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42 - Sin rendirse 💫

ALLISON RODRÍGUEZ

Los días pasan y el no saber nada de Mel, me está matando por dentro.

—Estoy segura de que habrá una oportunidad en la que podrás hablar con ella, tía —me animó Lucía.

—Sí, vos no te preocupes.

—Eso espero chicas...

No perderé la esperanza, sé que podré volver a hablar con Mel.

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.

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Mientras tocaba una canción en mi piano, más específicamente, "They don't know about us" recordé a Mel y el como ella quería escucharme tocar una canción en mi piano...

Joder, como me duele...

Pero no le voy a decir adiós a Mel.

Aunque digan que somos muy jóvenes para comprender lo que es el amor, sé que es amor, pues nadie más ha logrado hacer latir mi corazón como ella lo hace.

—People say we shouldn't be together — comencé a cantar con tristeza—. We're too young to know about forever...

Hice una pausa y después, continúe tocando mi piano.

—But i say. They don't know what they're talk, talk, talking about. Talk, talk, talking about...

Sonreí tristemente y proseguí:

—Cause this love is only gettin' stronger... So, i don't wanna wait any longer. I just wanna tell the world that you're mine, girl...

Estábamos tan cerca de cumplir el primer mes juntas...

—T-They don't know about the things we do...

No pude más. Las lágrimas comenzaron a salir de mis ojos.

Caían como cascada.

No podía retenerlas.

—Allison, necesito que me hagas un favor... —dijo Geraldine, logrando hacerme mirar hacia el frente—. Oh... ¿Estás bien? ¿Estás llorando?

—No, solamente me sale agua por los ojos.

Geraldine frunció el ceño y se sentó a mi lado.

—¿Qué pasó? —preguntó.

—Lo perdí absolutamente todo, Ger —le dije completamente destruida por dentro—. Esa maldita señora... Que se hace llamar mi madre... Me vendió. Quiere que me case con una chica de su gusto... Y por si fuera poco, me hizo terminar con Melanie... ¡Y todo por su puto y maldito gusto! Estoy demasiado mal... La extraño tanto, joder... Geraldine, solo quiero ser libre de una buena puta vez. Estoy harta de que me quieran monitorear y controlar en todo momento. Solo... Quiero ser feliz. ¡¿Acaso es tan malditamente difícil lo que pido...?!

—Ay... Como lo siento, Allison —me dijo Geraldine, mirándome apenada—. Estoy segura que debe de haber una solución. ¿Ya hablaste con Melanie?

—No... No he podido —dije y más lágrimas cayeron de mi rostro. —Es tan jodido, todo lo que quiero es estar con ella...

—Ay qué mal... Pero no todo está perdido, mira, podemos hacer una cosa.





MELANIE DASHTON



Cada día que pasa, me muero aún más por no estar con Allison...

La extraño demasiado...

Recuerdo su voz.

Recuerdo todo de ella.

Joder...

Como me duele.

Me aferre a mi almohada mientras lloraba y me desahogaba en silencio. Ya llevaba varios días sin salir de mi cuarto.

—Cariño, ya está la comida... —me dijo mi madre. Yo no dije nada. Solamente me quedé en silencio.

Segundos después, agregó:

—Si necesitas hablar, siempre estaré dispuesta a escucharte cariño.

No dije nada al respecto.

—Bueno, tengo que irme, cariño...

Alcé la cabeza y supuse, que en efecto, ya se había ido.

Me aferre nuevamente a las sábanas y llore...

.

.

.

Finalmente me digne a bajar las escaleras e ir a comer.

Calenté la comida en el microondas, y posteriormente escuché a mi madre hablar con mi papá. No le presté atención, hasta que escuche claramente algo que captó mi atención.

—No permitiré que Melanie se de baja de la preparatoria, solo porque así lo ordena esa loca señora. Hablaré con ella.

Las esperanzas resurgieron en mi.

¿Será posible que todo mejore...?

No. No lo creo...

***

Ya era lunes.

Mi madre convocó a la señora con ayuda del director en la oficina del director y, para sorpresa de todos, accedió la señora.

Cuando finalmente llegó, dijo:

—Vaya, qué sorpresa, señora Hernández —dijo ella. —Y Dashton. ¿Cómo estás, querida?

La miré fulminante.

—Mejor de lo que está usted —le dije.

Ella sonrió con malestar y enojo, pero lo supo manejar.

—Me alegro —dijo ella con una sonrisa falsa. —Y bueno, ¿a qué se debe el honor de este llamado? Yo soy una mujer ocupada y de muchos asuntos. 

Fruncí el ceño.

Ja, si claro.

—Quiero que le quede claro una cosa señora —habló mi mamá. —No dejaré que mi hija se dé de baja de la preparatoria solo porque usted así lo quiere. He venido para hablar de señora a señora, y que resolvamos esto como adultas civilizadas.

—Así que era por eso —dijo la señora—. Mire, debe de entender que poco se puede hacer en esta situación, dado a que su hija ya se dió de baja de la preparatoria.

—El director está dispuesto a rectificar la expulsión de Melanie —añadió mi mamá y la señora Lisbeth le lanzó una mirada desafiante.

—Pues en ese caso dígame, ¿qué es lo que quiere de mi?

—Que deje de atormentar a su hija —¡Lo dijo!—. Y que la deje ser feliz con quién ella quiera.

¡Eso es, mamá!

—Yo lo único que hago es cuidar a mi hija de malas influencias.

—¡¿Disculpe?! —dijo mi mamá ofendida. —¡¿Está insinuando que mi hija es una mala influencia?!

—Precisamente eso es lo que trato de decir —dijo con una sonrisa egocéntrica—. Mi hija desde que está con su hija, ha cambiado mucho. Lo único que hago es cuidar a mi hija de malas influencias, y para que esto quede claro, su hija sabe muy bien lo que quiero decir.

—Como también sé, que no deja ser feliz a Allison —dije finalmente. —¿O me equivoco?

—Eso no es asunto suyo —rectificó.

—¡Ah, si claro! —dijo mi mamá burlona—. Ahora no es nuestro asunto. Mire señora, dejémonos de juegos de niños pequeños. Dígame, ¿por qué le hace esto a su propia hija? ¿qué acaso no la quiere?

—Si yo vine solamente a que me hicieran a perder mi tiempo. Entonces ya me voy —dijo la señora, pero solo está huyendo.

—Huya señora —no le da tregua mi mamá. —Huya, que supongo, que eso es lo único que sabe hacer.

—No voy a tolerar estas faltas de respeto hacia mi persona. ¡¿O es que acaso usted no sabe quién soy yo?! Usted no está hablando con cualquier persona. Está hablando con una figura bastante importante en el mundo de las empresas. Mida bien sus palabras.

—Si, si y yo soy el presidente de México —dijo mi madre.

—A ver, basta ya señoras —dijo el director con el semblante serio—. Hice todo esto, porque quiero que lleguen a un acuerdo. No para que se peleen entre si.

—Olvídese de que llegue a un acuerdo con esta señora —dijo la señora empresarial. —Tengo muchos asuntos que atender.

—Tan solo dígame algo, señora —hablé para sorpresa de todos—. Dígame porque hizo todo esto.

—No tengo porque responderte —respondió levantándose de su silla.

—Oh si tiene porque —le dije—. ¡Merezco una explicación!

—¿Dices que mereces? —dijo ella. —No te confundas. Mi hija siempre estuvo confundida y nunca supo lo que quiso. Aunque me sorprendió que saliera con alguien, pero no es nada del otro mundo. Ahora sí me disculpan... Tengo que irme.

—¡No hemos terminado señora Rodríguez! —espetó mi mamá furiosa.

—Ya terminamos —remarcó la señora. —No tengo nada más que discutir con ustedes.

—Pero conmigo si —dijo una voz. Y esa voz... Era la de Allison.

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