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Capítulo 26. El caso de los padres: Luces lejanas

Llegaron al helipuerto, después de una hora larga y tensionada, de viaje. Sherlock miraba de reojo a Bri, estaba experimentando de nuevo la impotencia de no poder ayudarla, simplemente dejándola caer.

El auto abrió sus puertas, agarraron con fuerza los brazos de Bri, para luego salir todos los demás del auto, el paisaje no era alentador, un grupo de hombres armados apuntaban directamente a la castaña.

– ¿No creen que es exagerado? – Preguntó, con el rostro en alto – No puedo hacerles nada... Aún – Bri sonrió de lado haciendo que todos los hombres mantuvieran sus armas fijas en ella.

–Vigílenla – Ordenó el jefe mientras Bri comenzaba a caminar hacia el helicóptero, aunque su rostro era sin expresión, su estómago daba vueltas como una rueda – Ahora me dirás qué demonios hay en esta caja.

–Es un regalo – Dijo la pequeña sin dar mayor explicación, Sherlock, Mycroft, John, Bri y George subieron al helicóptero.

–Un regalo ¿Para quién? – Los ojos de la castaña que habían estado fijos en el suelo del helicóptero, se levantaron.

–Ya lo verás, George – Una sonrisa completa apareció en el rostro de ella, asustando al jefe.

– ¿Por qué vamos a Sherrinford? – Preguntó John rompiendo el silencio sepulcral del lugar.

–El viento del este, John – George frunció su ceño, al igual que el rubio – Está azotando.

– ¿Perdón? – Mycroft en segundos, transformo su rostro, los labios se transformaron en una fina línea.

–Como oíste, el viento del este – Bri fijó su vista en George – ¿O me vas a decir que no habló contigo?

–No sé de qué hablas – Los ojos azules parecían perdidos.

–Por favor – Comentó con ironía – George nunca me golpearía, aunque yo hubiese hecho algo de lo que él se sintiera enojado.

–Mataste un hombre que era de la CIA – Bri rio.

–He matado muchos hombres – Su voz fue un leve reclamo – demasiados y nunca te has enojado.

–Soy George – Recalcó – y voy a hablar contigo cuando lleguemos.

–Ya Eurus – La respiración de todos se cortó – eres la única que podría hacer que George me golpeara – George sonrió.

–Buena chica – Su voz se hizo suave – pensé que tardarías más en darte cuenta.

– ¿Qué le lavaste el cerebro a mi jefe? – Bri rodó sus ojos – es como mi papá, lo conozco bien.

–Mycroft observó a George – ¿Eurus?

–Hola hermanito – George sonrió.

–Habló con él – Bri intentó explicar – ahora está haciendo lo que Eurus le dice por el comunicador que tiene en la oreja, cuando me golpeó me dejó pensando en que algo había pasado... Y la única persona que me quisiera en Sherrinford, para recibir su regalo retrasado – los ojos de Bri no se apartaron de George – eres tú. Tienes que regresar a la normalidad a George cuando te de esa estúpida piedra.

–Me sorprende que lo digas así, porque esta estúpida piedra fue la que le robaste al mismísimo gobierno británico – Los ojos celestes del mayor de los Holmes se posaron en Bri – la perla negra de los Borgia.

–Hace un mes hubo un robo ¿Fuiste tú? – La castaña asintió.

–Obvio – Sonrió levemente – supe que la andabas buscando también, pero Eurus la quería de regalo a cambio de algo que yo quería.

–Esa perla es lo que yo necesitaba – George y Bri rodaron los ojos – era propiedad mía.

–A nadie le importa lo que tú desees – Susurró Bri.

–¿Cómo se conocieron? – Preguntó John con la voz suave, como si tocará una pared a punto de caerse – Porque nosotros estuvimos un tiempo ahí, y no recuerdo haberte visto Bri.

–Estuve en coma un tiempo John, y aunque hubieran querido verme, no se los hubieran permitido – George puso una mano en su frente – Tranquilo George, te dolerá la cabeza un buen rato.

– ¿Bri? – Preguntó alzando su vista, y quitándose el auricular de la oreja derecha, lo tiró al suelo con el rostro molesto – Maldita sea – gruñó – ni siquiera sé... Dónde estoy.

