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00:02. Karma Law

—Entonces sobreviviste… Vamos Em, tampoco es para entrar en depresión solo por un día duro.

—Lo mismo le dije yo. Pero ya conoces a tu hermana. Terca como una mula ciega.

Asesiné con la mirada a Sab y recoloqué el teléfono para que solo Alice pudiera verme a mí y no aquella usurpadora de mis Cheetos.

Sab respondió sacándome la lengua mientras retomaba el maratón de anime de los noventa en el portátil que descansaba sobre la encimera de la cocina.

—Vamos, Em, todo se solucionará una vez que te gradúes. Nadie dijo que sería fácil o sí.

Alice debería cambiar su profesión de modelo de pasarela por psicoanalista profesional. De hecho esa era la segunda carrera que siempre quiso estudiar. Pero mientras siguiera bajo la mirada de nuestra madre, la alta costura iría primero.

—Lo sé, pero aún así no me saco de la cabeza que mañana tendré que volver a ese maldito lugar. Si tan solo hubieras visto a ese demonio. Es más bastardo en persona que frente a las cámaras.

Alice comenzó a reír sonoramente despeinando su dorada melena, mientras yo hacía un puchero recordando mi tormentoso día. Aun podía sentir la intensidad de la mirada oscura del CEO de A&B Inc.

El tiempo congelándose dolorosamente mientras mi cerebro se rehusaba a conectarse y salía la primera estupidez que habitara en mi resentida conciencia.

—¿Y a usted quién rayos le pidió opinión? ¿Acaso sabe mejor que ella hacer su trabajo? De hecho ahora que recuerdo, Sora suele ser torpe pero no tanto…

Debería solo cerrar los ojos como los niños pequeños y decirme a mí misma que si no lo veo él no me ve. O mejor aún fingir demencia y forzar la puerta el ascensor lo antes posible. Pero no fue ni lo uno ni lo otro. De todas las posibilidades que se podían haber presentado, opté por el camino de la violencia.

—Soy Emma Pierce y desde hoy formaré parte de los pasantes de su empresa. Señor Anderson y si me permite…—casi le arranqué la servilleta a la menuda mujer que me miraba a punto de un paro cardiaco—Con esto puede ahorrarse algo de su lavandería…

“¿Pero quién demonios me había poseído y por qué terminaba de colocarle la servilleta sobre la mancha de café que adornaba su camisa?”

Un tic nervioso pareció ocuparse de la ceja izquierda del CEO mientras me veía como la última rareza de este universo. Para mi buena suerte y nótese el sarcasmo, las puertas del ascensor se volvieron abrir con ese irritante tintineo.

El señor Anderson aun intentaba procesar mis acciones y creo que yo también cuando sentí el tirón en mi muñeca libre. Felix estaba del otro lado con una expresión de ultratumba.

—Disculpe su atrevimiento señor Anderson. Es una de las pasantes que serán presentadas en la junta de hoy y apenas posee sentido de la orientación.

La voz pausada del rubio pareció desviar la atención del señor Anderson fuera de mi sonrojado rostro y fue entonces que percibí cuanto había dejado de respirar por unos instantes.

—No tienes que ser tan ceremonioso, y que conste que lo dejaré pasar por ahora porque eres el hermano de Luke. Solo cuida que esta mocosa no incendie mi empresa antes de ser oficialmente admitida.

Felix asintió y segundos después la figura del CEO abandonaba el ascensor seguido de su nerviosa asistente.

—Jesús Cristo, en serio nací un martes trece.

Dejé que el oxígeno volviera a circular en mis pulmones y me gané la mirada enfurruñada de Felix. No hacía falta que dijera nada. Estaba en problemas, que ahora también le afectaban a él y solo se me ocurría soltar barbaridades. Aun en silencio y con el corazón en la boca nuestro viaje culminó en la planta treinta y tres.

Las oficinas pulcramente acomodadas estaban llenas de personas embutidas en trajes de marca y agendas electrónicas de última generación. Aun cuando me quería felicitar por haber mejorado mi aspecto, no podía sacarme de la mente las consecuencias que me traería haber confraternizado de esa manera tan informal con el jefe de los jefes.

—Espera…

Esta vez fui yo la que jaló a Felix por el codo antes de que la puerta del salón de reuniones se abriera para nosotros. El rubio disimuló su ceño fruncido alzando una poblada ceja.

—Lo siento, no debes hacerte responsable por mi insensatez en el ascensor. Aun sabiendo de quién se trataba me comporté como una loca y sé que ahora estoy básicamente en sus manos o mejor dicho en las de tu hermano. Solo quiero que eso no afecte tu trabajo aquí. Así que aun cuando te agradezca por defenderme, no quiero que salgas perjudicado por mi lapso mental.

Lo último casi fue un murmullo inaudible mientras revolvía los dedos sobre la tela de mi chaqueta.

—No estoy enojado contigo, si es lo que te preocupa. Solo ten más cuidado a partir de ahora. Jun no es el mejor en su trabajo solo por su ascendencia. Se toma cada detalle en serio. Ya viste como trata a la pobre de Sora. Lo más saludable es evitarle cuando está en la empresa.

Asentí encontrándome aquellos ojos azul grisáceo sobre mí. Mi expresión de cachorro regañado pareció robarle media sonrisa burlona.

—Aunque he de confesar que tenías razón. Solo era café no el fin del mundo y trajes Valentino se le sobran en el armario.

—¿Era Valentino? Mi madre sufriría un ataque al ver que lo confundí con Armani.

Volvía a pensar en voz alta y la mano de Felix acomodando mi impetuoso flequillo me hizo volver al presente.

“Deja de hacer monólogo, o no sobreviviremos al primer día. Apuntado conciencia mía. Deberías de aparecer en lo momentos de crisis y no ahora.”

—Vamos de una vez. No quiero un regaño por parte de mi hermano o alimentar los chismes del pasillo.

Asentí con una sonrisa. Lo cierto es que aunque todo pareciera cronometrado, las miradas del otro lado del cristal que ocupaban los creativos podían interpretarse de muchas maneras menos amigables.

Decidí dejar eso de lado mientras el salón de reuniones del departamento de márquetin quedaba a la vista. El ventanal exhibía una mañana lluviosa donde las personas competían con sus ganas de llegar al trabajo como pequeñas hormigas bajo impermeables y paraguas.

Mezcla de smog y ozono para envolver en un manto gris acero la profesionalidad de la sala. Compuesta por una mesa circular con capacidad para veinte personas siendo el centro un espacio para colocar el proyector de última generación que en esos momentos pasaba un video promocional sobre el programa de pasantías y becas que apadrinaba la empresa.

Al fondo y al frente dos juegos de sofás de cuero blanco se unían a la armonía con tonos grises y azul pizarra que enmarca las paredes. El arte abstracto llenaba uno de los muros con una de las creaciones de Amber Styles.

La artista plástica que solía acompañar las campañas más exitosas de A&B y que la prensa colocaba como la mejor amiga y amante del CEO.

En esa representación de la mente humana dividiendo los hemisferios cerebrales en campos floridos u océanos enteros, se podía ver como la artista lanzaba un desafío a sus coetáneos. El de perseguir aquello que los demás creen imposible hasta hacerlo realidad.

“Beat de world with your brain.”

Era el slogan que se repetía en el proyector junto a la firma de Julian Anderson. El CEO malhumorado que acababa de conocer en el ascensor. Un lema de vida que me había hecho escoger esta y no otra empresa para alimentar mis propios sueños.

—No puede ser… Alguien se equivocó y te envío la invitación al Carnaval antes de tiempo.

La desagradable presencia de Melanie Clark rompió con mi contemplación de la sala que poco a poco se comenzaba a llenar. Felix me había abandonado segundos atrás para verificar algo junto a los otros miembros del equipo de márquetin, incluyendo a la tal Aileen que no paraba de echarme miradas expectantes.

Aunque yo no tuviera idea de por qué. Me había deshecho del bolso de mano nada más entrar en la sala, por intervención de los encargados de abrir la puerta y acomodar al personal. Solo faltaba que ofrecieran champán y más que una bienvenida pareciera la recepción en un hotel.

—Lo dice la que parece sacada de comedia de mal gusto. En fin, veremos cómo nos va hoy.

