SETENTA Y DOS
Leonardo miro a su alrededor, investigando con la mirada algún lugar donde posiblemente algunos intentarían escapar para evitar ser detenidos; presionando un simple botón daría la señal a sus compañeros para allanar el lugar, pero el pelinegro debía esperar el momento preciso para evitar cualquier inconveniente que pudiera pasar en el momento del atraco.
nuevamente el alcohol reinaba en el lugar, siendo la droga, la que formaba mas parte de la velada; Leonardo evitaba prudentemente y sin llamar la atención beber o consumir alguna de las drogas que vendían, cuando el reloj toco las 12 de la noche, el pelinegro metió su mano por debajo de la camisa y apretó el botón enviando la señal.
La música se fue interrumpida cuando policías entraron al bunker, rompiendo ventanas, puertas y cajas sorpresas que habían colocado mucho antes de que todos llegaran; de pronto, todos se vieron rodeados de oficiales de policías apuntándolos con armas y corta fuego, lo que nadie esperaba fue que, El Gran Jefe comenzara a reír y a aplaudir de forma burlesca.
-¡vaya! ¡vaya!- río, mientras continuaba aplaudiendo- no pensé que demorarían tanto en rodearnos y apuntándonos con sus armas
Leonardo entonces supo, que todo esto había sido planeado mucho antes de ellos idear una estrategia para detener la venta de droga; miro a sus compañeros, quiénes también se encontraban sorprendidos y asustados.
-¿Creías que no nos daríamos cuenta?- pregunto Gran Jefe, manteniendo una mirada fija en el pelinegro- desde el primero momento que viniste aquí, supimos quien eras y donde trabajas
-¿de que estas hablando?- Leonardo abrió los ojos con sorpresa
-se que eres Leonardo Hamato, Oficial mayor y encargado de la primera comisaría de Nueva york- sonrió mientras miraba a los oficiales, el pelinegro quedo estático- tienes 3 hermanos, Donatello, Miguel Ángel y Raphael. tu padre murió hace poco y tu estas en una profunda depresión por la muerte de tu querido novio y otro policía Benjamín.
-¡DISPAREN!!!!- grito Leonardo una vez que su cuerpo pudo moverse, todos sus compañeros apuntaron y comenzaron a disparar contra los delincuentes- ¡NO LOS DEJEN ESCAPAR!
muy pronto un intercambio de proyectiles lleno el pequeño espacio del Bunker, a través de un pequeño radio comunicador podía comunicarse y dar ordenes a sus compañeros para atacar; los policías que estaban afuera del Bunker, tuvieron que cubrirse contra los automóviles para evitar ser heridos en ese intercambio de balas.
Miro por un lado de la caja en la que estaba escondido, buscando alguna señal de sus oficiales Henríquez y Martínez; los encontró después de un tiempo, disparando directamente hacia uno de los muchos guardaespaldas que protegían al Gran Jefe.
-¡Cubran todos los posibles escapes!, no quiero que nadie de ellos salga de aquí- comento contra el micrófono, Henríquez lo miro desde su lugar y asintió
Leonardo sabía que Martínez también había escuchado la instrucción, no le fue necesario repetirlos dos veces; envió dos disparos en contra de uno de los hombres que protegía al Gran Jefe, sonrió al ver que había logrado herirlo, se movió con cuidado escondiéndose detrás de un pallet que lo cubría por completo.
suspiro con dureza, eran mas policías que narcotraficantes y era posible que ellos lograrían atraparlos a todos; los intercambios de balar duraron mucho mas tiempo de lo que esperaban, casi todos los hombres habían caído, solo quedaba Gran Jefe y 3 hombres mas.
-¡Trataremos de acercarnos para terminar!-Leonardo ordeno a sus hombres acercarse, todos afirmaron con la cabeza
el primero en tratar de acercarse fue Henríquez, quien con una gran pirueta digna de un artista circense logró transportarse de un lugar al otro; Martínez fue el siguiente, en verdad parecían payasos en medio de su presentación en el circo. Gran Jefe saco una arma de su pantalón y disparo, alguien grito de dolor justo al lado de Henríquez. Leonardo miro a sus amigos, quiénes aun estaban escondidos con armas en mano.
-¡SE ENCUENTRAN BIEN?- pregunto el pelinegro con preocupación, esperaba que sus amigos se encontrarán bien
-¡Martínez esta herido!- grito el castaño con preocupación, intentando de alguna manera esconder a su pareja detrás de el para evitar que lo hirieran nuevamente.
-no se preocupen, saldrán vivos de esto- Leonardo les mencionó mientras disparaba contra los integrantes que aun quedaban en pie
Leonardo disparó desquitando toda su rabia en ellos, por supuesto que no quería matarlo, solo quería acabar con esto para llevar a Martínez al hospital; no dejaría que nadie mas de su equipo muriera nuevamente en una situación como esta, Cuando finalmente los dos quedaron en el suelo, Leonardo y los demás salieron de sus escondites.
-arréstenlos a todos, llevaré a Martínez a un hospital-cuando Leonardo finalmente se acerco a su compañero, se sorprendió de ver el gran charco de sangre que había debajo de el.
