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Capítulo 49. Extraña normalidad


Lily estaba asustada aquella mañana, no podía dejar de pensar en lo que había estado a punto de pasar entre ella y Tom. Ni siquiera sabía si estaba preparada para eso aún. Era demasiado pronto, llevaban tan sólo unos pocos meses siendo novios y besándose por las esquinas. Aún le costaba aceptar eso, por lo que sería una locura pensar en nada más. Así que ... ¿qué le ocurría en presencia de Tom? ¿por qué tenía esas ganas locas e incontrolables de estar con él?

Ni siquiera desayunó y se metió en la biblioteca, enfrascándose en todos esos libros que ya se sabía de memoria, sobre distintos temas, por supuesto, pero sobre todo quería averiguar si un mago podía vivir sin un pedazo de su alma.

–Aquí estás – escuchó la voz de Roddie antes de que se sentase a su lado – Tom está como loco buscándote por todas partes. – Ella no hizo ningún comentario al respecto, lo que provocó que él se interesase más por lo que investigaba – ¿Qué lees? – Echó un vistazo por encima y en seguida se sorprendió con todo aquello. – ¿Por qué buscas algo tan peligroso? Cuando un mago pierde parte de su alma, pierde su humanidad.

–Ya... pero ... ¿crees que es posible vivir sin esa parte de tu alma?

–Tecnicamente es posible. Pero ... si pierdes la humanidad ya no podrías diferenciar el bien del mal. Eso sería peligroso, Lily. Harías cualquier cosa malvada sin remordimientos, te convertirías en un monstruo.

La muchacha resopló molesta, pues perder la humanidad de Tom no era una opción que le gustase. Eso tan sólo la dejaba con el plan B: hacer un pacto de sangre con Tom Riddle.

–Gracias, Roddie. Me has ayudado mucho – agradeció después de cerrar el libro y devolverlo a su lugar, mientras su amigo tan sólo la seguía.

Juntos salieron de la biblioteca y se dirigieron a su próxima clase, donde Tom y los demás ya estaban sentados. Sabía que a su mejor amigo no le gustaba que andase con Lestrange, así que corrió a sentarse a su lado, mientras Tom asesinaba con la mirada al otro chico.

Aún se sentía un poco cohibida por lo que había sucedido entre ellos, pero tenía que despertar el interés de Tom para que se olvidase de Roddie, así que agarró su mano y ambos se sonrieron.

–No me gusta que ese idiota revolotee a tu alrededor – se quejó él mientras el profesor de pociones entraba en la clase.

La clase fue interesante, sobre todo para aquellas chicas que ansiaban usar la poción que el profesor preparaba sobre alguno de los chicos que le gustaban. Un filtro de amor. Pero ... para Tom fue molesto, pues sabía que su madre usó algo como aquello para engatusar a su padre y retenerlo a su lado.

Lily y Tom nunca hablaban sobre ello porque era un tema complicado, pese a lo mucho que respetaba la memoria de su madre, no entendía que la llevó a cometer tal acto para enamorar a un estúpido muggle.

Otis empezó a bromear con Tom sobre que debería tener cuidado con lo que ingería a partir de ese momento, pues Willbona y otras chicas cuchicheaban mientras le miraban de reojo. Y aunque aquello divirtió mucho al muchacho, a Lily no le hizo ninguna gracia.

–¿No has escuchado lo que ha dicho el profesor Slughorn, Tom? Esa poción te hace perder tu voluntad. Te hechiza de una manera en la que sólo existe la persona que ha formulado la poción.

–Es algo así como la maldición imperius – contestó él, con total normalidad.

–Buenos días, muchachos – saludó alguien cortándoles el paso haciendo que Lily se sorprendiese de encontrar frente a ellos a su padre.

–¿Papá? – sus amigos miraron hacia ella y luego al desaliñado hombre que parecía imposible por la ropa que llevaba que fuese hermano del profesor Dumblendore. – ¿Qué haces aquí?

–Tenía algunos recados que hacer para Hogwarts y ya de paso, he aprovechado para pasar a saludarte. ¿No te parece que tenemos cosas de las que hablar, Lily? – ella bajó la cabeza, avergonzada, pues durante todo aquel tiempo había evitado contarle sobre su reciente noviazgo con Tom a su padre en sus cartas.

–Adelantaos que ahora os alcanzo – pidió Lily para quedarse a solas con su padre. Tom parecía reacio a aquello, pero bastó una mirada de súplica de su mejor amiga para que lo tomase en consideración.

–Demos un paseo – sugirió su padre, haciéndole una señal con la mano para que se dirigiesen a los jardines del sur oeste del castillo. – Con todos los sucesos que están aconteciendo en Hogwarts en estos días, me parece arriesgado que pases las vacaciones de navidad aquí.

–No me pasará nada – prometió ella.

–Si es por Tom... Él también podría venir a casa como el año pasado – insistió su padre, pero ella negó, asustada. Lo cierto era que quería tener controlada la situación antes de que su padre o su tío pudiesen descubrir que había algo maligno dentro de Tom. – Es tu decisión, por supuesto. Solo dime que tendrás cuidado.

–Lo tendré.

–Sabes que no creo que los rumores, pero ... dicen que estás saliendo con ese chico.

–Sí, estamos saliendo. – Esa afirmación preocupó a su padre, que no estaba preparado aún para que su única hija se convirtiese en toda una mujer.

–Pero dijiste que no te interesaban los chicos y que solo erais amigos.

–Y así era. Pero ... las cosas han cambiado.

–Promete una cosa, ¿quieres? Ten cuidado.

–Ya te he dicho que lo tendré. – él asintió, algo incómodo. No estaba acostumbrado a ejercer de padre de aquella manera y ni siquiera sabía qué decirle a su hija en aquella situación. Miró hacia el horizonte en un par de ocasiones antes de volver la vista hacia su hija.

–Bien. Ahora tengo que irme. Tu tío debe estar esperándome. – Ella asintió y él sonrió. No se le daban bien las muestras de cariño, nunca se le dieron, ni siquiera cuando se enamoró perdidamente de Alodie se lo confesó nunca. Las circunstancias nunca lo dejaron hacerlo y se volvió más reservado y sombrío con todo lo que ocurrió después.

Lily esperaba que las cosas se calmasen con las vacaciones de navidad, pero había mucha preocupación en Hogwart a causa de la muerte de Myltre y de las pintadas. Se estableció un toque de queda e iban acompañados por profesores a todas horas. Eso dificultaba que Tom y Lily pudiesen quedarse a solas, y no habían vuelto a hablar sobre ese pacto que debían llevar a cabo para salvar el alma de Tom.

La sala común de Slytherin estaba muy vacía aquella noche, casi todos los alumnos se habían marchado a casa a pasar las navidades con sus seres queridos, más teniendo en cuenta los recientes acontecimientos.

Tom agarró a Lily de la cintura cuando la vio salir del cuarto de las chicas y eso la hizo reír durante un buen rato.

–Estás preciosa esta noche – le dijo mientras ella apoyaba las manos en sus pómulos y más tarde sujetaba su barba con los dedos.

–¿Han vuelto a esconderte la cuchilla de afeitar, Tom?

–No he tenido mucho tiempo últimamente. – Ella volvió a mover sus dedos sobre su barba. – Dijiste que parecía más maduro con ella, la última vez.

–Es cierto, pareces un hombre mayor con toda esta barba – él rompió a reír, sin poder evitarlo. Entonces se impulsó hacia adelante para besarla. – ¿Estás loco? Aquí no... cualquiera podría vernos.

Tom echó un vistazo a la desierta sala común y luego miró hacia ella.

–¿Quién? – Ella sonrió y se mordió el labio, divertida. – Ven – agarró su mano y tiró de ella al cuarto de los chicos, donde no había nadie más que ellos.

–Las chicas no pueden entrar aquí.

–Tú sí – contestó él. Ella esperó a que él le diese una explicación al respecto – eres mi chica. – Lily rompió a reír. Siempre le gustó que él tuviese ese tipo de respuestas. Parecía que ser algo para él era suficiente para que todo fuese posible.

La besó, raspándola con la barba y ella se colgó de su cuello, aceptando aquel beso clandestino, mientras él la rodeaba con sus brazos. No quería asustarla con cualquier otra cosa, en aquel momento tan sólo besarla estaba bien, más cuando se habían pasado semanas con miradas porque estaban rodeados de más personas, sobre todo profesores.

Las manos de Lily pronto se metieron dentro de la tela y arañaron su espalda, mientras él empezaba a respirar fuerte y terminaba echándose hacia atrás. Ambos se observaron entonces, mientras él la agarraba de la mano y tiraba de ella hacia su cama. Ambos miraron hacia esta y luego se observaron.

–No creo que sea apropiado – contestó ella antes si quiera de que él lo hubiese propuesto – cualquiera podría entrar y pillarnos, Tom.

–No te preocupes, no podemos hacer eso que estás pensando ahora.

–¿No podemos?

–He estado leyendo sobre el ritual que tenemos que hacer. Tiene que ser nuestra primera vez entregándonos el uno al otro.

–¿Qué más necesitaremos para hacer ese ritual? – quiso saber ella mientras él sonreía al verla tan interesada en el tema.

–Para empezar, debe ser luna llena y necesitaremos un puñal con el que hacer una pequeña incisión en nuestras manos. Es un pacto de sangre, así que nuestra sangre debe unirse.

–Queda todo un ciclo para la luna llena – se quejó Lily, haciéndole sonreír. – Por no hablar de que las vacaciones de navidad habrán terminado y ... el colegio estará abarrotado. ¿Dónde lo haremos, Tom? No quiero que seamos interrumpidos en mitad del ritual y debamos dar explicaciones.

–Conozco el lugar pefecto – contestó con calma. Ella se acercó a él para mirarlo con más interés. – La cámara de los secretos.

–No pienso entrar allí con ese monstruo dentro.

–Tusk no te hará ningún daño. Es el nombre que le he puesto al basilisco. Debía tener un nombre, es lo que se hace cuando se tiene una mascota.

–Ya, pero ese monstruo es letal, Tom. No puede ser tu mascota.

–El monstruo de Hagrid también es letal.

Lily no quería discutir con Tom sobre ese tema, pues sabía que el incidente de Myrtle fue sólo un accidente, algo que se le fue de las manos.

–¿Y si se descontrola y trata de matar como la última vez?

–No pasará. Esta vez me estoy asegurando de conseguirle comida y visitarla casi todos los días, aún con el toque de queda.

–Será peligroso.

–Será incluso más peligroso si no detenemos a este ser maligno que hay dentro de mí.

–¿Qué te parece el embarcadero como lugar en el que hacer el ritual?

–La Cámara es mejor.

–No pienso entrar allí otra vez.

–Bien. El embarcadero entonces. Podemos poner sacrilegios de protección alrededor cuando lo hagamos y ...

–Suena bien.

–Y ahora... – se sentó sobre la cama y tiró de ella para que también lo hiciese. – ¿por dónde lo habíamos dejado? – Lily volvió a reír antes de recibir los besos de Tom.


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