🄻🄰 (🄵🄰🄻🅂🄰) 🄲🄸🅃🄰
Narra Laura
Si quería conquistar la mente y corazón de mi enemiga entonces debía de pasar con ella el mayor tiempo posible.
Me levanté temprano para hacer un cronograma de salidas. Podríamos ser nosotras dos o el grupo completo, de cualquier manera ella caería ante mí.
Durante las clases les dije a las chicas de salir e investigar cómo se trabajaba en una cafetería, y con esa excusa las convencí de salir. Ahora sólo quedaba decirle a Estefanía y esperar a que aceptara.
Después del colegio volví con Azul, pero le dije que esperara en mi casa. Tenía que ver a mi enemiga. Fui hasta su casa para verla, estaba un poco nerviosa por ello. Tenía que ser una increíble actriz para que ella pensara en que de verdad cambié y que quiero que seamos amigas. Incluso si pudiera tratarla con honestos sentimientos, todo lo que quiero ahora es hacer que pague.
Cuando llegué a su puerta, los nervios me carcomían por dentro. Estaba decidida a seguir adelante con mi plan de venganza, aunque una pequeña parte de mí comenzaba a cuestionar esa decisión. Golpeé la puerta y esperé con el corazón en la mano.
Estefanía abrió la puerta y me miró con sus hermosos ojos llenos de cautela. Parecía sorprendida al verme allí, pero su expresión se suavizó al instante.
─ Laura, qué sorpresa verte aquí ─dijo, con una sonrisa genuina. ─ ¿Se te ofrece algo?
Respiré profundo y reuní todas las fuerzas que tenía para seguir adelante con mi plan.
─ Estefanía, pensé mucho en esto y tal vez me equivoqué sobre ti ─dije, intentando que mi voz sonara sincera. ─ Probablemente juzgué mal tus intenciones y pensé que podría darte una oportunidad para conocerte mejor.
Juro que si es ella tuviera una colita de perro, en este mismo momento la estaría moviendo emocionada.
Estefanía me miró con notable alegría, pero sin bajar la guardia. Podía ver el rastro de duda en sus ojos, mas algo en su mirada me decía que quería creer en mis palabras.
─ Laura, si esto es una broma o parte de algún plan...
─ Te prometo que no es ninguna broma, Estefanía ─respondí, tratando de mostrar la mayor sinceridad posible. ─ Quiero empezar de nuevo, quiero ser tu amiga de verdad.
Estefanía meditó mis palabras por un momento, analizando cada una de mis expresiones en busca de cualquier pista que pudiera demostrar mi autenticidad. Por fin, suspiró y pareció relajar su postura.
─ Está bien, Laura. Gracias por esta oportunidad -aceptó, con cautela.─ Prometo que mis intenciones son buenas, en verdad.
Asentí, tragando saliva. Sabía que estaba jugando con fuego, pero mi determinación era más fuerte que cualquier miedo o duda que pudiera surgir en mí.
La invité a salir en la tarde con las chicas a una cafetería y aceptó gustosa, me dijo que nos pasaría a buscar a todas en su auto.
Esperé ansiosa. Me arreglé más bonita y me quedé sentada fuera de mi casa.
Ella salió de su casa portando un outfit radiante y elegante. Me miró y me sonrió. Le devolví la sonrisa por pura amabilidad. Su madre salió detrás de ella y le dio unas cuantas advertencias sobre el vehículo y el tránsito.
Me reí por dentro. Estefanía no necesitaba consejos, ella conducía excelente.
Sofía me saludó en cuanto su hija estacionó el auto en mi casa. Antes de subirme, me despedí de la señora.
- Hola -le volví a decir a Estefanía.
- Hola -dijo con una sonrisa sincera.
- Hola -escuché que dijo una voz femenina en el asiento de atrás.
Me volteé asustada y vi a Azul.
Recordé entonces que luego del almuerzo se fue a la casa de al lado, ya que hoy se estaría quedando en lo de los González.
También la saludé y nos pusimos a conversar, en el medio incluiamos a Estefy. Pasamos por todas las demás chicas y con cada una era una anécdota de algo estúpido, romántico, trágico o cómico que les había pasado.
Disfrutaba de las conversaciones triviales con mis amigas, pero hasta ahora no había tenido ni la más mínima oportunidad de saber algo íntimo de mi enemiga.
Estefanía parecía más relajada, integrándose cada vez más en la conversación y mostrando interés genuino en todas.