Con una rapidez increíble Henríquez tomo fuerza y agarró a Martínez al puro estilo princesa, lo llevó al auto mas cercano y entro rápidamente a el; al encender el auto, dejo una hilera de polvo detrás de el. debía llegar al hospital antes de que Martínez dejará este mundo
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Leonardo archivaba los últimos informes con la información de todas las personas arrestadas esa noche, sin duda, era una extensa lista de información; suspiro mientras intentaba pensar claramente en la situación, le preocupaba la situación de Martínez, pero no podía dejar la comisaría por ahora.
-señor, están todos los sospechosos inscritos en los documentos-un chico rubio de ojos color avellana se acerco- la droga fue puesta como evidencia para una futura demanda del estado, puesta en una caja de seguridad
-me alegra saber que todo esta exactamente como debe estar- suspiro con mayor tranquilidad-muchas gracias Alexander, por favor, tómate un descanso y vuelve mañana.
-¿se encuentra bien jefe?- pregunto con una mayor cercanía, Leonardo asintió- perdón, pero pareciera que no lo esta
-solo es cansancio Alex- sonrió ahogando un bostezo, el rubio lo comprendió
-esta bien señor- el policía recién llegado abrió la puerta, esperando salir por la puerta- nos vemos mañana
-adiós
Leonardo tomo su teléfono personal y marco el número de Henríquez, sabía que por la preocupación que sentía quizás no contestaría de inmediato, pero no debía hostigarlo de mas; guardo los documentos dentro de su escritorio, se levanto de la silla y salió de su oficina.
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-por favor señorita, necesito información sobre un paciente- Leonardo miro a la secretaría con preocupación
-deme el nombre del paciente-ordeno la mujer, tecleando en su computadora
-Martínez, Alejandro- le dijo, la mujer volvió a teclear en su computadora y con un pitido logro encontrar lo que buscaba- el paciente se encuentra recibiendo una transfusión de sangre, pero esta bien.
-¿puedo pasar a verlo?- pregunto esperando una respuesta positiva por parte de la secretaría, la mujer de aparentes 30 años asintió
-habitación 135-
Leonardo agradeció para luego caminar hacia la habitación que le indicaron, al abrir la puerta se encontró con Henríquez y Martínez acostados en camillas separadas, siendo unidos por una pequeña manguera plástica que salía de Henríquez y entraba en Martínez; el pelinegro se acerco con una sonrisa, al ver a ambos despiertos y conversando.
-nunca los había visto tan unidos como ahora- río mientras se acercaba a sus amigos
-no te habíamos escuchado decir un buen chiste en años Leonardo- Martínez sonrió, Henríquez tomo la mano de su pareja- ¿Qué paso contigo? ¿acaso la droga que fumaste te fundió el cerebro?
-me lo merecía- el pelinegro lanzo una carcajada mientras se sentaba en una silla vacía- me alegro que te encuentres bien, espero que la sangre de este idiota si te sirva
-este idiota que vez aquí me salvo de morir desangrado- Martínez miro amorosamente a Henríquez, quien a pesar del terror que le tenía a las agujas, estaba ahí, donándole un poco de vida sobrepasándose el temor que sentía
-¿como te fue archivando la información?- pregunto de pronto, Leonardo lo miro
-todo esta listo, la droga fue decomisada y guardada ante cualquier intento de robo- el pelinegro bostezó con cansancio- ¿hasta cuándo estarán conectados?
-hasta que mis piernas funcionen- comento Martínez alzando la mano- creo que ya va faltando menos
-eso espero- suspiro el contrario- te amo amor, pero siento que me desmayaré si sigo viendo la aguja atravesando mi piel
-mírame a mi, conversemos un poco mas- Martínez le sonrió dándole ánimos- eres muy valiente mi niño, y agradezco todo lo que estas haciendo por mi
Leonardo se levanto de la silla
-los dejaré descansar, mañana vendré a verlos- los policías que estaban en las camillas asintieron con una sonrisa, Leonardo finalmente se despidió y salió de la habitación.
Afortunadamente Martínez no recibió mayor daño tras el disparo, solo necesitaba una transfusión de sangre y se recuperaría totalmente; Leonardo se sentía tranquilo después de saber eso, al final todo había salido bien y no había mayor grado de peligro.
Mientras iba en camino a casa, su teléfono vibró en su bolsillo; al principio pensó que nuevamente era una de las miles llamadas previas al atraco por parte de sus hermanos, saco su teléfono de bolsillo esperando con una sonrisa el mensaje que debía ser de sus hermanos, pero no era.
tienes menos de 3 semanas para regresar a parís a ser parte de los nuevos entrenadores de la escuela militar, esperamos respuestas.
suspiro amargamente ante esa noticia, no quería despedirse de nueva York, de sus hermanos ni de sus amigas; pero si era una orden del alto mando de la escuela militar, debía hacerlo sin siquiera dudarlo. aunque su sueño hubiera sido quedarse en su ciudad natal, seguir trabajando en la comisaria y ver todos los días a sus hermanos al llegar a su casa.
Guardo nuevamente el teléfono en uno de sus bolsillos, todo el camino mantuvo la cabeza baja ante la desesperación de no poder elegir el futuro de su vida; había ascendido al cargo de comisario, y eso conllevaba responsabilidades mas pesadas en su vida. era su deber después de todo.
CONTINUARA..........
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