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Capítulo 55. Temer el futuro


El llanto desesperado de Lily irrumpió en el silencio de la habitación de los chicos, mientras Tom la abrazaba y trataba de calmarla. Pero nada volvería a hacerlo nunca, no si esa premonición se cumplía. Necesitaba saber cómo cambiarla, hablaría con quien fuese, pero no podía dejar que aquello tuviese lugar.

–Tranquila, ya todo ha pasado – le dijo mientras daba pequeños toques en su espalda, mientras ella se aferraba a él con los brazos, aterrada de perderle. Ya ni siquiera le importaba todo el asunto de Hagrid. Había cosas más importantes. – Si pudiese salvarte de esas pesadillas lo haría, sin pensarlo. – Ella se retiró a mirarle, le gustaba tetnerle tan cerca.

–Tengo que averiguar cómo cambiar el futuro. – él asintió.

–Lo haremos juntos, si quieres – ella negó, tenía miedo de confesarle lo que había visto. De que se cumpliese de alguna forma.

–Prefiero hacerlo sola.

–No habrá mentiras entre nosotros, ¿recuerdas? Cuéntamelo. ¿Qué es eso que tanto te ha preocupado ahí dentro?

–Tú – él no entendía lo que quería decir. – Temo que te conviertas en un monstruo, Tom.

–Eso no va a suceder.

–Los horrocruxes...

–No voy a crear ninguno más, ya te lo dije. Fue una promesa. No falto a mis promesas, Lily.

–Tengo miedo – confesó ella.

–Mira lo que esa horrible pesadilla te ha hecho. Te ha convertido en alguien débil. La Lily que yo conozco jamás tiene miedo de nada – ella sonrió, agradecida de que él la conociese tan bien. – No voy a convertirme en un monstruo y ... estaré aquí después de cada pesadilla para reconfortarte.

–Gracias. – Ella cerró los ojos y se preparó para dormir. Él besó su frente y la observó con detenimiento. Ella era preciosa y siempre daría gracias por haberla conocido. Tuvo que vivir un infierno en el orfanato para hacerlo, pero lo haría de nuevo con tal de llegar al mismo momento. – ¿Qué es lo que hacía que te daba tanto miedo, Lily?

–No es por lo que tú hiciste, es por lo que ella dijo que harías. – Abrió los ojos y le miró. Él no entendía a lo que ella se refería. –Tu aspecto era distinto al de ahora, eso también me asustó.

–¿Cómo era? – ella negó, en señal de que no quería hablar de ello.

–Aterrador. – Tom acarició su cabeza, tratando de volver a calmarla. – Tus ojos eran completamente rojos, tu piel era más clara de lo que es ahora y ... finas líneas negras lo recorrían, como si algo estuviese corrompiéndote desde dentro...

–Mírame – y ella lo hizo. – Ese monstruo no soy yo. Lo impediremos, ya lo verás. – Lily asintió, como si quisiese creerle, entonces Tom se interesó por algo que ella dijo antes. –¿Qué dijo ella?

La mandíbula de Lily empezó a temblar y más lágrimas cayeron por su rostro.

–Dijo que me matarías. – Eso sorprendió demasiado a Tom y luego negó con la cabeza.

–Ella no sabe nada, porque yo sería incapaz de hacerte daño. A todo esto, ¿quién es ella? Para empezar.

–Era yo.

–¿Qué?

–Esa chica que decía todas esas cosas, que estaba asustada de ti... era yo.

–Eso que has visto no sucederá jamás. Cambiaremos ese resultado, lo haremos juntos. Ya lo verás.

–No quiero perderte, Tom.

–No me perderás – prometió él antes de darle un suave beso en los labios. – ¿Ya no estás enfadada por lo que pasó con Hagrid?

–Lo estoy. No debiste haber condenado a un inocente. Pero ... hay cosas en las que tenemos que pensar ahora.

–Bien, solucionaremos antes todo esto antes de centrarnos en el tema de Hagrid. – Ella asintió y él la abrazó, volviendo a reconfortarla.

Podía negárselo mil veces e intentar odiarle por lo que había hecho, pero lo cierto era que ella le amaba y trataría de salvarle de todo peligro mil veces, antes de abandonarle.

Lily sabía que aparcar el tema de Hagrid no lo haría desaparecer, pero lo haría por el momento, porque tenían cosas que averiguar.

Todo aquello sirvió para que se pasasen horas y horas metidos en la biblioteca buscando respuestas a todo lo que estaba ocurriendo. Pese a eso, ella estaba distinta con Tom y él pudo notarlo en seguida, pero le daría el espacio que necesitaba. No quería forzarla. Ella le amaba, pese a todo y sabía que con el tiempo volvería a fiarse de él.

Lily estaba cansada de no obtener las respuestas que necesitaba en los libros, pero estaba más que dispuesta a conseguirlas por otros medios. Así que esa tarde, después de asistir a su última clase, se despidió de sus amigos y corrió al despacho del profesor Dumblendore. Este estaba preparando exámenes cuando ella le interrumpió.

