El discurso del sombrero seleccionador de aquel año habla sobre el respeto y la humildad. A Tom le parecieron una sarta de tonterías, a Lily de lo más inspiradoras.
–Buenas noches, Lily – la saludó Lestrange ganándose una mirada de odio por parte de Tom. Ella no contestó, tan sólo le hizo un breve saludo con la cabeza en señal de respuesta. Siempre fue una joven de pocas palabras. – Tom, en cuanto lo que hablamos en el tren. Creo que podría ser una buena idea. Piensa en ello, esos bichos se alimentan de almas, podría ser una excelente arma, dado el caso.
–Cállate, Rodie. No es momento de hablar de esto ahora – le detuvo Avery, antes de que su amigo hubiese inportunado a su líder más de lo necesario.
–Recuerda, Tom – comenzó Lily justo en el momento en el que las fuentes se llenaban de comida y empezaba oficialmente el banquete. – No necesitas ese tipo poder para ser alguien.
–Ya te lo he dicho antes. Sólo te necesito a ti – le guiñó el ojo en tono broma ganándose una sonrisa tímida por parte de Lily antes de que bajase la cabeza y se centrase en los muslos de pollo a la pimienta, sus favoritos.
Los nuevos alumnos de Hogwarts estaban entusiasmados con las mil aventuras que correrían y no veían el momento de empezar, casi se caen de sus asientos cuando los fantasmas de sus casas aparecieron y pronto se dejaron engatusar por las distintas conversaciones de los más veteranos.
–Existe una prueba de iniciación para los novatos, Tobías – comenzó Otis tratando de asustar a un chico de primero. Eso divirtió a Tom e hizo que Lily pusiese los ojos en blanco, pues le molestaba terriblemente que siempre hiciesen lo mismo. – Si la pasas... podrás ser uno de nosotros, pero si no... te convertirás en nuestro exclavo de por vida. ¿Quiéres que te hable de lo siniestra que fue mi prueba? Fue aterradora, ¿verdad, chicos?
–Ya lo creo – apoyó Roddie – me cagué de miedo cuando me la contó.
–Ya basta, dejad en paz al muchacho – se quejó Lily al ver la cara de miedo del pobre chico. – Es mentira, Tobías. No les hagas caso.
–Te cargas la diversión, Lily – se quejó Otis antes de mirar a Tom que lucía divertido, sin que aquello le alterase ni un poco.
La conversación se volvió más animada después de eso, temas relacionados con la procedencia. Más tarde, anécdotas sobre las vacaciones de verano y luego... los postres fueron servidos.
–Mira a ese, Tom – Roddie señaló hacia la larga mesa en la que estaban sentados los alumnos de la casa Griffindor. Lily estaba ocupada con un trozo de pastel de frambuesa y no los oyó. – Es Rubeus Hagrid. Mi padre dice que Dumblendore ha tenido que convencer a todo el consejo escolar y al mismísimo director Dippet para que ese zopenco pudiese asistir al colegio. Es un semi-gigante, tío. Su padre era un mago, pero su madre una giganta de tamaño descomunal. ¿Te imaginas como pudieron tener relaciones íntimas esos dos?
–La verdad es que no me interesa demasiado, Roddie.
–¿Por qué se tomará Dumblendore tantas molestias para traer a ese tipo de escoria al colegio? Primero los nacidos de muggles y ahora esto. ¿Qué será lo próximo? ¿un hombre lobo?
–Ya es la hora, Tom – llamó Willbona, haciendo que el muchacho se fijase en ella – tenemos que reunirnos para guiar a los de primer año a la sala común.
–¡Es verdad, tío! Eres el nuevo prefecto de este año, ¡qué pasote!
A Tom no le parecía la gran cosa, en realidad. Tan sólo le gustaba porque tendría más poder en el colegio del que ya tenía siendo tan sólo un alumno. Dio un apretón a Lily en el brazo para despedirse y esta le miró con la boca aún llena de tarta, sin entender lo que ocurría.
–Te veo luego en la sala común. – Ella asintió, sin poder hablar aún y le vio marcharse junto a Willbona. – Los de primer año, por aquí, por favor. Seguidnos a los prefectos de la casa. La casa común de Slytherin está por aquí.
–¿Cómo fueron tus vacaciones, Lily?
–No fueron mal – contestó ella sin dar demasiados detalles antes de ponerse en pie y dar por finalizado el banquete. Otis y Roddie siguieron sus pasos, mientras los demás seguían disfrutando de los postres, resistiéndose a dejar toda aquella comida allí.
–Te vas a poner malo de comer tanto – dijo Otis mirando de reojo a Mulciber.
