🄲🅄🄻🄿🄰🄱🄻🄴
Al día siguiente a la cena, y después de compartir un hermoso momento cocinando juntas con Estefanía, ella me pidió salir al cine. Acepté con emoción.
Ahora no hacíamos otra cosa más que estar juntas.
Durante las clases, recuerdo a Romina decirle a Estefy que ella tenía razón.
Me explicaron que estaban jugueteando entre ellas todo este tiempo sólo para ponerme celosa, le di un jalón de cabello a cada una por ello, pero luego me reí; ya que después de todo, fui yo quien se quedó con Estefanía.
Me picaba la nuca al recordar lo que decía esa carta, y al recordar que debía de informar de esto a su autor si quería seguir teniendo este tipo de relación tranquila con la chica que quería.
Anoche, cuando ya todas se fueron, es decir, Azul y mi Estefy, me dispuse a marcar el número de teléfono con el que venía acompañado del pendrive.
La nota era clara: "Llámame o verás."
Me atendió una voz femenina, una voz que me resultaba familiar. Me dijo que había sido ella quien cambió el vídeo a tiempo, pero que no lo hizo por pura amabilidad, pues se había quedado con una copia. Una copia en donde yo salía diciendo cosas horribles de mi vecina.
Su motivo no lo dejó en claro, sólo quería que le informara de todas las citas que tuviera de ahora en adelante con Estefanía.
Mi respiración se había vuelto pesada. Me gustaba demasiado como para dejarla ir. Así que acepté.
No podía decirle a la policía, ni a mi tía, ni siquiera a Azul. Todos los escenarios posibles en donde yo pidiera ayuda terminaban en que Estefy se enteraba del verdadero contenido del vídeo. Y no iba a dejar que eso pasara.
...
Llegamos al cine, compramos un combo para parejas, elegimos ver una peli de tiburones. Yo estaba emocionada por ver el filme, sin embargo Estefanía tenía otros planes con sus traviesos dedos tocando mi rodilla y yendo más arriba.
La besé para que se calmara, pero eso parecía encenderla más.
En eso, recibí un mensaje de mi amenazante. Estaba en el cine, en el baño de mujeres. Me esperaba allí, ahora o de lo contrario le enviaría a Estefy el vídeo.
¿Cómo es que tiene su número?
Me disculpé con mi chica, la besé una última vez y me dirigí al baño.
La amenaza decía que reconocería a la autora de la nota, pues ella diría las palabras "Pavo Real" en cuanto me viera, y así yo finalmente sabría quien es.
Esperé con paciencia en el baño, hasta que escucho el llamado. Volteo y veo a Victoria, la hermana de Estefy diciéndome:
- Hola, Pavo Real. -con una sonrisa malévola.
No pude decir nada. Mi sorpresa fue tanta que no me di cuenta el momento en el que ella me arrastró hasta la puerta de un cubículo y me susurró al oído una nueva amenaza.
Volví a la sala a terminar de ver la película. Pero ya no tenía ganas, sentí que había perdido todas mis fuerzas.
Mi acompañante se dio cuenta de mi aspecto y se preocupó tanto, al punto de dejar la película para llevarme a mi casa.
No quiero hacerla preocuparse.
No me besó en el viaje de regreso, sólo tomaba mi mano e intentaba relajarme, diciéndome cosas bonitas y graciosas.
Ella sabía que yo no quería hablar de lo que fuera que me estuviera pasando, y aún así, permaneció a mi lado, paciente y dándome mucho cariño.
No merecía a la chica que tenía.
Ocultarle todo esto me estaba enfermando. Nunca fui buena para guardar secretos.
Después de dejarme en mi cama, se acostó a mi lado y me dio un reconfortante y apacible abrazo.
Mi corazón rebosaba de alegría. Y mi nuca picaba de la culpa. Y en mi mente me inundaba de curiosidad por saber a qué de refería Vicky en los baños del cine. Si quería saber, debía de seguir con su orden. Le dije a Estefy que me encantaría vernos en la noche en su casa.
- Yo vendré a visitarte si te sientes mal. No hace falta que vengas a mi casa para verme. -me dijo, besando mi frente.
- No es para eso. O sea, quiero verte, pero... también quiero más que sólo besos. -me expresé, tocando cercano a su pelvis.
Ella se estremeció y parecía una virgen ante mi tacto, se ponía tan nerviosa que daba risa lo tierna que era. La besé. Era un beso que intentaba decir: "lo siento" y "te amo" a la vez.
Estefanía uso su lengua y pasó de ser un beso romántico a uno húmedo y apasionado. Estaba empezando a sentir calor por todo mi cuerpo. Mis manos no se detenían en la cintura de Estefy, sino que continuaban explorando que había más allá.
Nuestros cuerpos estaban cada vez más cerca, nuestras respiraciones entrelazadas en un ritmo desenfrenado. El deseo iba en aumento, como una llama que amenazaba con consumirnos por completo.
Justo cuando la pasión comenzaba a elevarse, un ruido estruendoso resonó desde abajo y nos sacudió de la excitación en la que estábamos sumergidas. Era mi tía, quien había regresado antes de lo esperado y decidía hacer una entrada triunfal.
Ella entró al cuarto con una expresión de sorpresa en el rostro. Tanto Estefy como yo nos separamos rápidamente y tratamos de recomponer nuestra imagen, aunque nuestros cuerpos seguían evidenciando el deseo reciente.
- ¡Ay, chicas, qué situación tan incómoda! -exclamó mi tía entre risas, tapándose los ojos con las manos. - Laura, no me habías dicho que te vendría a visitar a Estefy. ¡No sabía que era para esto!
Estefy y yo nos miramos, sofocadas por la vergüenza, pero la tía no parecía enojada ni preocupada. Al contrario, se acercó a nosotras y continuó bromeando mientras nos abrazaba.
- Si quieren intimar, chicas, háganlo con confianza. ¡Siempre y cuando sea con precaución y amor! Pero avísenme la próxima vez para no interrumpir, ¿sí? ¡Además, tengo unos consejitos para darles si los necesitan!
Yo estaba que me moría de la vergüenza, Estefanía soltaba una risa incómoda y mi tía no se iba de la habitación.
Para cuando se fue, ya había perdido las ganas de hacer cualquier cosa.
...
Después de un rato, la tía nos invitó a bajar para cenar juntas y continuar la noche con una buena dosis de humor. Estefy y yo agradecimos, pero le dijimos que cenariamos en la casa de mi vecina.
Mi tía se susurró un par de cosas con Estefanía antes de irnos. Con curiosidad, le pregunté de que hablaron.
- Te presentaré como mi novia frente a mis padres, si te parece bien. -me dijo.
- ¿Me estás pidiendo ser tu novia? ¿O estoy entendiendo todo mal?
Estefanía se arrodilló en la unión de asfalto que había entre su casa y la mía. Me tomó de las manos y expresó con una tierna sonrisa y con sus ojos perdidos en mí:
- Laura, ¿Quieres ser mi novia?
Me quedé sin aire un momento y luego reaccioné.
- ¡Sí! -acepté con sincera alegría.
Nos abrazamos y nos dimos un dulce beso antes de entrar a su casa. Nos recibió Vicky en la puerta con una falsa sonrisa, una dentadura con los dientes frontales un poco más grandes que los de abajo.
Verla me produjo un escalofrío y la comezón en mi nuca volvió a aparecer.
...
La cena estuvo deliciosa y los padres de Estefanía me aceptaron como la novia de su hija menor.
Todo iba viento en popa, hasta que llegó el momento de despedirme. Mi plan era pasar la noche en el cuarto de mi novia y que pasara lo que debía de pasar. Pero Vicky tenía otros planes para mí.
Me llamó a parte para hablar a solas, me dijo que inventara cualquier excusa y que me volviera a mi casa. Estaba cansada de escucharla, pero si no lo hacía le diría todo a su hermana.
Este chantaje me estaba matando. Debía decirle a Estefanía pronto lo que había en ese vídeo o de lo contrario su hermana me maltrataría por siempre.
Me las arreglé cómo pude para dejar a una novia súper caliente y con ganas de sexo. Pero volví a casa. Abrumada y desilusionada, yo también quería que Estefanía me tomara.
Durante la madrugada me llegan varios mensajes. Y como no podía dormir por pensar en el toque de mi chica, revisé el celular. Era Vicky, me había enviado varias fotos de una tierna niñita obesa con el cabello castaño y los ojos verdes.
Le pregunté quién era, a lo que ella respondió "¿No te das cuenta? Es Estefanía de pequeña."
Miré con más detalle y recordé su rostro. Recordé quién era. Recordé el pasado. Había encontrado finalmente la conexión.
Pregunté por qué me mandaba eso. Vicky me contó una historia horrible. Una historia de cuando yo era otra, de cuando yo hacía cosas horribles, de cuando yo mandé a Estefanía a urgencias por haberla empujado por las escaleras de la escuela.
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