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Hasta Pronto

Narra Estefanía

Había logrado conquistar a Laura como quería. Ya no tenía nada más que hacer. Ya no habría ningún conflicto más entre nosotras. Estamos tan enamoradas la una de la otra, que siento que todo esto aún es un sueño.

Si bien durante la noche, mi novia y yo jugueteamos un poco, no llegué hasta el final. Pues es claro que a ella no le gustó, y no soy un monstruo, así que respeté su decisión y la abracé hasta que se quedó dormida sobre mi brazo.

Cuando la mañana llegó y ambas debíamos de ir a la escuela, no lo sentí como algo importante.

Admiraba la belleza de la diosa frente a mí. La chica más hermosa que he visto.
Una chica de la cual me enamoré.
Esperé a que se despertara cuando quisiera, y mientras eso sucedía yo admiraba sus facciones.

— Buen día —la saludé.

— Buen día —me sonrió con dulzura.

Se sentó en la cama, mirando un punto en la nada.
Su cabello despeinado de recién levantada era una imagen que guardaría para siempre en mi retina.
Nunca me había sentido tan feliz. Tomé su mano mientras me incorporaba y le decía lo hermosa que se veía.

Comencé a darle pequeños besos en su rostro. Aún dormida, se quejaba y me pedía que esperara a que se fuera a lavar la cara primero.
Observé su sexy cuerpo al levantarse, ambas habíamos dormido con solo nuestras panties y camisas de manga corta, y Laura sabía cómo lucirlos para excitarme.

Me levanté después de ella y la abracé por detrás preguntando cómo se sentía. Me dijo "bien", sin embargo pude notar cierto aire de desánimo en su respuesta.

Estaba ansiosa por indagar acerca de por qué me cortó el rollo anoche, no podía parar de cuestionarme que es lo que había hecho mal. A lo mejor a Laura no le gustaban las chicas como ella creía y no sabía como romper conmigo. O quizás nos apresuramos demasiado, y debimos de esperar más y tener una conexión más profunda.

A lo mejor cambió de opinión sobre mí cuando le conté de mi pasado. Claro que la culpa la debe de estar consumiendo, era por eso que no quería decirle nada hasta asegurarme de que en verdad me amara.

Esto último resonó en mi cabeza mientras veía a Laura dirigirse al baño. Yo la seguía de manera involuntaria, como un perro persigue a su dueño. Sólo me faltaba el cártel luminoso en la frente diciendo "dame amor."

Ella se desvestia sin ningún pudor ante mí, yo disfrutaba de la vista. Quizás lo nuestro no era más que deseo sexual o una simple curiosidad. Pasamos de un ambiente de constantes peleas a uno muy meloso demasiado rápido.

¿Encenderé su pasión si la insulto como antes?

Parecía que antes de ser novias me prestaba más atención que ahora.
Me acerqué provocativamente, ella retrocedió hasta que su espalda desnuda chocó contra los azulejos, provocando un salto que la hizo aferrarse a mí. Por instinto protector, supongo, atiné a abrazarla. Nuestras miradas se conectaron junto a una pequeña risa. Nuestros rostros se acercaban cada vez más, y nos besamos. Fue dulce, tierno y lleno de amor.

A esta chica yo le gustaba, y ella me gustaba a mí, pero ¿Por qué sentía que algo no andaba bien?

— ¿Te decepcioné? —pregunté al separarme para tomar aire.

— ¿Qué?

— ¿Te decepciona saber que soy la niña gorda a la que molestabas?

Laura se quedó callada unos segundos, recordando el pasado con sus ojos fijos en mí. Cerró sus párpados dejando escapar una lágrima.

— Me siento mal por las cosas que te hice. No puedo fingir que nada paso y estar contigo. No hay buen trato que supere eso. —me explicó.

Le dije que no me importaba, que el pasado era el pasado, y que sí yo lo pude dejar atrás, ella también debería de hacerlo. Pero se negaba a toda costa el no poder borrar lo que hizo.

— ¿Es que a caso quieres terminar conmigo? ¿Es eso? —pregunté exaltada.

Laura permaneció en silencio, sin emitir conjetura alguna.

Maldije en voz alta mientras me agarraba algunos cabellos, al menos así, mi novia hizo una expresión de preocupación.

— No quiero que nos lastimemos, ¿Entiendes? —respondió.

— Jamás te lastimaría.

— Me has perdonado muy rápido. Dime la verdad, ¿En ningún momento quisiste hacerme algo malo?, ¿Nunca pasaste tu adolescencia pensando en cómo hacerme sufrir por lo que te hice?

— No, Laura, no. Nunca quise hacerte nada malo. Bueno, al principio sí, te confieso que quería vengarme de ti. Quería hacerte sentir lo que yo sentí cuando me humillabas. Quería que sufrieras como yo sufrí. Pero luego, todo cambió. Cuando te conocí mejor, cuando vi que no eras la misma persona que me hacía daño, cuando descubrí que tenías un lado dulce, un lado vulnerable, un lado que me atraía. Me di cuenta de que no podía seguir con mi plan. Me di cuenta de que me estaba enamorando de ti. —le dije con sinceridad.

Laura me miró con incredulidad, como si no pudiera creer lo que escuchaba. Sus ojos se llenaron de más lágrimas, y bajó la cabeza.

— ¿Qué? ¿Me estás diciendo que todo esto fue una mentira? ¿Que solo estabas jugando conmigo? ¿Que solo querías lastimarme? —me preguntó con dolor.

Sentí un nudo en la garganta al escuchar sus palabras. Quise abrazarla, consolarla, decirle que no era así. Pero también sentí un remordimiento en mi pecho, un remordimiento por haberle mentido, por haberle ocultado la verdad, por haberle hecho creer que yo era otra.

— No, amor, no. No fue una mentira. No fue un juego. No quería lastimarte. Al menos, no al final...

Intenté abrazarla. No sabía que decirle. Pero ella se apartó de mí y sin mirarme a los ojos dijo:

—No. Yo... necesito tiempo para procesar todo esto.

Laura levantó la cabeza y me miró con rabia y tristeza. Me acerqué a ella y le tomé la cara entre mis manos. Le sequé las lágrimas con mis pulgares.

— Laura —le dije, poniéndome de rodillas y sujetando sus manos, poniendo mi cabeza cerca de su zona púbica. — No me abandones — le supliqué.

— Estefy, no hagas eso.

Me incorporé sintiendo como mis lágrimas estaban a punto de salir. Me acerqué a su rostro, era inevitable las ganas que nos teníamos y también el sufrimiento que nos provocamos.

Le susurré un sincero "perdóname" y entonces, nos besamos. Nos besamos con todo el amor que sentíamos, con toda la pasión que nos consumía, con toda la esperanza que nos llenaba. Nos besamos como si fuera la primera vez, como si fuera la última vez, como si fuera la única vez. Nos besamos como si el mundo se detuviera, como si solo existiéramos nosotras, como si nada más importara. Nos besamos sintiendo que nuestro amor era fuerte, pero que las dudas e inseguridades también lo eran.

¿Esto será sólo físico?

Laura comenzó a desvetirme de prisa, como si yo fuera un postre que pronto se echaría a perder.

No entendía su comportamiento conmigo. Pero estaba feliz. Estaba feliz de que ella atacara primero, que me besara con gran pasión, que me sujetara de manera tímida y posesiva, me encantaba que sus labios exploraran mi pecho como si no hubiera un mañana.

Laura sujetó mis senos, cada uno en una mano, y masajeaba mis pezones haciendo pequeños círculos sobre estos y apretándolos. Al mismo tiempo pasaba su húmeda lengua de una teta a otra con rapidez, succionando como un bebé desesperado a que salga leche.

Me estaba empezando a estremecer. Mis manos se mantenían en su cabello, haciéndolo a un lado para poder ver sus expresiones.

Vi un para de lágrimas que rompieron mi corazón. Alejé a Laura mientras ella me mordía con suavidad un pezón. Me gustó esa sensación de dolor, me hizo querer hacerla mía sin importar qué. Pero a mí me importaban los sentimientos de mi novia, y no quería dejarle un amargo recuerdo de nosotras, no quería que recordara nuestra primera vez juntas como algo horrible, como el fruto de una separación.

Laura me miró incrédula. Levanté su rostro con mis manos, la acerqué al mío y le planté un beso dulce y cálido.

— Te amo. —le dije con una sonrisa. — Necesitas un tiempo, ¿Verdad?

Ella se echó sobre mí mientras las lágrimas le salían a borbotones. Las sequé una por una.

— Perdóname. —me pedía. — No sé, no sé que hacer.

Tomé la mano de mi novia, y la llevé hasta mi cama, busqué su ropa y se la puse dejando pequeños besos en su piel.  Su expresión era de confusión ante mi accionar. Me reí un poco por eso. Ver la incredulidad en ella era algo que me encantaba.

— Sé que esto es mucho para digerir. Sé que te debes sentir confundida y enojada.

— Siento que quiero golpearte con una pala y luego besarte. —expresó con emoción.

— Lo sé. También me sentí así. Cuando llegué y te vi por primera vez, me dije: "esa perra sigue siendo igual de basura que antes", y lo creí, pero por muy poco tiempo. Te fui conociendo, conocí tus costumbres, tus gustos, tu verdadera personalidad intolerante, tu verdadero ser; o al menos lo que me diste a entender de él. Sentí que había desperdiciado mi adolescencia en una venganza sin sentido. Y no sabes cuánto me arrepiento de haber manipulado las cosas para que te fijaras en mí.

— ¿A qué te refieres con manipular? —sus ojos se llenaron de temor.

Suspiré rendida. Que pase lo que tenga que pasar.

— El que te calleras en mi piscina, el que nos hayas visto a mí y a Tomás besarnos, el que tu tía te dijera que fui yo quien te trajo el día del cumple de Sam, el hecho de que tu ex no te haya buscado para darte explicaciones, los halagos de los propios maestros hacia mí y no hacia ti. Todo eso... todo fue planeado por mí — Me detuve. Vi la expresión de horror formarse en el rostro de Laura. Yo intentaba contener mis lágrimas. Continué — Soy un monstruo, lo sé. Pero detuve todo eso, me sentí avergonzada de mí misma. Supongo que en parte fue gracias a ti. Sé que nada de lo que diga te hará cambiar de opinión. Sé que fue muy pronto para revelarte lo que fui.

— Basta, no sigas. —me pidió atónita con su rostro humedecido y los ojos rojos.

Me repetí en mi mente que aún era muy pronto. Que la perdería para siempre. Pero ya todo estaba hecho. Sólo quedaba esperar su respuesta.

— No me perdones. —le dije.

— Cállate.

— Tómate tu tiempo. Procesa toda mi mierda, pero, por favor, si es que decides darme una segunda oportunidad, aunque no la merezca, te diré siempre la verdad. Y te amaré como te mereces.

Laura me miró fijo a los ojos, dándome a entender que todo se había acabado, que me odiaba y que no quería volver a verme nunca más. Tomó su teléfono y sin decir una palabra abandonó mi habitación.

No la vi entrar a su casa, pero escuché como llegaba a su habitación y cerraba las cortinas. Escuché apenas si cómo lloraba desconsolada.

No tardé en dejar que mis emociones me dominaran. Las lágrimas y la debilidad se apoderaban de mí.
Me dejé caer al suelo de rodillas mientras apretaba los dientes de rabia y jalaba mis propios cabellos, quedando encorvada con la cabeza apoyada en el suelo.

Me insulté una y otra vez, la insulté a Laura, la insulté a Vicky y me volví a insultar una y otra vez. Seguí así hasta que mi madre se despertó y me vio. Su primer reacción fue abrazarme. A mí ya no me quedaban más lágrimas y la cabeza se me partía como nunca.

Mi mamá intentaba hacer que le explicara qué había pasado. Se levantó y expresó furiosa que haría pagar a Laura.

— Fue mi culpa. —le dije, al fin. — Siempre fue mi culpa, mamá. Estoy... estoy cansada correr, de perseguir algo que no es mío. Me cansé, mamá.

Ella insistía en que fuera más detallista sobre el tema. Entendí que como madre solo estaba preocupada por mí. Pero, en ese momento, todo lo que quería era un brazo sobre el cual llorar y no un interrogatorio.

Me enojé con ella por no entender la situación y le dije que me dejara sola con mis problemas y que no se metiera en mi vida.
Tras encerrarme me recosté en la cama y volví a llorar sintiendo el dolor de cabeza más punzante. Lloré y sufrí, pues lo merecía, lloré hasta quedar dormida.

...

No fui a la escuela ese día y no lo hice por, al menos, cinco días.
Me la pasaba encerrada en mi cuarto y comía en exceso cada que podía. Cada bocado me sacaba una lágrima al terminar, pero esos postres dulces liberaban dopamina que me hacían querer más, incluso si no tenía hambre.
Esto me hace feliz. Me decía a mí misma. Creo que aumenté tres kilos en esos cinco días.

Azul, quien se estaba quedando con Laura, se encargaba de pasarme la tarea para que no me atrasara. La recibía con una sonrisa cada vez que venía a visitarme. De manera involuntaria siempre terminaba preguntando por Laura, pero Azul evitaba el tema.

...

Me tocaba regresar a la escuela. Estaba bien descansada, con mi rostro perfecto y maquillado. Practicaba sonrisas en el espejo. Miraba con satisfacción el falso certificado de enfermedad que me había conseguido mi hermana para poder faltar tan seguido a clases con un justificativo.

Me despedí de mi familia, sonriente como siempre. Si ellos me veían bien, entonces todo estaba bien.
Yo ya no importo, sólo tengo que seguir así y recomponerme. Olvidar a Laura. Eso es lo que debía de hacer.

Salí con el auto, sin siquiera mirar en dirección a la casa de mi vecina. Decidí que ignoraría todo recuerdo o persona dolorosa de mi pasado. Mi vida estaría en modo avión, estado automático o como quieras llamarle, hasta que supiera como afrontar los sentimientos tan complicados qué sentía.

En la escuela, después de días, vi a Azul llegar junto a Laura. Ella se veía feliz y radiante hasta que cruzamos miradas.
A pesar de estar ambas en las puntas opuestas del salón, sentí el ambiente incómodo y también el aura de temor que ella sentía sobre mí.

Probablemente cree que estoy loca. Pensé.

No le quité la vista de encima, a pesar que me dolía. Azul se acercó a mí con felicidad en su rostro, y mi personalidad falsa tomó el control. Le devolví el saludo con mi mejor sonrisa. Fingir era algo que me salía muy bien.

— Laura dice que es un hasta pronto. —dijo ella.

— ¿Disculpa? —me quedé con una sonrisa congelada, expectante.

— Laura dice que está pensando mucho en lo suyo. Y me mandó a decirte que su relación no terminó. —explicaba contenta dando saltitos en el lugar. — Este tiempo entre ustedes dos, es un hasta pronto, no un adiós. Ella te dará otra oportunidad, pero ten paciencia. Ella también sufrió mucho, ¿Sabes? Dime —Azul tomó asiento, mientras yo procesaba la buena noticia. — ¿Laura alguna vez te habló de su trágico pasado?

Negué con la cabeza.

¿Pasado trágico? ¿Pues qué tanto más que yo puede haber sufrido Laura?

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