–Es un desperdicio dejar aquí toda esta comida, tío.
Se encaminaron a la mesa de los profesores, pues debían salir por la puerta que estaba a la izquierda de esta. Era un atajo para llegar a las mazmorras, pero una voz detuvo a una integrante del grupo.
–Lily, ¿tienes un momento? – la muchacha se giró a mirar a su tío. – Hay algo de lo que me gustaría que hablásemos.
–Por supuesto, profesor Dumblendore. Os veo luego en la sala común, chicos.
Lily siguió a su tío hacia la puerta que estaba en el lugar opuesto de esa, después de pasar por detrás de las sillas de los profesores de Hogwarts. Saludó con la cabeza a algunos de ellos: el profesor Horace Slughorn, la profesora Galatea Merrythought que daba Defensa Contra las Artes Oscuras, Silvanus Kettlebun que enseñaba Cuidado de Criaturas Mágicas, Bathilda Bashot y Grace Shelby era la profesora de herbología.
Lo siguió por aquellos largos pasillos, por las escaleras que cambiaban a placer, hasta que llegó al aula de transformaciones que atravesaron en seguida. Las luces que estaban suspendidas mágicamente sobre el aire se encendieron ante el detecto de presencia y se apagaron tan pronto como subieron por las escaleras de caracol hasta el despacho del profesor.
–Toma asiento, muchacha. Y disculpa que tome un poco de tu tiempo en un día como hoy, probablemente estés cansada del viaje. Pero... el tema que tenemos que tratar no puede esperar.
–Usted dirá, profesor. – Dijo después de sentarse frente a su tío, con tan sólo el escritorio de por medio. El profesor la observó a través de sus pequeñas gafas de media luna y le dedicó una ladeada sonrisa antes de hablar.
–Después del desagradable rumor que se expandió por Hogwarts el año pasado y de una larga charla con tu padre... hemos decidido que lo mejor era que yo hablase contigo para poner en tu conocimiento una información de suma importancia, Lily.
–Si el desagradable rumor al que se refiere es mi supuesto noviazgo con Tom Riddle, puede olvidarse en seguida de todo lo que haya oído por ahí. Tom y yo sólo somos amigos, como ya le dije a mi padre durante todo el verano, cada una de las veces que me preguntó al respecto. Escuche, profesor, sé que Tom no le cae bien...
–No se trata de eso, Lily. No es una cuestión de preferencias.
–¿De qué se trata entonces, profesor?
–Se trata de que tienes ya tienes quince años. Bueno... pronto los cumplirás. Y tienes derecho a saber la verdad.
–¿La verdad? ¿la verdad sobre qué?
–La verdad sobre la supuesta amistad que dice sentir por ti. Él no ha nacido con la capacidad de amar, por lo que tendrá una vida muy solitaria.
–¿En qué se basa para decir esa estupidez? Tom Riddle es mi amigo.
–Verás, Lily... he de hablarte sobre los orígenes de Tom Riddle para que entiendas mis palabras. Cuando Tom fue concebido, su padre tenía en su organismo una gran cantidad de un poderoso filtro de amor, y debido a esto, me temo que ... Tom Riddle será incapaz de sentirlo nunca.
Lily se sorprendió tanto con lo que su tío aseguraba que se quedó sin palabras durante algunos minutos.
–Sólo quiero que te mantengas alerta y que no creas ciegamente en sus palabras. Ya ha quedado claro en contadas ocasiones que es un manipulador en potencia. Y me consta que hará cualquier cosa para conseguir sus fines. ¿Qué es lo que quiere conseguir de ti? Aún es misterio. Pero ... no debes tomar mis palabras a la ligera.
Su sobrina no tenía nada qué decir, aún estaba procesando la primera información que le había dado. Le parecía una locura que debido a la poción de amor que Merope Gaunt usó con el hombre al que amaba hubiese podido perjudicar a su hijo de alguna forma.
No era la primera vez que los hermanos Dumblendore trataban de llenar de dudas su mente contra Tom, pero aquella vez habían conseguido que ella misma lo reconsiderase, ya que había parte de verdad en lo que su tío afirmaba.
No tenía ánimos de hablar con nadie, así que tan pronto como salió del despacho de su tío corrió hasta la sala común de Slytherin. Estaba a punto de atravesar las puertas, pero entonces recordó que ni siquiera sabía la contraseña para poder hacerlo. Por suerte la puerta se abrió desde dentro y tras ella apareció, por desgracia para Lily, la persona que menos quería ver en ese momento.
–¿Dónde estabas? Te he buscado por todas partes.
