"El amor es primordial para cumplir un sueño": Era lo que su padre decía siempre desde que Min era apenas un niño.

La primera vez que aquel peli negro sintió amor de verdad que no fuese transmitido por una persona, fue cuando aquel puente se deslizó con suavidad sobre las cuerdas de ese instrumento marrón.

Así que decidió dedicarse a ello, soñaba con ser reconocido, tener una gran casa de dos pisos, con un jardín para una carne asada en familia, una esposa que le esperara con los brazos abiertos cuando llegara de trabajar, y un lindo hijo que tuviese los ojos de ella, la nariz respingona de él y la brillante sonrisa de su abuela, en ese orden.
Quería poco de la vida en realidad. Sólo lo necesario.

Por eso, aquella noche tenía que ser perfecta, lo había planeado todo al pie de la letra durante meses. Desde los pétalos de rosa indicando el camino a la habitación, hasta la cena carísima de un chef italiano muy famoso que le había recomendado su mejor amigo Miguel Lara, (un mexicano extrovertido y mal hablando que había conocido cuando en su mero apogeo de juventud, trabajaba de mesero en un hotel).

Después de diez años en una relación, por fin se había decidido a pedir la mano en matrimonio a la mujer de sus sueños. A quien creía: era el amor de su vida. 

Pero Min Yoongi no contaba con que...el destino siempre nos da las sorpresas más inesperadas.