Capítulo 2: Avión a casa
Gracias a su trabajo como bombero en Tokio, se podía permitir el volver a casa y ver a su familia bastante a menudo. Estaba acostumbrado a viajar en avión, pero cuando veía a Shoto durmiendo a su lado, pensaba que quizá, Shoto no estaba tan acostumbrado a ello. Era muy posible que él no fuera tan a menudo de vuelta a casa a ver a la familia.
Sonrió al verle dormir con la cabeza contra la ventanilla. ¡Siempre acababa cuidando del hermanito de su mejor amigo! Fuera como fuera, desde su adolescencia, siempre había sido así. Hoy después de que le vomitase encima y tener que cambiarse de ropa, tuvo que arrastrar a Shoto hasta el avión, donde finalmente terminó cayendo dormido casi al instante en el que su trasero tocó ese asiento.
Desvió la mirada hacia su teléfono. Estaba en modo avión pero todavía recordaba la conversación con sus padres antes de que el avión despegase. Sólo les llamó para avisarles que ya iba a salir aprovechando los minutos que tenía hasta que todos los pasajeros se sentasen y le obligasen a apagar el teléfono. Sin embargo, lo que iba a ser una corta conversación se lió algo más. No esperaba una mala noticia y menos en una fecha tan señalada. La boda de Touya debería ser simplemente una gran alegría para todos, iba a viajar por él y ahora... tras descubrir que su padre tenía una enfermedad terminal, todo su mundo se vino abajo.
En esa conversación, hablando con su madre, escuchó cómo su padre tomaba el otro teléfono y por más que ambos discutieron ligeramente sobre contárselo mejor cuando llegase a tierra, al final, acabaron prefiriendo que lo supiera cuanto antes. Hoy mismo le habían dado los resultados médicos y no eran nada buenos. Su padre se moría y lo único que ellos habían deseado toda su vida... era verle con alguien estable, ver que su vida tomaba un rumbo y estaban deseando conocer a su acompañante para la boda. Tras esa noticia, Bakugo no tuvo valor para decirle a su padre que ya no tenía acompañante así que mintió. Vio a Shoto durmiendo a su lado y simplemente dijo... "Sí, de hecho ya conocéis a mi acompañante, es Shoto Todoroki y estamos prometidos".
La alegría de sus padres fue abrumadora, más al saber que era precisamente Shoto Todoroki, le conocían desde niño y allí en la ciudad todos le adoraban, era casi como el hijo perfecto, siempre lo fue. Ver esa felicidad hizo que hasta él se alegrara. El problema vendría cuando Shoto despertase y cómo iba a convencerle de que le hiciera el favor de fingir ese compromiso con tal de ver a su padre feliz el tiempo que le quedaba.
¡En menudo lío estaba ahora mismo! Conocía bien a Shoto, desde siempre, pero aun así, no implicaba que, sólo por su amistad, él fuera a aceptar hacerle un favor semejante.
Volvió a mirar hacia Shoto, seguía durmiendo, pero por algún leve gesto de sus párpados, Bakugo intuyó que estaría a no mucho tardar de empezar a despertar. Tardó unos diez o quince minutos, pero tuvo razón, Shoto abrió los ojos con lentitud tratando de descubrir dónde se encontraba. Al verle agarrarse la cabeza, Bakugo se dio cuenta de que debía dolerle algo, cosa que no le extrañaba. Shoto no solía tolerar nada bien el alcohol, lo sabía bien.
— Por fin despiertas. Me ha tocado arrastrarte hasta el avión.
Shoto se giró por primera vez hacia el lugar de donde provenía la voz para encontrarse a Bakugo a su lado. No era que recordase demasiado de hacía unas horas pero... sí recordaba haberle encontrado en el aeropuerto y que él le había dejado usar su teléfono, aunque al final, ni siquiera lo utilizó. Posiblemente, Bakugo llamó a su familia para avisarles. Él siempre era así. Le cuidaba aunque sólo fuera por respeto y amistad a su hermano mayor.
— ¡Shhh! – dijo Shoto – no me levantes demasiado la voz, por favor. ¡Qué dolor de cabeza!
Bakugo sonrió. Era cierto que él tenía un tono de voz alto, Shoto siempre se lo recordaba. A él le gustaba hablar mucho más tranquilo, con suavidad, su tono de voz era tan apacible... Bakugo le dio unos segundos para que se despejase un poco, aunque no dejó de observarle. Shoto se apretaba con un par de dedos el puente de la nariz y trataba de abrir los ojos. Fue entonces cuando pareció recordar algo y Shoto giró el rostro hacia la ropa de Bakugo.
— ¿Te vomité?
— Sí – sonrió Bakugo.
— ¡Oh, joder! – dejó caer Shoto la cabeza contra el respaldo del asiento – lo siento.
— No pasa nada. Lo bueno de viajar con equipaje es que he podido cambiarme de ropa. La lavaré cuando llegue a casa.
¿Debía esperar a que Shoto se despejase o soltarle ya la bomba? Bakugo lo dudaba. Por una parte, más centrado pensaría mejor las cosas, pero quizá... ese era el problema. Sabía que Shoto era inteligente, podría salirse por la tangente y evitar su plan. Debía ir directo a su punto débil y Shoto tenía uno muy evidente: era demasiado honrado. Nunca dejaba un favor sin hacer y menos con la gente que apreciaba, él siempre estaba dispuesto a ayudar a sus amigos, el problema era que Bakugo no estaba seguro de si en realidad se podían considerar amigos. Sólo era el hermanito mocoso de su mejor amigo, aun así, debía jugar esa carta porque era la única que tenía en su mano.
— Me dijiste que ya no tienes acompañante.
— Prefiero no hablar del tema. Aún tengo que decirle a mi hermano que iré sin acompañante.
— ¿Por qué no vamos juntos? – preguntó Bakugo ante el asombro de Shoto.
— ¿Qué?
— Tú no tienes acompañante, yo tampoco, los dos pusimos que iríamos con alguien y...
— Ni de coña, mi hermano nos mata y además, nadie se creería que tú y yo...
— Shoto – le llamó Bakugo esta vez con una seriedad extraña en él –. Necesito que me ayudes. Somos amigos, ¿no?
— ¿Lo somos? – preguntó Shoto extrañado, siempre había considerado a Bakugo como el mejor amigo de su hermano, él sólo les seguía a todos lados como una mosca toca-narices.
— Te he ayudado muchas veces, en tus malos días, desde que eras un crío.
Shoto afirmó con la cabeza, todo eso era cierto, Bakugo siempre había estado allí para él en sus peores días.
— Necesito que finjas ser mi prometido unos días, mientras estemos allí con mi familia.
— ¿Prometidos? – preguntó Shoto todavía más desconcertado. Una cosa era ir de acompañantes y otra hacerse pasar por novios y encima... prometidos –. Es una locura – dijo sin más –. No puedo hacer esto. Sabes que te agradezco muchísimo todo lo que me has ayudado siempre, pero esto es demasiado.
— Shoto, mi padre se muere.
Aquella noticia hizo que Shoto se quedase helado mirando a un Bakugo deprimido que trataba de mantener la compostura todo lo posible frente a él.
— Me acabo de enterar. Al subir al avión. Lo peor de todo es que mis padres sólo desean ver que asiento mi vida.
— Eres un Don Juan, vas de flor en flor siempre. No eres de los tipos que se comprometen precisamente – dijo Shoto.
— Ya, por eso te pido este favor. Sólo un tiempo, fingimos el compromiso y regresamos a Tokio y cada uno a su vida. Podemos decirles que hemos discutido por algo, que no funcionaba la relación, que lo dejamos y ya está. Por favor, Shoto, nunca te he pedido nada.
¡Era difícil negarle algo a Bakugo! Así lo veía Shoto. Cuando pensaba en él, sólo se acordaba de las mil cosas que ese chico siempre hizo por él. Aquello era una locura pero tampoco podía negar que pasar unas semanas con Bakugo sería casi un sueño hecho realidad para él. Siempre estuvo enamorado de ese chico y ahora tenía la opción de pasar un tiempo a su lado, fingir ser su novio y sí... estaba mal fingir algo así frente a todos pero... quizá aquella fuera la única oportunidad que tendría para pasar un tiempo a su lado.
— ¿Sólo unos días? – preguntó Shoto finalmente al ver que aquello era realmente importante para Bakugo.
— Sí.
— Vale. Pero intentemos hacer las cosas bien y no expandir la noticia demasiado.
— Ya... se lo he dicho a mis padres – dijo Bakugo ante aquello.
— Vale... sólo son tus padres, podremos controlar la expansión de la noticia todavía.
— Les dije que fueran discretos y no dijeran nada, de momento.
