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Capítulo 60. Contaminada


Lily no salió de la enfermería en toda la semana, no había despertado y cada día que pasaba era peor que el anterior. Estaba atrapada dentro de su mente, obligada a presenciar una pesadilla tras otra mientras una parte maligna de Tom o de ella misma le mostraba sus mayores miedos para que se los creyese. El único propósito de Namtar era debilitar al ser en el que habitaba, porque de esa forma se volvería más fuerte.

Albus hablaba sobre el estado de su sobrina con su hermano en su despacho, y los pocos avances que Horace había hecho. Al parecer, sin saber sobre la fuente que la había infectado sería mucho más difícil sacarle lo que fuese que había dentro de ella.

La puerta del despacho sonó y la cabeza de Tom apareció, haciendo que los tres hombres se girasen a observarle. Él sabía que debía hacer lo correcto aquella vez para salvar a Lily, aunque eso signficase condenarse a sí mismo. Estaba dispuesto a hacer cualquier cosa por la mujer a la que amaba.

–No es un buen momento, Tom – le dijo Horace, que quería evitar un conflicto entre los hermanos Dumblendore y el muchacho.

–Necesito hablar un momento con el profesor Dumblendore, es urgente.

–¿Has venido a confesar, Tom? – el muchacho bajó la cabeza sin saber qué decir.

Alberforth sacó su varita y lo apuntó con ella, ante esto Tom se defendió. No iba a quedarse quieto aquella vez.

–¡Expeliarmus! – gritó Alberforth.

–¡Difindo! – gritó Tom.

–Suficiente – pidió Albus – Accio – y de un solo hechizo desarmó a alumno y hermano. – Hablemos entonces, Tom. ¿Qué es eso tan urgente de lo que quieres hablar?

–No tiene nada que ver con su sobrina – contestó, antes de que se lanzasen sobre él como lobos hambrientos. – Sólo quería saber sobre la posibilidad de deshacer un pacto de sangre.

–No puede romperse, muchacho – se quejó Alberforth porque ese chico no supiese algo tan simple como eso.

–A veces es posible – intervino Albus, que una vez pudo romper el suyo al tratar de salvar a su sobrino Aurelius del hechizo que Geller lanzó. – Pero ... Lo que Lily y tú hicisteis... ¿Sólo es un pacto de sangre o hay algo más?

–Un ritual de almas gemelas – contestó él. Dumblendore se sorprendió y a medida que entendía lo que él quería decir, entendía, además, que él había yacido con su sobrina. El padre también pareció entenderlo, porque se lanzó contra Tom, incluso sin varita y le dio un puñetazo.

–¡Maldito canalla! Confié en ti. Dijiste que jamás le harías eso, que...

–¿Puede deshacerse o no? – todos miraron a Dumblendore esperanzados.

–Me temo que no.

–Tom, deberías volver a la sala común de Slytherin – dijo el profesor Slughorn.

–Quiero ayudarla – añadió él. El hombre asintió.

–Contaremos contigo si te necesitamos, pero ahora los mayores tenemos que hablar.

–¿Qué tan grave es el asunto, Albus? – quiso saber su hermano después de que Tom se hubiese marchado.

–Es peor de lo que imaginaba. Una parte de Tom vive en ella, al igual que una parte de ella vive en él. Así que lo que sea que la ha infectado proviene de él.

–¿Y qué puede ser tan malo como para hacer algo así?

Besos. Eso era lo que Lily escuchaba mientras trataba de despertar de la nada que la rodeaba. Los labios de Tom la sorprendieron sobre los suyos, y se aferró a él, agradecida de haberle recuperado. Ni siquiera quería pensar en lo ocurrido o en qué momento había despertado, no lo recordaba, no podía, pero ...

Las manos del muchacho se establecieron en su cuello, algo dulce que él solía hacer a menudo, pero a medida que pasaban los segundos la iba apretando más, hasta el punto que empezó a ahogarla.

Le empujó y le apartó de ella, sorprendiéndose al encontrar a esa mutación de Tom, ese monstruo de ojos rojos y sin nariz, que rompió a reír en cuanto vio el miedo de esa muchacha reflejarse en sus ojos.

–No eres real – le dijo, intentando escapar. Se levantó de la cama y corrió por el largo pasillo, pero por más que intentaba huir ese hombre siempre estaba al final, cortándole el paso.

–¿No lo sientes, Lily? La oscuridad está llegando a tu corazón. Deberías dejar de resistirte de una vez. Sólo así se detendrá esto.

–¿Qué pasará si lo hago?

–Te volverás una bruja oscura y arrastrarás a Tom a la oscuridad.

–Entonces no me rendiré nunca – contestó ella. – Porque jamás dejaré de luchar para cambiar ese futuro. Tu jamás existirás.

–Las profecías no pueden deshacerse. Tú misma pronunciaste mi regreso a este mundo, el resurgir del señor tenebroso.

