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🏀Especial: Te quiero🏀

Advertencias
Ya se la saben
Tengan el control que yo no tengo al escribir, denme un buen ejemplo
Los quiero y ojo al leer

Edgar

Sus caricias sobre mi cuerpo me tenían en un sube y baja de emociones, sensaciones y ansias. Era intenso, más que cualquier otro día, mil veces más que nuestros incontables momentos anteriores. Los sonidos que salían de mi boca estaban por subir de volumen de forma inevitable, estaba a nada de no poder controlarlos y llegar a punto sin retorno, estaba por sobrepasar mi propio límite. Aun así, no podía dejarme llevar de buenas a primeras sin pensar antes. Las niñas estaban en casa, no podía hacerles eso, sería hipócrita de mi parte y estaría replicando las acciones de mi madre.

¡Eso jamás!

-Thomy, Thomy, espera... -susurré entre jadeos-. Dame un... segundo.

-¿Para qué? Aquí estoy bien cómodo -contestó con un jadeo en mi oído, con ese tono ronco de voz que me hace agua el cuerpo-, y bastante inspirado.

En algún momento de la noche, sus manos llegaron hasta mi trasero, subiéndome a horcajadas en su regazo. El señor manos largas había metido sus manos por debajo de mi camisa, subiéndola entre caricias por mi pecho y espalda, hundiendo las uñas de sus dedos en mi piel. Por más que pensara y tratara de controlarme, no podía bajar ese calor que me embriagaba.

-Las niñas... -jadeé suavemente-. No sabemos si están dormidas del todo... A Ely a veces le cuesta dormir.

-Ya deben estar dormidas, de todos modos, seremos muy silenciosos -expresó con mucha seriedad-. Tengo mis métodos para evitar levantar sospechas.

-Pero... -Un suave mordisco en el cuello me hizo morder mis propios labios, evitando gemir-. ¡Ya, mano larga!

Intenté levantarme de él, pero al mismo tiempo, sus manos apretaron mis glúteos sentándome de nuevo en su regazo, presionando sobre su muy duro paquete. ¡Eso iba a terminar o muy mal o demasiado bien!

-¿A dónde vas? -replicó entre pucheros tiernos-. ¿Me vas a dejar solito?

-Solo será un momento, tres segundos como mucho -me burlé.

-Demasiado tiempo para mí, punto.

Volvió alanzarse por mis labios, recostándome sobre el sofá mientras se terminaba de subir sobre mí. Su pesado cuerpo apretaba el mío, poco a poco su calor corporal fue subiendo, mezclándose con el mío. Entre suaves caricias, tomó mis manos subiéndolas hasta mi cabeza, inmovilizándome bajo él.

-¡Manitos quietas, mi amor! -expresó entre susurros graves-. Quiero... saborearte un rato.

Sus labios empezaron a recorrer más allá de mi cuello, estaba abriéndose camino a mi pecho desnudo. La camisa estaba enrollada a altura de mi cuello, dándole libertad de hacer y deshacer conmigo. Debía pararlo, lo estaba disfrutando como nunca, pero mi razón me decía otra cosa.

-¡Cielos, Thomy! -jadeé lo más bajo posible.

Se rio y aproveché su distracción para revertir nuestras posiciones, él bajo mi cuerpo, su rostro sonriente y mejillas coloradas; una vista tentadora y muy encantadora, una delicia muy tierna.

-Solo un segundo, voy y... -Volví a tratar de levantarme de él, pero sus manos seguían aferradas a mis nalgas-. Ya vuelvo. ¡Thomy!

-Están dormidas, te lo aseguro -insistió haciendo pucheros.

-¿Cuánto quieres apostar? -indagué, viendo como su sonrisa pícara y llena de promesas se ampliaba-. ¿Ya qué te imaginaste?

-Qué no me he imaginado contigo, estoy hecho todo un pervertido pensando en ti cosas no muy inocentes.

-Estás hecho todo un dramático, ya vuelvo -dije, separándome de él antes de que fuese demasiado tarde

Me acerqué a la habitación de las niñas, asomándome con cautela por una rendija de la puerta semiabierta. Desde ahí, se veían las siluetas de sus pequeños cuerpos acostadas en la cama. aun así, no podía estar cien por ciento seguro de eso.

-¡Niñas! -dijo Thomas en tono moderado-. ¿Se durmieron?

Un suave ronquido se escuchó de fondo, muy lejano y casi silencioso. Podía reconocerlo, era Valeri dormida. Suspiré de alivio, estaban profundas. Con cuidado, cerré la puerta sin hacer ruido. Sin embargo, las manos de Thomas me agarran de la cintura y jalan hacia él.

-¡¿Ves que tenía razón?! -se burló Thomas, llevándome hacia atrás paso a paso, caminando de espadas-. Hágame caso cuando le diga, mi amorcito, a veces se por qué digo las cosas.

-¿Por qué eres necio y ansioso? -repliqué entre risas suaves, sintiendo su aliento en mi cuello.

-Porque soy psíquico y puedo ver en el futuro lo bien que la vamos a pasar. -Soltó casi en un gruñido, clavando sus dientes en mi piel.

Con un solo empujón abrió la puerta de mi habitación, arrinconándome dentro de ella y contra la pared. El clic del seguro sonó a un costado, y sus suaves risas resonaron en mi oído. Perverso y sensual, todo su plan saliendo a la perfección.

-Con que estas eran tus intensiones, ¿eh? -me burlé-. Haberlo dicho antes...

-No te hagas, era nuestra intensión, ¿qué más nos faltaba?

Tenía un punto, no había duda en ello, pero tampoco le iba a dar la razón en voz alta, aunque sí la tenía, con cada palabra. Esa era una posibilidad que quería aventurar, probar de una buena vez por todas lo que era hacer el amor con alguien, y que mejor persona que el único que me despierta esas emociones. De todos modos y como mencionó mi Thomas, ¿qué tanto nos faltaba?

Esta vez y de un tirón, sacó mi camisa y la lanzó lejos de nosotros. Volvió a subir mis manos por encima de mi cabeza, sujetando ambas muñecas con firmeza y besando mis labios con más pasión que la anterior. Los dedos de su mano libre recorrieron con mucha presión todo mi torso, clavando sus uñas casi llegando a la parte más baja.

Sus labios fueron bajando por mi cuello, siguiendo el mismo camino que sus manos: mordiscos, besos y lametones por todo mi abdomen encendieron más mis llamas. Sabía que todo eso dejaría varias marcas, en especial la de sus preciosos dientes en mi piel, pero poco me importaba, por el contrario, me encantaba.

-Thomas estuvo aquí... Todo le pertenece a él. -Con sus dedos, escribió aquellas palabras sobre mi piel sellándolas con su marca personal, un mordisco y un beso-. ¡Mío, mío, solo mío!

-No me digas -me reí, aprovechando que aflojó su agarre en mis muñecas para llevar mis manos a su cabello, pegándolo un poco más a mí.

-Y te lo repito, ¡solo mío! -Sus macabras intensiones se reflejaron en su sonrisa, bajando cada vez más por mi abdomen dejando marcas por doquier-. Se te ven tan lindas mis marcas.

-¿Sabes que se verá más lindo? -sugerí, dejando llevarme por esa creciente sensación de escalofríos recorrer mi cuerpo con cada una de sus caricias.

-¿Qué?

Lo empujé con suavidad, tomándolo con firmeza del cabello y levantándolo hasta acercar su rostro al mío. Con una sonrisa en mi rostro, rocé con suavidad sus labios haciéndolo gruñir de desesperación, y antes de que se lanzara a por ellos, lo empujé a la cama.

-¿Qué haces? -replicó entre risas.

-Llego mi turno.

Un pequeño beso en su frente y largo suspiro de su parte, estaba desesperado y ansioso, y me encantaba verlo así, me daba cierta satisfacción. Me tomo de la cintura sentándome a horcajadas sobre sus piernas, volviendo a enterrar su rostro en mi cuello. Sin embargo, no había mentido cuando dije que era mi turno.

Lo besé, replicando sus propios movimientos en él. saqué su camisa por encima de su cabeza, dejándola caer donde sea, era lo menos importante. Acaricie todo su abdomen, mientras lo sentía estremecerse bajo mi cuerpo. Deje seguir mis manos hasta la pretina de su pantalón, sintiendo sus risas suaves y pequeños mordiscos.

-Me encanta tu iniciativa -susurró con voz grave-, ¿lo veré seguido?

-Tal vez sí, tal vez no, depende -me burlé, bajando de su regazo solo para quedar arrodillado frente a él.

Aquel vistazo de su sonrisa y sus mejillas coloradas, me recordó aquel momento en el cine. Se repetirá, así mismo y mucho más.

-Dime y haré lo que quieras si puedo verte así -expresó con picardía, mordiendo su labio inferior y acariciado mi rostro con dulzura.

-Bueno, tal vez si tenemos espacios libres como este, un poco de privacidad... -Empecé quitando sus zapatos, uno por uno y sin quitar mi intensa mirada de él-. No siempre depende de mí, ¿Sabes?

-Pero se podría, no sé, conseguir un... -hizo una pausa, suspirando con fuerza al sentir mis labios en su muslo-. ¡Santo... Jesús!

-¿Sorprendido? -indagué con aparente inocencia.

A ese punto de la historia, ya llevaba sus pantalones a medio camino, besando poco a poco la piel que iba quedando descubierta de sus piernas.

-Cuanto atrevimiento -replico entre titubeos roncos-, copiando mis trucos.

-No tienen derechos de autor, así que... -Mordí una vez más sacando el pantalón por completo-. Puedo hacer lo que quiera, a menos que tú seas quien ni...

-Sigue... -suspiró.

Volví a subir, acaparando su boca como si fuese la primera vez. Sus manos acunaron mi rostro con delicadeza, mientras las mías amasaban la dureza de su miembro, primero por encima de su bóxer y luego a carne viva. Un sonoro jadeo quedó ahogado en medio de nuestro fogoso beso, al parecer estaba yendo el por buen camino en torno a mis caricias.

Repartí besos desde su cuello hasta su abdomen, empujándolo suavemente obligándolo a acostarse en la cama. Al igual que él, no me negué el gusto de dejar mi huella en su piel, mordiendo cuanto me apetecía. Finalmente, y con un poco de nervios, lo introduje en mi boca. Fue extraño, primera vez que sentía la textura de un pene ajeno al mío y no directamente con mis manos. Aun así, podía acostumbrarme a ello si solo me permitiese escuchar aquellos suaves gemidos.

Volvió a erguirse sobre sus codos, observándome con los ojos brillantes y la respiración acelerada. No dijo nada, se mantuvo en silencio solo observando mis movimientos, lentos y suaves, con mucho cuidado. Sin embargo, cortos espasmos en su cuerpo y la forma en que apretaba los ojos me indicaron que estaba a punto de venirse.

-¡Espera...! -dijo, separándome de él y apretando la cabeza de su miembro evitando el orgasmo.

-¿Qué? -indagué burlón.

-No quieres que esto se acabe tan pronto, ¿verdad? --. Vamos lento, no hay prisas, tenemos toda la noche.

Tomó mi rostro una vez más, jalándome hacia si para subirme sobre su cuerpo entre besos húmedos y electrizantes. Con un brusco movimiento, intercambio nuestras posiciones tomando la ventaja. Sus manos fueron a mi pantalón, desprendiéndome de la poca ropa que me quedaba.

-Muy bien hecho, pero no conoces mis trucos -expresé entre jadeos.

Se posiciono entre mis piernas, abriéndolas cuanto podía, volvió a dejar marca sobre mi piel y por último, repitió las mismas acciones que la tarde de cine. Las sensaciones seguían siendo increíbles, salvo que esta vez había más comodidad y más intimidad. Era mejor, mucho masque aquella vez. Sus caricas me hacían jadear, aunque no me atreviera a dejarlo salir todo.

Estaba a punto de llegar, y aunque pretendía hacer lo mismo, apartarlo para no terminar tan rápido, Thomas se me adelantó. Levantó un poco mis piernas dejando mis nalgas al aire, abriéndolas y dándole acceso a todos los rincones de mi cuerpo. Y ahí, justo en la línea divisoria de los testículos y el ano, el roce continuo y cálido de su lengua me hizo caer en un abismo. Mientras su mano seguía acariciando mi pene, su lengua jugaba con lugares donde no creía que se pudiese sentir tan bien.

-¡Dios, Thomy! -exclamé sin poder retenerlo, me vine.

Los temblores de mi cuerpo eran intensos, había sido uno de los orgasmos más fuertes que había tenido, y solo por ese mínimo detalle. ¿Cuántos trucos más se sabía? Quien le ve esa cara de angelito.

-¿Muy rico, mi amor? -se burló Thomas, besando mi cuello sin darme tregua.

-¿En qué quedo eso de no terminar? -repliqué, mordiéndolo y besándolo con desespero.

-Nadie ha dicho que se acabó, todo lo contrario, bebé. -Volvió a acomodarse sobre mi cuerpo, pegando su miembro a mis nalgas, suave y viscoso, y muy duro-. ¡Esto apenas empieza!

Entre besos y caricias, los latidos de mi corazón se estabilizaron un poco, sin embargo, nada estaba cerca de acabarse. En cuestión de minutos, estaba duro de nuevo. Estaba nervioso, podía ser mi primera vez, pero no estaba tan tonto como para no saber lo que seguía, mucho menos con Thomas tanteando el terreno.

Su miembro tocaba la entrada de mi ano, presionando y humedeciendo con sus propios fluidos. Luego, un dedo húmedo fue internándose en mi interior con lentitud y cuidado. Sus besos siguieron distrayéndome de toda incomodidad y dolor, remplazándolo con placer y ansias. Poco a poco, fue dilatándome hasta internar tres dedos en mí, moviéndolos cada vez con más energía y llegando más profundo.

Empezaba a sentir cosas extrañas, una presión en mi interior en un punto específico muy dentro de mí. Ya no dolía ni incomodaba, solo era una nueva sensación que no conocía. Y aun asi, me encantaba.

-¿Preparado? -indagó Thomas, con esa miradita de ángel que casi me creo.

-Sí, más que...

Me vi interrumpido por su entrada, las sensaciones eran totalmente diferentes a cuando eran sus dedos. Esta vez, incluso podía jurar haber visto estrellitas.

-¡Increíble...! -dijo entre jadeos y risas temblorosas-. Casi me vengo...

Con mucho cuidado, fue saliendo lentamente para luego volver a entrar de una estocada. Mi vista cambio a colores, destellos pasaron por mi retina al golpear ese mismo punto de antes, esta vez con más fuerza y precisión. Por ello, y porque sus movimientos empezaron a ser cada vez más constantes y rápidos, me vi obligado a tapar mi boca. La sobrecarga de sensaciones era abrumadora, deliciosamente embriagante. Solo se escuchaban los jadeos de tomas, los intentos de gemido de mi parte y el constante choque.

No puedo replicar todas las veces que me sentí flotar en una nube cuando volvía a golpear con fuerza ese punto, no después que, entre besos y mordiscos, me acomodó a cuatro patas sobre la cama, entrando aún más profundo que antes. Rápido, fuerte e intenso, no había mejor forma de explicarlo que esa. Una exquisita y adictiva combinación. En esa posición podía tener mas acceso a mis nalgas, apretándolas y nalgueándome hasta dejarme un suave escozor en piel, terminando en un fuerte orgasmo para ambos.

-¡Dios, como me encantas! -suspiro, acostado a mi lado y abrazado a mí, repartiendo besos por todo mi cuello y hombro-. Me gustas demasiado, Eddy precioso, mío.

-Yo también te quiero un montón, Thomy -contesté, sintiendo el corazón hinchado de alegría, y un poco de culpabilidad al mismo tiempo-. Pero nunca he tenido una relación, ¿sabes? Ni siquiera se me había pasado por la cabeza esa posibilidad, siempre... bueno.

-Siempre han sido solo tu y las niñas, lo entiendo y me parece muy lindo -terminó por mí-. No sé lo que es tener hermanos, pero sí puedo asegurar que eres el mejor en eso.

-Gracias, pero yo... -suspiré, debía ser sincero-. Te quiero, pero debo enfocarme en ellas hasta salir de...

No podía solo aceptar todo porque sí, aunque quisiera, no estaba en condiciones de un adolescente normal como para ser él mismo. Suena feo, pero debía contenerme por el bien de las niñas, y él no merecía que lo engañara con eso. No lo iba a rechazar, estaba fuera de las opciones, solo quería un poco de tiempo para acomodar las cosas y mi vida de paso.

-¿De qué? -indagó curioso-. Sabes que puedes contarme.

Suspiré y me acomodé de costado, de tal forma que podía ver directo a sus preciosos ojos celestes. Le di un suave pico, un besito tranquilizador.

-Mi idea desde antes de entrar a la universidad era conseguir un trabajo, ahorrar y poder independizarme para llevar conmigo a las niñas -contesté de forma rápida, nervioso-. Puede que, si me gradúo y hago las cosas bien, consiga un mejor trabajo y tenga estabilidad, pero eso aun demora demasiado todavía. Necesito un trabajo pronto.

-¿Tienes problemas con tu mamá? -preguntó preocupado.

-Más de los que me gustaría, y tampoco confío en su nuevo novio ni su sobrino -contesté.

-Cierto, ese tipo -refunfuñó-. Pero no te preocupes, te tengo una idea.

-Soy todo oídos, señor mal ejemplo -me burlé.

Se lanzó a mi como un depredador a su presa, mordiéndome en el cuello y haciéndome cosquillas. Traté de tragarme las risas, pero poco pude hacer al respecto, aun así, mantuve el tono bajo lo más que pude.

-Ya, pesado, ponte serio -repliqué, viéndolo hacer pucheros lindos.

-Puedes, si lo logras un buen promedio este semestre, no solo ganar la beca a la que quieres aplicar, que estoy seguro la y tienes en el bolsillo desde ya -me dijo con toda seguridad-, sino que tambien puedo hablar con mi papá para que te asesore y ayude a meter la hoja de vida en la universidad, hay vacantes para varias cosas simples que no llevan de mucho trabajo o esfuerzo y pagan medio salario mínimo.

-¿De verdad? -exclamé sorprendido, sonaba a maravillas por venir.

-Sí, yo trabajé así un tiempo cuidando las salas de informática en mis ratos libres -me explicó-, pero hay más, como por ejemplo ayudantes de los profesores de deporte formativo, esos grupos siempre son grandes y necesitan una mano extra. Eres buen candidato.

-Eso sería una ayuda bastante grande, de verdad.

Y lo era, medio salario mínimo no era demasiado, pero podía implicar un ahorro constante que podía usar cuando fuese necesario, además de no tener que estar rogando a mamá para comprar las cosas de la casa. Sería, en pocas palabras, un respiro. Y aun asi, la duda estaba en mi interior, ¿de verdad podía aceptar tal ayuda así sin más? ¿Qué había hecho para merecerla?

-No lo pienses tanto, la universidad ofrece estos puestos para ayudar a los estudiantes, eres uno de ellos asi que aplicas si o sí -expresó, calmando la ansiedad dentro de mí-. Mereces muchas cosas buenas, tu y las niñas merecen un descanso. Eso sí, debes mantener el promedio, nada de descuidar los estudios ni nada de eso, ¿eh?

-No te preocupes, tengo un lindo tutor que me ayuda con eso. -Enterré mi rostro en su pecho, abrazándolo con más fuerza y cariño-. Gracias, de verdad, no sé qué haría sin ti.

-Lo harías todo, eres muy autosuficiente -besó mi frente, acariciando suavemente mi espalda-. Solo es un empujoncito, de vez en cuando es bueno tenerlos en el camino.

-¡Te quiero!

-Y yo a ti, mi Eddy...

Hola, mis pulguitas

Regresando con un nuevo capítulo, aun asi...

Relájense, agua fría y listo

Y sí, especial porque aja, ya saben

Cero control, literal, creí que solo sería una escena y me tragué el cap entero en eso

Valgo pan

En fin, los quiero.

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