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49 - Saturno 🌼

MELANIE DASHTON

Ya habían pasado dos semanas desde mi lesión en el pie, por lo que, ya estaba completamente curada.

Sin embargo, requería de ir a rehabilitación.

Así que, mientras esperaba a mi bonita novia —si, qué nervios— me encontraba en la sala, mirándome por enésima vez en el espejo. Verificando si me veía bien. Observando con detalle mi cabello, y buscando con la mirada que ningún mechón rubio mío, se haya movido. O mi peinado en si. Que consistía en traer el cabello suelto.

No obstante, todo estaba perfecto.

Riiing Riiing

¡Oh, mi Dios! ¡Es ella!

Trate de correr, pero no pude, la férula, que consistía en una bota negra, me lo impidió, junto al dolor punzante en mi tobillo.

—Auch —me quejé y caminé con dificultad hacia la puerta.

Posteriormente, abrí la puerta y afuera observé a Allison, mirarme con las mejillas sonrojadas.

—Son para ti, dulzura —me dijo Allison dandome en las manos un ramo de flores.

Acto seguido, me acerque a ellas y las olí.

Son mi segundo olor favorito después del olor que desprenden los libros.

—Gracias amore, es un bonito detalle —le dije con una tímida sonrisa.

—Me alegra que te gustarán —dijo Allison. —Es que cuando las ví, pensé en ti.

—Ay —sonreí enternecida. —Me haces tan feliz con esas palabras... 

—Me alegra mucho saberlo, mi vida.

Me reí tímidamente, y seguido de eso, Allison me ayudó a caminar hacia su auto.

Acto seguido, me subí con su ayuda en el copiloto y después de que Allison se subiera, arrancó el motor y el auto comenzó a andar un momento después.

Había algo especial en este día.

Tal vez, sea por las miradas que nos damos en silencio.

O por nuestros besos.

Pero en definitiva, todo es mágico.

Todo se siente... Tan especial.

Nunca antes me había sentido así en la vida.

Posteriormente, llegamos al hospital llamado »Central« y Allison se estacionó en el estacionamiento. Apagó el motor y quitó las llaves de la entrada. 

Seguidamente de eso, nos bajamos y entramos al hospital.

Fuimos con la recepcionista y cuando llegamos, yo fui la primera en hablar.

—Buenos días, disculpe, sabe que vengo con la fisioterapeuta de la planta dos —le dije.

—Adelante.

Posteriorermente nos subimos al ascensor.  Y acto seguido, presioné el botón dos, que era plantilla dos. Y el ascensor comenzó a funcionar instantaneamente.

—¿Le gustaría tener una cita después de salir de aquí, a esta bella dama conmigo? —me preguntó Allison con una sonrisa coqueta.

—M-Me encantaría. —contesté con las mejillas sonrosadas. Era inevitable no sentirme tan nerviosa cerca de Allison. 

—Cariño, en serio me gustas mucho. 

Descubrí, que solo cinco palabras, eran suficientes para desbordar mi corazón y desefrenarlo.

Mi corazón latía fuertemente por sus palabras.

—Me pones muy nerviosa, Allison... —confesé.

—No te lo había dicho hasta ahora, pero tú también me pones nerviosa.

Abrí los labios conmocionada y Allison sonrió, segundos antes de besarme.

—¿Sorprendida? —me preguntó.

—¡Bastante! —contesté sorprendida y apenada, pero demasiado enamorada. —Jamás me lo imaginé. Soy tan feliz —se me escaparon esas palabras, mientras miraba al suelo feliz con las mejillas teñidas de rojo.

Allison acarició mi rostro mientras me miraba enternecida.

Justo iba a decir algo más, pero en ese mismo instante, se abrieron las puertas del ascensor.

—¿Ibas a decir algo, mi vida? —me preguntó Allison cuando salimos.

—No te preocupes, no es nada importante amore —respondí.

—Está bien, bebé —dijo Allison sujetando mi cintura.

Después caminamos por un largo pasillo y finalmente llegamos a la sala correspondiente donde me tocaba mi primera rehabilitación.

—Es aquí —le dije.

—¿Es aquí? —respondión Allison.

—Sí. —contesté y posteriormente, vimos a una muchacha, quien supuse que era la fisioterapeuta, hablar con un señor que traía muletas.

Cuando él se fue, nos acercamos y dijimos al unísono: "Buenas tardes".

—¿Melanie Dashton? ¿Verdad? —dijo la muchacha, viendo mi expediente.

—Sí —respondí con una amable sonrisa. —Soy Melanie, Hernández Dashton.

—Gusto en conocerte, Mel —dijo ella.

—Igualmente... Eh...

—Michelle.

—Encantada de conocerte, Michelle. —formulé con una sonrisa.

—Gracias Melanie —Michelle miró a Allison por unos instantes y después, agregó: —Pasa, por favor.

—Ya vengo, amor. —le dije.

—Ve, corazón.

Sonreí y caminé con algo de dificultad, hacia el cuarto blanquecino. 

Entré al cuarto con aire acondicionado, el cual, regulaba la temperatura del cuarto, sin llegar a ser una temperatura baja, o por el contrario, una temperatura alta. Era... Regular. Por así decirlo.

Miré a Michelle, la fisioterapeuta y ella me sonrió en respuesta.

—Bien, veamos... ¿Cómo te lastimaste?

—Verás... —respondí mirando al suelo apenada—. En realidad yo soy muy torpe... Me pasan cosas muy surrealistas...

—No te preocupes. Todos somos torpes a nuestra manera —me dijo—. Yo cuando bailo, soy como dos pies izquierdos.

—Ja, ja —me reí sincera. —Me suele pasar.

—Pero bueno, nos estamos desviando del tema —acotó—. ¿Cómo te lesionaste el pie?

—Oh... Si, pues verás... Estaba jugando fútbol, cuando de repente... Me pasaron el balón e intenté patearlo... Pero fue una mala idea... —dije—. Y entonces... Me torcí el tobillo.

Concluí mi historia avergonzada y Michelle, me miró en silencio, y durante ese lapso de tiempo, pensé que se iba a reír de mi historia o algo parecido, pero en lugar de eso, me dijo: —Entiendo... Suena duro. Vamos a examinar tu pie.

Me quité la férula, con cuidado, y en un momento dado, las manos tibias de Michelle, tocaron mis dedos. A lo que, la miré y ella me sonrió.

—Bien. Acércate, por favor.

Me acerqué a ella, y ella con sumo cuidado palpo mi tobillo.

Fruncí los labios ante el toque y ella muy atenta, añadió:

—Lo siento. No quería lastimarte.

—No... Pasa nada. — respondí. 

—¿Puedes mover tu pie? —preguntó soltando mi pie.

—Más o menos...

—Vamos a intentarlo.

Hice varias repeticiones, en las que batallaba para moverlo, pero Michelle, me preguntaba cosas para aliviar el dolor.

—Y así fue como una zanahoria casi me mata —le dije.

Ella soltó una risa dulce y yo sonreí.

—Estás llenas de sorpresas, Dash.

Sonreí sin saber que decir.

—Y bueno, ¿esa chica es tu pareja? —preguntó.

—Sí, somos novias —respondí muy feliz y Michelle me miró con una mirada indescriptible.

—Ya veo.

Seguimos conversando, aunque el ánimo de Michelle había bajado continuamente. Con lo cual, sospeche si eso se debía, a que yo le había confesado que Allison y yo éramos pareja.

—Supongo que ella te ama mucho —dijo Michelle dejándome confundida. —Pero como sea... Ya terminamos.

—Gracias por los tratos, Michelle —le dije con una sonrisa amable. Ella correspondió a mi sonrisa y tras ponerme la férula camine hacia afuera. Pero jamás me imaginé que ella saldría también.

Posteriormente fui hacia con Allison caminando con emoción a nuestro encuentro, pero en eso, Michelle, apareció detrás mío, y dijo:

—Hola, es un gusto conocerte —le dijo con una cálida sonrisa, dándole su pálida mano. —Melanie me ha hablado mucho de ti. Soy Michelle Cawthon.

—Un placer, soy Allison Rodríguez —dijo Allison, con una mirada sombría, estrechando su mano con la de ella.

Fruncí las cejas y cuando iba a decir algo, Allison, me miró y dijo: —Bueno, nosotras ya nos vamos.

—Esperen. —agregó Michelle.

—¿Qué pasó? —contestó Allison, tras haberme tomado la mano.

—Este es mi número. Por si pasa cualquier cosa, pueden marcarme.

—Gracias Michelle, lo tendremos en cuenta —le dije mientras tomaba el papel y lo guardaba.

Allison le dió una última mirada a Michelle y nos fuimos del hospital.




***



—Mi vida, ¿cómo te sientes después de esta rehabilitación? —me preguntó cariñosa Allison.

—La verdad es que todavía batallo para mover el pie, pero me siento mejor. —respondí y Allison sonrió aliviada mirándome con ternura.

—Me alegra escucharlo, bebita.

Me ruboricé tímida ante su nueva forma de llamarme.

—A-Allison... ¿Te... Puedo besar?

Allison sonrió.

—Vivir sin tus besos, sería una tortura, Mel.

Abrí los labios para responder, pero en eso, Allison me besó, haciéndome sentir descargas eléctricas en todo mi cuerpo. El beso era candente y apasionado pero a la vez dulce.

Cerré los ojos mientras entrelazaba mis brazos alrededor de su cuello, y Allison, profundizó nuestro beso, poseyendome en todos los sentidos de la palabra.  

—Mel —me llamo Allison y la miré respondiendo con un: "¿Qué pasó, amor?" Y segundos después, Allison colocó una canción a través de su celular que sonó en la radio de su auto—. Te dedico la canción: "They don't know about us" de One Direction.

Mi corazón palpitó fuertemente.

No podía decir nada por la impresión.

Solo sé que una gran felicidad me invadió.

Porque siempre ha sido amor lo que he sentido por Allison. Siempre.

—People say we shouldn't be together... —empezó a cantar Allison. Y es que la letra de la canción, de alguna u otra manera, la estábamos viviendo. —We're too young to know about forever.

Muchos dicen, que el amor, se encuentra en cierta determinada edad de tu vida.

Pero yo les digo, que no, que el amor aunque es instantáneo o momentáneo, es para toda la vida. Porque solamente una persona, de entre tantos billones, es la única que amarás por el resto de tu vida.

Y yo... Yo la encontré.

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