–En un helicóptero hacia Sherrinford – La castaña le sonrió de lado – ¿Cómo hablaste con Eurus?

–No recuerdo nada – George parecía confundido – solo una voz, un salón blanco.

– ¿A qué fuiste a Sherrinford? – Mycroft lo vio serio.

–A ver los expedientes de Brigette – El jefe pestañeó rápido – porque mató a un agente de la CIA, 228 parece – George hizo una mueca de dolor – Siento que me va a explotar la cabeza.

–Eurus habló contigo de alguna forma, te utilizó para atraerme a Sherrinford, así que por eso te sientes mareado... Agradece, que no te reprogramo, sino solo un momento – El golpe que su jefe le había dado se había puesto morado – Quítame las esposas – pidió.

–Sabes bien el protocolo de llegada, hubiese sido Eurus o yo, tienes que aterrizar esposada – George se arrecostó en el asiento, para suspirar levemente – De una u otra forma, ibas a venir aquí.

–Pero no como una asesina despiadada, de nuevo – Bufó frunciendo sus labios.

–Nadie ha contestado mi pregunta – Exigió John – ¿Cómo conociste a Eurus?

–Yo también quiero saber – El mayor de los Holmes se cruzó de brazos.

–Bri se fijó en Sherlock, para luego mirar hacia la ventana – Por el estado en el que llegue, estuve en coma un año – Los ojos cafés de Bri parecían llenarse con sombras de recuerdos que habían estado sepultados por un buen tiempo – hubiese sido mejor morir, a quedarme dos malditos años en Sherrinford como reclusa – Tronó su cuello – porque mi martirio comenzó el día que desperté.

–No fue tan malo – Los ojos de Bri se posaron en Mycroft – no has pasado toda tu vida en Sherrinford.

–No soy Eurus, no soy tan inteligente, ni tampoco soy un ser sin sentimientos... Porque si ustedes no sienten, ella... – Bri se calló, mirando fijamente a Mycroft, una regresión mantuvo a Petite callada por un buen rato, cambiando sus ojos entre Iceman y Riccio – Ustedes son... hermanos de ella.

–Que lenta – Susurró Mycroft – Nunca cambiaste esa parte de ti, siempre cegándote por los problemas externos – Bri negó rápidamente sin entender qué es lo que pasaba – Rápido pudiste haberlo sabido.

–Tus ojos se parecen a los de ella, son muy azules – Susurró – pero el cabello es como el de Sherlock – Bri frunció su ceño – Por qué no lo vi antes – Bri fijó su vista en la ventana – qué me impidió verlo.

–El odio que nos tienes – Sherlock rodó sus ojos, mirando a Bri – eso es lo que te evito poder verla como nuestra hermana.

–No fue eso – Sherlock corrigió a su hermano – en lo que menos pensaba en ese momento era en olvidarnos Mycroft, ya fuera por tristeza o por odio... Eurus simplemente no se dedicó a mostrarle a Bri quién era, porque sabía que tendría un aliado menos – Riccio observó a Petite – Ahora sí termina de contar como se conocieron.

–Fue una de las veces que intente escapar – Miró hacia el suelo – iba corriendo por los pasillos, me introduje en un conducto de ventilación, me escabullí por ellos, entonces pensé que había subido al nivel de las oficinas, pero en alguna parte me perdí, caí frente a la celda de su hermanita, golpee a los guardas creyendo que había llegado a la salida, y bum... Me la encontré parada sin ningún cristal que protegiera, tocando un violín, pero... Parecía normal – Hizo una mueca con su boca – no pensé que fuera su familia.

–Nadie lo pensó – Dijo John mientras atendía a George.

–Necesito que esa caja George la guardes, cuando lleguemos me la darás – Su jefe asintió, estaba pálido, parecía mareado – Vomitará John, ponlo en la ventana.

El ex soldado hizo caso, para momentos después escuchar las arcadas del castaño por la ventana del helicóptero.

–Será un viaje largo – Susurró Bri.

***

La noche era muy avanzada, cuando a lo lejos unas luces aparecieron en los ojos de la castaña, sus manos comenzaron a sudar helado, el corazón comenzaba a palpitarle a mil por hora, tragaba grueso.

–Todo va a estar bien – Susurró Sherlock viendo el cambio de Bri.

El helicóptero comenzó a descender, en la arena que rodeaba la gigantesca fortaleza, los reflectores apuntaron al lugar en el que aterrizaron, un grupo de soldados aparecieron para rodear el helicóptero, mientras varios francotiradores se posicionaban en cada una de las torres de Sherrinford.

Abrieron la puerta dejando que Bri saliera, con las manos esposadas, su labio inferior tembló al sentir que estaba parada en frente del lugar en el que más se había autolastimado, la presión parecía estar a punto de aplastarla. Respiró profundo, como si al llenar sus pulmones, pudiera liberar sus miedos.

–Así que volviste – Uno de los guardias, con el cabello perfectamente cortado con unos ojos tan azules como el mar que los rodeaba – Ven aquí, mi perra favorita – Una de sus manos, tomó el cuello de Bri, Sherlock comenzó a caminar hasta que sintió como John le tomaba el brazo.

–Sabes que será peor si interfieres – Susurró con el rostro molesto.

–Ya no soporto no hacer nada – Bri comenzaba a patalear, quería soltarse – No puedo dejarla así.

–¿Y qué harás? ¿Golpearlo? – Sherlock lo miró – Por primera vez usa más la razón, no me hagas caso de ser sentimental, ahora quieres hacerme caso ¡Nunca me haces caso!

El hombre soltó a Bri, impulsándola al suelo, en la mente de Petite se vino la voz de su mamá gritando su nombre. El golpe le hizo sentir todos sus huesos, además de apretarle más las esposas, haciendo que sus manos dolieran. Respiró profundo intentando recuperarse, entre varios hombres la levantaron, dejándola parada en la arena, Bri levantó su vista esperando que le soltaran los brazos de nuevo...

George observaba la escena con un rostro preocupado, sabía que no había sido él y no era la primera vez que le fallaba a Bri de alguna manera, en un momento sus miradas se encontraron, haciendo que el jefe sonriera de lado, al ver como Bri saltaba para poner sus manos adelante.

Como pudo la castaña golpeo el rostro de uno de los guardias con su codo, haciéndolo retroceder levemente, aprovecho para sacar el arma de su cinturón, con las manos esposadas, y apuntarle al hombre que la había ahorcado.

–Ahora Joey, por qué no vienes aquí – Los francotiradores le apuntaron de una sola vez a ella, muchos puntos rojos llenaban su cuerpo – y me dices perra de nuevo... Quiero ver como ladras.

–Baja el arma, estás en desventaja – Rió – eres estúpida si crees que vas a lograr disparar antes de que te matemos.

–Bri sonrió de lado – Yo no voy a morir hoy... En cambio tú – Los ojos cafés lo observaron – puede que te pase como a Richard – Joey tragó grueso, su rostro se tornó rojo del enojo, sin embargo se quedó inmóvil – ¿Recuerdas cómo se tiró del techo?

– ¡Cállate! – Gritó, dando muestras que se iba a mover.

–Muévete y te disparo aunque me maten – Susurró.

–Caminemos – Ordenó Joey, dándose la vuelta rápidamente.

El camino no fue muy largo, para llegar a los pasillos blancos de Sherrinford, con sus terminaciones plateadas, el suelo gris claro recibía los pasos que parecían una marcha. Bri llevaba el arma en sus manos, que tiro al suelo después de haber caminado un momento dentro de la fortaleza.

George iba agarrado del hombro de John, se sentía mareado aún por todo lo que Eurus había hecho en su cabeza. Pensó que había tenido suerte de que lo hubiese regresado a la normalidad.

–Señor preparamos la sala de conferencia tal como pidió – Reportó uno de los guardias dirigiéndose a George, que simplemente asintió – ¿Llevamos hacía allá a la reclusa?

–Por favor, y quítenle las esposas – El guardia asintió.

–¿Qué pasara con Bri? – Preguntó el rubio mirando a George.

