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Tomás estaba temblando, sudando y con una expresión de confusión en su rostro. Por su forma de agarrar el arma se notaba que nunca había hecho algo como esto antes.
Intenté calmarlo con palabras dulces, pero a él sólo le importaba saber con quien andaba yo ahora.
- Estefanía -respondí aterrada.
Él se echó a reír en mi cara. Me tachó de hipócrita, mentirosa, resbalada y otras cuantas cosas desagradables.
- Ustedes dos no pueden estar saliendo. Estefi te odia.
- ¿Qué te hace pensar eso?
- Ella me lo dijo.
¿Qué?
Mientras Tomás veía la forma de convencerme de volver con él, yo rogaba porque alguien viniera en mi ayuda. En eso se escucha un ruido en la sala; mi ex cierra la puerta, dejándonos a ambos encerrados.
Me apuntó el arma en el brazo y dijo en un susurro amenazante que no hiciera ruido.
Mi tía había regresado y estaba agradecida por ello. Me llamó por mi nombre y al no obtener respuesta marcó a mi celular, el cual al sonar levantó la sospecha de que yo estaba en la casa.
Ambos escuchamos sus pasos por las escaleras y llegar hasta mi cuarto sólo para llamar a mi nombre otra vez.
Tomás me pidió que dijera que todo estaba bien y que no nos interrumpa o de lo contrario mataría a mi tía.
- Estoy bien. No me jodas. Estoy viendo "Casa Blanca" -contesté.
- Está bien, saldré de nuevo. ¿Te comiste algún chocolate? Así voy por más.
-¡Sí! ¡Uno!
Y ella se marchó. Tomás se relajó cuando escuchó el cerrojo de la puerta principal cerrarse.
En aproximadamente 20 minutos mi tía volvería con la policía, ya que la palabra "Casa Blanca" es un código que inventamos para alertar a la otra sin que los que quisieran hacernos daño se dieran cuenta, y la cantidad de chocolates es cuántos ladrones o lo que fueran había.
Por el momento debía de arreglarmelas para que mi ex dejara el arma.
Le pregunté acerca de su relación con Estefanía, pero él sólo quería que habláramos de lo nuestro y que volviéramos a ser novios.
- Sólo te quiero a ti. Que me aceptes de nuevo, que vayamos a la misma uni y que tengamos una vida juntos. Te amo, Laura. -dijo Tomás. -¿No me vas a decir nada? -cuestionó alterado.
- ¿Qué quieres que diga? ¿No ves que me aterra la sensación de que en cualquier momento me matarás?
Logré que por pena dejara el arma, pero aún así él no dejaba de verme ni por un segundo.
Mi celular no para de sonar, alguien llamaba, y luego nada. Casi al instante, el teléfono de Tomás recibió una llamada entrante. Al parecer, alguien importante.
Él respondió con gran cólera. Después de un tiempo hablando cosas que no entendí, mi ex se acercó a la ventana de mi cuarto, me asomé con curiosidad creyendo que era mi tía con la policía.
Vi a Estefanía observar todo desde su cuarto, con el teléfono en la mano y un semblante serio.
¿Ella está hablando con Tomás?
Después de oír a Tomás gritar que no lo haría, puso el teléfono en altavoz y se sentó en mi cama mientras me seguía apuntando, esta vez a mi pecho.
- Baja el arma, Tomi -dijo Estefi del otro lado de la línea.
- Si lo hago ella me va a dejar -se defendió mi ex.
Mi vecina se detuvo, escuché su respiración calmada y luego habló:
- Apuntarle así no te devolverá su amor, ni los días buenos que pasaste con ella. Sólo lograrás que se asuste y que no te quiera ver más.
- Pero ella...
- Además podrías ir preso por violencia de género.
- ¡No quiero ir preso! ¡Quiero que me escuche! ¡Pero esto es tu culpa!
Tomás se levantó y colgó la llamada. Después se me acercó y me preguntó si estaba asustada, mirándome fijamente con sus ojos cristalinos a punto de llorar. Él también tenía miedo y era claro que no sabía lidiar con un rompimiento.
Claro que estoy asustada, estúpido.
Pensé en decirle eso lo que ocasionaría que se enojara y perdiera el control.
-Tengo tanto miedo como tú. Te quiero. Pero no quiero que estemos juntos.
Él retrocedió, gritó, golpeó mi cama varias veces y luego se arrodilló ante mí, dejando el arma en el suelo y me pidió disculpas con lágrimas en los ojos. Casi sentí pena por haberlo engañado con mi falso amor por dos años seguidos.
Pregunté por qué había hecho todo esto.
- Fue Estefanía. Ella me besó primero.
- Eso no fue lo que yo vi. Le devolviste el favor muy bien.
- Perdóname. Hubiera venido a explicarte antes, pero ella tenía algo muy vergonzoso de mí y me extorsionó con eso para que no te molestara.
- Tomi, hace tiempo que esto no era nada más que una relación física. Y aún así tú me ames, no puedo corresponder, no más.
- ¿Es por la persona de la carta? -cuestionó dócil y poniéndose de pie.
- No...no lo sé. Es por mí. Eres demasiado gentil como para que te siga haciendo esto.
Le expliqué que mi relación con él surgió de un trauma del pasado de querer controlar todo y por falta de amor y bla bla bla. Y se lo creyó.
Le pedí que nos diéramos un tiempo para volver a ser amigos, que eso sí podía ser de él.
Lo acompañé hasta la entrada y justo llegó la policía.
- Lauri -mi alterada tía corrió para abrazarme.
La policía arrestó a Tomás por portación ilegal de arma, y me pidieron si me sentía bien para ir a declarar.
Asentí y subí a ponerme un abrigo y zapatillas.
En la entrada vi una hermosa cabellera castaña hablando con mi tía.
- ¿Estás bien? -me preguntó, Estefanía haciendo un ademán de querer abrazarme. Yo no dije nada. -Lo siento tanto, todo esto es mi culpa. Lo que pasó en mi fiesta, sólo estaba jugando, no pensé que él se obsesionaría tanto contigo.
...
Todo pasó muy rápido. Y sin darme cuenta pasó una semana. No quise presentar cargos contra Tomás, ya bastante castigo tendría cuando sus padres se enteraran de todo lo que hizo.
Estefanía y mi tía, y mi grupo de amigas se turnaban para acompañarme al colegio, a la casa, a cualquier lado e incluso hasta dentro de la propia casa.
Fui el chisme de toda la escuela, me miraban con pena, con odio. Cómo si yo le hubiese arruinando la vida a mi ex.
¡Dejen de mirarme así!
Nunca falté a ningún día de clases después del incidente con Tomi. Pero él ya nunca más volvió al instituto.
Unos días después, mientras estaba en clase de educación física, me enteré por parte de mis amigas que él había sido cambiado de colegio. Y eso me hizo preguntarme, ¿Qué tanto mal pudo haberle hecho mi manipulación?
Intenté no pensar en ello. Pero lo que sí noté, fue que Estefi no dejaba de mirarme, y no importaba a dónde fuera ella siempre estaba ahí, a lo lejos, observándome. Cosa que me dio bastante miedo.
Cada vez que ella estaba conmigo, en la escuela o camino a ella, me trataba como un bebé y siempre me contaba cosas triviales. Claro que yo estaba demasiado en shock como para incluso pensar lo que decía la carta que Tomás encontró.
Por cierto, ¿Que decía esa carta?
Habiendo pasado diez días del "secuestro" revisé debajo de mi cama y encontré la nota arrugada y sucia. Ésta decía:
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