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Capítulo 57. Recompensa


Tom estaba molesto por como se habían dado las cosas, había tenido que dejar el trabajo por culpa de sus sentimientos y de lo que pensaba que era una buena acción. ¿Por qué hacer buenas acciones era tan complicado?, parecía que lo más fácil era cometer las más deplorables.

¿Qué iba a hacer en ese momento? De una cosa estaba seguro, los trabajos no caían del cielo.

Se chocó contra un hombre que corría a toda velocidad hacia él, por ir distraído pensando en sus cosas y no mirar hacia adelante. Este salió corriendo tan pronto como se puso en pie, olvidando en el suelo el bolso que acababa de robar. Tom lo recogió del suelo y miró hacia adelante, donde un hombre que acababa de llegar hasta él lo miró antes de levantar la vista hacia el héroe que había recuperado el bolso de su señora.

–Filipo – escuchó el hombre, a sus espaldas, mientras aquella adorable ancianita llegaba hasta ellos con dificultad, pues tenía que ayudarse de su inseparable bastón. La mujer huesuda, con el cabello blanco que parecía tener mucho dinero que gastar puso sus ojos azules sobre los de Tom. – Gracias por recuperar mi bolso, joven – agradeció antes de volver a mirar hacia su mano derecha. – Te dije que lo detuvieses, Filipo. ¿Para qué tienes la varita, cabeza de chorlito? – Con tan sólo eso Tom ya supo lo que ellos eran.

–No podía usarla aquí, señora Hepzibah. Estamos en presencia de muggles.

–¿Muggles? – se quejó la señora. – Esos no ven nada. Te tocará desmemorizar a este gentil muchacho, Filipo – el hombre sacó su varita y Tom le detuvo con la mano.

–No será necesario, señora Hepzibah, ya que yo también soy un mago.

–¿Eres un mago? – la mujer parecía maravillada por aquella nueva revelación. – ¡Qué maravillosa coincidencia! Aunque... después de tu heroica intervención no me esperaba otra cosa. ¿Quién más que un mago podría haber recuperado mi bolso?

–Ha sido un placer, señora Hepzibah – Tom le cedió el bolso a su legítima dueña y le hizo una reverencia. A la mujer le encantó los buenos modales de Tom.

–¿Qué edad tienes, muchacho?

–Tengo dieciséis, señora.

–Oh, así que ... aún asistes al colegio de magia, ¿no es cierto?

–Así es, señora.

–Pero ... ya tienes edad para trabajar. Así que... ¿qué me dices, muchacho?, ¿te gustaría trabajar para mí? – Tom tardó en reaccionar, no podía creer lo que escuchaban sus oídos.

–Él tampoco podrá hacer magia – se quejó el tal Filipo – sobre todo porque es menor de edad.

–Eso será por poco tiempo, el año que viene ya tendrá diecisiete – contestó la señora sin más. – ¿Cómo te llamas, muchacho?

–Soy Tom, Tom Riddle para servirla, señora.

–Por supuesto que me servirás, Tom. – Se colgó de su brazo para que le fuese más fácil andar y juntos caminaron hacia el auto de la señora. – Y dime, muchacho, ¿dónde viven tus padres? Si no vives lejos de aquí podríamos acercarte.

–Mis padres murieron. Soy huérfano, señora.

–Oh, cuánto lamento escuchar esto, Tom.

–El orfanato en el que vivo no está lejos de aquí.

–Alegra esa cara, muchacho. En tan sólo un año podrás abandonar ese mugriento lugar. Una habitación acomodada te estará esperando en mi mansión, si quieres.

La señora Hepzibah dejó a Tom una tarjeta con su dirección y sus títulos nobiliarios. Luego Tom echó a andar hacia el orfanato, en aquel momento era realmente feliz. No sabía cómo, pero ... era como si alguien le hubiese recompesado después de hacer una buena obra.

¿Y si era así como funcionaba el mundo?, ¿y si resistirse a la oscuridad provocaba que a uno le sucediesen cosas buenas? Si así era... no dejaría escapar aquella oportunidad que la vida estaba brindándole.

Lo primero que hizo al volver a su habitación en el orfanato fue escribir una lechuza a su mejor amiga. Le habló sobre que había dejado el bar, aunque omitió la parte del chantaje, y le confesó que había conseguido un nuevo trabajo.