—Como te va a ti, querrás decir.

Negué tentándome a poner los ojos en blanco. La pelirroja solo torció el gesto antes de darse media vuelta y encaminarse en dirección a su lugar en uno de los sofás del fondo de la estancia.

Yo por mi parte reparé un poco más en lo que promocionaba el proyector hasta que la chica llamada Aileen se ajustó el pequeño micrófono que le habían colocado y comenzó a orientar a cada quien hacia su puesto en la mesa circular.

Como pasante era obvio que tendría que estar al lado de Melanie o eso pensaba de mala gana cuando descubrí a Felix haciendo efusivas señas para que me sentara a su derecha.

—Creo que te debo una, extraño del bus stop.

Me atreví a bromear conteniendo un incómodo sonrojo cuando el rubio sonrió en respuesta.

—Me debes dos en realidad… Pero nada que un café no pueda arreglar.

Iba a decirle que se estaba pasando de la raya en modo de broma pero en ese momento los murmullos en el salón quedaron ahogados por la presencia de Lucas Crain y quien sin lugar a dudas había cambiado su traje Valentino azul por uno en negro si es posible de mejor calidad.

—Buenos días.

Saludó Lucas haciendo inventario mental de todos los presentes hasta que su mirada azul se posó en el rubio a mi lado. Ahora entendía un poco a Felix, debe ser complicado trabajar en el mismo sitio que tu familia y que todos tengan la expectativa en el cielo.

—Antes de comenzar la reunión de hoy queremos darle la bienvenida a las dos nuevas adquisiciones de nuestro equipo. Señorita Clark y señorita Pierce, a partir de hoy y aunque solo estarán con nosotros tres días a la semana por obvias razones, siéntanse como en casa y no teman dar rienda suelta a su creatividad. El futuro nace desde ustedes.

Después de esas cálidas palabras hubo un pequeño aplauso y cada quién se incorporó a su asiento. En todo ese tiempo el señor Anderson se mantuvo en silencio diseccionando la sala con su mirada oscura como si no hubiera algo más interesante en el mundo.

En dos ocasiones mientras Lucas Crain hacía la presentación cometí el error de mirar hacia el más pálido de los dos. Solo un segundo y me sentí empequeñecer.

Cruzaba los dedos internamente porque fuera como decía Felix. Porque todo hubiera terminado en un malentendido en el ascensor y la mirada asesina de Jun fuera algo común y no mi sentencia de muerte.

—Bueno ahora hablaremos sobre el proyecto más discutido en las últimas semanas. La marca Infinity y su nueva línea de calzado, ya hemos avanzado en cuanto a la divulgación del lanzamiento pero aún queda resolver el tema de la accesibilidad de la campaña. Meredith, si eres tan amable.

Una mujer castaña procedió hacerse con el control de las diapositivas y a explicar claramente los pros y los contras del lanzamiento, incluyendo parte de lo que había leído en el dossier que el propio Lucas Crain me diera a conocer en la entrevista de admisión.

Aun cuando no me lo habían pedido tomaba notas en mi agenda y marcaba las posibles salidas a las debilidades de la promoción. Quizás estaba tan concentrada en ello que no me di cuenta cuando la voz musical de Merith fue sustituida por un tono profundo y casi oscuro que me hizo romper la burbuja.

Jun estaba al frente de la presentación y ahora paseaba su mirada por todo el equipo como si de la ruleta rusa se tratara. Percibí con demasiada lentitud la tensión en la sala hasta que el silencio se hizo más pesado sobre mí. Un codazo por parte de Felix me hizo saber que debía levantar la vista de mi cuaderno y ajustar los lentes el puente de mi nariz.

—Pierce ¿Es así, verdad?

El CEO concentró toda la virulencia en su tono en esa última pregunta. Asentí conteniéndome de hacer una mueca en respuesta.

—Por favor, no se sienta cohibida de hablar y exprese su asentimiento con palabras. Si escogió esta carrera es porque debe contar con las habilidades comunicativas mínimas.

—S-sí señor.

Maldita sea, no tartamudees. Solo sostenle la mirada más de tres segundos. Es humano no una especie de caníbal. Aun no se come a nadie.”

