lo había visto por ningún lado, estaba segura de que llegaría en cualquier momento. Entonces pensé. ¿Qué le diría? ¿Qué contestaría? su calificación también dependía de mí y me parecía insportable el hecho de arruinar el proyecto sólo por mis dudas e inseguridades. Creí que eso sólo reafirmaba más la idea de que no debía estar en ese sitio, ocupando el lugar que otra persona con talento real podría estar aprovechando. Me sentía egoísta.
Salí del aula diciendo que iría al baño, y así fue.
Las ganas de llorar no cesaron, mi respiración era entrecortada y mi corazón latía como loco. Mojé un poco mi rostro, tratando de calmarme. Pero la decisión ya había sido tomada. Me retiraría de aquel sueño que alguna vez tuve.
Sería una decepción y una burla para mi familia, eso era seguro. No tenía nada planeado y realmente era un acto de cobardía ante mis ojos. Pero en ese momento, era lo único que me hacía sentir un poco aliviada.
Era un error, lo tenía claro. Pero ya más no quería hacer.
Dentro de unos días tomaría vacaciones del trabajo y ese simple hecho me hizo sentir mejor. Tal vez el estar aislada me haría sentir mejor. Sólo tal vez.
Al regresar al aula, tomé asiento y me quedé mirando a la pared. Pensaba en la excusa que pondría al darme de baja. Luego de unos minutos pensando, me levanté y fui con el profesor para decirle que me retiraría ya que no me sentía bien (lo cual en parte no era mentira) el sólo asintió y me encargó un trabajo para la siguiente clase, al cual no presté atención. Ya que no habría siguiente clase para mí.
El pánico aumentó al llegar a la oficina del director. Estaba haciendo todo por impulso y sabía perfectamente que no terminaría bien. Pero mis ganas de huir eran más grandes que mi razón.
Con manos temblorosas y paso dudoso me acerqué al escritorio de la secretaria. Esta me había visto desde la distancia y me miró con una sonrisa.
-Buenos días. ¿En qué te puedo ayudar?- preguntó al ver que estaba parada frente a ella sin decir palabra.
-Hola. Me gustaría hablar con el director.-Contesté intentando sonar tranquila. Mis manos jugaban con las correas de mi mochila.
-De acuerdo. Ahora está libre. Puedes pasar con él.-respondió con la misma amabilidad con la que me recibió.
-Gracias.- musité mientras hacía una leve reverencia. Acto seguido, me dirigí a la puerta marrón de la oficina del director, la cual se encontraba cerrada. Toqué suavemente la puerta dos veces. Para luego de unos segundos escuchar un sutil "adelante" desde el otro lado. Con el corazón latiendo como loco. Me adentré en aquella oficina. Lo primero que vi fue a un hombre de cabello negro. Le llegaba al cuello y su tez era sumamente blanca, casi pálida.
-Buen día.- saludé dudosa.
-Buen día. ¿En qué te puedo ayudar?- la voz del director era suave y amable. Me calmé un poco al oírla. Antes ya lo había visto, pues en ocasiones coincidía con él por las instalaciones e incluso había llegado a intercambiar saludos de vez en vez. Pero en esta ocasión su voz pareció aún más amable que las otras veces. Tal vez la percibía de esa forma, debido a mi sensible estado emocional del momento.
-Vengo a consultar qué debo hacer para darme de baja.- el titubeo en mis palabras se hizo notar. El director frunció levemente el entrecejo.
-Bueno. Debes llenar una forma donde des motivos de tu baja y esperar a que se envíe a la oficina central para que se pueda realizar el trámite.- contestó sin cambiar su expresión. Ignorando esto, asentí.
-Bien. ¿Podría llenar una ahora?- pregunté un poco más segura de mis palabras.
-Claro. Pero antes. ¿Podría preguntar el motivo de tu separación?- cuestionó dudoso.
Por otro lado, yo tardé en contestar. Si bien, había decidido qué excusa pondría, en ese momento no sabía si se lo creería. De igual forma contesté.
-bueno, ha ocurrido un problema familiar y necesito ausentarme para poder resolverlo.-Mentí pobremente. Pero era la única excusa decente que se me había ocurrido. El director me ofreció una pequeña sonrisa.
- Bien. Entonces ¿debo suponer que sí planeas reincorporarte una vez que el problema haya sido resuelto?- lo pensé unos segundos. Realmente no tenía idea, pero no quería precipitarme y negarme a futuras posibilidades.
-sí.- asentí.
-Bien. Entonces, en ese caso. Yo te recomendaría que solicites la baja temporal.-lo miré confundida, a lo que el prosiguió.-si pides sólo que te den de baja. Al momento que te quieras reincorporar, tendrías que volver a cursar todas las materias que has visto hasta ahora.-asentí.- y si pides la baja temporal. Es básicamente pausar todo para que cuando estés lista, lo puedas reanudar desde donde lo dejaste.- explicó con amabilidad
Lo pensé unos segundos. Me alivió el pensar que podría dar marcha atrás si me arrepentía por completo de mi decisión.
- de acuerdo. ¿Podría hacerlo ahora?- pregunté un poco más tranquila. El director me sonrió amablemente.
-claro. Sólo espera a que la imprima para que la puedas llenar y ambos firmarla.- asentí.
Luego de unos minutos en lo que imprimía la forma, la llenaba, ambos firmamos y me explicó unos detalles sobre el procedimiento. Oficialmente me había dado de baja temporal. No sabía si sentirme bien, mal, aliviada o preocupada. Todo se sentía poco realista.
Al terminar, me retiré de la oficina del director con el antes mencionado brindándome una sonrisa, mientras me deseaba suerte y me decía que esperaba mi regreso.
Iba a dirigirme a casa. Pues aún faltaban unas horas para que comenzara mi jornada laboral. Pero al dirigirme a la entrada, recordé a Uzui. No sabía si ya había llegado o si simplemente había faltado a clases. De cualquier forma no me podía ir sin darle por lo menos un aviso para que pudiera conseguir a alguien más que fuera su pareja. Así que saqué mi celular y le envié un mensaje a Toshio (un compañero con el que había salido en algunas ocasiones) para pedirle el favor de avisar a Uzui sobre mi partida. Toshio comenzó a hacer preguntas y realmente no quería contestarlas en el momento. Porque realmente no tenía la respuesta exacta sobre qué estaba pasando. Así que sólo guardé mi celular en el bolsillo trasero de mi pantalón y emprendí el viaje de regreso a casa.
Luego de haber cumplido con una larga jornada laboral, había regresado a casa. Me sentía un tanto aturdida por los acontecimientos del día y aunque no hubo mucho movimiento en el trabajo; lo ocurrido por la mañana en la universidad, aún me mantenía inquieta.
Tenía hambre, me sentía cansada y las ganas de llorar volvían poco a poco. Por lo que opté por ir a dormir directamente. No quería pensar.
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