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Tómame


Después de haberle asegurado al rubio que no lo dejaría solo, le ofreció la mano para caminar hacia la iglesia y refugiarse ahí. Se escabulleron para no ser vistos por nadie, cosa que sería un verdadero problema por la opinión negativa de las personas sobre los demonios. El tramo pareció eterno por el silencio, y Tweek sentía ráfagas de tristeza invadirle, no pudiendo evitar sollozar mientras le seguía.

Craig los dirigió a la habitación-casa en que vivía, cerrando la puerta y bajando las cortinas. Esta acción sólo hizo ser más consciente a Tweek de su estado físico, se sentía impuro, sucio, y sabía que lo estaba. Se abrazó a sí mismo, encajando las uñas afiladas en su piel, intentando tranquilizarse, escaneando la habitación (cuando era más pequeño, hacía eso para evitar tener crisis ansiosas cuando estaba solo en su habitación). El lugar era pequeño, no había puertas, por lo que todo lo que estaba a la vista era lo único que había. Enumera en su mente: una estufa y una pequeña nevera, no había encimeras ni barras, había un pequeño comedor con dos sillas, y al final de la habitación había una cama pequeña al lado de un librero casi del tamaño de la pared.

Craig lo saca de sus pensamientos rodeándolo nuevamente con sus brazos, plantándole un suave beso en la frente al haberlo notado tan callado. Y después, el chico más alto se sentó en una de las sillas, invitando a Tweek a imitarlo para que le explicara las cosas con más tranquilidad y lentitud, y así poder procesarlo correctamente.

—Entonces, según entendí, esto es culpa de tus padres —pregunta el pastor, y el pequeño demonio asiente, agachando la cabeza y descansando la mirada en el suelo. Escucha que Craig suspira—. ¿Sabes si existe alguna forma de revertirlo? —pregunta, aunque de inmediato se da cuenta de su estupidez. Si Tweek la conociera, quizás ni siquiera se le habría cruzado por la mente la idea de tirarse del risco. Como espera, el rubio niega con la cabeza, mostrando su facie entristecida.

—Lo único que entendí es que en unas horas o días "aprenderé" a controlar mis "poderes", aunque no sé bien a qué se refería mi padre cuando dijo eso... —menciona.

—Supongo que podrás modificar tu forma y manipular a los humanos... —dice el pelinegro, captando la atención del otro—. Escucha, no eres el primer demonio que he visto, he llegado a tener contacto con otros, pero sólo sé cómo... deshacerme de ellos, ¿sabes? —dice, sonando un poco incómodo—. Aunque nunca había visto a uno mitad humano, entonces... Creo que podría haber alguna forma de revertirlo —dice, intentando sonar alentador, pero que ni siquiera él mismo creyera en sus palabras sólo aumentaba la incertidumbre.

Tweak se queda en silencio, y no puede evitarlo, de nuevo las lágrimas se acumulan en sus ojos. Craig lo mira, sintiendo pena por el chico, por su amante, y aunque sabe que no debe, que está mal y que la intimidad física era lo que había desencadenado el problema en un primer lugar, se acerca a él para unir sus labios en un cálido beso.

El de ojos azules lo rechaza, alejándose, porque no quería complicar más las cosas, pero el moreno lo sostuvo por las mejillas, besándolo de nuevo. Tweek solloza, se niega porque está lleno de miedo, pero termina correspondiendo la muestra, fundiéndose en la sensación. El calor del beso era increíblemente reconfortante, y por un momento se olvida de todo lo que estaba mal, porque sólo podía sentir cariño llenándole el pecho. La lengua del pastor rozó sus labios, pidiéndole acceso, y él se lo concedió, abriendo la boca y acomodando el rostro para encajar mejor.

Se separan para tomar un poco de aliento, y el cuerpo del rubio emana un olor que vuelve loco a Tucker. Acomoda su nariz en el espacio del cuello e inhala profundamente, embriagándose con el aroma, y aunque su cuerpo necesita más del de Tweak, se contiene, porque el rubio estaba pasando por un momento tan difícil y no quiere presionarlo demasiado.

—Desearía haberme quedado contigo ayer, estar para ti cuando todas esas cosas horribles te pasaron, enfrentar a tus padres contigo. Debiste sentir tanto miedo —dice Craig con sinceridad, acariciando suavemente el rostro de Tweek con el pulgar para secar las lágrimas que resbalan por sus mejillas, y Tweek asiente con la cabeza, llorando aún más, y se desmorona, abrazando el cuerpo del más alto en busca de consuelo. Craig corresponde, manteniéndolo cerca, y se siente más atraído de lo normal por las feromonas que suelta, provocando que su corazón lata rápido.

Tweek quería decir algo, pero era incapaz de articular palabras en ese momento. La mezcla de emociones, el miedo, la confusión y el amor que sentía por Craig, lo abruman. Se sentía vulnerable, pero también protegido por el joven pastor.

—Lo siento, Tweek. No puedo ni imaginar lo que estás pasando, pero quiero que sepas que no estás solo en esto. Estoy aquí para ti, pase lo que pase. Perdóname si estaba un poco... callado, es sólo que me tomó por sorpresa, pero te necesito tanto, te amo tanto —tras decir esto, abrazó el cuerpo del más pequeño nuevamente, sosteniéndolo con fuerza—. No permitiré que te enfrentes a todo esto tú solo —asegura Craig, mirándolo con determinación.

Tweek levanta la mirada y se encuentra con los ojos comprensivos de Craig. Aunque la situación es surrealista y aterradora, y Tweek siente estar atrapado en una pesadilla, algo en la mirada del pastor le transmite calma. Y su corazón se siente acelerado por el hecho de que Craig no lo juzga ni lo rechaza, a pesar de su apariencia demoníaca.

—Craig... Y-yo me siento perdido, asustado y no quiero hacerle daño a nadie, siento asco por mí, sólo quiero desaparecer —confiesa Tweek con la voz entrecortándose y su cuerpo temblando, sufriendo un ataque de tics. El moreno suspira y le aprieta suavemente la mano.

—Vamos a enfrentar esto juntos, Tweek. Encontraremos respuestas, descubriremos cómo controlar tus... poderes y, si es posible, revertiremos todo esto —toma una pausa, sosteniendo las regordetas mejillas pecosa del rubio, obligándolo a verle a los ojos—. Pero quiero que sepas bien, que no importa qué forma tomes, seguiré amándote, no importa si debo dejar la iglesia y este pueblo para estar a tu lado, buscaremos un lugar para los dos —promete, y los tics nerviosos del rubio se tranquilizan—. Eres más que tu naturaleza: eres Tweek, la persona que conocí y de quien me enamoré; eres capaz de más de lo que crees —declara Craig, y le roba un pequeño beso en los labios.

Tweek siente un nudo en la garganta ante las palabras reconfortantes de Craig, y sonríe porque, a pesar de todo, Craig correspondía sus sentimientos; y ambos estaban conscientes de que las cosas serían difíciles entre ellos desde el inicio. Y, aun así, le hacía creer en que la conexión entre ellos iba más allá de lo físico, confirmaba nuevamente que no había cometido un error al entregársele, al dejarse tomar.

Deciden sentarse una vez más, una vez que Tweak está más tranquilo. Tweek le explica a Craig los detalles sobre el trato demoníaco de sus padres, y el pastor escucha atentamente, ofreciendo consuelo cuando el rubio parecía alterarse. Después de comprender lo que habían hecho los padres del rubio, se acercó a la estantería, tomando algunos libros de aspecto antiguo.

—Cuando aprendí a hacer exorcismos, conseguí estos libros con información sobre los demonios y otros entes paranormales. Creo que podría haber información útil —dice, poniendo los libros sobre la mesa, y Tweek de inmediato toma uno—. Tengo que hacer mis actividades... ¿Está bien si me esperas aquí hasta que termine? —pregunta, y el rubio asiente con la cabeza, sonriéndole, y Craig siente que su corazón da un vuelco. Le alegraba tanto que su amante se sintiera un poco mejor.

Tweek pasa el tiempo explorando los libros mientras Craig se hace cargo de sus responsabilidades. A medida que revisa las páginas amarillentas, encuentra información sobre demonios, rituales y posibles maneras de revertir las transformaciones. Aunque la información es escasa y en gran parte parecía... especulativa, al menos le daba una pequeña chispa de esperanza.

Craig regresa después de un tiempo, encontrando a Tweek absorto en la lectura. Se siente aliviado al ver que el rubio está calmado, aunque entiende que la situación es complicada y que necesitarán tiempo para resolverla. Se acerca para abrazarlo desde atrás, y Tweak sonríe ante esto, para después señalar una parte de la lectura.

—Encontré algo, pero no es definitivo. Parece que hay rituales y prácticas que podrían revertir o al menos controlar las transformaciones físicas —le entrega el libro al moreno, y Craig se toma un momento para leerlo, percatándose de inmediato de las advertencias que agregó el autor sobre ese tipo de prácticas. Permanece en silencio, y se aclara la garganta.

—Cariño, necesitaremos tener cuidado, ¿de acuerdo? —explica Craig con seriedad, mientras se sienta junto a él. Tweek asiente efusivamente, sintiéndose agradecido de tener a Craig a su lado—. Por ahora, hay que intentar dormir, ¿sí?, ha sido un día agotador en la iglesia —le explica, y el rubio accede, siguiendo a Craig.

El moreno le entrega una camiseta amplia, que de inmediato se pone para dormir más cómodo, y Craig se pone un pijama, apagando la lampara de aceite y recostándose en la cama. Tweek se acomoda muy cerca del otro; más que nada por el espacio reducido del colchón, pegando su cuerpo al del más alto. El rubio cierra los ojos, respirando con tranquilidad y dejándose llevar poco a poco por la oscuridad. Craig, que ya se estaba quedando dormido, siente un cambio en su aroma nuevamente, y traga saliva, intentando ignorar ese hecho.

Se queda allí, sintiendo la cercanía reconfortantemente caliente de Tweek. Mientras yacen juntos en la penumbra, la habitación se impregnaba cada vez más de una atmósfera íntima, y el pastor no puede ignorarlo. Después de unos minutos de silencio, Craig, incapaz de resistirse al aroma embriagador de Tweek, decide hablar en un susurro suave.

—Tweek, ¿estás despierto? —pregunta Craig, algo ansioso, mientras acaricia con delicadeza el cabello del rubio. Tenía la tentación enfrente, latente, y no le importaba pecar y caer ante ella nuevamente. Había aceptado su propia debilidad y humanidad, junto a sus deseos canales; su talón de Aquiles tenía nombre y apellido: Tweek Tweak.

Tweek abre lentamente los ojos, sí, seguía despierto, y mira a Craig lleno de curiosidad. Aunque su situación es complicada, la presencia de Craig le brindaba consuelo y seguridad.

—Sí, sigo despierto —respondió Tweek, su voz suave y vulnerable haciendo eco.

Craig le sonríe, aunque se siente bastante mareado por el aroma. El aire se carga con una tensión palpable que de inmediato el demonio percibe, y él finalmente une sus labios con los del otro, porque sabe que Craig no lo hará. Craig acaricia la mejilla de Tweek con ternura, correspondiendo la muestra suave y llena de afecto.

Tweek no lo hace a propósito, pero suelta más de ese dulce olor, y Craig ya no puede contenerse. Se incorpora para acomodarse entre las piernas del rubio, notando que éstas habían vuelto a la normalidad, aunque ni siquiera puede pensar en eso, porque necesita tocarlo. Vuelve a besarlo, esta vez con más hambre, con más necesidad, porque sus manos pican por la anticipación. Con ellas roza la piel desnuda de los muslos de Tweak, acariciándolo, presionando su cuerpo para que su creciente erección se frotara contra la entrepierna del otro chico. Ambos jadean, y se miran a los ojos.

