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Capítulo 10. La venganza del cuervo


*Capítulo Nuevo*

Había sido una mañana de lo más emocionante para Tom, incluso se había reencontrado con aquella chiquilla que lo ayudó a ser mejor. Aún se sentía impresionado, incluso su entrada en la tienda de varitas había sido especial.

Ya había comprado todas sus cosas para el colegio y en aquel momento tan sólo le quedaba volver al orfanato. No fue fácil cargar ese pesado baúl con todas sus cosas mágicas hasta su habitación y que los demás no se fijasen en él.

Tan sólo quedaban unas pocas semanas antes de que empezase el curso, entonces tendría que ir a la estación de Londres, el lugar en el que cogería el tren que lo llevaría al colegio. Estaba impaciente por eso, probablemente se encontraría con esa niña en el tren y podrían hablar de nuevo.

Se fue a dormir pensando en ella, con una gran sonrisa, especulando sobre todas las cosas que quería contarle.

Los días previos fueron un maldito infierno. La impaciencia estaba a punto de colmársele y no veía el día en el que pudiese marcharse de una vez. Odiaba la forma en la que lo miraban los otros niños.

Estaba a punto de volverse loco cuando se fijó en el cuervo que acababa de posarse en su ventana. Parecía llevar un pesado sobre en su pico. Aquello era de lo más extraño, pero abrió el cierre y dejó que el ave entrase en su habitación. El pájaro se posó en su brazo, antes de dejar caer el sobre que llevaba.

Eso era nuevo – pensó Tom que nunca había visto algo similar.

El cuervo salió volando hacia el armario y Tom se sentó en la cama, ignorándolo. Ni siquiera le preocupó lo que le sucediese a su ropa muggle, estaba más ocupado abriendo la carta.

«Querido Tom,

Espero que no te moleste mi carta. No sé si sepas que el modo en el que los magos suelen recibir correspondencia es esta. Y espero no haber sido demasiado atrevida o causarte problemas en el orfanato, pero ... quería saber cómo estás.

Soy Lily, por cierto.

Para mí está siendo un poco complicado hacerme a la idea que voy a ir a un lugar distinto a este. No se me da demasiado bien relacionarme con otros y no quiero dejar a mi padre. Su vida ha sido muy dura estos años, después de que perdió a mi madre y a mi hermano.

Espero que tus días estén yendo bien.

Nos veremos la próxima semana en Hogwarts, estoy deseando que me cuentes todas las cosas que me he perdido desde que no nos vemos.

Sin más, tu amiga,

Lily Ariana Dumblendore.»

Sonrió en cuanto leyó la palabra con la que se había denominado, pues en cierta forma él también sentía que él era eso para ella. Estaba feliz de tener al menos un amigo en el mundo, alguien que era como él, que lo comprendía, y que era un mago.

–Eh, bicho raro – le llamó Billy Stubbs desde la puerta. Dobló la carta y la metió en el sobre, luego se levantó de la cama y caminó hacia él. Parecía que ese chico estaba allí para vengarse por lo que le sucedió a su conejo. – He oído rumores de que al fin te vas de aquí... ¿dónde irás?

–Yo he oído que va a un colegio de locos para los que son como él – añadió Benson haciendo que Tom le mirase, desairado ­– ¿Viste al viejo loco que vino a hablar con la señora Cole? Llevaba un vestido – los tres amigos rompieron a reír, mientras Tom apretaba los puños, molesto.

–No es un colegio de locos – se quejó, pero los muchachos se resistían a creerle. – Es un colegio de magia.

–¿De magia? ¿Crees que esto es un cuento de fantasía, Riddle? – se mofaba Benson.

–Ya... sea como sea... ¿Crees que vas a irte de aquí sin más? Aún te guardo una por lo que le hiciste a «Bola de Nieve.»

–No sé si os convenga cabrearme – les amenazó, más que dispuesto a estrenar su varita con aquellos niños que pese a lo que podía parecer no eran unos santos.

–¿Qué es esto? – Preguntó Dennis quitándole la carta antes de sacarla del sobre y empezar a leerla. Tom trató de impedir que la leyera y di o un paso hacia él para quitársela, entonces Amy lo cogió desprevenido y le propinó el primer puñetazo que le dio de lleno en la nariz, haciéndole sangrar.

Ante esto no pudo más que echarse a reír, dando algunos pasos hacia atrás, mientras su sangre empezaba a resbalar por su boca, incluso manchaba su camisa. Le había dado tan fuerte que había conseguido romperle la nariz. Pero él ya estaba acostumbrado al dolor, así que no era nada que no pudiese aguantar.

–Miradle, está loco – aseguró Billy señalándole con el dedo, mientras el otro leía la carta.

–¿Quién es Lily? – Preguntó Dennis después de haber leído el segundo párrafo.

–¿Lily? – se quejó Billy quitándole la carta a su amigo, mientras Tom se limpiaba la sangre con el puño y estiraba la cabeza, más que preparado para hacer magia contra aquellos idiotas.

–Será su novia – intervino Amy.

–¿Novia?, ¿cómo va a tener el bicho raro novia? – Tom estaba empezando a perder la paciencia, más después de lo que ese idiota había insinuado. Agarró la varita que había guardado dentro del cajón de la mesilla de noche y les apuntó con ella. – ¿Qué mierdas es eso?

–Es lo que usaré contra vosotros si no me devolvéis la carta ahora mismo – los tres amigos se miraron entre sí antes de romper a reír, como si todo aquello les pareciese una broma. Estaba decidido a hacer magia contra ellos cuando recordó algo que el profesor Dumblendore le dijo sobre hacer daño a muggles. Sería amonestado por el Ministerio de Magia, incluso podrían llegar a expulsarle del colegio. Eso le hizo recapacitar, no podía ser expulsado antes si quiera de haber ingresado en él.

Volvió a dejar la varita en su lugar y preparó sus puños, él no era fuerte y no se le daba bien pelear, por eso prefería usar la magia para hacer daño a sus enemigos, pero ... en aquel momento no tenía más opciones.

Los niños volvieron a reír al ver su actitud, pero antes de haber decidido si quiera lo que haría, el cuervo salió del armario y se lanzó contra uno de ellos, empezando a picotearlo y a arañarlo con sus garras. Sus traumas del pasado empezaron a atormentarlo, pues él había sido uno de los que había sido atacado por estas aves en una cueva cuando trató de dar una paliza a Tom.

–¡Quitádmelo! – Pidió ayuda a sus amigos que lo observaban boquiabiertos, sin poder creer lo que estaba ocurriendo. – ¡Quitádmelo!

Black no se contentó solo con dar una lección a uno de los chicos y en poco tiempo, persiguió y picoteó a cada uno de ellos. La puerta de la habitación se abrió y estos corrieron por el pasillo, despavoridos, mientras el ave seguía acechándoles.

Tom dejó escapar una risotada al darse cuenta de que el cuervo volvía a protegerle como la primera vez. Sabía que siempre podría contar con él. Entonces miró hacia el suelo, percatándose de que Billy había dejado caer la carta de Lily. Se agachó y la recogió para ponerla a buen recaudo.


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