Capítulo 24. El caso de los padres: Noche en vela
POV Sherlock
Regresamos al auto después de correr un buen rato, Mycroft tenía la puerta trasera del auto abierta y parecía preocupado, no pregunté mucho simplemente entre a la parte trasera viendo como Bri estaba acostada en el asiento.
-Lo mejor es llevarla al hospital – Dijo John cuando entró al auto seguido de Mycroft – pero si no quiere que George se entere, a dónde la llevaremos.
-Hay un doctor que la ha estado atendiendo, tal vez así podemos llevarla con él – Los observé – El Dr. Wallas – Mycroft alzó una ceja – no importa cómo sé, es el hospital Presbiteriano Lower – Iceman dio la orden de inmediato haciendo que el auto comenzara a moverse.
John revisaba a Bri, miraba sus pupilas que no parecían demostrar un daño cerebral, el pulso era leve, el rubio sabía que no solo era el shock que acababa de pasar sino la leucemia que avanzaba constantemente, el exsoldado tenía la esperanza de que no hubiese tráfico para poder llegar más rápido, Bri se movió levemente, haciendo que John fijara su atención en ella, al medir el pulso no estaba.
-Demonios – John abrió la camisa de Bri dejando expuesto su pecho, ambos Holmes se miraron levemente cuando John la bajo al suelo del auto – Vamos Bri, no te mueras – Dijo mientras comenzaba a darle RSP.
-John – Llamó Sherlock - ¿Qué pasa?
-No tiene pulso – Contestó rápido.
Sherlock miró a Petite, se iba a levantar, hasta que sintió la mano de Mycroft en su pecho deteniéndolo, entendió su mirada, qué podía hacer él en ese momento, no era doctor además que ya de por sí tenían poco espacio en el lugar. Sería un estorbo más que ayuda.
John revisó el pulso de nuevo, negó para luego darle respiración boca a boca seguido por la resucitación. Golpeó el pecho de Bri con fuerza. Entonces todos lo escucharon, un respiró de la pequeña, John se sentó dejando salir el aire, los músculos de los Holmes se destensaron.
-Casi – Susurró John – Jesús – John pasó una mano por su cabello, volviendo a tomar aire – ¿Cuánto falta para llegar?
-Estamos a 30 minutos ahí – Contestó Riccio tragando grueso – Gracias – Susurró Sherlock mirando a John.
-Tengo dos teorías – Bri respiraba pausado – la leucemia ya avanzo, o el shock, que es lo más probable, junto con la enfermedad le afecto de más... No sé si deba seguir en el caso.
-No creo – Susurró el menor de los Holmes – ya no más.
***
Al llegar al hospital Sherlock cargó a Bri hasta la sala de emergencias, Mycroft preguntó por el Dr. Wallas mientras John exigía una camilla.
-Aquí está – Dijo una enfermera mientras llevaba la camilla, Riccio posicionó a Bri con cuidado, y por su mente pasó el recuerdo cuando la había tirado en Londres sobre una igual, no pudo evitar sonreír levemente – Ya viene el Dr. Wallas.
John caminó un momento por el pasillo con pasos largos, hasta que el Dr. Wallas lo interceptó, ambos solamente se observaron, para luego llevar a Bri a una habitación.
Sherlock y Mycroft se quedaron en la sala de espera, sentados en uno de los sofás. Por primera vez ambos hubiesen querido poder ayudar en algo más que solo a deducir. Sherlock comenzó a caminar de un lado al otro mirando a diferentes lugares.
-Siéntate, no harás nada caminando de allá para acá – Riccio le hizo caso a su hermano mayor que mantenía el rostro sereno, sin embargo podía notar como de la nada fruncía sus labios.
Mientras tanto John mantenía el pulso de Bri constante, otro ataque al corazón había impedido el ingreso inmediato de Petite, ambos doctores trabajaban para mantenerla con vida. El rubio bombeaba aire, mientras el anciano desfibrilaba avisando a John.
-El sonido de los latido volvieron a sonar – Ya – soltó aire el exsoldado – resiste mucho.