Hacen contacto visual, y Craig jamás podría culpar al dueño de esos hermosos ojos azules por provocarlo así. Lo besa en el cuello, lamiendo la piel, saboreando la dermis, y el rubio se estremece, conteniendo un gemido y rodeando con sus piernas las caderas del otro para intentar acercarlo más. Sus cuerpos comenzaban a doler por la necesidad, y el rubio le expresa con la mirada sus deseos.

—Tómame —pide nuevamente, con tono suplicante, y Craig siente que le aprietan el corazón, porque sabe que ambos son víctimas de la naturaleza del rubio, pero no le importa; recuerda aquella noche, la misma palabra expresando sus más íntimos anhelos, su disposición, y caería ante aquella petición tantas veces como Tweek quisiera hacerlo caer. Piensa en los siete pecados capitales, en la lujuria, y a pesar de ser consciente de estar pecando, no se opone a la petición de su amante. En algún rincón de su mente le pide perdón a Dios por traicionar de esa manera sus votos, a diferencia de la primera vez, en que no sentía ningún remordimiento, pero conforme admira los ojos de Tweek, está más seguro de haber tomado la decisión correcta al amarlo.

Se deshace de la ropa interior del rubio, admirando su entrada, y recuerda la deliciosa sensación de su estrechez; siente que se le hace agua la boca, y de nuevo pasa saliva. Baja sus propias prendas para estimular sus miembros juntos, sacándoles un par de gemidos necesitados, pero quiere y necesita más.

Acerca dos de sus dedos a la boca de Tweak, tomándolo por sorpresa, pero los lame y chupa, humedeciéndolos. Craig acerca los dedos al ano del rubio, presionando el índice, notando la facilidad con la que entra, y siente que la propia entrada de Tweek se estaba lubricando por si sola. Traga saliva, introduciendo un segundo dedo, provocándole un placer inmenso al rubio, quién se retuerce en las sábanas jadeando.

—Craig, por favor, por favor —pide, gimiendo, girándose en la cama para finalmente acomodarse sobre sus rodillas y manos, mostrándole todo su trasero desnudo al otro, y que así fuera más fácil para él el penetrarlo.

El pastor se apresura, acercando su miembro erecto al pequeño orificio, presionándose con cuidado, con cierto miedo de lastimarlo. Pero, por el contrario, Tweek echa sus caderas hacia atrás, recibiéndolo por completo y conteniendo un grito de placer. Se sentía mil veces mejor que la primera vez, por alguna razón, y ambos ceden a sus instintos más animales, sincronizándose.

—¿Puedo moverme? —pregunta el pelinegro, y Tweek casi ruega porque lo haga.

El moreno no demora en hacerlo, tirando de sus caderas hacia atrás y embistiéndolo lentamente, sacándole quejidos al otro chico cada que lo penetraba, sintiéndose increíblemente bien.

—Más, ¡Craig! Por favor, dame más —pide, gimiendo, y cualquier pizca de razón que quedara dentro del pastor, desapareció, dejándose llevar por el momento, embistiendo con todas sus fuerzas al más bajito, sintiéndose salvaje.

El cuarto se llena del sonido del choque de sus pieles, así como de gemidos y gruñidos sin sentido por parte de ambos. La vista ante los ojos del moreno era maravillosa, a pesar de la oscuridad. El rubio estaba apoyado en el colchón, con la camiseta recorrida por la gravedad, dejando ver la piel de su espalda baja desnuda, y la posición hacía que sus glúteos tuvieran la forma de un corazón invertido tan bonito, su cintura se veía tan delgada. Craig se apoya de sus caderas, sosteniéndolo con firmeza para dar las ultimas embestidas, descargando su orgasmo en el interior de su cuerpo, orillando al rubio a tener su propio clímax, derramándose en las sábanas de la cama.

Después de compartir ese momento tan íntimo, Tweek y Craig se acurrucan juntos, sin importarles el desastre que había quedado derramado sobre las sábanas, aunque el pastor sentía un poco de culpa. No puede importarle menos ese sentimiento cuando Tweak susurra que lo ama antes de quedarse profundamente dormido.

En los días siguientes, Craig y Tweek se embarcan en su búsqueda para comprender los rituales y prácticas necesarias para solucionar ese "problemita". Tweek desde esa noche había podido a dominar su figura física, por lo que podía salir de la habitación para asearse y ayudar al padre con sus actividades sin miedo de ser visto o descubierto. Ambos chicos con los días iban aprendiendo más sobre la naturaleza de los demonios, pero, sobre todo, fortaleciendo su vínculo.

Como último regalo desagradable, los padres del rubio habían alertado al pueblo con la noticia sobre la desaparición de Tweek, antes de desaparecerse ellos mismos, generando especulaciones y temores entre los habitantes, temores que el padre se encargó de erradicar, dejándole saber a la comunidad que el joven se había ofrecido como voluntario para quedarse a vivir en la iglesia y así servir con las actividades.

Tweek había mejorado con el control de sus poderes, reprimiendo así los aromas que su cuerpo emanaba para manipular inconscientemente a los demás. El rubio se deprimió bastante al haber leído en uno de los libros esa capacidad que tenían los demonios, pensando en que Craig en realidad no había hecho el amor con él por cuenta propia; y se traumatizó un poco por ser consciente de su necesidad tan fuerte por tener sexo, por lo que tras una larga charla le pidió al joven pastor que no volvieran a mantener relaciones sexuales hasta que volviera a ser completamente humano; el pastor aceptó, pero no sin antes haberle dicho que todo lo que había hecho era porque así lo quería y no por sus instintos. Aunque Tweek no pudo creerle por completo.

Pero no todo era tan malo, había aprendido como utilizar algunas de sus habilidades, de hecho, para ayudarle al pastor.

También habían intentado hacer una especie de ritual, pero terminaron fallando y con esto, el demonio salió lastimado físicamente. Craig, ante ese intento, le prohibió a Tweek intentar algo hasta que no estuvieran 100% seguros de que funcionaría, y, aunque a regañadientes, el rubio terminó aceptando.

Pasaron las semanas, y la rutina se iba haciendo cada vez más fuerte, cosa que en el fondo los llenaba de calma y familiaridad, pero ciertas noches Tweek se despertaba por las pesadillas, pesadillas donde asesinaba por accidente a Craig, a algún niño de la parroquia o a cualquier ser humano. Seguía teniendo tanto miedo de sí mismo, pero el pastor siempre lo abrazaría y consolaría hasta que se sintiera mejor.

Cierta tarde, en una de sus exhaustivas lecturas, el pastor leyó un subtítulo interesante, prestando más atención al libro. "Humanos mitad demonio". Pensó en decirle a Tweek, pero lo miró de reojo: él estaba durmiendo tranquilamente, por lo que continuó leyendo en silencio.

"Para los seres que aún conservan algo de humanidad, y satán considere que no cumplen los requisitos como un buen servidor del mal, podrán hacer una invocación para hablar con él. Tener en cuenta de la ofrenda que le deben hacer al señor debe ser justa a la petición que desean hacerle". Meditó lo que acababa de leer por unos segundos, pensando en qué podrían ofrecer a cambio. Estaba en blanco.

No tenían riquezas, no tenían posesiones de valor. Se mordió el cachete, pensando, y continuó leyendo para ver cómo se debía hacer el ritual. No era complicado, necesitaban dibujar un círculo con ciertos patrones en el suelo, a medianoche, y derramar sangre de humano en medio del círculo. Miró de nuevo a su amante, viendo después el reloj que marcaba las 10:37 pm. Suspiró, tallándose los ojos, y terminó acercándose al rubio, despertándolo con movimientos suaves.

—Tweek, creo que esto podrá funcionar —le muestra a Tweek el libro. El joven se toma un momento para estirarse y despabilarse.

—Estaba pensando... Podemos ofrecer la iglesia como ofrenda —explica Craig, había cierto tono de culpabilidad en su voz por lo que estaba proponiendo. El rubio lo mira con curiosidad y un toque de ansiedad. Craig prosigue, explicándole el trato que propone Satanás: quemar la iglesia y dejar símbolos demoníacos a cambio de la liberación del alma de Tweek.

—¿Quemar la iglesia? Pero... este es tu hogar... nuestro hogar —responde Tweek, visiblemente angustiado.

Craig asiente, comprendiendo el peso de la decisión. Ambos saben que esta elección cambiará sus vidas para siempre. Después de una larga conversación llena de dudas y temores, finalmente toman una decisión conjunta.

Esa misma noche, bajo la luna llena, Craig y Tweek llevan a cabo el ritual. Dibujan símbolos demoníacos en el suelo de la iglesia y encienden las llamas que consumirán el lugar que alguna vez fue su refugio.

—Abre tu corazón a la salvación —dice Craig en dirección al rubio, cortando con un cuchillo la palma de su mano, para después tallar su mano ensangrentada en el medio del círculo. Las llamas se avivaron con esta acción, y el suelo tembló un poco.

A medida que el fuego ilumina la oscura noche, una presencia siniestra se manifiesta. Satanás, en todo su esplendor, aparece ante ellos. Craig siente el peso de la responsabilidad mientras negocia con el ser oscuro. Satanás, complacido con la ofrenda, libera el alma de Tweek, extrayendo de su cuerpo sus poderes, dejándolo inconsciente. Craig rápidamente corre a auxiliarlo, para escapar de las llamas, y se escucha una risa demoniaca alejarse. Sabe que tuvieron éxito.

Sin embargo, la iglesia arde detrás de ellos, transformándose en cenizas y dejando un rastro de destrucción, Craig no mira hacia atrás, cargando en sus brazos al rubio junto con sus pertenencias, huyendo del pequeño poblado. Sabían que, si alguien descubría lo que habían hecho, podrían terminar en la horca por hacer tratos con demonios y el mismísimo satanás.

En el horizonte, la pareja ve la oportunidad de construir una nueva vida, lejos de las sombras que una vez los amenazaron. Aunque las cicatrices de su pasado perduran, ambos chicos caminan hacia el futuro, enfrentando lo desconocido juntos.

Años después de abandonar el pueblo, Craig y Tweek han construido una nueva vida lejos de la sociedad. A pesar de los desafíos, habían encontrado paz y amor el uno en el otro. La pareja vivía en una pequeña casa que construyeron con sus propias manos, en un rincón remoto, sobreviviendo con los bienes que conseguían en el bosque, lejos de las antiguas sombras que los perseguían...

Una tarde tranquila, mientras disfrutan de la serenidad de su nuevo hogar, Tweek mira a Craig con una mirada llena de curiosidad y ternura, mientras se acurruca a su lado, abrigándose en su cálido pecho.

—Craig, ¿alguna vez te has arrepentido... de haberme conocido? —pregunta Tweek, recordando los eventos que los llevaron a este punto. Craig sonrió, levantándole el rostro al rubio para que lo mirara a los ojos.

—No, Tweek. No me arrepiento. Puede que haya traicionado lo que creía que era mi deber en ese momento, pero no traicioné mi corazón... Estoy feliz de estar contigo. Eres mi amor, mi apoyo, y no cambiaría nada de lo que hemos vivido juntos.

Tweek, sintiéndose reconfortado por las palabras de Craig, sonríe también. Juntos habían enfrentado cosas horribles, pero también habían encontrado la felicidad y la paz que tanto anhelaban. Probablemente, a la hora de la muerte recibirían un castigo, pero era algo por lo que ninguno de los dos estaba preocupado; vivir al lado del otro valía la pena.

En su rincón alejado del mundo, construyeron recuerdos felices, forjando un futuro basado en el amor. A pesar de las adversidades, su conexión perduró, demostrando que el amor verdadero puede superar incluso las circunstancias más difíciles. Sus cuerpos envejecían con los años, sí, pero su amor seguía creciendo con cada día que pasaba...

El fin...

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