–Ya que vino por asesinato, tal y como se le había prohibido – John negó ante la mirada de Sherlock y Mycroft que parecían entender.

–Ella ha matado a mucha gente, y por qué ahora importa – Mycroft rodó los ojos.

–Porque ahora George la desenmascaró según la CIA – John miró a Sherlock – así que Bri, puede ser investigada de aquí en adelante... Y todos los asesinatos que haya hecho, van a ser procesados.

– ¿Por qué Eurus haría algo así? – Sherlock negó con el ceño fruncido.

–No sé, a veces Eurus puede tener planes que no entendemos nosotros dos – Mycroft asintió, dándole la razón a su hermano, mientras subían las escaleras hacía la sala de conferencias que ya conocían, era la oficina del ex director – Así que no hay nada seguro.

–Tú eres la debilidad de Eurus – Aclaró el mayor de los Holmes

–No empieces con eso – Los cuatro entraron a la oficina, justo cuando Bri terminaba de sentarse en una de las sillas – Siento lo que está haciendo Eurus – Susurró Sherlock mirando a Bri con preocupación.

–George dame la caja negra – George sacó la pequeña cajita del bolsillo de su saco – Bien, el juego está en marcha.

Las luces se pusieron de un tono rojo, todos los guardias que estaban fuera de la oficina se quedaron quietos esperando a que, algo más pasara. La pantalla de la oficina, se mantuvo en blanco un momento hasta que el rostro de Eurus apareció.

–De haber sabido que ibas a traer a mis hermanos, les hubiera preparado una bienvenida a ellos también – Su voz se escuchaba tranquila, suave, tal y como la recordaba John, como si una serpiente se aproximara – Pero ya que no pude preparar nada... Hola hermanitos – Saludo con una sonrisa.

–Acordamos nunca usar a George – Bri se levantó, para luego subirse a la mesa, y caminar sobre ella hasta quedar frente a la pantalla – rompiste ese acuerdo.

–Para toda la información que he recolectado, romper una regla no era mucho pedir – Se rió, haciendo que Bri alzara una ceja divertida – Ya puedes salir, todos los guardias están dormidos – Los cuatro hombres observaron afuera de la oficina, los guardias habían caído al suelo.

–Creí que me tocaría esperar aquí hasta mañana – Saltó de la mesa para caminar con tranquilidad – No se metan – Dijo viendo a los cuatro hombres, para momentos después salir de la oficina.

–Se me olvidó decirle a ella, que no será tan fácil bajar – Sherlock alzó su mirada, y sin pensarlo mucho se levantó para correr – No, no – Sherlock se detuvo en la puerta – todos sabemos que la amas hermanito, pero esto debe hacerlo solo – Eurus ladeo su cabeza – el contexto emocional nunca te deja en paz.

– No quiero dejarla sola – Dijo Sherlock afrentando a su hermana mayor – no seas como Mycroft – Eurus frunció sus labios.

–Puedes ayudarla, pero no vas a entrar con ella a mi celda – Sherlock asintió.

Sherlock salió corriendo por las escaleras, hasta que en un momento alcanzó a ver la silueta de Petite.

–¡Brigette! – Gritó, haciendo que ella se detuviera – No podía dejarte sola – Dijo cuando llegó frente a ella.

–Gracias – Susurró Bri con el corazón gritándole en el pecho, que Sherlock no era el mismo que hace tres años – Vamos – Ambos comenzaron a correr por los pasillos.

–Eurus dijo que no era fácil bajar – Bri se detuvo para pedir el ascensor, vio a Sherlock con el ceño fruncido – No creo que el ascensor funcione – Las luces rojas se desactivaron, mientras los parlantes se escuchaban.

Bri, ayúdame – La castaña se paralizo, era la voz de Scott – No era George, George no haría algo como esto.

–¿Dónde estás? – La voz de Scott desapareció, Bri golpeó la pared.

–Lo vamos a encontrar – Sherlock le tomo la mano – juntos.

Qué románticos – Eurus apareció en los parlantes – nunca creí ver tanta tensión sexual en mi hermano – Sherlock miró hacia al suelo, para luego soltar la mano de Petite – Me pregunto, si podrán pasar el otro escenario, guardando el secreto, no se preocupen, no pueden oírlos ni verlos en la oficina.

