4.
Niños
- ¿No te gustaría tener hijos? – pregunto mi hermana, ella tenía 15 en ese entonces y yo solamente unos 30, me plantee la idea cuando vi a mi otra hermana de 25 con su primer bebé, Alejo.
- No sé.. no me veo, ya sabes, cuidando niños. No estoy hecha para eso – le respondí con franqueza. Me miro con sus grandes ojos verdes, corriendo su flequillo con leves tonos rubios, intentando descifrar el porqué de esa respuesta. Me encogí de hombros, no pensaba en ello hasta que llegue a casa, abrí la puerta para encontrar a mi cuñada, mi novia y su sobrino en la sala. Ella estaba tan fascinada con aquella bola de grasa y células, que algo se removió en mí, quizás podría pensarlo si tan solo ella me lo pidiese. Una vez solas de patitas para la cama, me atreví a preguntarle, lo único que obtuve como respuesta fue una risa nerviosa y una negación.
- Tranquila, no hay apuro, a menos que lo quieras ya – respondió con perversión en sus intenciones, lo cual me hizo carcajear y besarle castamente los labios.
No había apuro, éramos una familia de todas formas, nuestros gatos eran como nuestros hijos, aunque tuvieron tentativa de suicidio por mi culpa (sí, casi se me caen por la ventana tres veces, por descuido.) Éramos nosotras dos contra el mundo, y el mundo estaba demasiado jodido como para traer un niño al mismo, tendría tantas cosas que aprender, era como una luciérnaga en la oscuridad máxima y me daría miedo soltarlo como si nada.
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