–Por ahí. – Dijo desanimada, pasando por su lado. Él la siguió, preocupado. La detuvo antes de que hubiese bajado la escalera hacia la habitación de las chicas.
–¿Estás bien?
–De maravilla.
Tom la conocía lo suficiente para saber que no lo estaba. Desviaba su mirada constantemente evitando mirarle y tragaba saliva como si tuviese miedo de ser descubierta. Pese a eso no podía hacer nada, porque como de costumbre, al tratar de penetrar en su mente se la encontró blindada.
–Estoy agotada, nos vemos mañana.
–Dulces sueños, Lily.
Ella sonrió justo como solía hacerlo cada vez que él pronunciaba esas palabras, pero perdió su sonrisa al recordar la conversación que había tenido con su tío.
–Que descanses, Tom.
Lily se marchó a dormir mientras Tom la observaba sin más. Otis le observó sabiendo que había algo inquietándole y le bastó sólo mirar hacia Lily alejándose para saber que tenía que ver con ella.
–¿Qué le pasa? – se interesó al respecto, tratando de alegrarle los pensamientos a su líder.
–Ni idea.
–Mujeres... no hay quién las entienda.
–Entiendo a las mujeres. Sé que es lo que hay que decir para engatusarlas. Es fácil. Pero a Lily nunca he podido descifrarla. Ella es distinta.
–Por supuesto que lo es, es como una hermana para ti, ¿no? Siempre la proteges demasiado.
–Algo así. Ahora cierra la boca y vete a dormir, Avery. Ya te he dicho demasiado.
Avery se lo tomó a guasa como siempre, negó con la cabeza y se marchó escaleras arriba hacia la habitación de los chicos.
Lily entró en la habitación y se tiró en la cama sin tan siquiera quitarse la ropa. Estaba tan desganada que ni siquiera le apetecía hacerlo. Miró hacia el techo y pensó en Tom.
¿Y si su tío tenía razón? ¿y si Tom era incapaz de sentir amor? ¿y si la amistad que había entre ellos no era real? Eso explicaría el por qué él necesitaba Poder en su vida. Quizás su forma de ser estaba condicionada por eso.
Sacudió la cabeza y soltó un bufido.
En seguida cerró los ojos y buscó a Freiya. Le gustó comprobar que estaba esperando ver a Tom a través de las rejas de una de las ventanas de la habitación de los chicos, una de las pocas que daba al bosque. Pues las otras eran subterráneas y las vistas eran el fondo del lago. No le fue difícil poseerla y mirar a través de los ojos del cuervo. Le gustó verlo entrar por la habitación y echar una mirada de soslayo a Avery que se fumaba un cigarro junto a otra ventana abierta.
–¿De verdad tienes que hacer eso aquí, Otis? – el otro se encogió de hombros, como si no le importase que lo hubiese pillado.
–Ventajas de ser uno de los mejores amigos del prefecto.
Tom negó con la cabeza, sin decirle nada más. Era cierto, confiaba en él más que en ningún otro. Pero eso jamás lo admitiría abiertamente.
Caminó hacia su cama y miró hacia ella. Sabía que tenía que desnudarse antes de irse a la cama, pero había sido un día muy largo. Ladeó la cabeza, despreocupado y entonces vio de refilón al cuervo. Sonrió de oreja a oreja antes de dirigirse a la ventana. En cuanto la abrió el ave entró y se apoyó sobre la mesilla de noche.
–Saca a ese pajarraco de aquí, Tom – se quejó Roddie después de salir del cuarto de baño con el cepillo de dientes en la mano. – Se cagará por todas partes y lo picoteará todo.
–Ignóralo, preciosa – le dijo a su mascota, haciéndole una señal para que se posase sobre su mano.
–Ahora eres el prefecto, Tom, deberías dar ejemplo.
–Daré ejemplo cerrándote esa bocaza que tienes como no cierres el pico, Lestrange.
El muchacho palideció, pues sabía que sólo lo llamaba por su apellido cuando estaba enfadado.
Tom se sentó sobre la cama y buscó en sus bolsillos alguna galleta. Siempre llevaba alguna por si tenía oportunidad de interactuar con su mascota. Sacó una y la partió en pezados para dársela de comer poco a poco al pájaro. Entonces se fijó en sus ojos, no eran negros como solían ser los de Freiya, si no azules como los de Lily.
–¿No quedamos en que esto no iba a volver a suceder? – Preguntó molesto, poniéndose en pie de un salto, haciendo que varios chicos lo observasen sin comprender.
–¿Y ahora qué le pasa? – se quejó Mulciber que ya se había metido en la cama.
