II
Darren y Darcy.
Unas semanas después...
Estaba esperando a un par de estudiantes de nuevo ingreso, ambos están en mi año y por eso yo les mostraría la escuela. La ventaja de ser una alumna aplicada es que mientras todos ven clases tú te paseas por los pasillos dándole el recorrido a las víctimas nuevas, digo, estudiantes. Pero los que yo esperaba aún no llegaban.
Un carro se estacionó en frente, del cuál se bajaron un chico, una chica y el señor Edward, el esposo de Tracy, por lo que el chico y la chica debían ser Darren y Darcy. Ambos eran rubios, sólo que ella tenía las puntas teñidas de morado y al parecer el tinte ya se estaba cayendo.
Los tres caminaron en mi dirección.
— ¿Qué tal estás, Twyla? — Me preguntó Edward.
— Muy bien, Edward. Yo le daré el recorrido a...
— Darren y Darcy, así se llaman — Respondió.
Darren y Darcy. Así que sí eran los hijos hijos de Tracy.
—Lo sé. Un gusto — Les dije —. Mi nombre es Twyla Morgan, síganme.
Me di la vuelta y eché a andar con ellos.
— Esta es la oficina del director y ahí están sus casilleros — Informé señalándolos —. Vamos a qué dejen sus cosas y empecemos con el recorrido.
Nos dirigimos a los casilleros y yo esperé a que dejaran sus cosas.
— Son los hijos de Tracy ¿Cierto? — Pregunté.
¿Por qué preguntas si ya lo sabes? ¿Ves que eres estúpida?
— Sí, así e...
— Técnicamente no — Interrumpió Darcy —. Tracy sólo es la esposa de nuestro padre.
— Oh, ya veo — Dije y seguimos andando.
— Discúlpala, ella es algo difícil — Murmuró Darren para que solo yo lo escuchara.
— Descuida, he tratado con peores.
Recorrimos toda la escuela, de arriba a abajo, de derecha a izquierda y viceversa. Darren y yo hablábamos de vez en vez, pero Darcy no era muy habladora, a decir verdad ni siquiera se veía simpática.
— Y aquí termina el recorrido — Anuncié entrando en la biblioteca —. Este es mi lugar favorito.
— No me gusta leer — Soltó Darren.
¿Qué sucedía con los adolescentes de esta generación que no les gustaba leer?
— ¿Qué quieres estudiar? — Pregunté saliéndome del tema.
— Administración. ¿Tú qué quieres estudiar?
—Literatura, me gusta mucho escribir y...
— ¿Pueden dejar de hablar de sus futuras carreras? — Preguntó Darcy fastidiada.
— Darcy tiene razón — Apoyó Darren.
— De acuerdo — Aceptó —. Espero que se sienten a gusto aquí.
(***)
Llegué a casa y estaba dispuesta a darme un baño y dormir un poco, pero al parecer la tía Cecile no iba a dejarme.
— Twyla, ¿Qué haces en la cama?
— ¿Dormir?
— No, no, no. Tenemos que ir a casa de Tracy
— ¿A qué?
— A que conozcas a sus hijos.
— Pero yo...
— Nada de peros, ya vamos.
Pero yo ya los conozco.
Si se trataba de ver a su amiga Tracy, la tía Cecile encontraba cualquier excusa, por muy pequeña que fuera. Ellas se conocieron a los diecisiete años, mi tía había derramado café sobre uno de los cuadernos de Tracy.
— Vas a amar a Darren y Darcy.
— No lo dudo.
Sí, ni hablar de Darcy, seguro es el ser humano más dulce.
Durante el trayecto mi tía compró pan, galletas y una tarta en la pastelería. A ella nunca le gustó presentarse en una casa con las manos vacías.
Nos detuvimos ante la puerta y mi tía tocó el timbre.
Abrió Annia. Ella es hija de la señora Rogers, la mucama; a veces la ayudaba con las cosas de la casa.
— Buenas tardes, señora Cecile. Tracy se encuentra en el jardín.
Mi tía y yo entramos.
— Si necesitas algo me avisas, ten un suéter para el frío, un abanico para el calor, unas pastillas para el dolor de cabeza y un caramelo para las bajas de azúcar — Sacó todo esto de su bolso y me lo entregó.
— La tienes un poco consentida ¿No crees?
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