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Narra Laura

Las cosas no podrían estar mejor, o peor. La verdad es que ya no sé. Voy a contar mi versión de los hechos.
Después de pedirle a Estefanía que nos viéramos en un puesto a la salida del colegio, me puse a idear mil y una formas de poder humillarla en la feria. Una cucharada de su propia medicina.

Pasé el receso pensando en ello y anotando todo en mi móvil. Mis amigas conversaban y querían incluirme en su charla, pero yo las ignoraba, pues en mi mente solo había espacio para una cosa: vengarme de cómo me usó Estefanía.

Sí, mi enemiga podría ser muy linda, inteligente y todo eso, pero sé que jamás esperará que yo le tienda una trampa, y mucho menos en su propio terreno.
Mientras pensaba en ello, a lo lejos se producía una pelea. Me acerqué a ver, pues claro, soy chismosa. Mi corazón se saltó un latido, pero por la preocupación. Estefanía se estaba dejando golpear por Ana. Eso era algo que nunca creí ver, que Estefy perdiera.

La pelea se detuvo gracias a la preceptora. Vi a mi enemiga alejarse con la mirada perdida, se dirigían hacia la dirección. Me acerqué lo más que pude. Quería decirle algo, quería preguntarle por qué hizo eso, quería saber si estaba bien, quería limpiarle el maquillaje corrido, quería ponerle hielo en donde Ana la había lastimado.
Quería hacerle muchas cosas, y sin embargo no moví ni un músculo. Me paralicé al ver su rostro y su cabello despeinado.

Todos hablaron de eso el resto de la clase, de eso y de sus propias cosas.
Mis amigas hablaban de cualquier bobería, y me distraía por un momento, dejaba de pensar en cómo estaría Estefanía. Ella fue enviada a casa.
Nos enteramos por fuente segura que las involucradas tendrían suspensión de tres días.

Me sentí feliz de que al fin le dieran su merecido, pero no pude evitar pensar en como le afectaría un castigo así a alguien como ella.

Pues, no importa por que motivos estaba peleando, seguro se lo merecía.
Era obvio que algún día alguien se cansaría de ser controlado por Estefanía.

...

Azul se había quedado en mi casa por un tiempo y, como yo no estaba lista para enfrentar la mirada de mi vecina, mandé a mi amiga en mi lugar a averiguar qué le había pasado en la escuela y por qué había discutido con Ana.

Azul salió de mi casa y la vi entrar y ser recibida por la madre de Estefanía. La señora y yo nos saludamos desde lejos con una sonrisa y entramos a nuestros respectivos hogares al mismo tiempo. Verla me recordó lo que había escuchado en el baño de su casa durante la cena.

Mientras tanto, mi tía estaba preparando una deliciosa cena: pizza.
La cocina olía a salsa y cebolla. Un vaso de vino tinto adornaba la mesada llena de harina y la música de reggaetón de fondo animaba a mi tía a cocinar mejor.

Aproveché los tragos y el buen humor y le conté mi caso con Estefanía, pero le dije que el problema lo tenía una amiga.
Sus ojos estaban vidriosos por el alcohol, pero pude notar cómo reflejaban cierta chispa al hablar de cosas emocionales y esas porquerías.

Dejó la masa para que leudara, se lavó las manos, me sirvió un poco de vino y se concentró por completo en mí. Ambas nos sentamos en el sillón. Suspiré, sentía vergüenza de mirarla a los ojos. Tragué un poco del licor, tomé coraje y hablé:

— Tengo una amiga que conoció a alguien que al principio la molestaba y que luego la trataba bien, pero después la alejaba, la confundía y le hacía sentir que en realidad solo estaba jugando con ella, es decir, como si sus reacciones le resultaran divertidas. Y entonces esta persona por la que mi amiga no sabe qué sentir, deja de lado su hipocresía y se muestra como realmente es: alguien normal, con defectos. Lo digo porque mi amiga creía que esa persona era perfecta y que no tenía fallas. Y ahora mi amiga está peleada con esa persona.

— ¿Y por qué pelearon? —preguntó mi tía, dando otro sorbo a su vaso.

— Bueno... creo que mi amiga de alguna forma ofendió a esa otra persona al hacer un movimiento irracional. Creo que solo estaba cansada y que quería respuestas.

— Siendo así, entonces "tu amiga" debería considerar cómo se siente la otra parte y pensar si los cambios que hace son verdaderos o se sienten falsos. Pero ya sabes, querida, debe haber buen sexo de por medio, sino el amor no funciona.

— ¡Tía! —me quejé por su último comentario, sintiendo que me ponía roja.

Ella se levantó a seguir cocinando y me dejó pensando en ello. Y también recordé lo que sí tenía que preguntarle:

— ¿Qué hacías en el baño durante la cena de la otra noche en casa de Estefanía junto con su madre?

— ¿Te han dicho que hablas muy rápido? —rió nerviosa mi tía.

— Escuché sonidos extraños.

La mujer frente a mí lanzó una enorme carcajada y se sostuvo de la mesa para no caerse. Me miraba y lágrimas de risa brotaban de sus ojos. Yo no cambié mi semblante, esperaba una explicación.

Suspiró, se puso erguida, me miró con seriedad y vergüenza y me dijo con gran pena que los sonidos que yo había escuchado se trataban de ellas dos, es cierto, pero de ellas dos lamiendo un caramelo con cocaína dentro. Leve y casi sin efecto. Según mi tía, era un regalo de un colega del trabajo de Sofía. Y que como ambas se habían entendido tanto, Sofía le compartió un poco.

—Pero tú nunca debes hacer eso. Me arrepentí inmediatamente en cuanto llegué a casa. Me dolía la cabeza, pues no pude comer casi nada en la cena debido al caramelo. —se apresuró a decir.

Asentí con la cabeza. Sentí un alivio al saber que la persona que me crió no era una rompehogares. Aunque juzgué el hecho de usar cocaína. Sin embargo, no puedo evitar pensar en cómo se sentirá y en lo que me hará si la como.

Agité mi cabeza para alejar esos pensamientos y ayudé a terminar la cena.

Esperé la llegada de Azul. Se tardó más de lo que creímos.

Mi tía y yo ya habíamos comido para cuando mi amiga regresó. Estaba yo sola en la sala, esperando.

Expresé mis ansias por saber qué había ocurrido. Ella solo se limitó a decir que Estefanía era buena persona, aterradora a veces, pero buena persona.

Me insistió en que debería parar con mi plan de humillarla y me miró con ojos críticos.

— Estefy peleó con Ana porque Ana se había burlado de un niño y eso es algo que Estefanía no podía dejar pasar. —dijo Azul, antes de subir a dormir. — Deberías darle otra oportunidad, ella te...

— ¿Ella me qué? —pregunté curiosa.

— Nada. Buenas noches.

Ella me... ¿Qué? ¿Me odia? ¿Me ama? ¿Me aborrece? ¿Me desea? ¿Me quiere ver muerta? ¿Me quiere volver a manipular?
¿Qué demonios quiere esa maldita de mí?
Seguro que la pelea fue para llamar la atención y utilizó al niño como excusa.
Con Estefanía nada es sincero.

...

No dormí nada, pues las dudas sobre mi vecina crecían en mi mente casa vez más y más como una enredadera.

Las clases sin mi molesta enemiga resultaban... tranquilas y, por fin, la atención de maestros y alumnos volvía a ser solo para mí.

"Laura, pasa a resolver este problema"; "Laura, lleva esto a la dirección"; "Laura, ¿podrías ayudarme a entender esto?"; "¿Laura, salimos después?"

Se sentía tan bien que todos dependieran de mí otra vez.

Pero todos me buscan porque quieren algo de mí.
Qué importaba.

Mi vida había vuelto a la normalidad y ni siquiera tuve que mover un dedo. Estefanía había cavado su propia tumba al pelear con Ana. Su reputación quedó en cero y yo volví a ser la favorita de todos.

¿Qué debía de hacer ahora? Ya tenía todo lo que quería, pero me sentía vacía.

Asumí que era porqué necesitaba sí o sí vengarme de Estefy para así poder cerrar este bache en mi vida.

Arreglé todo con mis amigas y antes de darme cuenta ya estábamos todas en la casa de Jazmin haciendo el proyecto para la feria.

Creí estar preparada para ver el rostro de mi vecina, pero en cuanto me encontré con sus preciosas esmeraldas y sus rojos labios, todo mi valor desapareció.

Nuestro grupo trabajaba muy bien y ya teníamos todo arreglado. Y entre el tiempo que pasó no pude apartar la vista de Estefanía.

Ella intentó tomar mi mano y coquetear conmigo, pero la ignoraba mientras mi corazón estaba que se salía de mi pecho.
Debía de ser indiferente y no dejarme convencer por su labia.

...

¿Cómo terminé en el mercado siendo acompañada por mi enemiga y ahora intentando elegirle unas galletas?
Estefy esperaba por mí. Quería salir y volver a terminar el proyecto. Esta salida era demasiado incómoda y sé que mis amigas lo planearon. Por si fuera poco Romina no paraba de toquetear a Estefanía.

Conozco a esa chica y se que le tira a cualquiera, pero en serio, no deja nada para los demás.

¿Eso significa que quiero que me deje a Estefanía para mí?
No, que estupidez.
Estefanía no significa nada para mí.
Pero... sólo para ver su reacción le llevaré unas galletas dulces. Las vainillas eran sus favoritas.

Pagué y salí, no la encontré. Pensé que se había vuelto sin mí.

Estefy apareció de la nada y me asustó, yo la golpeé pensando que era un ladrón.

Caminamos de vuelta a casa de Jazmin y yo evitaba comunicarme con mi enemiga. Pero si quería ponerla de mi lado y hacerle creer que soy inofensiva, debía de actuar pronto.

Le di las galletas, y por alguna razón, verla sonreír por el hecho de que le di algo, también me hizo sonreír.

Discutimos porque ella me siguió, me hice la ofendida, me abrazó, me sonrojé y finalmente la tenía dónde la quería.

—Laura, sé que te hice sentir mal y lo lamento, de verdad. Los primeros días en la escuela, quería molestarte porque parecías tenerlo todo, y...sentí envidia.

— ¿Envidia? ¿Tú de mí? —le cuestionaba.

— ¿Por qué te sorprende? Eres hermosa, y una excelente alumna, todos nuestros compañeros te aman y yo venía de una escuela en donde terminé siendo odiada por todos. Sentí celos de ti, y no te voy a negar que sí quería quitartelo todo y hacerte sufrir sólo por el hecho de quién eras. Pero te conocí mejor, y descubrí que no eras lo que yo creía. Quiero demostrarte que...que...que quiero ser tu amiga, una amiga de verdad.

¿Amiga? ¿Es en serio?
Yo jamás volveré a confiar en ti otra vez.

Pretendí entenderla, y jugué una astuta carta al decirle que ya sabía todo lo del zapato robado y las cartas.

Estefanía quería volver a intentar tener una buena relación conmigo. Sí, claro, como si yo fuera capaz de perdonar tan fácil.

Conversamos en el camino y escuché con atención cada pequeño detalle personal que me decía, esta vez, mi venganza no fallaría.

Antes de entrar, me tomó de la mano, me acercó su cuerpo lo más que pudo, pretendiendo no querer besarme en ese preciso momento. Me dio una mirada que me produjo confusión.

— Perdoname por todo lo de antes. ¿Podemos empezar otra vez? —me preguntó.

¿Empezar otra vez? Debe estar loca para pensar en eso.
Estefanía cree que está jugando con mi corazón. No. Yo jugaré contra su mejor arma y su peor enemiga, su mente.

— Está bien. Un gusto en conocerte Estefanía González, soy Laura.

Le sonreí. Entré, sintiendo mi primera victoria en mucho tiempo.

La vi sonrojarse y sentirse avergonzada frente a mí.

Esta chica actúa muy bien.
¿O será que en serio está enamorada de mí?

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