55. Juntas 🍀
MELANIE DASHTON
MELANIE DASHTON
Le seguía el ritmo al beso que prolongaba Allison, con cierta torpeza de mi parte.
—Querida, no sabes cuánto te necesito... —dijo Allison antes de besar con mucha necesidad mi cuello.
Yo gimotee debajo suyo, mientras cerraba los ojos.
—Estar sin ti, fue realmente doloroso... —añadió, antes de besarme con urgencia.
No podía contestar, o decir algo, por el repentino beso candente de Allison hacia mi.
Me aferré a su ropa, y Allison me miró.
Colocó su mano en mi barbilla, y me hizo mirarla a los ojos.
—A-Allison... —aparté la mirada avergonzada.
—No lo hagas cariño, quiero verte. Quiero verte en todo momento —confesó Allison, haciendo que mi alborotado corazón, se saliese de mi pecho.
—A-Allison... —exclamé y Allison me besó con más necesidad.
—No puedo resistirlo más —susurró, quitándose sus jeans y dejando ver su clara erección. —Mel, estoy en mi límite...
Allison me recostó sobre los asientos de atrás, mientras ella, se despojaba de sus prendas, dejándome ver su perfecto y bien trabajado, abdomen.
Mis ojos, bajaron hasta su erección, y entonces... Lo acaricie y después me avergoncé. Y me aleje, como pretendiendo jamás haberlo hecho.
—Mel —me llamó Allison—. Mel, mírame.
Apenada y aborchonada, cerré los ojos con fuerza y dije: —Me da pena, Allison... Todo esto me da mucha pena... Pero... No me gustaría molestarte con mi actitud —por fin confesé lo que tanto había ocultado—. Porque yo... Temo no estar a la altura de tus expectativas...
Abrí los ojos y me encontré a Allison, mirándome con una mirada de compresión y... Amor.
—Mel, cariño, eso es lo que te hace especial —dijo Allison, segundos antes de abrazarme. —Todos somos diferentes. Pero... Tú forma de expresarte, me fascina. Por eso, no soy capaz de resistirme. Cuando menos lo pienso, solo puedo pensar, en lo mucho que quiero llenarte y hacerte mía. Solo eso, cariño...
Y entonces, Allison me besó despacio.
Correspondí y Allison acarició mi mejilla.
Ahora sé que no hay sentimiento más bonito que amar y ser correspondido.
Allison se acercó hacia mi, y susurró en mi oído: —Quiero sentirte, y que me sientas por igual. Que no haya ni una sola noche en la que no me sientas. Y ni un solo día en el que no me pienses.
Me sonrojé y Allison sonrió.
—Me vas a hacer morir de diabetes —dijo ella.
Yo agrandé mis ojos y después me reí tímidamente.
—A mi también me vas a hacer morir de diabetes —le dije y después añadí. —Nunca pensé que me enamoraría de ti —le dije. —No así. Ahora... Solo quiero estar contigo, hasta envejecer. ¿Ahora quién es la de los amarres, eh?
Ella se rió dulcemente enamorandome aún más.
—Vas a tener que pagarme este enamoramiento —le dije. —El costo son tres besos.
—¿Qué te parece, un millón de besos?
—Estoy encantada con la propuesta.
Y sin más, Allison me besó múltiples veces, mientras acariciaba mi torso desnudo.
Es vergonzoso. Si. Pero a la vez es algo nuevo.
He descubierto, que lo que hace especial tu primera vez, no es que sea precisamente tu primera vez. Sino con la persona con la que estás en ese momento.
Y heme aquí.
Una vez más.
Disfrutando del amor.
Disfrutando de su compañía.
Disfrutando con ella.
Ahora sé que me enamoré perdidamente.
—Mel, ¿te sientes lista?
—Solo si es contigo.
Allison me miró con amor y beso mis mejillas.
—Primero, empezaré con esto... —indicó, introduciendo un dedo suyo en mi interior. Yo me aferré a su ropa, y Allison lo movió lentamente.
Gemí su nombre.
—A-Ah...
—Di mi nombre, Mel.
Y casi que de inmediato, gemí su nombre, cuando introdujo otro dedo suyo en mi interior. Sus dos dedos, se movían lentamente y con cuidado.
—Te amo... —dijo Allison en mi oído.
Lamió mi lóbulo y gemí con más urgencia su nombre.
—¿Me necesitas, cariño?
—Sí... —respondí alborotada.
Y entonces, Allison sacó sus dedos de mi interior, para después acercar su miembro a mi entrada.
Sentí que se me iba el aire, cuando la miré. Ahí estaba ella, tan energética. Tan hermosa. Tan...
—¡Ah! —un gemido prolongado salió de mis labios, cuando Allison, entró en mi con lentitud.
Sentí que me daba un orgasmo, y apenas la estaba sintiendo.
—Yo también me moría por sentirte querida —me dijo Allison comenzando a moverse y a menear sus caderas, arracandome gemidos más sonoros.
—¡Mhg...! ¡Allison!
Allison calló mis gemidos, con un beso suyo.
Gemía en sus labios, mientras Allison, se movía con experiencia.
Yo no hacía más que decir su nombre.
—Mel, ¿se siente bien? —me preguntó con voz dulce.
—¡Mhg...! ¡Eso es...! —sentí que me moría de la vergüenza enfrente suyo. Que me desvanecía.
—Eres tan bella... —agregó y me besó.
Correspondí su beso y un momento después, Allison, dió más estocadas en mi interior, haciendo que finalmente, llegase al orgasmo. Me atreví a mirarla directamente, y observé con detalle el condón que traía puesto. ¡Dios mío! ¿Cómo se respira?
—Te amo mucho Mel —dijo ella, moviéndose por última vez dentro de mi.
—Y... Y-Yo a ti...
Y cuando todo terminó, di varias bocanadas de aire.
¡Cielos!
Lo hicimos... En una playa.
—¿Te sientes bien, bebita? —me preguntó Allison acariciando mi mejilla. Y despojándose del condón.
—Sí... Es solo que... Aún estoy asimilando lo que sucedió —contesté de forma sincera.
—Te entiendo —añadió ella, antes de depositar un beso en mi frente.
—Allison, en serio te amo —le dije sin tabús. —No pienso renunciar a ti, por tu madre. Aunque...
Aunque había otra versión de la historia...
—Yo... —no sabía como explicarme—. No quería que tu madre te sacará del país, Allison... Es por eso... Que me atreví, ¡a verla! Pero fue un completo error...
—No te preocupes amor. ¿Pero te dijo algo más?
—Sí... Que me alejará de ti...
—¡¿Cómo carajos se atreve?! —inquirió Allison con el ceño fruncido, golpeando un objeto.
—Y por eso... Quería disculparme... Por —las palabras no me salían. —Haberlo hecho a escondidas... Pensé que arreglaría las cosas, pero no fue así...
—No te disculpes, amor —me dijo Allison. —Entiendo porque lo hiciste. Yo también habría hecho lo mismo. Pero... ¿Me prometes que no volverás a verte a solas con ella?
—Te lo prometo. —prometí.
—Con eso me basta —dijo Allison y después me besó.
Me preguntó si todo saldrá bien de ahora en adelante...
***
Al día siguiente, asistí a clases.
Todo marchaba bien, excepto cuando...
—¡Miren a quién tenemos por aquí! —dijo Hoffman. La persona más indeseable que menos deseo ver. —A la estúpida de Dashton.
—¡Miren a quién tenemos por aquí! ¡A una idiota! —le dije.
Hoffman me dió una mirada fulminante y le dijo a su grupito: —Agarrenla.
Me puse a la defensiva, y salí corriendo, logrando esconderme.
Pero a un mal precio.
Entré por error al baño de hombres.
—¡Perdón! —dije apenada. —¡No ví nada!
Salí lo más rápido que pude, con los ojos tapados, y entonces alguien me agarró del brazo. Abrí los ojos temerosa, pero me encontré con Paúl.
—¿Chica pato?
—¿Chica pato? —repetí yo incrédula.
—Ay darling, ¿qué hacías en el baño de hombres?
—Larga historia —contesté.
—Eso lo puedo ver —dijo Paúl. —¿Y bueno, ya se comieron tú y mi amiga?
Casual.
Sentí que me ahogaba con el aire.
—¿C-Cómo? —respondí desconcertada.
—¿Qué haces, Paúl? —dijo Allison.
—Cuidar a tu pato.
¿Pato?
—Ya no hace falta —agregó Allison. —¿Nos vamos? —nos preguntó a los dos.
A lo que respondimos que si.
Fuimos a la cafetería y ahí les conté todo lo que me había pasado minutos atrás.
—¡Ay, esa zorpila siempre metiéndose dónde no la llaman! —exclamó Paúl enojado.
—¡I know! —dije yo igual de enojada. —Estoy cansada de encontrarmela en todos lados.
—Si se atreve a venir aquí, se va a enterar la muy cabrona —dijo Lucía apareciendo junto a Camila.
—¡Chicas! —exclamé.
—Hey, Melly —dijo Lucía sentándose a mi lado. —¿Qué tal estás tía?
Hacía mucho que no me sentaba con mis amigas, como en los viejos tiempos. Realmente lo extrañaba.
—No tan bien, es decir, Hoffman me sigue molestando, pero ahí ando, ¿y ustedes?
—Re mal —contestó Camila. —La muy pelotuda de Lucía, me cancelo el Netflix.
—¡Fue por error! —replicó Lucía.
—Error o no, me lo cancelaste, boluda.
Yo me reí.
—Ay, como extrañaba esto —confesé.
—Y nosotras a ti, Melly —dijo Lucía atrayendome hacia ella. —Tu novia, ya ni te presta.
—Y si —añadió Camila.
—Puedo decir lo mismo de ti chica pato —me señaló Paúl—. Mi amiga ahora es solamente tuya. De nadie más. Solo tuya. Comparte.
Ante ese comentario suyo, me reí nerviosamente.
—¡Esa risa te delata, darling! —expresó Paúl entre carcajadas.
—¿A quién delata? —apareció Saúl, el otro mejor amigo de Allison.
—¡Saúl! —exclamó Paúl avergonzado.
Mmmmm.
Aquí hay algo.
Y como si todas nos leyeramos el pensamiento, nos alejamos y los dejamos a ellos dos, solos.
—Mejores shippeadoras, imposible —comentó Lucía.
—Si, sobre todo para vos —recriminó Camila—. Para vos todos son el uno para el otro.
—Si soy —dijo sin más Lucía.
Allison, junto a Camila y yo soltamos varias carcajadas.
¿Cuánto tiempo había pasado sin que me riera tan sinceramente?
—¿Y bueno? ¿Qué pasó con la bruja del 71? —preguntó Lucía.
—Es un tema algo... —respondí yo pensando en la palabra adecuada. —Sensible... Aún no hemos llegado a nada.
—Lamento oír eso —dijo Lucía.
—Yo igual lo lamento —habló Camila.
—No se preocupen —me apronte a decir. —¡Nada malo va a ocurrir!
—Eso espero corazón... —habló Allison.
***
Finalmente llegó la salida, y vimos unos anuncios que colgaban adentro del bachillerato, del baile de graduación.
La graduación estaba a la vuelta de la esquina.
Qué pronto se ha pasado el año.
—A-Allison —escuché que la llamo, una Omega, por su olor característico a fresas. Ambas nos giramos y nos encontramos a una apenada y ruborizada chica castaña. —¿Serías... Mi pareja de baile?
—Agradezco la invitación —dijo Allison—. Pero ya tengo acompañante.
—¿Quién lo diría? —repuso un chico pelirrojo, que automáticamente reconocí. ¡Es Jeremy! —Allison, la rompecorazones de todo Hastings, enamorada. Pufff, qué repulsión.
Allison frunció el ceño y dijo, molesta: —¿Y a ti qué?
—Será mejor que tengan cuidado —dijo Jeremy confidente—. A muchos no les agrada su relación. Y harán lo que sea por destruirla.
—¿Qué? —dije incrédula.
—¿Cómo sabes eso? —indagó Allison.
—Los chismes corren y no dan tregua —dijo finalmente Jeremy. —Tsk, no sé ni porque me molestó diciéndote esto a ti, Rodríguez.
—En verdad lamento lo que pasó en el pasado —confesó Allison apenada.
—Una disculpa no arregla nada... —repuso Jeremy.
—Pero... —dijo Allison.
—Pero nada, tus disculpas no arreglan nada —sentenció Jeremy, dándose la vuelta y antes de irse se dirigió a nosotras: —Pero si, tengan cuidado.
Y posteriormente se fue.
Allí nos quedamos como estatuas, Allison y yo, rebuscando en sus palabras. ¿Será posible?
—Allison —oí como la llamaba una chica, de un grupo más adelante nuestro—. ¿Por qué ya no me escribes?
—Lorena, ya fui clara contigo, yo ya... —dijo Allison.
—No me interesa. Te necesito —agregó Lorena.
—Lo lamento, pero ya no podré verme con ninguna más —dijo Allison, a lo que las chicas, le reprocharon.
—¡Eres una estúpida, Rodríguez! ¡Nadie juega así conmigo! —escupió furiosa Tiffany.
Aquellas chicas insultaron a Allison, y yo me metí. Pero a mi también me insultaron.
—Lamento que te hayas visto involucrada —dijo Allison.
—No te preocupes —aseguré—. Pero por lo que veo, si es verdad que no nos quieren juntas.
—Eso me temo...
—Otra razón para salir con más orgullo —agregué con una sonrisa.
—Tienes razón, corazón —dijo Allison despeinando mi cabello.
—¿Salimos al cine? —pregunté.
—A dónde sea, pero que sea contigo.
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