Al llegar a la cafetería, nos recibió un ambiente acogedor y cálido, pero ruidoso. El aroma del café y de los pasteles recién horneados nos envolvía, despertando nuestro apetito. Nos sentamos en una mesa, emocionadas por probar los diferentes productos que ofrecía el lugar.
La mesa tenía dos asientos y en ellos entraban de a tres personas a la vez. Natalia, Jazmin y Azul se sentaron frente a Romina, Estefanía y yo.
- Presten atención a como se mueve el personal -les advertí.
Todas asintieron, pero ninguna me hizo caso. Las chicas se divertían y charlaban, más que nada hablaban mal de algunos profesores o de temas que no entendían.
Una empleada se nos acercó para darnos el menú, nos recibió con una sonrisa y se fue a para atender otras mesas.
Estefanía me habló al oído. Su aliento caliente me estremeció y me puse tan nerviosa que no le entendí nada.
Creo que dijo algo de "buena", a lo mejor se refería a que la mesera era bonita. Para mí no lo era. Sin embargo, asentí.
¿Su definición de amigas es hablar de su tipo de chicas conmigo?
No sé si pueda soportarlo.
La mayoría pidió café y medialunas, yo pedí un shake con una porción de tarta de ricotta, y Estefy se pidió un café pequeño. Insistió en que bebería sólo eso, ya que estaba de dieta o algo así.
¿Dieta? ¿Para qué? Te ves hermosa así como estás. Pensé y me sonrojé.
...
No sé por qué la conversación tomó un rumbo diferente en donde comenzamos a hablar de nuestros exes. Todas acordamos que son una porquería.
- Pero creo que tu Tomi fue el peor, Lau. O sea, te secuestró y te amenazó con un arma. -exclamó, Natalia con sus ojos en mí.
- Supongo. No sé por qué hizo lo que hizo. Enloqueció después de que rompimos. -aclaré recordando a mi ex.
- Pues claro, eres muy bonita. -escuché susurrar a Estefy.
Levanté la mirada y vi a Romina prestarle demasiada atención al rostro de Estefanía, tocando su hombro mientras en la mesa había un silencio sepulcral. Estaban hablando entre ellas, y ese comentario halagador no había sido para mí. Ambas se miraban con complicidad, como si tuvieran un secreto que sólo ellas compartían. Eso me molestaba.
- ¿Cuál fue tu peor ex, Estefy? -pregunté, intentando no sonar molesta por verlas juntas.
Romina hizo una pequeña risa. Mi enemiga le dio un codazo suave y evitó mirarme, respondiendo sin fijar un punto en específico:
- Creo que nunca tuve una relación tan...seria como para decir que tuve algún ex.
Las chicas la aplaudieron, alabando su capacidad de no dejarse llevar por ningún hombre.
Pero entonces yo comenté que Estefy no jugaba para ese lado. Me miraron confundidas, sobretodo la castaña a mi lado. La gente a nuestro alrededor también dirigió su vista a nosotras.
¿Hablé tan alto?
Mi vecina me tomó la mano debajo de la mesa y la apretó con algo de fuerza.
Entendí que la estaría obligando a revelar sus gustos sin su consentimiento. Pero era mi oportunidad perfecta para humillarla.
Esperan que diga algo.
No puedo hacer nada si Estefanía me mira como un cachorro herido que busca ayuda.
Entrelace mis dedos con su mano. Expliqué que me refería a que nunca se decidía por tener algo serio.
Por suerte, la conversación fluyó de lo mejor. Mi enemiga me miró y leí sus labios cuando me dijo "gracias."
...
Cuando llegó nuestro pedido, todas comimos con mucho placer, mientras noté como Estef miraba con agua en la boca a nuestros bocadillos.
Tomé una porción de mi tarta y le exigí que la probara, al principio se negó, pero insistí tanto que al fin la comió.
Su mano tocó la mía al sostener el tenedor, su boca se deslizaba con suavidad mientras cerraba sus labios para masticar.
Si esa boca me tocara a mí.
Me estremecí un segundo por la oleada de pensamientos eróticos que tuve por culpa de Estefanía.
- Está rico. Gracias. -me dijo.
Me puse feliz al ver sus mejillas rosadas.
Le ofrecí que ambas bebamos de mi shake. Ella no quería, dijo no querer abusar de mi amabilidad.
- Es de vainilla. Cómo te gusta.
Ambas compartimos una sonrisa cómplice y comenzó a beber después de mí. Usamos la misma pajita y nos reíamos porque ella la dejó mancada con su labial.
- ¡Qué tiernas! -dijo Natalia. - Ustedes, chicas serían una linda pareja.
Tuve un ataque de tos ante su comentario y al verla mejor, descubrí que nos estaba tomando una foto a mí y a Estefanía.
No dije nada, no quería armar un escándalo. Y evité lo mayor posible el no volver a tener momentos así con Estefy, se prestan para malos entendidos.
...
Entre risas y charlas animadas, disfrutamos de la tarde. Los sabores exquisitos de los cafés y postres nos deleitaron, y compartimos nuestras opiniones, recomendándonos unos a otros los platos más deliciosos.
Mientras tanto, en el grupo de chat que teníamos todas, nos mandábamos fotos de los platillos y bebidas, comentando lo deliciosos que se veían. También aprovechamos para hacer planes futuros, como ir a lugares interesantes de la ciudad o hacer una pijamada antes de que acabara el año escolar.
La tarde pasó volando entre risas y confidencias. Fue un momento especial en el que nos olvidamos de la presión escolar y simplemente disfrutamos de la compañía de nuestras amigas. Sentía que, poco a poco, Estefanía se iba abriendo a nosotras, mostrando su verdadero yo y confiando en nuestra amistad.
Cuando nos despedimos y cada una regresó a su casa, no pude evitar sentir una sensación de gratitud y felicidad. Había logrado dar el primer paso hacia la reconciliación con Estefanía, y eso me alegraba, pues así mi venganza sería más rápida. Sabía que aún había camino por recorrer, pero estaba dispuesta a seguir adelante y seguir con mi plan con todo mi corazón.
Estefy y Azul me esperaban en el coche, mientras me despedía de Natalia y le pedía esas fotos que me tomó. Ella aceptó dándome una mirada pícara.
Subí al auto, en el asiento del copiloto. Azul estaba cansada y en cuanto nos pusimos en marcha se quedó dormida.
Me dejé llevar por el hermoso atardecer que se escondía tras los edificios y las casas. Teníamos una hora hasta llegar a casa.
- Gracias por invitarme hoy, la pasé muy bien. -soltó, Estefanía de la nada.
La miré, estaba sonrojada. Pero también se veía tan sexy y seria al manejar.
Esta chica es hermosa. Y muy genial.
- Me alegro. -comenté. -Podemos repetirlo cuantas veces quieras.
El auto quedó en silencio hasta que un ronquido de Azul nos exaltó. La miramos con rapidez, ella dormía plácidamente.
Estefanía se volteó a mí y ambas dimos una carcajada silenciosa.
- Es una bebé. -dijo Estef.
- Sí. Parecemos sus dos mamás con su pequeña bebé dormida en el auto.
- ¿Como si regresaramos de una salida familiar? -rió la conductora.
- Exacto. -me sonrojé al reflexionar en lo que acababa de decir. Ella y yo, juntas, y además con una hija. No pude evitar pensar como sería eso. - ¿Te nos imaginas juntas? ¿Teniendo una bebé?
La miré expectante. Estaba ansiosa por saber su respuesta.
Se quedó boquiabierta, con la mirada perdida en el camino. Se estaba volviendo demasiado incómodo esperar.
«- Qué estupidez, ¿No? -dije con una risa nerviosa.
Ella hizo lo mismo.
¿Cómo pude decir semejante barbaridad?
- S-sí. Sobretodo porque serías una pésima madre.
- Cállate. Tú serías la mala madre, volverías a la niña una total malcriada. -me reí.
- ¿Yo? Tú le estarías encima todo el tiempo. Sobre Protegiéndola.
- Ambas serían madres terribles. Para empezar no me dejan dormir por sus chillidos. -dijo, Azul, medio dormida.
Estefanía y yo pegamos un salto del susto. Luego nos reímos y nos disculpamos.
Y en mi corazón quedó una sensación cálida al regresar a casa. El hecho de pensar en Estefy y yo juntas. Hace que me ruborice hasta las orejas.
Estefanía es una rompecorazones.
De seguro así es como actúa para jugar conmigo.
¿De verdad creo que sus sentimientos son honestos?
No, eso no podía ser posible. Debía de ser más precavida. Salidas como la de hoy sólo me confundirían más. Me aferré a la idea de que Estefanía era una persona que jugaba con los demás y que merecía sufrir como yo había sufrido. No podía permitirme ser vulnerable y dejar que el amor me llevara por un camino incierto.
Un momento. ¿Pensé en amor?
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro