
20. ¡Es mi hermano!
amORESSSS, la historia está participando en unos premios, ¿podrían ir y votar por ella?
¿cómo le hacen para votar? súper sencillo.
-van a la cuenta de los premios que es Bangtan_Awards y luego buscan la historia "YouKnowIKnow Awards".
-entran en la historia, van al capítulo "Votaciones del público" y tienen que ir a la categoría "Ciencia Ficción".
la categoría "Ciencia Ficción" aparece luego de la categoría "One, Two and Three shot".
lo que deben hacer es buscar tokyo hell(aparece primera en la lista!) y comentar un "❤️".
por favor voten, se los agradecería muchísimo. es sólo comentar un corazón y me haría mucha ilusión ganar. pueden ir y decirle a sus conocidos de wattpad para que voten?
muchas gracias de antemano, si la historia recibe apoyo en las votaciones prepararé alguna maratón va?
disfruten la lectura!
Si hacía algunos meses atrás a JungKook le decían que alguno de sus hermanos terminaría en una cama, con la piel pálida, ojeras bajo sus ojos, tos seca y mira perdida, hubiera respondido que a la gente no se le deseaban cosas negativas en sus vidas, que debíamos respetar a los otros y que no había que tentar al destino.
Ah, el destino...un arma de doble filo.
Tanto bueno como malo, JungKook creía que el destino era una parte esencial y sobrenatural del cual todos éramos parte.
JiMin le decía que el destino era una estupidez, que era algún invento del humano para aferrarse a la idea de que algo no sucedió por pura casualidad y que estaba planeado. SeokJin, en cambio, creía tanto como JungKook en ello.
Si te tocaba, te tocaba. Del destino no escapabas.
Ver a su hermano, entonces, es una cama que no era de su pertenencia, cubierto con un delgado cobertor hasta el pecho, con la piel de un color lechoso y sin brillo, con los ojos entreabiertos en un intento de no cerrarlos y dormirse, con bolsas negras bajo sus luceros opacos, con el cabello húmedo por sudor y con la misma transpiración deslizándose en gotas por su frente y costados de su rostro, era lo más desgarrador y deprimente que había observado en sus pocos años de vida.
Lucía tan apagado que JungKook no podía controlar su llanto silencioso. Sí, silencioso, porque no quería aturdir a SeokJin con su aflicción.
Estaba destrozado. Esa era la palabra que describía mejor su situación. Había jurado que iba a cuidar de sus hermanos, a pesar de ser el menor, y había fallado. Pero esto no era un simple juego en el que perdía y tenía otra oportunidad. Era la maldita vida real, donde los habitantes de Tokyo trataban de sobrevivir al mismo tiempo en el que el resto de Japón y del mundo seguía con su vida.
Todos los planes a futuro que los hermanos Jeon tenían se habían ido a la basura a causa de un puto virus del cual todavía no sabían mucho.
Si salía vivo de aquella crisis, no volvería a ser 100% feliz nunca. Jamás llenaría ese vacío que SeokJin dejaría en su vida, mierda, nunca olvidaría su hermosa sonrisa, nunca superaría su contagiosa risa, nunca de los putos jamases se sentiría completo sin él.
Tenía ganas de salir de la casa y destruir a golpes cualquier infectado que se le cruzara del camino, demolerlos a todos hasta que fueran diminutas y estúpidas partículas. Pero no se iría de ese cuarto, acompañaría a SeokJin en todo lo que pudiera, daba igual si hablaban o no.
La puerta fue abierta con delicadeza y TaeHyung entró por ella, cerrándola tras sus espaldas con el menor ruido posible y caminando con cuidado hacia la cama en la que el mayor estaba tendido. En sus manos traía una cubeta con agua fría y un paño de tela que había hallado en la cocina. La frente de SeokJin estaba algo caliente y el chico tenía la intención de eliminar cualquier rastro de temperatura(además de refrescarle un poco, puesto que estaba sudando bastante).
Se sentó sobre el colchón y sumergió el paño en el agua fría, lo escurrió para que no goteara, retiró algunos cabellos de SeokJin y lo colocó en su frente.
—JungKook...
El mencionado le observó con los ojos irritados y cansados, decaídos y sin ganas. Sus brazos cruzados sobre su pecho al igual que sus piernas. No estaba bien, era mucho más que obvio. JungKook no movió su boca, sólo le dedicó un gesto de cabeza indicando que había atendido su llamado.
—Sabes cómo terminará esto, ¿verdad?—preguntó con cautela.
—Sí.
—Bueno...eh...yo quiero que sepas que si necesitas un abrazo o alguien que te escuche, estoy aquí, ¿de acuerdo? Seok también. Los dos estamos aquí para ti si lo necesitas.
—Mhm. Gracias.
Frívolas y vacías palabras. Lo entendió de todas formas. Bajó la cabeza y desvió la mirada.
SeokJin a su lado se removió y exclamó un bajo alarido de dolor que provocó que JungKook se pusiera de pie al instante, alerta y preocupado. El mayor se reincorporó en la cama con una lentitud impresionante siendo observado por los otros dos castaños. Reposó su espalda sobre el respaldo de la cama, se quitó el paño y tosió cubriendo su boca con su codo.
Tos seca.
—Hyung...
—Estoy bien, JungKook. No te preocupes.
JungKook quiso gritar que nada estaba bien ni lo estaría. Mierda, SeokJin estaba muriéndose en esa cama, ¿cómo quería que no se preocupara? Las ganas de abrazarlo y llorar sobre su hombro eran tan fuertes que mordió su propio puño para no desmoronarse—otra vez—en las narices de su hyung.
—A ver...—TaeHyung recogió el paño y lo remojó en el agua de nuevo—. Recuéstate por favor...
SeokJin hizo caso y regresó a su anterior posición, colocando su cabeza en la almohada y sorbiendo por su nariz. El paño frío pronto volvió a conseguir lugar en su frente y dio un suave suspiro, complacido. TaeHyung lo notó y sonrió, acariciando el cabello marrón para transmitirle un poco de paz.
—HoSeok está haciendo té de hierbas. ¿Vas a querer?—consultó.
—Estaría bien—respondió.
—Genial. ¿Tú quieres, JungKook?
Recibió un asentimiento de cabeza por parte del chico y le dirigió una sonrisa también. JungKook quiso ir y sacudirlo para que dejara de sonreír, para que dejara de pretender que las cosas no apestaban.
TaeHyung renovó el paño y JungKook siguió sus movimientos con una seria mirada.
—Tae, ¿me dejas hablar un poco con Kook? Hay algo que quiero decirle antes de...ya saben.
—Claro. JungKook, cámbiale el trapo por favor.
TaeHyung pronto estuvo fuera de la habitación y JungKook ocupó su cargo, retirando el paño y hundiéndolo en el agua.
—¿Has vuelto a llorar?
—No, ¿por qué?
—Porque tienes los ojos rojos y no hay porros como para que hayas estado fumando.
JungKook se quedó mirando a su hermano mayor con los ojos entrecerrados con el motivo de bloquear sus desastrosos ojos, pero SeokJin no era idiota y ya lo había visto. Sus pestañas estaban algo húmedas, las escleróticas irritadas, sorbía su nariz cada un minuto y se veía cansado. No sabía el porqué, pero era obvio que había estado llorando y deseaba conocer la razón para poder ofrecerle su apoyo. Eran hermanos, confiaban en el otro, JungKook sabía que podía contar con su hyung para cualquier cosa.
Lo había visto llorar muchas veces y siempre había tenido conciencia del porqué. A veces JungKook se justificaba diciendo que lloraba por cosas estúpidas y SeokJin le contestaba «Si te hizo llorar, entonces no es estúpido». Cada quien tenía sus causas y estaba perfecto.
En ese momento quiso abrazar a JungKook y casi lo hizo, si no fuera porque lo evadió y se abrazó a sí mismo, frotando sus brazos y desviando su mirada como si SeokJin no estuviera allí.
Le dolió su rechazo e inevitablemente sus ojos se aguaron.
Entonces recordó que no era JiMin y que el único que era capaz de consolarlo era él.
Y una lágrima cayó.
Todas las veces que JungKook lloró, JiMin fue el primero en socorrerlo y mimarlo hasta que se recompusiera. Se encerraban en la habitación del menor y permanecían allí largos ratos en los que SeokJin se sentía excluido, como si no encajara, como si no fuera parte de la familia. Luego le abrían la puerta, se unía al abrazo y JiMin le explicaba el porqué JungKook lloraba como bebé.
JiMin asistía a bastantes prácticas del equipo de deporte y le animaba desde las gradas.
JiMin le ayudaba a estudiar si tenía un inconveniente.
JiMin le llamaba por apodos cariñosos que se ocupaban entre parejas pero que con el tiempo olvidó.
JiMin dormía en su misma cama, abrazados.
JiMin, luego de que le felicitara por haber cumplido algo y la familia se reuniera, gastaba tiempo a solas con él en su habitación y nadie sabía qué hacían allí.
JiMin, que a pesar de estar enfadado, le regalaba una sonrisa.
JiMin.
JiMin.
JiMin.
JiMin acaparaba los pensamientos de JungKook.
El castaño lo prefería por encima de todos, incluso por encima de sus propios padres. Y eso lo puso a recapacitar y memorar las ocasiones en las que los dos menores habían estado aferrados como anillo al dedo, pero JiMin era el que se separaba primero para continuar con su vida. JungKook regresaba a buscarlo y no se alejaba ni un instante, estando unido a él como si fuera el último día de su vida, poniendo sus necesidades por arriba de las suyas, preocupándose por lo que le sucedía a cualquier hora y atendiéndolo a cada momento.
Lo cuidaba, consentía y mimaba cuando JungKook era menor que JiMin. Siempre estaba diciéndole que le quería muchísimo y dándole besos en la mejilla, daba igual si el de pelo rosado estaba haciendo tareas o estudiando, JungKook iba y se ponía cariñoso.
