Todo por una hamburguesa
Levi suspiró aburrido por milésima vez en esa tarde. Yacía hace rato en aquel sitio de comidas rápidas donde se suponía que iba a pasar la tarde con sus dos amigos de la infancia, pues últimamente se había comenzado a complicar debido a las exigencias de la universidad ocupaban el poco tiempo libre del que disponían
O al menos esa era la idea.
No halló nada más con qué entretenerse que comenzó a revisar su celular, topándose con esas famosas páginas de vídeos de gatos haciendo locuras y se quedó viendo por un buen rato, aunque intentaba distraerse de esta forma, no podía dejar de sentirse incómodo escuchando como sus acompañantes expresaban libremente su amor enfrente suyo. Las palabras cursis, el sonido de como sus lenguas se unían con insistencia, las risitas picarones y alguno que otro comentario sugerente que por más bajo trataban de decir no pasaba por alto por el azabache; todo esto era tan desagradable y asqueroso, ¡le provocaban nauseas!
Hacía aproximadamente un año, Farlan e Isabel se dieron la oportunidad de salir, tras tiempo de coquetearse toda la primaria y secundaria cada vez que tenían oportunidad. A Levi no le molestaba esto ni en lo absoluto, de hecho, para él era evidente que este momento llegaría y estaba feliz por ellos, sin embargo, le hacían sentir solitario en las salidas ocasionales que tenían los tres, hasta le ansiaba tener pareja para poder estar cómodamente con ellos en esas famosas citas dobles, idea que siempre pensaba que era patética, tenía más probabilidades de tener una cita con la señora escoba y el señor cloro, prácticamente su interés romántico era casi nulo y con pena ha rechazado a varias personas a lo largo de su vida, ¿aunque que le veían de atractivo a él?
Bueno, volviendo al tema de la pareja, había un lado de él que le provocaba ir a separarlos de un regaño, decirles que se comportaran por estar en un lugar público, recordando la razón por la cual salieron, pero por el otro, pensaba que no podía ser egoísta con las dos personas que más ama estar juntas, aunque no es como si al final de cuentas les iría a decir algo en contra, sería lo último que haría en su vida.
— Bueno Levi, Isa y yo nos vamos ya a casa, fue un gusto volvernos a ver. — Comentaba Farlan con su típica sonrisa amable, -o de idiota manipulador según Levi-, mientras que se despedía con una mano y la otra sostenía la de Isabel, quién soltó un adorable bostezo, evidenciando su estado.
— Adiós. —Separó su vista de la pantalla del móvil para despedirse y luego volvió a ella. Dio un pequeño brinco al sentir como la pelirroja le abrazó sorpresivamente por detrás.
— ¡Lo siento, hermanito! Espero que algún día encuentres a tu personita especial, ¡así saldríamos todos! —Le guiñó, antes de irse corriendo a los brazos de su novio.
Levi rodó sus ojos, soltando un suspiro lleno de gracia. Una vez ya solo se levantó de su asiento, colgó su maleta en su hombro, recogió el envase de su malteada y fue botarla en el cesto de basura, después se dirigió a la fila que había en la caja.
— "Tch, Eren no deberías ser tan celoso", "tú fuiste quién nos juntó, no te puedes quejar", "por favor debes comprender", "pareces un niño berrinchudo", "Eren, si te molestaba que yo estuviera contigo, no puedes venir y reclamarme por el que ahora me preocupe por Armin". — De repente escuchó alguien quejarse con un tono forzado por imitar a una mujer, notando por el rabillo del ojo que hacía señas con sus manos y muecas infantiles a medida que se quejaba. Si estuviera ubicado en algún otro contexto, ignoraría al tipo, pero escuchó por un rato más, hasta que la curiosidad le ganó y finalmente, volteó a mirar al dueño de la voz, quién casualmente, estaba detrás de él en la fila.
— ¿Cómo quieren que no me enojen si siempre me dejan de lado? Ah, no puedo soportar tener que oír todas sus cursilerías y besos, ¡me enferman! — No solo el tono de voz del muchacho le daba risa, sino también su expresión de ese momento, pareciera como si salir con sus amigos era peor que encontrarse con una cucaracha en la cocina cuando vas a comer. Aunque, ante sus quejas, Levi alzó suavemente sus cejas, sin conocerlo ya sentía que le comprendía perfectamente.
— Es peor cuando les invitas a comer y se van sin ti. — Respondió al monologo del muchacho, ¿por qué? No lo sabía con certeza. Probablemente, buscaba con quién desahogarse al no tener casi amistades a las cuales acudir y descarcar su frustración.
— ¡¿Verdad?! ¡Molesta muchísimo! — Casi gritó, demostrando la evidente molestia que le impedía estar en paz, ocasionando que el más bajito de ambos diese un pequeño brinco. — Ah, lo siento. — Rascó su nuca, riéndose levemente, apenado.
— No se preocupe. —Se encogió de hombros y avanzó en la fila para su turno de ser atendido. — Pagaré las cosas de la mesa seis y por favor, una hamburguesa con queso para llevar. — Vio como de repente el castaño de hace un momento se asomaba a un lado.
— Perdón, pero ¿te gusta la hamburguesa?
El mayor asintió extrañado.
— ¡Genial! Son mis favoritos también. —Pasó a estar a lado del francés e hizo un ademán a la cocinera. — ¡Señora! que pena, ¡por favor otra hamburguesa con queso para la mesa ocho!
— Te acabo de conocer, no pagaré lo tuyo. —Dijo Levi, entre molestia y sorpresa.
— ¿Uh? —El desconocido parpadeó un par de veces. — Yo lo pagaré. — Sonrió de tal forma, que el contrario quedó más sorprendido.
— ¿Qué? Per-... —No logró conseguir terminar la frase, en menos de nada ya estaba siendo arrastrado por el más alto tomado de la mano hasta ser llevado al número de la mesa dicha, el recién llegado con una enorme sonrisa se sentó en frente de él con un brillo en sus ojos enormes. — Soy Eren. —Extendió su mano, luego se rió, bajándola por no ser correspondido. — ¡No me mires así! No es como si fuera a robarte o algo así, además sabes cómo preparan la comida aquí, no hay nada de qué temer por alguna sustancia extraña que pueda darte.
El azabache se quedó estupefacto, con sus cejas arqueadas, aunque pronto cambió su rostro por uno de seriedad. Dedujo que no tenía novia como para venir solo con sus amigos que son pareja y luego quejarse de su actitud, era muy extraña la situación en aquellos momentos, si el muchacho en frente suyo era todo un bombón.
— Levi Ackerman, estudiante de arquitectura, un gusto. —Era su turno de ofrecer su mano, siendo agitada energéticamente por el joven.
— Eren Jaeger, estudiante de secundaria, el gusto es mío. —Rascó su nuca, dedicándole una sonrisa al más bajito de ellos, flechándolo al instante.
El pedido llegó a su mesa y comenzaron a platicar sobre cosas que Eren quería estudiar en la universidad o la dificultad de la carrera de Levi, luego cosas sencillas como edad, pasatiempos y anécdotas, por supuesto, a veces volviendo a su tema principal de lo harto que era salir con parejitas. Al caer la noche, ambos ya debían retirarse, pero una pregunta de Jaeger sorprendió a Ackerman, provocándole un leve sonrojo a ambos.
— ¿Puedes darme tu número?
— Claro.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro