Capitulo 5
-Aquí dormirás, si gustas darte una ducha no hay problema. Ahorita te traeré algo de ropa limpia y cuando termines bajas a cenar. Te espero en la cocina. –dijo Eliud.
Beck volvió a agradecer y se dirigió al baño, se quitó la ropa y se empezó a duchar, los minutos pasaban y Beck se fue perdiendo lentamente en sus pensamientos mientras el agua caía sobre su cuerpo. Recordaba los gritos desesperados, llantos y a esa mala mujer llamada Laura.
-¿Enserio merezco todo esto? –lo dijo con voz quebrada y comenzó a llorar nuevamente. Sus pensamientos y el llanto fueron interrumpidos inmediatamente cuando Eliud toco la puerta.
–Aquí te dejo la ropa.
Beck no respondió.
Termino de ducharse y salió del baño dispuesto a cambiarse sin muchos ánimos. Tenía los ojos rojos del llanto y cansancio.
-¡¿He?!
¿Era una broma verdad? La ropa que Eliud le había dejado le quedaba grande, era una camisa de manga larga blanca y un bóxer corto.
-Vaya conjunto... -susurro con una leve sonrisa, ¿Acaso esa ropa era de Eliud? No lo dudaba, él era delgado como una chica a lado de él. Era obvio que le quedara grande.
Beck bajo lentamente las escaleras, sintiendo un dolor muy leve en su pie derecho. Camino hacia donde el dedujo que era la cocina y justo en ese momento Eliud iba saliendo.
Ambos se miraron mutuamente y Eliud no pudo evitar soltar una leve risita y sonrojarse, Beck se veía muy adorable, la camisa le quedaba arriba de las rodillas y cubría el bóxer, su cabello estaba mojado pero aun así se le veía perfecto y aunque Beck tenía unas pequeñas ojeras, aun así se veía hermoso y deseable.
Beck se puso rojo al notar como Eliud lo observaba pero trato de ocultarlo.
-¿Qué es lo gracioso?–dijo Beck con tono serio.
-No nada, disculpa. La cena está en la mesa de la sala.
Ambos caminaron a la sala y se sentaron frente a la mesa. La cena era un Sándwich y un jugo de naranja.
-Sé que no es la gran cena, la verdad es que casi nunca preparo comida aquí, así que no encontré nada más en la despensa. –soltó Eliud con una sonrisa.
-No tienes que decir eso, enserio te agradezco tu amabilidad, no sé qué hubiera sido de mi.... Y nuevamente discúlpame por haber entrado a tu auto sin permiso. –Beck agacho la cabeza.
-No te disculpes, cualquiera en esa situación hubiera hecho lo mismo, incluso yo. Además –hizo una pausa- Tu no mereces nada de lo que te ha pasado.
Beck levanto la mirada y vio como en la cara de Eliud se dibujaba un gesto de dolor y tristeza.
-Nadie merece sufrir... -susurro Eliud y bajo la mirada.
Beck comprendió que él no era el único que sufría, algo parecía atormentar al chico que se encontraba enfrente a él.
Eliud no parecía ser mala persona, sintió la gran necesidad de abrazarlo y darle apoyo. Nadie sabe qué clase de sufrimiento y dolor puede cargar una persona.
Mientras más observaba a Eliud mas se veía a sí mismo, recordó como él era antes, todo lo que vivió desde la muerte de sus padres.
-¿Estás bien, Eliud? –la pregunta de Beck hizo que Eliud saliera de sus pensamientos.
-Sí, estoy bien. –Contesto con una sonrisa mientras se ponía de pie. –Tomare una ducha, tu termina tranquilo tu cena. –volvió a decir y se retiró de la mesa.
Beck solo asintió con la cabeza, se le hizo rara la actitud del joven pero decidió no insistir.
Cuando termino de cenar y recogió su plato y su baso, también recogió lo de Eliud, el cual no había tocado la cena. Se dirigió a la cocina un poco incómodo por el dolor que aún seguía en su pie derecho.
Cuando entro a la cocina sonrió.
-¿Enserio se puede hacer tanto desastre solo por unos Sándwich y un jugo de naranja? –pensó con burla y empezó a limpiar la todo.
