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Capítulo 17. Volar


*Nuevo capítulo*

La vida en Hogwarts resultó ser más interesante de lo que Lily había creído en un principio. Asistía a clases junto a su mejor amigo y pasaba los días junto a él. También tenía extraños sueños que aún no lograba descifrar y veía algunas imágenes sueltas sobre el futuro que sucedería. Solía quedarse en trance cada vez que sucedía, incluso a veces... se desmayaba. Era todo un acierto que Tom estuviese cerca para socorrerla.

Era buena en los estudios a causa de su poderoso don, pero prefería pasar desapercibida pese a saber mucho sobre aquellas personas que la rodeaban. Y seguía adorando subirse a lugares altos, por lo que se pasaba las noches subida en el tejado de la torre de astronomía, dejando que el frío viento la golpease como si pretendiese derribarla.

Cerró los ojos y cuando los abrió era un pájaro, veía el mundo desde los ojos de su amigo Black. Voló por encima del bosque prohibido y sonrió al ver a los centauros mirando al cielo, viendo el futuro en las estrellas.

–¿Lily? – Escuchó la voz de su mejor amigo haciendo que volviese a despertar siendo tan sólo una niña en lo alto de un tejado. Tom se asomó por la ventana y se asustó con lo que vio.

–Tranquilo, no pasa nada – hizo piruetas en el aire y volvió a colocarse sobre sus pies descalzos sin apenas esfuerzo. Era como si fuese ligera como una pluma, como si no existiese la gravedad.

–¿Cómo puedes hacer eso? – ella se encogió de hombros y señaló hacia la nada.

–Es por el viento. Sólo tienes que creer que es algo tangible que puede hechizarse, incluso... si escuchas con atención podrás oírle. Se encuentra presente en todas partes, en cada conversación, pese a no poder verse. Si aprendes a comunicarte con él, podrás incluso volar sin escoba.

–Ven aquí – pidió él, que aún no se fiaba que su mejor amiga estuviese a salvo sobre el tejado. Ella caminó hacia él sin siquiera esfuerzo y se detuvo cuando ya sólo quedaban cinco pasos para llegar hasta él.

–Ven, te lo enseñaré – Tom dudó, pero ella siguió haciéndole señas con la mano para que se acercase. Así que el pequeño salió por la ventana y trepó hasta ella, con cuidado. Temió resbalar y caerse, pero ella le agarró de la mano antes de que hubiese dado un paso en falso. – Cierra los ojos – él lo hizo y esperó, pero nada estaba siendo distinto a cómo era – escucha el viento. Concéntrate, Tom. ¿No lo sientes? Está aquí, rodeándonos, ¿puedes sentir como te golpea?

–Eso sí que lo siento, pero no puedo escucharlo de la forma que dices.

–Deja que te lo muestre.

Lily penetró dentro de su mente y le enseñó cómo veía ella el mundo. Había distintas escalas o realidades dentro del mismo universo, eran invisibles a la vista, pero sorprendentemente Lily podía atravesarlas. En todas ellas existía un poderoso fenómeno llamado el viento y en aquel momento podía escucharle susurrar, pese a no entender lo que decía.

La muchacha tiró de él hacia una de esas escalas, era igual a la anterior. Sí Tom no la hubiese atravesado, jamás hubiese sabido que se encontraba en un lugar distinto.

Volvió a escuchar esas voces que provenían del viento que lo rodeaba, aunque en aquella ocasión no lo azotaba, tan sólo lo acariciaba delicadamente como si tratase de comunicarse con él. Pero aún no poseía la capacidad de entenderle por lo que el aire pronto dejó de incidir sobre él y se centró en aquella que sí le comprendía.

La pared inexistente que habían atravesado volvió a temblar como la superficie de un río tan pronto como volvieron a atravesarla, giraron sobre ellos mismos horizontalmente para volver al mundo real.

–¿Lo has sentido? – Tom asintió y entonces ella sonrió al darse cuenta de que su amigo estaba más cerca de descubrir la forma en la que funcionaba esa magia especial. – Es fácil, mira – contestó al fin, echándose hacia atrás, soltando sus manos, cayendo al vacío, haciendo que Tom temiese por la vida de su mejor amiga.

–¡No! – gritó, pero se sorprendió al ver como esta flotaba en el aire y se impulsaba hacia arriba, apoyándose delicadamente sobre el tejado junto a él.

–Ahora prueba tú – Él negó con la cabeza, en señal de que aún no estaba preparado – necesitarás tu varita para conjurar, pero podrás hacerlo.

Tom sacó su varita y se preparó, a pesar de no estar preparado.

–No temas. ¿Crees que te dejaría morir? – él negó y entonces cerró los ojos para concentrarse. Sintió el viento y escuchó el sonido producía en sus oídos, pese a no comprender lo que trataba de decirle aún.

Entonces pensó en algo. Quizás no necesitaba entenderle para hechizarle, quizás sólo bastaba con escucharle. Pero ... ¿qué hechizo debía usar para ello?

–No hace falta hechizo – contestó Lily al escuchar sus preocupaciones – sólo pídele lo que quieras.

Tom dio un paso hacia atrás y abrió los ojos para mirar a Lily, necesitaba hacerlo antes de atreverse a cometer una locura. Se meció en el viento y cayó de la torre. Blandió la varita pensando en salvarse, incluso lo pronunció en voz alta, pero el viento tan sólo le permitió el paso hacia el suelo.

–Sálvale – pidió Lily en un susurro haciendo que Tom quedase suspendido en el aire, con los ojos cerrados, antes de haber tocado si quiera el suelo. – Devuélvemelo.

Como si una fuerza superior se lo indicase Tom se elevó en el aire y fue depositado mágicamente sobre el tejado frente a Lily. Entonces abrió los ojos y la observó.

–No pensaste que lo dominarías la primera vez, ¿no? Podrás hacerlo, con el tiempo. Quizás cuando aprendas el arte de la Legeremancia puedas.

–¿Y si nunca puedo hacerlo?

–Lo harás.

–¿Cómo puedes estar tan segura?

–Porque lo he visto en mis visiones. – Tom sonrió. – Volarás sin escoba, hechizarás al viento y te mecerás por el aire como un pájaro.

A Tom siempre le gustó la seguridad y certeza con la que Lily hablaba sobre las cosas.

–Deberíamos irnos a dormir, es tarde. Nos castigarán si nos encuentran fuera de la cama a estas horas. – Ella asintió en respuesta y acompañó a un indeciso Tom hasta la ventana abierta por la que volver al castillo. Entonces miró a través de ella, a su amigo el viento y sonrió como despedida antes de seguir a su mejor amigo por aquellos largos pasillos hacia la sala común de Slytherin.

La sala estaba poco iluminada y no quedaba ni un solo alumno despierto.

–Buenas noches, Lily – se despidió él antes de marcharse escaleras arriba hacia las habitaciones de los chicos.

Lily recorrió el camino hacia el de las chicas. Luego se recostó en su cama y pensó en lo sucedido sobre el tejado.

¿Por qué podía hechizar al viento?

Cada vez que pensaba en ello veía a ese hombre llamado Grindelwart que estaba encerrado en un oscuro castillo de piedra, custodiado por tenebrosas criaturas que daban miedo. Él también manejaba aquella magia especial que trató de enseñar hacía ya mucho tiempo a otro mago. Y ... aunque consiguió enseñarle a Albus Dumblendore a atravesar y dominar las distintas escalas de la realidad, incluso a entender el idioma del viento, no tuvo tiempo de enseñarle a hechizarlo.

–¿Sabes que es de mala educación entrar en la mente de otro sin presentarte? – Preguntó ese hombre, asustándola, haciendo que se materializase junto a él, pese a ser sólo un espectro, pues no estaba ahí realmente. – ¿Quién eres, niña? – Trató de entrar dentro de su mente y se sorprendió ante lo fuerte que era su muralla protectora. La Oclumancia que usaba era poderosa.

Antes si quiera de haber podido canalizar su poder para doblegar su mente, una característica neblina empezó a llenar el lugar. El frío se apropió del calor y los buenos pensamientos empezaron a desaparecer.

–¿Qué está ocurriendo? – Preguntó una preocupada Lily mirando a través de la ventana, pero tan sólo vio la oscuridad de la noche.

Vete. Tienes que irte antes de que ellos te encuentren. – Rogó Gellert.

–¿Ellos?

–Los seres que custodian este lugar. Los Dementores.

–¿Dementores? – Lily se asustó, pues ya había escuchado hablar sobre ellos. El espíritu de un poderoso mago le habló sobre ellos.

–Vete – Gellert la empujó fuera de su mente y Lily despertó sobresaltada en la calma de su habitación.

Se dio la vuelta y trató de quedarse dormida, pero no podía dejar de pensar en esos monstruos que habían sido creados por algo maligno que una vez escapó del inframundo. ¿Quién sería aquel ser que parecía una serpiente? Y... ¿qué quería de ella?

Entonces... quedó atrapada dentro de una espeluznante pesadilla.

«En una noche en la que las nubes se cernían sobre la luna e impedían su majestuoso resplandor, la neblina rodeaba un bosque que pronto empezó a marchitarse, como si la muerte acechase. La felicidad pronto se vio interrumpida por la tristeza y un tenebroso ser con piel putrefacta se deslizó por el viento como si este hubiese sido hechizado. El extraño ser estaba cubierto por una rasgada capa negra y emitía sonidos susurrantes que consiguieron ponerle la piel de gallina.

Reculó, tratando de encontrar cobijo, pero aquellos seres no se detuvieron y a medida que avanzaban sentía como si la felicidad hubiese sido erradicada del mundo, como si la tristeza y el desconsuelo culminasen dentro de su ser.

Uno de ellos se cernió sobre ella y empezó a absorber cada rastro de felicidad que existía en su alma. Lily tuvo tanto miedo que dejó escapar un grito de terror que despertó al demonio que moraba en el tártaro. Mostró una ladeada sonrisa en su espeluznante rostro de serpiente y se impulsó al mundo de los vivos, resquebrajando la losa que sellaba su prisión eterna en una antigua cripta griega. La poderosa maldición que lo retenía no cedió, pero él no estaba dispuesto a rendirse. Cerró los ojos y buscó una puerta que le permitiese entrar dentro de los sueños de esa niña.

–Te tengo – susurró en cuanto sintió a los Dementores acechándola. Usaría la oscuridad de una de sus creaciones favoritas para entrar en los sueños de Lily.

Su cuerpo fue materializándose poco a poco junto a aquellos que lo consideraban su señor, mostrándose con el aspecto en el que fue encerrado hacía ya mucho tiempo, después de que la pestilencia terminase por dominarlo. Una serpiente de color verdoso y ojos rojos se preparó para acabar con aquella que le impediría volver cuando fuese el momento.

–Matadla – ordenó a aquellos que le eran fieles.

–¡No! – Gritó la voz de alguien más, mientras el débil cuerpo de Lily caía sobre la hierba y los Dementores se precipitaban sobre él para absorber su alma y convertirla en el mismo que ellos eran. Quedaba muy poco para que el beso del dementor llegase. – ¡Especto Patronum! – Un gran chorro de luz dorada salió del bastón en forma de rayo de aquel que algunos conocían por el nombre de Zeus. Esa luz pronto se transformó en un poderoso halcón que hizo huir a los Dementores. – Apártate de ella, asquerosa serpiente.

–Puedes protegerla en sueños tanto como desees – dijo el demonio con una voz de ultratumba que daba miedo – pero ... ¿qué harás cuando esté en peligro al otro lado?

–Su alma es demasiado pura para sucumbir a la oscuridad – sentenció el anciano.

–Lo hará. Y cuando tu última descendiente caiga... la maldición que sigue manteniéndome encerrado dentro del tártaro se desvanecerá y renaceré en este mundo. Entonces... nada ni nadie podrá detenerme.»

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