Capítulo 47. En las duchas
Nada volvió a ser lo mismo después de ese suceso. El colegio entero se quedó desconcertado por aquella muerte inexplicable, trataron de buscar un culpable, y Lily empezó a pensar que ninguna de las premoniciones que había tenido podrían cambiarse, ni siquiera esa en la que el niño había desarmado a Tom y usado su propio hechizo para vencerle. Temía al ser el que se convertiría debido a las circunstancias. Estaba tan afectada que ni siquiera le dirigía la palabra a su mejor amigo y cuando este lo hacía, rompía a llorar y se marchaba corriendo sin tan siquiera contestarle.
El traslado de Aragog se quedó en suspenso, al igual que la búsqueda de Tom por hallar el espejo.
Lily lo culpaba a él, pues de no haber abierto esa estúpida cámara, de no haber liberado al monstruo... nada de aquello habría pasado.
La pobre ni siquiera dormía en las noches, no dejaba de ver el fantasma de la chica por todas partes y esta la señalaba con el dedo, culpándola de lo ocurrido.
Las vacaciones de navidad estaban a la vuelta de la esquina, pero Tom y Lily ni siquiera habían hablado sobre eso. El padre de la joven seguía insistiendo sobre el tema, y ella ni siquiera sabía que le contestaría.
Había un gran revuelo aquella mañana en la sala común, pues la noche anterior habían aparecido pintadas con sangre en dónde decía: La cámara de los secretos ha sido abierta, el heredero de Slytherin ha llegado y el monstruo acabará con los «sangres sucia».
Lily entró en la habitación de los chicos cuando estos se disponían a arreglarse y preparrse para un nuevo día.
–Dumblendore, no puedes estar aquí – se quejó Otis tapándose como medianamente pudo.
–¿Qué hace una chica en nuestra habitación? – se quejó Alan. – Riddle, haz algo.
Tom miró hacia Lily y esta se fijó en él que no tenía más que una toalla cubriendo sus bajos. Eso hizo que en seguida se pusiese roja como un tomate, no esperó verlo en aquellas circunstancias. Pese a eso, no dejó que los músculos de Tom la frenasen y al llegar hasta él le cruzó la cara. Todos parecieron sorprendidos por lo ocurrido.
Tom la agarró de la mano y tiró de ella hacia la zona de las duchas, varios chicos que se duchaban se quejaron, pero bastó una mirada por parte de Tom, para que estos buscasen una toalla y se largaran.
–¿Qué es lo que mierdas significa esto? Te llevas semanas sin hablarme, sin mirarme si quiera, rompiendo a llorar cada vez que trato de saber de ti. Y ahora irrumpes aquí, en la habitación de los chicos y... – Lily estaba asustada, no por lo que Tom pudiese hacerle, sino porque él estaba ligero de ropa, entre vapores y ella solo llevaba puesto el pijama. Pese a eso trató de calmarse a sí misma, tenía que recordar el verdadero motivo por el que estaba allí.
–¿Has sido tú? – él la observó, sin comprender. – El de las pintadas del pasillo. – Recordó lo sucedido la noche anterior, las pintadas que encontraron sobre todas esas tonterías.
–No – contestó. Ella le observó con detenimiento, incluso penetró en su mete para buscar las respuestas, y no vio nada.
–¿Quién ha sido entonces? – se encogió de hombros. – Esto es serio Tom, podrían incluso ...
–Tengo una ligera idea de quién podría haberlo hecho.
–¿Y qué piensas hacer al respecto?
–Por lo pronto pedirte una explicación. ¿Por qué te has pasado toda la semana culpándome de algo que no es culpa mía?
–Porque lo es, Tom. Esa chica ha muerto por tu culpa. Si no hubieses abierto la cámara de los secretos, si no hubieses dejado salir a ese bicho...
–¿Ese bicho? ¿Cómo es que el monstruo de Hagrid si merece ser salvado y el mío no? – Sabía que lo había herido de alguna forma.
–El monstruo de Hagrid no ha intentado matarme.
–Estaba asustado, algo lo había asustado. Y por eso salió así. Intenté disuadirlo, pero estaba enfadado conmigo por no haberlo visitado en las últimas semanas. Y no pude bajar porque estaba ocupado besándome contigo, ya lo sabes.
–¿Ahora vas a culparme a mí?
–No, no te culpo. Sólo te estoy diciendo como son las cosas.
La puerta del baño se abrió y Roddie apareció tras ella.
–¿Esta tontería va a durar mucho más? Algunos tenemos que ducharnos.
–Debería irme – sugirió ella. Él la agarró de la muñeca y le impidió que pudiese marcharse a ninguna parte.
–Lárgate – gritó Tom a su amigo. Este resopló molesto y se marchó sin más.
–¿Ahora te desafía?
–Eso parece.
–¿Por qué? Se supone que te admiraba.
–Parece que ... que le quitase la chica no le ha sentado nada bien.
–Yo no era su chica.
–Lo sé. Mira, odio esta mierda, odio lo que le ha pasado a esa chica. Pero ... no podemos seguir haciendo esto, no podemos sentirnos así por esto. La muerte de Myrtle no ha sido culpa nuestra. Hay cosas malas que suceden, y no es culpa de nadie. De ser la culpa de alguien sería de ella, ¿qué es lo que hacía esa chica ahí, en un cuarto de baño que está estropeado todo el tiempo?
–Ya... – Lily sabía que él tenía razón. – Deberías volver al dormitorio de las chicas... – dijo evitando su mirada.
–¿Por qué? – él dio un paso hacia ella y ella se echó hacia atrás, tanto que consiguió meterse en una de las duchas y empaparse. Eso divirtió mucho a Tom que rompió a reír, contagiándola.
–¡Eres idiota! Me has mojado entera... – ella se dio cuenta la forma en la que él lo miraba en seguida y la situación no podía ser más inoportuna. – Debería irme. Los chicos están esperando fuera para entrar, Tom. – él recordó ese pequeño detalle y volvió a sonreír.
–Bien, nos veremos luego.
Le guiñó un ojo y la dejó marchar.
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