–Ni idea – contestó Lestrange que no quería problemas.
Tom dejó al pájaro sobre la ventana antes de hablar.
–¡Deja de espiarme de una vez!
Cerró el cristal en las narices del ave y Lily despertó en su habitación al darse cuenta de que su amigo la había descubierto.
–Mierda – se quejó antes de ponerse en pie y buscar en su baúl su pijama. En seguida vio el paquete de la tienda de trajes perfectamente empaquetado. En su interior estaba el traje que le había comprado a Tom. Quizás podría usarlo como ofrenda de paz con Tom.
Volvió a dejar el pijama en su lugar, agarró el paquete y salió de la habitación de las chicas. Subió las escaleras y llegó a la sala común donde aún se encontraba Rosier, leyendo un libro junto al fuego. Aún no sabía qué hacía ese chico con aquellas compañías, porque era el más recto de todos.
–Alan – le llamó haciendo que se asustase tanto que dio un bote en el sitio, luego levantó la cabeza para observar a Lily y se sorprendió incluso más, pues ella no solía dirigirle la palabra con asiduidad. Se señaló a sí mismo, como si creyese que se había equivocado. – ¿Puedes hacerme un favor? ¿Puedes subir y decirle a Tom que baje? Necesito hablar con él.
–¿A Tom? – parecía temeroso y es que él era de los que acataban órdenes, pero luego dejaba que fuesen otros los que se dirigiesen a su líder. En el fondo él le tenía algo de miedo. – Se molestará conmigo si le hablo cuando ya esté metido en la cama.
–Vamos, Alan, hazme el favor.
–Lo siento, Lily. Pero no voy a hacerlo. Llámale desde la puerta, igual sale si aún está despierto.
–¡Maldita rata! – susurró Lily, molesta con ese miedica antes de subir las escaleras de caracol hacia la habitación de los chicos. Se detuvo junto a la puerta y llamó, en seguida los muchachos se quejaron en el interior.
–¡Son la una de la mañana! ¿Quién coño es? – Se quejaba Avery, que era el menos indicado pues aún estaba junto a la ventana después de haber tirado su cigarro.
–Soy Lily – escucharon que esta decía desde fuera – me gustaría hablar con Tom.
–Romeo, tu Julieta te espera – bromeó Avery ganándose una dura mirada por parte de Tom.
–Cierra la boca, Avery.
La puerta se abrió y Lily se sorprendió de ver a Tom tan enfadado. Estaba molesto porque ella hubiese vuelto a espiarle, más cuando le pidió explícitamente que no volviese a hacerlo.
–¿Y bien? ¿qué es eso tan urgente que no puede esperar hasta mañana, Lily? O ... ¿es que quizás ya te has cansado de mandar a otros a que me espíen?
–He pensado que probablemente mañana necesitarás esto – levantó en alto el paquete y él la observó, sin comprender. – Tu nuevo uniforme. No querrás pasearte por ahí enseñando las piernas con el otro, ¿no?
Lo agarró de malos modos y lo tiró dentro del cuarto, volviendo después a mirar a Lily.
–¿Algo más?
–Sólo era una broma, Tom. Tampoco es para que te pongas así.
–¿Cómo debo ponerme después de que te pedí explícitamente que no volvieses a vigilarme a través de los animales como a un jodido puto niño pequeño? Y ... te has saltado nuestro pacto por el puto arco del triunfo, Lily.
–Lo siento, sólo quería verte una vez más antes de irme a dormir – el mar humor de Tom se marchó tan rápido como vino – no pensé que te molestaría tanto. – Las comisuras de sus labios se fueron levantando poco a poco hasta formar una sonrisa.
–Ya veo... entonces ese tema que no podía esperar a mañana: el uniforme nuevo. Sólo era una excusa para verme antes de irte a dormir, ¿no?
–¿Qué? ¡No! ¡Por supuesto que no! – Lily estaba del todo avergonzada y su actitud consiguió divertir tanto a su mejor amigo que este no pudo evitar romper a reír, haciendo que sus amigos le mirasen desde atrás con ojos como platos.
–¿Veis lo que os digo? Tom Riddle es bipolar. – Sugirió Avery.
–Eso era una ofrenda de paz. Lo de Freiya era ...
–De acuerdo. Me ha quedado claro, Lily.
–¿Sí?
–Muy claro. Ahora márchate, es tarde. Debemos estar descansados para nuestro primer día. ¿Qué crees que dirán si el prefecto llega con ojeras en su primer día de clase?
–Está bien. Buenas noches, Tom.
–Buenas noches, Lily.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro