Capítulo 13. Sala común de Slytherin
*Nuevo capítulo*
El banquete de bienvenida llegó a su fin y cada uno de los prefectos de cada casa se puso en pie para poder guiar a los alumnos a sus salas comunes. El de Slytherin era un chico encorvado que tenía los dientes demasiado desarrollados y la nariz rechoncha.
–Los de primer año, seguidme por aquí, por favor – pidió mientras se introducía por un pasadizo que había en uno de los laterales junto a la mesa de profesores. – Tened cuidado con las escaleras, que cambian a placer.
No se detuvieron hasta llegar a las mazmorras, donde se podía escuchar el agua correr por las viejas tuberías de Hogwarts, algún que otro goteo que resonaba en eco por aquellos extensos y oscuros pasillos mientras un desagradable olor a moho se esparcía por el lugar.
El chico se detuvo frente a la estatua de una gran serpiente y entonces sonrió mientras los alumnos parecían expectantes.
–Para entrar en la sala común necesitaréis una contraseña. – Los chicos asintieron mientras él se disponía a decirla. – Sangre Limpia. – La serpiente cobró vida y se echó a un lado, activando el mecanismo de la pared que se abrió haciendo que comprendiesen que era una puerta más que una pared. – Bienvenidos a la sala común de Slytherin. – El resto de alumnos de otros cursos ya estaban allí.
Era una amplia estancia que estaba formada por una gran sala rodeada por grandes ventanales que daban directamente a las profundidades del lago, como si estuviesen bajo él. Algunos alumnos de primero se quedaron mirando el fondo del lago, incluso señalaron algunas algas que se movían de forma espeluznante.
Debido a eso, la sala estaba poco iluminada y el mismo olor a humedad lo invadía.
Las paredes eran de roca oscura, adornada por varios lugares con madera vieja y por otros con grandes tapices que detallaban las historias de grandes magos medievales que alguna vez pertenecieron a la casa Slytherin. Varías lámparas de color verdoso colgaban del techo mediante cadenas. Parecía el camarote de un capitán de un antiguo barco hundido.
Lily se quedó embobada mirando hacia uno de esos tapices donde el dibujo de un hombre de barba y cabello oscuro que llevaba una larga túnica y un puntiagudo sombrero verde se mostraba de forma desafiante. Bajo él había un extenso texto:
«Salazar Slytherin.
Uno de los cuatro fundadores de Hogwarts,
ansiaba reclutar sólo alumnos de sangre pura.
Sus colegas no compartían sus ideales,
por lo que construyó La Cámara de los Secretos con amargura,
y ocultó a una bestia que sólo él podía controlar.
A abandonar el colegio fue invitado,
su propósito de purgar Hogwarts no fue cumplido.
Juró que un día su descendiente al colegio debía de llegar
y ordenaría a la bestia a aquellos de sangre sucia matar.»
Al fondo había una zona de sofás mullidos de cuero, algunos de color esmeralda y otros de un apagado plateado, sillas negras con decoración muy recargada, armarios de madera oscura que mostraban a través de sus cristaleras algunos tarros con cráneos humanos y antiguos libros. Y en uno de los laterales se encontraba una antigua chimenea que rezumaba calor, pues estaba encendida. Sobre ella, la estatua de una gran serpiente se mostraba y en los ojos tenía diamantes de color verde.
–El dormitorio de chicos está a ese lado subiendo las escaleras – señaló hacia un lado dónde había una escalera de caracol que subía a la segunda planta – y el de las chicas a ese otro lado bajando aquellas escaleras. – el mismo tipo de escaleras, pero en sentido descendente se veía en aquel lugar. – Veréis que vuestras pertenencias ya han sido depositadas junto a vuestra cama.
El grupo fue separado entre chicos y chicas que se marcharon a sus respectivas habitaciones a descansar.
Lily ni siquiera lo pensó y corrió a buscar sus pertenencias, se calmó al darse cuenta de que lo habían traído todo.
Se puso el pijama, había sido un día intenso y se moría por irse a dormir, entonces recordó a Tom y subió las escaleras hasta entrar de nuevo en la sala común que estaba casi desierta. Muy pocos quedaban despiertos, algunos trataban de entrar en calor junto al fuego, y otros jugaban a un extraño juego que se parecía a las canicas. Ella no quería saber de qué se trataba, pues acaba de encontrar a Tom sentado junto a la librería, parecía estar leyendo un libro.
Caminó hacia él y se sentó en el sofá a su lado, haciendo que dejase de prestar atención a la lectura y se preparase para hacer huir a quién fuese, pues no tenía ganas de compañía. Entonces sonrió al darse cuenta de que era ella.
–¿Estás preparado para tu primera clase de Transformaciones de mañana? – quiso saber Lily. Él pensó en ello, luego recordó que el profesor que impartía esa asignatura era el tío de la chica. Y luego algunas cosas que había leído sobre esa asignatura. – Yo tengo ganas de empezar Pociones, debe ser fascinante poder elaborar peligrosas pociones.
–Eres una chica extraña – ella rompió a reír, pues él también se lo parecía. – De elegir una asignatura... creo que sería Transformaciones. Poseer la capacidad de transformarte en cualquier cosa, incluso ... convertir a tus enemigos en cucarachas a las que luego puedes pisar fácilmente.
–Eres demasiado cuadriculado. ¿Por qué estás viendo la magia como un arma? Ya no estás dentro del orfanato, Tom – se quejó ella. Era la única persona que le hablaba de esa forma sin que le molestase. Sabía que sólo trataba de hacerle entender su punto de vista. – La magia es parte de ti y... La varita y los hechizos que aprenderemos... tan sólo son algo que usaremos para canalizarla. Al menos, eso es lo que me dijo mi padre.
–Suena bien. El problema será ponerlo en práctica.
Ambos se quedaron en silencio durante un momento antes de que Tom recordase la tristeza que la había embargado cuando otros le preguntaron sobre su madre.
–¿Tu madre era muggle? – ella negó con la cabeza.
–Era una squib – el chico no entendía lo que eso quería decir. – Son descendientes de magos que no poseen magia.
–Ignoraba que algo así pudiese suceder. – Pensó en lo que le había contado antes de decir algo más. – ¿Dónde está ahora?
–Murió después de darme a luz – él asintió al darse cuenta de las similitudes.
–Mi madre también murió al darme a luz. Es por eso por lo que supongo que era muggle. – Ella se interesó al respecto.
–¿Por qué crees eso?
–Porque si fuese una bruja no habría muerto.
–Los magos también pueden morir, Tom – eso lo sorprendió demasiado, pues siempre había pensado que los magos eran superiores a los muggles. – Mi hermano era un poderoso brujo y murió. Explotó, de hecho.
–¿Explotó?
–Si. Si temes la magia que hay dentro de ti y nunca aprendes a canalizarla... esta te destruye desde dentro. Eso es lo que le sucedió a él. Así que ... debes dejar de pensar que tu madre no era una bruja.
–Bueno... ya lo averiguaremos. Ahora... deberíamos irnos a dormir. Es tarde.
Lily no quería confesarle a Tom que había conocido a su madre, pues no quería asustarlo. Ella misma se sentía confusa con las cosas que podía hacer. Era difícil hablar con alguien más de todo aquello.
Le costó quedarse dormida, tenía miedo de volver a tener pesadillas, pero ... finalmente la venció el sueño y volvió a quedar atrapada en esos sueños que tanto la aterraban.
«Caminaba por aquel oscuro bosque, pero aquella vez parecía ser distinto. La luz dorada seguía resguardando el lugar, impidiendo que algo maligno pudiese atravesar la puerta hacia ese lado.
Estudió la imagen al detalle. Desde la cripta con inscripciones en griego antiguo hasta la gran lápida que había junto a él, que en aquel momento parecía estar perfectamente sellada, sin ninguna grieta.
¿Dónde estaba la serpiente y el hombre loco de siempre?
–Es tu magia la que los hace huir – dijo la voz de un hombre junto a ella haciendo que la joven ladease la cabeza para mirarle. Era alto, con una larga barba y melena blanca, ojos azules y arrugas de la edad cubriendo su piel. Llevaba una larga túnica blanca y una corona dorada en la cabeza. Se ayudaba de un bastón en forma de rayo de color dorado y parecía ser muy mayor. – ¿Quieres saber quién es el ser que está tratando de llegar a ti tan desesperadamente? – la niña asintió y trató de penetrar dentro de la mente del hombre, pero este la tenía bien cerrada. Tenía que hacerlo, debido a quién era. – No podrás leerme la mente para obtener respuestas, Lily. Soy un gran Oclumante.
–¿Quién eres?
–He tenido muchos nombres a lo largo de los siglos, he sido incluso considerado un Dios por aquellos que no entienden la magia. En la antigua Grecia, cuando los humanos no creían en la brujería, pensaban que aquellos que nacíamos con ese don, éramos Dioses. Pero... no somos inmortales, hasta los brujos más poderosos del mundo tienen fecha de caducidad. Tu sabes eso.
–¿Quién es el ser maligno que está tratando de hacerme daño?
–Es algo antiguo, algo mucho anterior a mí, algo que proviene de la antigua Mesopotamia. Un ser horripilante que solía ser el mensajero del inframundo. Creó a los demonios que portaban enfermedades contra los mortales e incluso a las más terroríficas criaturas que existen en este mundo. En tu lengua se les conoce por el nombre de Dementores.
>Escapó del inframundo después de liberar su más perfecta creación, a través del cuerpo de un mago llamado Herpo y se estableció en Creta. Los Dementores lo veneraban como su señor, pues él los creó y les mostró cómo usar sus poderes en el mundo de los vivos, incluso a alimentarse de las almas humanas.
>Eran tiempos oscuros, mataba a gente y empezó a reclutar a magos que creían en la erradicación de los no magos.
>Fue entonces cuando tuve que salir del confort de mi hogar para detener a esa bestia con apariencia de serpiente. Finalmente, después de mucho tiempo, pude encerrarle en lo más profundo del inframundo, en un lugar llamado El Tártaro. Su eterna prisión de la que no podrá salir a no ser que el último descendiente que lleve mi sangre muera.
>Pero ... esa alimaña sigue esperando a que algún otro mago juegue con fuerzas oscuras que no entiende y abra puertas prohibidas. Tú estás a salvo, eres más poderosa de lo que crees. Tu poder es todo luz y hará que la oscuridad se mantenga lejos.
–¿Cuál es el nombre de ese ser?
–Pronunciar su nombre le dará poder en este mundo, así que es mejor si no lo nombramos.»
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