***
¡Con los ojos completamente abiertos! Así se habían quedado los dos. De pie en la salida de las puertas de la terminal, con las maletas a sus espaldas y mirando las pancartas de "Felicidades" y a ambas familias bajo ellas gritando eufóricos. Shoto no quiso ni mirar a Bakugo pero sí se dirigió a él disimuladamente.
— ¿Esto es lo que se supone que es discreción?
— Eso dije, pero supongo que se han emocionado demasiado – susurró Bakugo en dirección a Shoto aunque ambos buscaron inmediatamente a la persona más importante para ellos: Touya Todoroki. Por suerte no estaba allí –. Quizá tu hermano aún no se ha enterado.
— Lo dudo. Si están todos aquí, él lo sabe y no le ha gustado la idea.
— Ya me imagino. Hablaré con él en cuanto pueda y aclararé todo esto.
— ¿Le contarás la verdad a él sobre nuestro trato?
— ¡Y tanto! No quiero que me mate si cree que me tiro a su hermanito.
El silencio se hizo de nuevo entre ellos cuando la madre de Bakugo se lanzó sobre el cuello de Shoto en un intenso abrazo lleno de felicidad al ver que su hijo finalmente sentaba cabeza. Además, Bakugo sabía de sobra que su familia adoraba a la familia Todoroki, no por menos todos ellos estaban invitados a la boda de Touya. Se les notaba a la legua la felicidad de ambas familias ante la noticia de su compromiso.
— ¡Ay, mi niño! ¡Qué alegría me habéis dado! Qué calladito lo teníais.
— Ya... – dijo Shoto sin saber muy bien cómo responder – queríamos que fuera sorpresa.
— Y tanto que lo ha sido. Menuda alegría nos habéis dado. Vamos, vamos, hay mucho que preparar para la boda de tu hermano y tenemos que empezar a planear la vuestra.
— ¿Qué? – preguntó Shoto.
— Mamá... aún es pronto, hace poco que le he propuesto el compromiso – intentó intervenir Bakugo frente a su familia, aunque los padres de Shoto ya se aproximaban hacia ellos entusiasmados con la noticia aunque algo reticentes. Todos en esa ciudad sabían de los amoríos de Bakugo y su alergia a los compromisos.
— Y no hay tiempo que perder, hijo. Se nos echarán las fechas encima.
Shoto miró de reojo a Bakugo casi pidiéndole ayuda aunque no la recibió debido a que su familia se abalanzó a abrazarle. Desde luego, hacía mucho que no veían a su hijo pequeño.
— Creo que tienes muchas cosas que contarnos, cariño – susurró su madre con una gran sonrisa.
— Sí, supongo que sí – sonrió Shoto con sutileza antes de mirar de reojo a Bakugo en una mirada de complicidad. Los dos estaban metidos ahora en ese asunto, juntos, así que algo deberían inventar para hacer creíble esa inverosímil historia entre ellos.
— Vamos a llevaros a casa para que podáis descansar. Seguro que habéis pasado una mala noche teniendo que esperar por ese retraso del avión – comentaron la familia de Shoto.
— ¿Llevarnos a casa? ¿Juntos? – preguntó Shoto ante la duda.
— Claro, no somos tan carcamales como para suponer que no estáis viviendo juntos en Tokio, ¿no? Los padres de Bakugo aún tienen el apartamento encima de la tienda donde trabajan. Se han ofrecido a dejaros el apartamento mientras estéis aquí, así tendréis intimidad.
— Oh... qué amables – susurró Shoto mirando con mayor énfasis a Bakugo sin entender el motivo. Bakugo también estaba confuso, pero no pudo decir nada al respecto. Sus padres ya habían planeado todo y simplemente, deberían dejarse llevar hasta poder estar a solas y poner ciertas cosas en orden.
Shoto, que buscaba incesantemente que Bakugo posase la mirada en él un segundo para poder encontrar esa complicidad que tuvieron en el avión, finalmente la encontró. Bakugo elevó la mirada hacia Shoto y acercándose a él, colocó la mano sobre su hombro para calmarle y sonrió antes de susurrar cerca de su oído.
— Sigue el rollo, hablamos en casa a solas.
¡Se metía en la boca del lobo! Estaba claro que todo aquello era un gran error pero amaba tanto a ese chico, había soñado tantas veces con cómo sería ser su novio que ahora que tenía la opción, aunque todo fuera una mentira, le gustaba sentirse así. Tenía una opción para enamorarle y quería intentarlo. Al menos era lo único que Shoto pensaba cuando decidió meterse en ese lío junto a Bakugo frente a toda la familia.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro