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26; wedding

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Arlette se miró de pies a cabeza en el espejo de pared completa tratando de ver si había alguna imperfección en su vestuario o peinado. Tomó una horquilla para el cabello que tenía algunas perlas y recogió el mechón que había salido de su lugar.

Sonrió satisfecha y dio una vuelta sobre sí.

Aquel era un importante día para su mejor amiga. Lily Evans estaba a punto de contraer matrimonio y ser la señora Potter. Habían pasado sólo dos años desde que terminó el colegio y tres y medio desde que había comenzado a salir con Sirius.

Arlette estaba nerviosa, pues debía darle una importante noticia a Sirius y no estaba muy segura de cómo lo tomaría. Después de todo, ya tenían casi cuatro años de relación y uno de haber comenzado a vivir más o menos juntos. La chica se quedaba con frecuencia en la hermosa casa de Sirius pero no había dejado por completo el hogar que compartía con sus padres.

Dejó de centrarse en sus pensamientos cuando una muy histérica y nerviosa pelirroja entró corriendo a la habitación murmurando cosas inentendibles. Rápidamente, Arlette la tomó de los brazos e hizo que la mirara.

—Lily, tranquila. Deja de preocuparte y respira conmigo —comenzó a hacer algunas respiraciones.

La nombrada miró a su amiga y comenzó a imitarla. Poco a poco su cuerpo se comenzó a relajar y sus expresiones volvieron a la armonía.

—No puedo con los nervios. ¿Y si James lo arruina? ¿Y si Black le ayuda a James a arruinarlo?

Arlette dejó salir una risa.

—Mantendré a Sirius a mi lado todo el tiempo que pueda.

Los ojos de Lily se comenzaron a cristalizar pero contuvo las lágrimas mientras Arlette la abrazaba. No quería arruinar su maquillaje.

—Gracias por estar aquí. Arlette, quiero que sepas que eres mi mejor amiga y conocerte en el tren aquella vez fue lo mejor que me ha pasado.

Esta vez a la castaña se le llenaron los ojos de lágrimas.

—Gracias a ti Lily, por tu amistad —le sonrió— Iré a ver que afuera esté todo en orden y luego vendré por ti.

—Bien, ¿podrías revisar si mi hermana ha llegado?

—Por supuesto, ¿le pido que venga?

Lily asintió y la castaña salió rápidamente de aquella habitación dejando el eco de su taconeo.

Miró el hermoso jardín que hacía algunos minutos habían terminado de adornar con cortinas de flores y luces mágicas. Todo lucía increíblemente perfecto.

Caminó a la entrada, donde se dio cuenta que los invitados comenzaban a llegar. Era un evento bastante privado y con pocas personas, sólo los más cercanos a los novios. Claro que les hubiera encantado hacer un evento realmente enorme, pero no eran los mejores tiempos y debían mantenerse discretos.

Lupin, Peter y Sirius habían sido los primeros en llegar y le brindaban su apoyo emocional a James.

Los minutos pasaban y no había rastro alguno de Petunia y su esposo. Arlette se sintió un poco mal, pues Lily realmente quería que su hermana estuviera presente.

Era el momento, por lo que rápidamente regreso a ver a la pelirroja.

—Lo siento, pero no han venido.

Bajó la mirada bastante dolida y decepcionada, sabía que la ultima vez que se vieron las cosas no pasaron de la mejor manera pero creía que al menos asistiría a su boda.

—Gracias, Arlette. Deberías ir con los demás, quisiera estar sola.

—¿Estas segura? —preguntó preocupada.

Lily asintió y Arlette salió de la habitación para dirigirse a la de James. Tocó la puerta un par de veces y se asomó la cabeza de Remus.

—Canuto, tu novia te busca —gritó y la castaña no pudo evitar reír.

—Gracias, Remus.

El nombrado asintió complacido y regresó a la habitación.

En cuanto Sirius salió, hizo una expresión como si se fuera a desmayar. Arlette negó mientras cruzaba los brazos.

—Mis ojos no logran soportar tanta belleza.

—¿James está listo?

—Se desmayó cuatro veces pero se mantendrá de pie cuando llegue al altar.

Sirius dio unos pasos al frente y tomó las mejillas de su amada para luego besarla suavemente.

—Ya es hora.

—Le diré a James. Te veo en unos minutos.

—Claro.

La chica dio media vuelta. Estaba muy nerviosa, pues temía darle la noticia a Sirius y que él se molestara.

La ceremonia fue bastante emotiva y bonita, Lily era un mar de lágrimas por la emoción y James se dedicaba a abrazarla y consolarla cuando era necesario. Pronto, la pequeña fiesta dio inicio. Todos se divertían y la pasaban de maravilla.

—Hoy casi no nos hemos visto —Arlette dejó de ver a los invitados bailar y se fijó en Sirius que se había parado a su lado.

Era cierto, la chica se había hecho cargo de casi toda la organización y estaba atenta por si faltaba algo.