–Adelante. – Dumblendore se sorprendió cuando vio a Lily entrar por la puerta. – Lily, pasa, por favor.

–Hay algo que me gustaría preguntarle, profesor – ella jamás le llamaba de forma cariñosa o más coloquial cuando estaban en el colegio. Y eso le gustaba mucho, era demasiado correcta. Se parecían más de lo que se veía a simple vista. Lo cierto era que ... ambos habían estado a punto de sucumbir a la oscuridad en algún momento de sus vidas. – Quería saber sí... es posible que un pacto de sangre pueda deshacerse.

–Ya veo. Al fin has comprendido lo podrida que está el alma de Tom y quieres deshacer cualquier vínculo con él, ¿no es así? – ella no contestó. No quería darle la razón. – No puede deshacerse. La teoría dice que no se puede romper bajo ningún concepto.

–¿La teoría?

–Así es. Se de una vez en la que las personas implicadas pudieron liberarse del pacto de sangre.

–¿Y cómo puede hacerse?

–Cada caso es particular, Lily. Siempre va a depender de las promesas que rodeen a ese pacto. Pero, aquella vez... fue la contraposición de un hechizo de muerte contra uno de protección el que rompió el pacto. Aunque, como ya te he dicho, siempre depende de las promesas que rodeen al ritual, muchacha. – Dumblendore se fijó en el reloj de pared, sorprendiéndose con la hora que era. – ¡Vaya! ¿Ya es esta hora? Deberíamos bajar al salón comedor. La cena debe estar a punto de comenzar.

Un nuevo curso escolar llegaba a su fin y los alumnos se precipitaban a la estación de Hogsmeade para coger el tren que los llevaría de regreso a casa. Otros, como Tom, se despedían de los que se quedaban en el pueblo. Sabía que las cosas con Lily no estaban bien, pero no quería abordar el tren guardándose cosas dentro.

–Sé que tienes miedo por lo que ha pasado, que estás buscando desesperadamente la forma de deshacer lo que hicimos, que piensas que cometiste un error al confiar en mí. Pero ... sigo siendo yo, Lily – ella le observó con calma, se fijó en cada detalle de su mejor amigo. Entonces apoyó las manos en su mecho y le dedicó una sonrisa. – Dijiste que querías salvarme a toda costa, que tu alma salvaría la mía si las uníamos. Así que ... sólo dime una cosa. ¿Ya no quieres salvarme?

–Lo que hicimos no se puede deshacer, Tom – él asintió, porque sabía que era cierto – y no es que quiera deshacerlo porque no quiera salvarte. Es porque tengo miedo de que te conviertas en un monstruo y acabes con mi vida. ¿Y si en lugar de que mi alma te salve a ti, es tu alma la que me vuelve oscura a mí?

–Eso no pasará. Esa visión que tuviste no va a cumplirse – prometió él. – No hay forma alguna en la que pueda convertirme en ese monstruo que temes. No volveré a matar a nadie y por supuesto, no pienso crear otro horrocrux. Sé que todo se arreglará si estás conmigo. Si sigues confiando en mí ciegamente como antes.

–No puedo olvidar lo que le hiciste a Hagrid – él asintió, porque entendía que ella fuese así. Él mismo sabía que había destruido la vida de un inocente por salvarse a sí mismo, por salvar el colegio. Pero no tuvo más opciones.

–Esperaré a que me perdones – dijo él apoyando sus manos sobre las de ella que aún descansaban en su pecho.

–¿Y si nunca puedo hacerlo?

–Lo harás – prometió. – Tú sabes quién soy. Sabes que no tuve otra opción. Y entiendo que estés dolida porque un inocente pagó por mis errores. Pero ...

–Prométeme que esto no nos separará – él sonrió al darse cuenta lo mucho que ella temía que la alejasen de su lado.

–¿Estás de broma? Nada podrá separarnos nunca, Lily. Ni siquiera la muerte. – Ella sonrió porque le encantaba cuando él hablaba con tanta certeza sobre cosas que eran más que seguras en el mundo. Que quisiese burlar a la misma muerte para que estuviesen juntos eternamente le resultaba encantador. – Te lo prometo. Fue uno de mis deseos cuando hicimos el pacto de sangre. Deseé que esta unión sobreviviese incluso a la muerte.

–Te amo. – él sonrió entonces, al corroborar que ella seguía sintiendo lo mismo por él, a pesar de todo.

–Yo también te amo.

Ambos se besaron hasta que el tren tocó la vocina para indicar a sus pasajeros que partiría de un momento a otro. Tom se separó de Lily y se subió al tren mientras ella lo despedía con la mano.

En aquel momento no lo sabía, pero sería esa rabia que la inundaba por lo que le había pasado a Hagrid y ese rencor hacia Tom lo que lo detonaría todo más tarde.



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