Y la sonrisa que se formaba en los labios de JungKook cuando JiMin aparecía...
SeokJin juntó las piezas del rompecabezas y lo comprendió.
Lo comprendió y sintió que su presión descendía, que se desmayaría y que no sería motivo de la mordida que tenía en su hombro.
Observó a JungKook, sus ojos apagados y esa vez llorando, lo que provocó que SeokJin también comenzara a liberar su propio llanto.
La respuesta al apego de JungKook hacia JiMin estuvo frente a sus narices todo el tiempo y nunca nadie lo había anotado. A pesar de lo reluciente y clara que era, al mismo tiempo era tan lejana y distorsionada.
—JungKook...—su voz se rompió y el menor le dirigió la mirada más triste de todas.
—Hyung, no quiero que te mueras—declaró en voz alta, interrumpiéndole por completo como si supiera lo que estaba ocurriendo en su mente. Buscó la mano de SeokJin, entrelazándola con la suya y apretando, mirándole desesperado—. Yo te amo, hyung. Te quiero en mi vida para siempre, para que estés conmigo, en físico.
—JungKook, para.
—No. No puedo vivir sin ti. No seré nadie, me sentiré solo, no te tendré. No me dejes ahora, por favor. Resiste y superemos esto.
—JungKook, joder, escúchame—exigió endureciendo su voz y el menor agachó la cabeza, de nuevo, y continuó llorando pero esa vez más fuerte. SeokJin no retrocedió ni sintió pena, necesitaba hablarlo antes de partir—. Es inevitable que me muera, para ya. Estaré contigo desde otro lugar, quiero suponer, y te cuidaré a ti y a JiMin. Aunque no me veas a la mañana cuando te levantas o a la noche cuando te vayas a dormir, yo seguiré contigo, diciéndote que lo estás haciendo genial y que estoy orgulloso de ti, porque siempre lo estuve y estaré.
—Hyung...
—Esto no es un adiós, es un hasta luego, ¿comprendes la diferencia?—preguntó, ahora suave, y JungKook asintió al mismo tiempo en el que sorbía su húmeda nariz—. No lloremos más, aprovechemos este tiempo y de paso, hablemos de algo, ¿bien?
—Dime—murmuró y limpió las lágrimas de SeokJin con sumo cuidado, sintiéndose pésimo por haberlo hecho llorar.
—¿T-te...?
—¿Me?
Suspiró.
—¿Te gusta JiMin?
JungKook se apartó de SeokJin, eliminando cualquier contacto con su cuerpo como si le quemara el tocarlo. Su boca abierta en una expresión de repentino shock y sus ojos entreabiertos, observándole de una forma tan indescriptible que el mayor derramó un poco más de líquido por sus ojos.
¿A él?¿Gustarle JiMin?¿Su hermano mayor?
JiMin era un chico increíble, claro. Lo amaba y no tenía duda de ello. Le gustaba tenerlo cerca y adoraba sus muestras de cariño, sus sonrisas y sus abrazos.
Adoraba todo de su persona y...
Mierda.
Sacudió su cabeza, aterrado y llorando con más potencia, provocando que SeokJin le imitara y se incrementaran sus lágrimas. Ambos lloriqueando como dos críos que han perdido a sus padres.
Pero no. Joder, no.
A JungKook no podía gustarle JiMin.
No.
Eran hermanos. Her-ma-nos.
—¿Qué dices?¿Te estás escuchando?—espetó JungKook con brusquedad, apartándose cuando SeokJin estiró un brazo hacia él.
—Es que yo he...
—¡Tú nada!—intervino—¡Estás alucinando, eso es lo que haces!—señaló y SeokJin parpadeó, dolido—¡No me gusta mi hermano mayor, demonios, no me acuses de incesto ni ninguna basura!
—¡Deja de gritarme, imbécil!
—¡Entonces deja de decir esas barbaridades!—gruñó—. Si JiMin estuviera aquí, te hubiera dicho que estás loco.
—¿Lo ves? ¡Ya estás pensando en JiMin!
—¡Porque le amo mucho!¿Está mal amar a un hermano?
—Tú no entiendes lo que digo.
—¡Claro que no lo hago!
SeokJin quiso volver a replicar, pero en su lugar, tosió y un poco de sangre salpicó las sábanas.
JungKook parpadeó, perplejo y de nuevo con los ojos cristalizados.
—Hyung...
—Dime.
—No me gusta JiMinie.
SeokJin sonrió sin gracia y asintió con la cabeza, fingiendo que creía en sus palabras.
—JungKook...—le imitó.
—¿Sí?
—Yo no moriré dentro de poco.
Y con ello, le dio la espalda y cerró sus ojos, ignorando el cacho de tela húmero y el llanto de su hermano.
bellezas, no se olviden de votar por la historia, por favor se los pido.
cómo han estado sus días? les extrañé demasiado </3.
no olviden dejar su estrella y su comentario que siempre se agradece uwu
espero que les haya gustado el capítulo, nos veremos en unos días con nueva actualización.
hasta luego, gracias por todo!
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