El nuevo trabajo de Tom era sencillo: era el recaredo de la señora Hepzibah. A esa señora se le antojaban todo tipo de caprichos que Filipo y él debían conseguirle. Visitó una tienda llamada Borgin & Burkes, a la que su señora le mandaba a diestro y siniestro para que comprase todo tipo de antigüedades de gran valor. Supo en cuanto piso aquel lugar que no era una tienda respetable, se decantaba más por la magia oscura y los artilugios que tenían que ver con ella.

Pese a eso, se obligó a sí mismo a no doblarse y permanecer en el camino de la rectitud. Y ... así pasaron los meses, hasta que llegó el día en el que los alumnos tenían que volver a Hogwarts.

Como cada año fue a conseguir sus libros para su séptimo y último año en Hogwarts. Pero, como siempre, no coincidió con Lily. Si lo hizo con su amigo Otis con el que se echó unas risas cuando él le confesó que trabajaba en la casa de una adinerada señora que solía encargarle que comprase reliquias en una tienda que se encontraba en el callejón Knocktun. Eso hizo que Otis lo admirase incluso más.

Dejó todo listo para cuando volviese al orfanato poder marcharse, pues ya tendría diecisiete años, ignoró a esos idiotas que querían buscarle las cosquillas y con su baúl a cuestas se marchó a la estación de King Cross. Atravesó el muro hacia el andén 9 y ¾, buscó un compartimento en el que no ser molestado, pese a que Otis Avery, Rodolf Lestrange (Roddie), Alan Rosier y Conrad Mulciber lo ocuparon más tarde, empezando a contarle las locas aventuras que habían vivido durante el verano.

Fue un largo viaje hasta el hermoso pueblecito de Hogsmeade donde se bajaron para dirigirse a su siguiente medio de transporte y allí le faltó el aliento en cuanto vio a Lily, estaba incluso más bella que la última vez que la vio.

Caminó hacia ella dejando a sus amigos atrás. A cada paso que daba se iba impacientando más, incluso le sudaban las manos, su corazón latía a toda velocidad y todo parecía un caos, pero ... todo cobró sentido en cuanto vio su gran sonrisa y la tuvo delante.

–Hola – saludó ella como si tal cosa haciendo que una estúpida sonrisa se dibujase en los labios de Tom. Lily levantó la mano para apoyarla en el apuesto rostro de su novio – Te he extrañado.

Él la agarró de la cintura y la atrajo hasta él, encantándole aquella sensación cuando estaban juntos.

–Y yo a ti.

Los labios de ambos se unieron después de eso, fue algo suave que se fue convirtiendo en algo más ardiente, quizás demasiado para dos adolescentes que pronto cumplirían diecisiete años.

El carraspeo de Roddie se hizo notar entre ellos.

–Siento interrumpir, chicos. Pero si no nos damos prisa perderemos los carruajes.

Tom quería asesinar a Lestrange por haberlos interrumpido y Lily lo sabía, no sólo porque le conociese a la perfección, también porque poseía parte de su alma y por tanto estaban conectados, cada vez que él sentía rabia ella lo sentía. Agarró su mano antes de que hubiese cometido una locura y tiró de él hacia los carruajes, haciendo que Tom agradeciese el gesto y le dedicase una sincera sonrisa.

Tan sólo un par de minutos más tardes ya eran conducidos por uno de esos carruajes hacia Hogwarts junto a sus amigos y la despistada de Black que no dejaba de mirar con recelo hacia la forma en la que las manos de Tom y las Lily se unían.

El recibiento a los nuevos alumnos en el gran salón comedor fue tan emotivo como siempre, disfrutaron de un gran festín entre miradas cómplices mientras escuchaban a sus compañeros hablar sobre lo emocionante que había ido el verano. Ella admitió no haber echo nada especial, tan sólo una visita inesperada a su novio. Tom le guiñó un ojo al respecto y ella rompió a reír. Tom se mantuvo en silencio el resto del tiempo, no quería que nadie supiese de que estaba trabajando a tan corta edad, pues él no era como el resto de sus compañeros, no poseía unos padres o abuelos que pudiesen pagar todo por él, tenía que conformarse con la amabilidad de algunos profesores de Hogwarts para conseguir sus libros y los regalos que otros le daban.

Con las barrigas mucho más llenas y muy animados, se marcharon a su sala común a descansar, había sido un gran día. Pero Lily y Tom se quedaron sentados junto al fuego en uno de los sofás de la sala común, no hacían nada más que mirarse sin poder soltar sus manos. Se habían extrañado demasiado, eso era todo.

Lily quería mirarle hasta que le venciese el sueño y Tom estaba entusiasmado de volver a verla. Siempre le pareció la cosa más bonita que había visto nunca.

–¿Qué pasó con el trabajo del bar? – preguntó Lily al fin, rompiendo el silencio. Quería descubrir la verdadera razón por la que él lo había dejado, ya que recordaba haber sentido gran frustración en Tom la noche en cuestión.

–Ya te lo dije. Tomé la decisión de dejarlo.

–Sí, pero ... ¿por qué? Te conozco, Tom. Estabas demasiado entusiasmado con ese trabajo, pese a lo malo que era.

–El trabajo que tengo ahora es infinitamente mejor. Ser el recadero de una bruja ricachona. Incluso me ofreció una habitación en su mansión en la que quedarme cuando termine el colegio. – Lily sabía que Tom estaba dando todo un rodeo para evitar hablar sobre un tema en cuestión.

–Quiero saber la razón, Tom. ¿Me la dirás? – él se dio cuenta de que no había escapatoria. Se sentía demasiado avergonzado por lo que sucedió en el bar cuando ella se marchó como para hablar de ello con facilidad. Pero no podía mentirle, lo había prometido cuando hicieron el pacto de sangre. Y ella no aceptaba que cambiase de tema.

–¿Recuerdas cuando estuviste allí esa tarde? – ella asintió, porque lo recordaba a la perfección, incluso las locas ideas de Tom sobre aparecerse y fugarse juntos. – ¿Recuerdas eso que dijiste de Samantha? Tenías razón. – Lily se asustó en seguida y trató de echarse hacia atrás, pero Tom la tenía bien sujeta y lo impidió.

–¿Se propasó contigo?

–Peor que eso. Me dijo que, si no me acostaba con ella, perdería el trabajo – Lily se asombró demasiado, por lo que él habló nuevamente para calmarla – mi respuesta fue que no y dejé el trabajo.

–¿Tú respuesta fue que no? – ella lucía demasiado confusa con aquel asunto. – El viejo Tom habría echo cualquier cosa por conservar ese trabajo, aunque fuese malo.

–No puedo cambiar lo que pasó con Hagrid, Lily. Pero ... no cometeré el mismo error dos veces. No tomaré una decisión que vuelva a alejarme de ti – ella sonrió al escuchar aquellas palabras.

–¿Tienes idea de lo genial que te ves ahora mismo? – Tom ensanchó la sonrisa y le dio un beso casto en los labios antes de echar una mirada hacia su alrededor, aún quedaban algunas personas en la sala común que como ellos querían disfrutar de la compañía de sus amigos.

–Deberíamos irnos ya a dormir, es tarde.

–Antes... quería que hablásemos de una cosa, Tom – él la miró con atención. – Ese día que fui a verte al bar... estaba como acompañante de mi padre que iba a un lugar. Al principio dijo que iría al callejón Diagón, pero luego... fuimos a un extraño lugar, donde había gente muy siniestra que daba miedo. – Tom se preocupó al respecto. – Y entramos en una tienda que vendía todo tipo de antigüedades espeluznantes. Él quería vender algo que no llegué a ver y yo eché un vistazo a las vitrinas. – El muchacho sentía lo desagradable que fue, y no sólo porque sus almas estuviesen conectadas, si no por las caras que su novia ponía. – Había miles de cabezas de cadáveres metidas en un tarro de cristal, una gran mano esquelética en un pedestal y ... entonces lo vi.

–¿Qué viste?

–Lo reconocí porque lo había visto en los recuerdos de tu madre una vez, Tom. Pero ... también porque llevaba el escudo de Salazar Slytherin. – Tom empezaba a impacientarse, su corazón latía a toda velocidad, y entonces ella concluyó. – Era el guardapelo de tu madre, Tom.

–¿El guardapelo? – Recordó en seguida la conversación que tuvo con su tío Morphin cuando fue a la casucha de los Gaunt. Su madre había robado el guardapelo y lo había llevado consigo. – ¿Recuerdas el nombre de esa tienda?, ¿cómo se llamaba?

–Burkes y algo más.

Borgin & Burkes – la corrigió él. No podía creer que fuese cierto, había estado en esa tienda miles de veces, pero jamás había inspeccionado el lugar. Había estado tan cerca del guardapelo... – He estado allí. La señora Hepzibah colecciona todo tipo de antigüedades y como recadero que soy... he estado allí comprando alguna de estas y vendiendo otras.

–¿Cuánto crees que costará?

–No lo sé, pero lo recuperaré – prometió. – Es lo único que me queda de mi madre, debe ser mío.

–Podrías ir a por él cuando salgas de aquí. Seguirás trabajando para esa señora, ¿no?

–Sí, lo haré un poco más tarde. Antes de reclamar un puesto en Hogwarts como profesor de Defensa contra las artes oscuras – Lily sonrió, le encantaba su afán de querer enseñar a otros lo que sabía.

–Serás un gran profesor. Si fuese una alumna... iría a tu clase solo para poder mirarte por horas – él rompió a reír, haciendo que varios chicos lo mirasen, pero él no se cortó ni un pelo.

–Pero, antes de eso, iré a recorrer el mundo contigo en ese viaje de investigación que quieres hacer. ¿Cómo se llamaba ese tipo al que admiras incluso más que a mí?

–Newt Scamander – contestó, recordando al hombre que hablaba sobre criaturas mágicas y dónde encontrarlas en sus libros. – ¿Sabes lo fascinante que será ver a cada una de esas criaturas en su hábitat? Poder estudiarlas... algún día... quiero ser como él. Quizás... hasta puede que acepte un puesto en el Ministerio de Magia.

–Tendría que escaparme en mitad de una clase y aparecerme en cualquier lugar del mundo en el que estés para verte – bromeó, haciéndola reír. Su risa se detuvo al percatarse de que molestaba a algunas personas. – ¿Sabes lo maravilloso que sería un futuro a tu lado, Lily?

–Sería genial – aceptó ella. – Pero... antes, debemos averiguar como sacarte esa cosa. Creo que lo que hicimos el año pasado no está funcionando, sigo sintiendo esa mancha oscura dentro de ti.

–Yo también la siento – se tocó el pecho, molesto. Las pesadillas habían cesado y eso era gracias a Lily, pero no sentía que esa cosa quisiese marcharse y dejarle en paz aún. – Creo que conozco la razón por la que lo que hicimos no funcionó. Es porque perdiste la fe en mí después de lo que pasó con Hagrid. Pero en cuanto confies en mí ciegamente, como antes, expulsaremos a ese monstruo a las profundidades del inframundo. Tu lo harás posible.

–¿Y si nunca la recupero? – preguntó ella con temor, pues pese a haberlo intentado miles de veces, no podía perdonar a Tom por lo sucedido.

–Lo harás – prometió él. – Estoy empezando a hacer las cosas bien, lo correcto. Y te demostraré que... – ella apoyó las manos en su rostro y le miró con más intensidad. – Funcionará, te lo prometo.

–Deberíamos pensar en un plan B por si no puedo perdonarte nunca – pidió ella. Él negó, no quería pensar en esa posibilidad. – Quizás buscar la forma de destruír ese horrocrux. Verás... Roddie dijo algo el año pasado...

–¿Qué dijo ese idiota?

–Dijo que cuando un mago pierde parte de su alma pierde su humanidad – la rabia de Tom creció ante la sola idea de que ese chico pudiese estar metiendo estúpidas ideas en la cabeza de Lily. – Pero, no es cierto. Yo he perdido parte de mi alma y mi humanidad está intacta. Así que ... podrías perfectamente vivir sin ese pedazo de tu alma si averiguamos como destruirla.

–No se puede deshacer, me lo dijo el profesor Slughorn, ¿recuerdas?

–No hablo de deshacerlo, si no de destruirlo. Quizás exista un arma lo suficientemente poderosa para hacer eso.

–¿Y quién lo hará? Yo no puedo destruir una parte de mí y tu tampoco. ¿Acaso has olvidado lo que pasó la última vez que pensaste en hacerme daño? – ella recordó este echo en seguida.

–Podríamos pedírselo a alguien. No sé, quizás Lestrange quiera ayudarnos, o mi tío, o ...

–No pienso involucrar a nadie más en esto, y menos a Roddie. Y tu tío... me matará en cuanto se lo cuente.

–Ya pensaremos en algo, pero... sería una opción, Tom.



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