-Lo mejor es que se quede en observación esta noche – El rubio asintió – es lo mejor.
***
Los tres ingleses estaban en la habitación viendo a la pequeña, tenía suero intravenoso y una sonda de respiración. Los tres estaban parados frente a la cama de ella, con los rostros serios y respiraciones lentas.
-Sufrió otro para cardiaco mientras la ingresábamos – Comentó John – está muy débil, el Dr. Wallas dice que su leucemia ha avanzado lo suficiente.
-A qué te refieres con suficiente – Preguntó Sherlock mientras se acercaba para tomar la mano de Bri.
-Tiene 9 meses de esperanza – Dijo creando un silencio sepulcral – debe someterse al tratamiento pronto o eso puede acortarse – Riccio acarició el cabello de Petite.
-Lo mejor es que ya no nos ayude – La voz de Mycroft llamó la atención de los dos restantes – para que esté en el tratamiento.
Los dos asintieron.
-Me quedaré con ella – Dijo Sherlock sin apartar la vista de ella – en el hospital estoy registrado como su novio – Mycroft miró a su hermano, mas no le dijo nada, la preocupación era evidente, suspiró tragándose lo que pudiese decir – Scott sigue en la casa, no deben decirle que Bri está aquí.
-Por supuesto – John le tocó el hombro a Sherlock, para luego salir siguiendo al Gobierno Británico.
Sherlock acercó un sofá quedando cerca de la cama.
-No quiero que te vayas aún – Susurró – quédate, por mí, por favor. Todavía tengo mucho que decirte.
***
Scott había encontrado dos cámaras y un micrófono, era bastante confuso, a pesar de que las direcciones IP de las conexiones coincidían, no parecían estar recibiendo la señal en el mismo lugar.
El muchacho se quedó sentado un rato, pasó frustrado su mano por su cabello, negó levemente mientras volvía a teclear en la laptop algunos códigos. La puerta se abrió llamando su atención, John paso inmediatamente a donde se encontraba él. El rubio actuaba lo más normal que podía.
Mycroft paso de largo la habitación haciendo que el muchacho simplemente alzara una ceja, John suspiró profundo sabiendo la pregunta que vendría después de ese gesto.
-¿Dónde está Bri y Sherlock? – John lo miró con una sonrisa forzada.
-Decidieron investigar solos por un tiempo – El ceño de Scott se frunció – la casa de Bri estaba vacía y prefirieron seguir otra línea de investigación, Bri me dijo que no te preocuparas.
-Está bien – Contestó desconfiado - ¿Realmente paso eso John? – El rubio asintió.
-Sí – Dijo firmemente.
-Bueno le llamaré más noche – John tragó grueso.
-Si te soy sincero – Los ojos cafés de Scott se volvieron fríos, el exsoldado vio una sombra de Brigette en él – Sherlock la invito a pasar la noche, y ella acepto.
-A qué te refieres con pasar la noche – El rostro de John hizo sonrojar a Scotty - ¿Ya se arreglaron Bri y Sherlock?
-Pues parece que sí – Scott parecía satisfecho con esa respuesta – Así que mejor no molestarlos – John guiño un ojo – Quién sabe qué tipo de método detectivesco usen para investigar.
-Creo que imaginarme a Bri en una situación así es un poco perturbante – "Ni se diga imaginar a Sherlock – Pensó el rubio haciendo una mueca con su boca – Ni siquiera alcanzo a imaginarlo" – Así que prefiero no imaginarme nada.
Ambos se rieron.
-¿Encontraste algo? – Scott asintió.
-Sí, sin embargo, hay una incongruencia en los IP – John lo miró – la señal no solo la recibe una entrada sino dos – Observo al exsoldado – lo extraño es que, una la reciben en Londres.
-Qué – Scott asintió.
-Como lo oyes, además de eso, al parecer toda la utilidad es de la CIA – Las cejas del doctor se fruncieron – la pregunta es ¿Por qué no ocultar eso? Además de ¿Por qué ocultar tu verdadera ubicación?
-La ubicación de Londres ¿Es falsa? – El muchacho asintió.
-A pesar de eso, la casa en la que aparenta estar la computadora, es la casa de Mycroft – John sacudió su cabeza – Ese mismo gesto hice yo cuando me di cuenta – Scott se arrecostó – no es posible que Mycroft secuestrara a sus propios padres.
-Obviamente – Scott se levantó.
-Las cámaras han estado mostrando lo que han hecho desde que vinieron, por eso, sabían a quienes han buscado – John asintió.
-Por eso le dejaron la carta a Radcliffe – En eso Mycroft entró a la habitación, llevaba en la mano la carta que estaba en su levita, tenía puesta una pijama parecida a las que Sherlock se ponía, John se levantó saliendo de la habitación.
-Hay una nueva carta Scotty – El chico observó detenidamente a Mycroft – Pégala en la pared... - El chico se levantó y la tomó, revisándola levemente – Es una carta doble, así que nos falta la mitad.
-Parece el final de un violín – Mycroft asintió.
-Eso es – Contestó cortante – lo que dice es lo que me ha dejado extrañado, por solo haber una mitad, nada más hay algunas palabras.
-Cuáles son – Preguntó Scott mirando la pared.
-Melodía, Riccio – Scott lo miró.
-Creo que tengo una idea – Dijo haciendo que Iceman lo observara.
***
Las horas pasaban mientras Sherlock observaba a Bri, de vez en cuando el Dr. Wallas entraba para revisar a su paciente. El sueño no acompañaba a Sherlock en ese momento, parecía haberse ido lejos.
Vio el reloj, era la 1 de la mañana, el silencio inundaba el hospital, suspiraba mientras frotaba sus manos. Su teléfono comenzó a vibrar, así que se salió de la habitación para contestar. Era Mycroft.
-Qué ocurre – Preguntó.
-Es Scott, hemos estado trabajando en el caso, y tiene unas hipótesis que para serte sincero me han dejado un poco sorprendido – Sherlock alzó las cejas – ¿Dónde está el violín de Brigette?
-Lo dejo en Londres, en el 221 C – Riccio escuchó la voz de Scott.
-Entonces vamos por el camino correcto – La voz del chico lo hizo sonreír levemente.
-La otra carta era el final de un violín – El azabache escucho con atención – y atrás tiene solo dos palabras – Melodía y Riccio.
-¿Riccio? – Preguntó extrañado.
-Sí ¿Te suenan esas palabras? – La mirada de Sherlock se centró en Bri.
-Bri me decía así de cariño – Respondió – Pero no entiendo por qué ponerlo.
-¿Tenían apodo de cariño? – Sherlock rodó los ojos – Que cursis.
-¿Puedes centrarte Mycroft? – Exigió – Gracias
-Puede que la siguiente pista este en ese violín – Sugirió Mycroft – así que, le podrías llamar a la Sra. Hudson.
-Debe estar dormida – Meditó – inténtalo dentro de una o dos horas, despierta a John.
-Cómo está – Sherlock suspiró.
-Aún no despi... - Se calló al ver como ella abría los ojos – Te hablo después.
Guardó su teléfono, para entrar a la habitación, y observarla. Parecía cansada, una pequeña sonrisa apareció en el rostro del azabache. Se acercó al lado de la cama y le tomo la mano, un débil apretón fue la respuesta.
-Hola – Susurró la castaña con dificultad.
-Hola – Contestó besando la frente de Petite – Llamaré un doctor.
-No – Negó, Bri lo miró – estoy bien, siento haberte apuntado con el arma – Hablaba muy suave, haciendo que Sherlock se acercara para poder escucharla.
-No te preocupes – El azabache acarició el pómulo que se había golpeado – me alegra que despertaras.
-Y a mí que estuvieras aquí – Ambos se observaron, Bri tomo a Sherlock por el cuello suavemente acercándolo a ella, ambos cerraron sus ojos cuando sus labios se unieron en un tierno beso.
Sherlock sintió una explosión en su pecho, mientras Bri no podía ocultarlo, su corazón latía muy rápido y el monitor lo dejaba ver. Riccio poso sus manos en la espalda de ella levantándola levemente.
Sus dedos sintieron la piel descubierta de la bata, mientras la castaña introducía sus manos entre el cabello rizado de Sherlock desordenándolo más de lo que ya estaba. La respiración de Sherlock se había agitado, se separó un momento para tomar aire, ambos se observaron.
-Si no estuviera enferma, no tendría ropa en este momento – Dijo riendo levemente.
-Ni yo – Contestó Sherlock volviendo a besarla, dio un gruñido cuando Bri le mordió el labio, eso hizo que el azabache metiera sus manos debajo de la bata para tocar las piernas de Bri. Un quejido los detuvo – ¿Bri?
-Me duele – Sherlock la volvió acostar, para luego acercar una silla – Lo siento, me gustó besarte.
-No te disculpes – Dijo Riccio un poco desconcertado.
-Siempre que te beso o pasa algo así tú quedas serio – El azabache sabía que era muy probable que ella estuviera sensible.
-Sólo me cuesta creer que pasa – Él le dio un beso tierno a su mano – pero me alegra que pase.
Bri sonrió
-Debes dormir – Ella apretó la mano de Sherlock – mañana vendrá el Dr. Wallas a verte – Ella asintió.
-Sherlock – Susurró – no quiero que te preocupes de más. Necesitamos encontrar a tus padres, y esto solo es un contratiempo, deberías ir a casa y seguir con el caso.
-Mycroft, John y Scott están en casa trabajando, no es como que yo esté ahí, pero ya puedo confiar que harán algo – Riccio ladeo su rostro – es más, Scott es quien estaba haciendo una teoría con los hechos.
-Es muy listo – Susurró – inteligente y guapo – ella sonrió levemente ¿Puedes cuidarlo?
-Mientras estás aquí, por supuesto – Sherlock le acaricio el cabello – estoy aquí.
-Me refiero a que si yo...
-Shhh – Cayó a Bri con un suspiro – no digas eso, solo debemos esperar.
Ella se mantuvo en silencio un momento, para luego apretar la mano de Riccio con cariño. Quería tenerlo cerca, por un momento sintió, que realmente se iría, tarde o temprano.
***
20 de febrero de 2018, 221 Baker Street, Londres, Inglaterra.
Rosie caminaba por el apartamento esperando que su padre la llamara, llevaba días sin hablar con él, así que se mantuvo sentada en el sofá del tío Sherlock sosteniendo el teléfono que le había dejado su papá. La Sra. Hudson le había preparado galletas de animalitos para que las disfrutara.
Revisó el reloj, eran las 8 de la mañana, ese día no iría a la escuela, irían al parque con Molly. El teléfono comenzó a sonar, una sonrisa ilumino el rostro de la pequeña, era su papá.
-PAPI – Gritó cuando el rostro apareció en la cámara de la pequeña - ¿Qué tal? ¿Por qué no me habías llamado?
-No había podido, cariño, discúlpame... ¿Quieres ayudarme en un caso? – Rosie asintió – Bien haremos una llamada grupal con el tío Sherlock – La pequeña niña sonrió aún más.
-Rosie – La voz de su tío Sherlock junto con su rostro apareció en la video llamada haciendo a la pequeña muy feliz – Vas a ayudarnos.
-Dónde están – Preguntó con su tierna voz.
-En América, princesa – Respondió John.
-Por qué parecen lugares diferentes – Rosie escuchó una pequeña risilla en la llamada de Sherlock - ¿Hay alguien contigo tío?
-Sí Rosie, es una amiga mía – Movió la cámara para mostrar a Bri que tenía la sonda de respiración – queremos que nos ayudes en un caso.
-¿Cómo te llamas? – Preguntó mientras Sherlock se sentaba al lado de Bri en la cama, para que ambos aparecieran en la cámara.
-Brigette – Rosie se rio.
-Suena a baguette – Contestó Rosie levantándose del sofá de su tío, John se rio levemente – eres un pan.
-Puedes decirme baguette si lo deseas – Ella asintió, Rosie miró como su tío Sherlock miraba a su amiga.
-¿Estás enferma Baguette? – Preguntó con el rostro preocupado – mí tío se ve preocupado.
-Un poco, pero me pondré mejor, muy pronto tu tío ya no estará preocupado – Bri sonrió de lado – ¿Rosie has visto el apartamento de abajo?
-¿El que siempre está solo? – Bri asintió – Nunca he entrado me da miedo, no me gusta la oscuridad.
-Bien, qué hora es allá – Rosie vio el reloj y con sus deditos indicó qué hora era – el cuarto al que vas a entrar, tiene nada más dos ventanas, esas le dan luz suficiente para que no estés en la oscuridad... No hay monstros ahí.
-¿Segura? A veces escuchó ruidos – Petite la miró – además es muy pequeño, y no me gustan los lugares pequeños.
-Ni a mí – Respondió la castaña – iremos juntas no dejes el teléfono, no estás sola Rosie, aquí estamos nosotros tres – Los ojos azules de la pequeña vieron a su papi, tío y Bri – y no te vamos a dejar
La pequeña niña comenzó a caminar hacia las escaleras, su cámara se miraba en movimiento, de vez en cuando su rostro preocupado aparecía en los teléfonos de Sherlock y John.
-Cariño – Llamó John – lo que vas a buscar en el cuarto es un violín – La niña se detuvo frente a la puerta, haciendo que Bri respirara hondo – puede que esté en su estuche, así que deberás buscar bien.
Rosie puso el teléfono en el suelo, y se fue un momento.
-No sabía que era claustrofóbica, John – El rubio negó.
-Es a veces, he intentado que supere ese miedo pero, es algo difícil – El short de la pequeña apareció de nuevo, traía un banquito para subirse en él – Esa es mi niña – Rosie sonrió cuando empujo la puerta.
Tomó el teléfono para luego comenzar a caminar hacia la habitación.
-Hay poca luz – Susurró – pero no está oscuro.
-Al lado derecho de la puerta hay un switch para que enciendas la luz – Rosie lo encontró rápido, entró el banquito y encendió la luz.
-Wow, el cuarto tiene muchas cosas – Bri suspiró.
-Rosie concéntrate en el violín – Recordó Sherlock.
-Sí, sí – La pequeña comenzó a caminar por el cuarto hasta que llegó al armario, dejó de nuevo el teléfono en el suelo – Aquí está – Dijo con esfuerzo – es muy bonito, se parece al que tiene Tío Sherlock.
-Es porque es un Stradivarius – Bri sintió una nostalgia crecerle en el pecho.
-Rosie ¿Tiene alguna carta adentro o pegada en algún lado? – La chiquita asintió
-Está en la parte de abajo – La rubia niña pareció ver la carta – está incompleta – Susurró.
-Bingo – Contestó John – Qué dice detrás de la carta, amor.
-Petite y armonía – Rosie miró a su padre con el rostro confuso, que era idéntico al que él tenía – Qué es eso.
-Aún no lo sabemos – Respondió Sherlock haciendo que Rosie lo mirara – Gracias Rosie, debo irme
-Papi ¿Cuándo volverán? – John suspiró.
-Espero que pronto podamos regresar – Ella asintió - ¿No debes ir a la escuela?
-Adiós papi – Dijo antes de colgar.
***
Sherlock observó a Bri, que parecía pensar mucho en ese momento.
-Necesitamos esperar a que Scott nos cuente su teoría – Lo observó mientras arrecostaba su cabeza en el pecho del azabache – porque solo con lo que Rosie encontró es bastante difícil.
-Más tarde iré donde ellos, espero llevarte conmigo – Bri sonrió con cansancio – para que veamos el caso completo.
-Creo que será lo mejor – Bri besó tiernamente a Sherlock - ¿Sabes? Creo que hemos alargado demasiado la plática entre nosotros.
Sherlock la miró.
-Creo que sí – Respondió Riccio – cuando salgas de aquí, hablaremos.
-Me parece – Ambos sonrieron para luego abrazarse.
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Bien aquí traigo otro capítulo, que espero disfruten, ya casi se resuelve el caso ¿Qué creen que pase?
Con cariño Lis Holmes
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