–También pronuncié que yo sería la única con poder para detenerte.

El piar de un cuervo la llevó a un lugar distinto donde había una fuerte luz sobre ella que apenas le dejaba ver nada, pero no estaba de pie, si no tumbada en la cama junto a su mejor amigo.

Lo abrazó con fuerza, aterrada de estar en otro sueño, pero algo le decía que no era así.

–Tienes que despertar – suplicó él mientras acariciaba su cabeza.

–Estoy despierta.

–No. No lo estás. – Ella no entendía lo que él quería decir. – Ellos dicen que hay algo malo dentro de ti.

–¿Ellos?

–Tu padre, tu tío y el profesor Slughorn. Eso malo que está dentro de ti es Namtar, ¿verdad?

–No pronuncies su nombre, le dará poder para agarrarse a este mundo. – Entonces pensó en las palabras de Tom. – Estoy dormida, ¿verdad? – él asintió y ella se sintió incluso peor. – Tienes que salvarme, Tom. Tengo miedo.

–No sé si pueda. Tu tío dice que no hay nada que hacer, que no podemos deshacer lo que hicimos. Puede que nos precipitásemos cuando hicimos ese ritual.

–Quería salvarte – dijo ella. – Quería evitar que te convirtieses en un monstruo.

–A lo mejor siempre he sido un monstruo. ¿Recuerdas lo que le hice a Hagrid?

–No – se quejó ella levantando la cabeza para mirarle, pero no vio nada más que oscuridad. – ¿Tom? – llamó aterrada. Se levantó de la cama y trató de ver algo más que oscuridad, pero la luz se había marchado. – ¡Tom! – Gritó.

–Búscame – escuchó en un susurro casi imperceptible – búscame en los lugares en los que nos hemos visto.

Lily trató de entender a lo que se refería y entonces todo volvió a emborronarse. Se encontró a sí misma en la sala de menesteres mientras él la subía a un armario y le quitaba las bragas, algo que ya había sucedido una vez con anterioridad.

–Dime cómo puedo salvarte yo a ti – pidió él, tirando las bragas al suelo, metiendo la mano entre sus piernas, subiendo más y más. – Concéntrate. No pienses en el recuerdo y mírame. – Lily no entendía lo que quería decir, pero en cuanto cerró los ojos y los abrió le vio frente a ella, con la ropa puesta, el uno frente al otro, en ese mismo lugar.

–¿Qué está pasando, Tom?

–Estoy trayéndote a nuestros recuerdos para poder comunicarme contigo. Por eso tienes que concentrarte y decirme... ¿qué es lo que te retiene aquí?, ¿qué podemos hacer para vencerlo? Haría cualquier cosa por ti, ¿lo sabes? – Ella asintió, sabía que lo que él sentía por ella era de verdad.

–¿Estás entrando a mi mente ahora? – él asintió.

–Está muy oscuro y confuso, por eso he pensado que traerte a nuestros recuerdos sería una buena idea. Dime cómo puedo ayudarte. Necesito que despiertes para sacarte de aquí.

–Él no me dejará ir – le dijo ella.

–¿Quién es él? ¿Namtar?

–Eres tú, Tom – eso lo asustó. – La magia oscura de ese ser, la que usaste para crear el Horrocrux se aferró a tu alma cuando lo creaste. – Negó con la cabeza al darse cuenta de que había tenido razón desde el principio. Todo aquello era culpa suya. – Quiere que me rinda. Pero no puedo hacerlo, Tom.

–No lo hagas – pidió él.

–No pienso hacerlo – él le calmó saber que ella no iba a rendirse sin luchar. – Pero ... no sé cuánto tiempo pueda aguantar. Él dice que cuando la oscuridad llegue a mi corazón... moriré.

–No – pidió aterrado. – Yo no dejaré que eso ocurra. No dejaré que nada te haga daño, te protegeré incluso de mí mismo.

–No puedes hacer nada. La única forma en la que todo esto terminaría sería con tu muerte – él también sabía aquello.

–Entonces lo haré, moriré por ti – ella negó con la cabeza antes de contestar.

–Tú no puedes morir, ¿recuerdas? Creaste un horrocrux. Ahora eres inmortal.

Un ruido se escuchó al otro lado de la habitación y ella tuvo miedo de lo que estaba por llegar.

–Ahora tienes que irte – él negó con la cabeza – ya viene.

–No – pidió Tom, tratando de aferrarse a ella. – No te dejaré aquí.

–Te amaré siempre, Tom. Nunca lo olvides, pase lo que pase – Tom negó, estaba aterrado de dejarla allí sola. – No dejes que mi sacrificio te convierta en ese monstruo.

–No te dejaré morir – suplicó él antes de despertar bañado en sudor y entre lágrimas en la penumbra de su habitación.



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