Cuando termino de limpiar, salió de la cocina, estaba dispuesto a ir a la habitación a descansar pero un ruido llamo su atención. La TV de la sala estaba encendida.
Con cautela se acercó y vio que Eliud estaba recostado en el lujoso sillón de piel.
Beck se acercó aún más, lentamente. Cuando ya estaba lo suficientemente cerca de él, se limitó a observarlo de cerca.
La respiración de Eliud era lenta y profunda, los mechones de cabello plateado caían sobre su rostro, tapándole los ojos.
–Y yo que creía que mi cabello no era normal. –pensó con una sonrisa dibujada y siguió observando. Las manos de Eliud eran grandes al igual que su cuerpo, el poco ejercicio que se le notaba le quedaba perfecto, era un como indefenso príncipe dormido.
-¿Acaso vas a besarme?
La voz de Eliud hizo que Beck diera un salto y retrocediera unos pasos.
-¿¡He!? A-ah no, disculpa. Solo me acerque porque la tele estaba encendida, no sabía que ya habías terminado de ducharte. –contesto Beck un poco sonrojado.
-Sí, te entiendo, no te preocupes. –dijo Eliud con una sonrisita dibujada en sus labios y se puso de pie. –Bien, tengo que trabajar... me preparare un café ¿gustas uno tú también?
-Si gustas yo los preparo, es lo menos que puedo hacer en agradecimiento.
-Está bien, te lo encargo. –respondió Eliud y se puso a revisar unas hojas que estaban sobre la mesa.
Beck fue a la cocina y encendió la cafetera. Espero a que estuviese listo y busco las tasas y las cucharas.
Sirvió y lo probó.
–Bastante amargo –pensó y busco la azúcar.
Duro varios minutos buscándola, pensó en preguntarle a Eliud pero él ya estaba ocupado, busco nuevamente y encontró un pequeño frasco de vidrio al final de una de las alacenas. Lo abrió y sintió el dulce aroma. Sirvió algunas cucharadas en ambos cafés y acto seguido se dirigió a la sala. Eliud estaba sentado frente a la mesa leyendo unos documentos.
-Aquí tienes.
-Gracias. –Eliud acepto el café y lo puso en la mesa.
Ambos se quedaron en silencio, Eliud leía las hojas mientras que Beck solo observaba la tele y terminaba su café.
-Bueno, con tu permiso, me retiro a descansar. Mañana me levantare temprano, te hare el desayuno y me iré a mi casa. –dijo Beck.
-No te preocupes, yo te llevare a tu casa, será más seguro para ti. –contesto Eliud sin despegar la vista de los documentos.
-No quiero darte más molest-
-No es ninguna molestia –interrumpió rápidamente Eliud. –Estás conmigo ahorita, eres mi responsabilidad. Además... no quisiera que te pasara algo.
Beck quedo sin habla y solo asintió con la cabeza.
-Bueno, ¿necesitas algo más?
-No, gracias. Que descanses. –contesto Eliud, aún tenía la mirada fija en los documentos.
Beck se retiró a la habitación.
Pasaron aproximadamente unos 20 minutos y Eliud recién había terminado. Apago las luces, subió a su habitación y se acostó en la cama. Cuando estaba a punto de quedarse dormido, una sensación extraña empezó a recorrerlo de pies a cabeza.
Empezó a sudar y su cuerpo comenzó a arder. Su miembro viril estaba sumamente erecto.
-¿Que rayos está pasando? –dijo mientras se sentaba de golpe y encendía una pequeña lámpara de noche.
Estaba demasiado excitado y no hallaba explicación.
-Maldición... -volvió a decir mientras tomaba su miembro con la mano y empezó a masturbarse lentamente.
Los movimientos pronto se hicieron más rápidos, necesitaba liberarse, su cuerpo se lo exigía.
Trataba de callar los ligeros gemidos que salían mientras los movimientos se hacían más y más intensos.
Cuando sentía que estaba a punto de llegar al clímax, un sonido que provenía de la puerta hizo que se detuviera de golpe.
-Maldición...
Eliud se tapó inmediatamente y tocaron la puerta nuevamente.
-Adelante. –dijo Eliud
La manija giro despacio y la puerta se abrió lentamente.
-Beck, ¿Qué sucede?
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