Gracias conciencia haré eso cuando mis inútiles piernas dejen de temblar. Por qué presiento que esta es su venganza.

—Aun cuando no esté al cien por cien en las instalaciones de Reino Unido, suelo seguir el proceso de aplicación minuciosamente. A fin de cuentas como dijo mi colega Crain, el futuro empieza en los jóvenes y yo soy una prueba de ello.

Sí, aun con veintinueve años, casi treinta, Julian Anderson ya había hecho más que los de su generación. Otro punto a favor de un hombre que destacaba por su inteligencia, ambición y como si del peor de los clichés se tratara de su físico.

—"Make burn on the Street” esa fue su propuesta cuando se le preguntó cómo enfrentaría la campaña con la que lidiamos en estos momentos. Supongo que fue lo primero que le pasó por la mente ¿Verdad?

Casi asiento, pero lo recordé a tiempo.

—Sí, señor Anderson.

Intenté que la voz me temblara menos. Maldita sea, él se veía atractivo e intimidante al mismo tiempo. Por qué algunos solo tenían esa habilidad de verse bien como fuera y otros solo eran normales.

—Y por insensato que resulte parece una buena idea. Ahora sería mejor ver cuánto desea usted conservar un puesto después de su graduación, o mejor dicho cuánto desea usted ser parte del proyecto que a nosotros nos ha tomado construir en meses y arrogantemente una estudiante de pregrado ha resuelto en tres segundos.

—Yo no lo hice con esa intención, solo quería…

—No he pedido su opinión señorita Pierce. Tampoco le han enseñado a guardar silencio cuando sus superiores hablan, eso sumado a su manera un tanto pueril de enfrentar las situaciones solo denota la necesidad de que sea corregida. Por otro lado no me asombra que alguien con nula experiencia pueda ver lo que a ustedes les ha costado meses en poco tiempo. Solo prueba que debo estar más cerca si A&B quiere seguir en la cima del negocio.

Eso último pareció convertirse en las réplicas del terremoto. Las personas en la sala intentaron disfrazar su disgusto con una mueca de asentiemneto. Por lo visto Jun era más temido en persona que desde las cámaras de televisión que vivían acompañando su vida como celebridad y magnate de la industria del entretenimiento.

—Por eso he decidido cambiar un poco las cosas por ahora. Estoy seguro que con trabajo duro podemos moldear una mente brillante.

Después de aquel discurso que causó expresiones encontradas y una sonrisa enorme en el rostro de Melanie, la reunión se derivó hacia otros aspectos administrativos y nuevamente tuve a Aileen frente a mí, mientras intentaba procesar haber sobrevivido tanto tiempo al bombardeo del señor Anderson.

—Acompáñeme por favor.

Fue lo que la de ojos avellana casi musitó para mí. Pude ver la sonrisa de Felix mientras elevaba los pulgares en un gesto que buscaba confortarme después de esa desastrosa primera impresión.

Ahora gracias al CEO, estaba segura que ni las moscas querían compartir el mismo espacio que yo. Las oficinas de los creativos pasaron frente a mis ojos y no sé porque mi instinto me advertía que tomar el ascensor solo significaba otro metro de tierra sobre el cadáver de mi conciencia.

Aileen no habló nada como era de esperarse y yo me concentré en no prestarle atención al revoltijo en mi estómago o al dolor que los benditos zapatos estaban causando en mis pies. Después de otros interminables minutos, la asistente personal del señor Crain me condujo hacia una oficina con el logo A&B en letras plateadas.

Por unos instantes deseé que mis ojos no estuvieran leyendo aquel nombre que partir de hoy tendría rostro y mala humor a partes iguales.

—Este será su puesto de trabajo. A partir de hoy será la asistente de la ayudante del señor Anderson y le ruego encarecidamente, compórtese o seré una de las primeras en dar mi opinión sobre su posible suspensión.

Y Aileen por qué no se compraba una escoba. Oh ya olvídalo, Em, solo es el karma regresando en todo su esplendor y la montaña de informes sobre el que sería mi escritorio a partir de ahora no mentía.

Nota:

*“Golpea al mundo con tu cerebro.”

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