–¿Dónde está Scott? – Dijo Bri mientras corrían hacia las escaleras para bajar al siguiente nivel.

Eso quitaría intensidad no crees – Ambos terminaron de llegar al pasillo que se miraba completamente vacío.

–No quiero quejarme – Bri miró hacía la cámara – pero no hay nada...

Puedes recordar en qué nivel estás – Sherlock observó a Bri, dedicándole una mirada de confianza completa.

–El nivel 2 – Susurró, abriendo sus ojos de par en par – No – Dijo en un hilo de voz.

Ya te extrañaban – La voz de Eurus se desconectó en un instante.

–Sherlock hay que correr – Lo tomo de la mano para acelerar el paso, el azabache miró sobre su hombro un momento sintiendo como el silencio retumbaba en sus oídos – En este nivel hay caníbales.

–¿Perdón? – La adrenalina comenzó a recorrer el cuerpo del rizado – Por qué nunca me dijeron eso.

–No tiene por qué ser de incumbencia publica – Unos ruidos comenzaron a escucharse, pisadas, fuertes, como golpes, que resonaban en los pasillos que ellos comenzaban a pasar – Ahí vienen – La respiración de ambos era agitada, se habían soltado de la mano cuando su velocidad había sido la misma.

Los pasos de Sherlock eran más largos que los de Bri, disminuyendo su velocidad, para poder ir a un mismo ritmo. Un grito los hizo acrecentar su rapidez, como si de una película de zombies se tratara.

–Espera – Bri se detuvo un momento – escuchas eso.

–Oye no lo sé – Dijo Sherlock sarcástico – quizá es la manada de caníbales – Susurró estresado.

–¡Eso no! – Petite puso una de sus manos en el pecho de Sherlock – escucha.

Un gritó al fondo, muy suave, casi como un susurro, como un llamado que pudiera hacer la conciencia a cualquiera de los seres humanos.

–No nos siguen a nosotros – Sherlock observó a Bri – Siguen ese murmullo...

Ya encontraste a Scott – Sin pensarlo, Collins comenzó a correr.

Sherlock la alcanzó en unos segundos para seguir los pasillos, los pies de cada uno de ellos, hacían el mayor esfuerzo, los gritos se fueron incrementando, preocupándolos.

Vienen detrás de ustedes – El azabache, se detuvo un momento.

–¿Qué haces? – Le preguntó Bri deteniéndose también.

–Nosotros los estamos llevando hacia Scott... Nos están siguiendo, nosotros somos su mapa – Bri meditó un momento.

–La única forma de ganar tiempo es distrayéndolos – Sherlock asintió – A unos 4 metros de aquí los pasillos se separan – Tomaron velocidad de nuevo – Seguirán a uno de nosotros – Bri le tomó la mano a Riccio, se detuvieron justo en frente de la separación – Me seguirán, si encuentras a Scott, tendrás que rescatarlo.

–Cuídate – El rizado no dudo ningún segundo, tomo el rostro de la castaña para besarla, intenso, como si no lo hubiese hecho en años.

–Los pasillos nos reunirán en el mismo cuarto – Dijo la rizada al separarse con las mejillas sonrojadas – el juego está en los pasillos.

–Te veo allá – Dijeron al unísono, antes de correr en las direcciones contrarias.

Un grupo de unas 8 personas, corría, firme sin descansar, al llegar se separaron en grupos de 4, para seguirlos a ambos, podían sentirlo, los pasos en el eco del pasillo, los bellos se les erizaban. La comida estaba lista.

Corran,corran, que los corazones laten... Ustedes deciden quienes son los primeros en detenerse – Susurró Eurus mientras miraba como Bri y Sherlock corríanseparados por las diferentes paredes – Vamos mis preciosos, que su comida se escapa.

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Primero una disculpa enorme, porque ya casi eran dos meses sin actualizar este libro, así que espero retomarlo en esta cuarentena. Así que, habiendo terminando "Mors viventum" ya puedo dedicarme completamente, a Together. 

Las extrañaba, y fuerza a todos, los y las quiero mucho. 

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