—Lo siento. Esto de organizar bodas me gustó y quería que todo estuviera perfecto.

Una suave melodía comenzó a sonar, perfecta para una baile lento donde las parejas estuvieran muy juntas.

—Bailemos —le dijo Sirius a su novia y la tomó de la mano.

—Es lo que más me gustaría en este momento.

Caminaron a la pista donde se movieron al ritmo de la música. Sirius era un excelente bailarín y aunque el baile no era la actividad favorita de la chica, durante mucho tiempo había bailado con su padre y podía defenderse.

Arlette lo disfrutaba, sentir las calidad manos de Black alrededor de su cuerpo y su exquisito aroma que inundaba sus fosas nasales. Lo amaba, realmente lo hacía.

—Creo que no te lo he dicho, pero luces realmente guapo, Sirius.

El nombrado sonrió con orgullo e hizo girar suavemente a la chica.

—Me halaga que me lo digas.

Continuaron bailando hasta que la canción terminó y unieron sus labios antes de salir de la pista de baile.

—Sirius, debo decirte algo importante— dijo en voz baja.

Asintió y la miró preocupado.

—Yo también debo decirte algo.

Se dirigieron a un lugar un poco más privado, alejado de los invitados. Ya era de noche y la luz mágica iluminaba con gracia aquella parte del jardín.

—¿Qué es lo que querías decirme?— preguntó bastante nerviosa la chica.

Sirius tomó ambas manos de su novia y sonrió un poco.

—La verdad es que quería esperar a decirte esto, pero no puedo y hablé con James y Lily antes de decirte esto y dijeron que podía hacerlo aquí y ahora... así que aquí voy —suspiró y sonrió sin dejar de mirarla a los ojos— Te amo, Arlette. Y es que eres más de lo que pudiera merecer, eres hermosa, una chica muy inteligente y audaz. Amo cada parte de ti, sobretodo ese gesto que haces cuando hago algo que te molesta e irrita. Amo tanto molestarte y amo llenarte de besos cada mañana cuando te quedas conmigo. Han sido casi cuatro años bastante complicados, pero juntos lo hemos superado todo— soltó sus manos y suspiró profundamente— quisiera pasar el resto de mi vida, con la mujer que más amo en este mundo— se arrodilló y del bolsillo del pantalón sacó una cajita— ¿te casarías conmigo?

La chica sintió que el aire le comenzaba a faltar y los ojos se le nublaron. Abrió y cerró la boca. Un nudo se formó en su garganta y le impidió decir palabra alguna.

—Sirius... no puedo.

El hombre se comenzó a sentir mal y rápidamente se puso de pie. Arlette comenzó a llorar con fuerza. Sirius frunció el ceño y la tomó con suavidad de los brazos.

—¿Cómo que no puedes? —preguntó confundido.

—Me ofrecieron un puesto como jefa, pero es en Japón y... ya acepté —habló apenas con un hilo de voz.

—¿Sin antes decirme?

—Lo siento, no... no creí que me pedirías matrimonio.

El moreno se llevó ambas manos a la cabeza y dio algunos pasos atrás. Ahogó sus lágrimas dando grandes bocanadas de aire.

—¿Eso es lo que me querías decir?

Asintió y dio unos pasos hacia él.

—Lo siento —lo tomó de las mejillas— te amo, Sirius. Pero no puedo dejar pasar esta oportunidad, podrías, podrías venir conmigo.

Suavemente, Black tomó la mano de la chica y dejó un beso en esta.

—Mi lugar está aquí —deslizó el anillo en su dedo anular— y yo nunca dejaré de amarte, lo sabes.

Casi por reflejo, fue que juntó sus labios con los de Sirius en un profundo y pasional beso.

—Ven conmigo —le pidió sin separse mucho de él— hagamos una vida, tú y yo. Lejos de aquí. Comencemos de nuevo.

—No hay nada que desee más... pero ahora, las cosas no andan muy bien en el mundo mágico y me siento obligado a permanecer aquí. No pudo huir.

Hubo silencio. Un largo y pesado silencio que los rodeó por completo. Se miraron a los ojos suplicando al otro que se quedara, pero era evidente que su destino era continuar por caminos distintos.

—Entiendo —se separó de él— volveremos a vernos, Sirius Black.

—Por supuesto que sí, Arlette Hale.

Amaba con todo su ser a Sirius, pero no podía dejar pasar aquella increíble oportunidad de trabajo que había conseguido gracias a las recomendaciones de su madre. Lo amaba, pero quería un futuro sólido.

Tal vez debió pelear más por su amor. Pero no lo hizo. Simplemente lo dejó ir y no estaba segura de si fue su mejor decisión. Sin embargo dejó a un Sirius con el corazón hecho trizas y con sus ilusiones rotas.

Sirius sabía que por más que insistiera, no la haría cambiar de opinión. Arletre era demasiado terca y le gustaba eso de ella, la mayoría del tiempo. Pero esta vez, sabía que no serviría de nada pedirle que se quedara a su lado.

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