🏀22🏀
Edgar
Con los dedos de las manos cruzados, los ojos fuertemente cerrados y mis plegarias al cielo, esperé a que el campus de la universidad cargara lo que tuviese que cargar. A estas alturas del día, media universidad debía estar revisando sus notas, igual que yo y por eso, no me apresuraba en recargar o cerrar y hacer el intento más luego. De hacerlo, corría el riesgo de no poder volver a revisar la página hasta quién sabe cuándo. Y no podía, debía ese mismo día saber cómo resultó ese primer semestre.
Aún recordaba las palabras del entrenador, preparar la hoja de vida con el formato de la universidad era clave para hacer cualquier solicitud, y las notas indispensables para ser tenido en cuenta. Y hasta ese día en la noche tenía el plazo para enviar todo. Claro está, sabía la nota definitiva de algunas de las asignaturas, de cuatro de ellas y todas estaban por encima de 4,5. Sin embargo, tres más faltaban y una de ellas era cálculo, como siempre dejando todo a última hora.
Ese día me había dedicado solo a ello, aprovechando que ni mi madre ni ese sujeto habían estado desde muy temprano. Desde que Santiago estaba allí la casa era un desastre, fiestas cada fin de semana con alcohol, tipos extraños y música a alto volumen. Días como ese eran la gloria, ninguno de los dos en casa para molestar y todo en completa calma.
Elizabeth me había ayudado con los quehaceres, encargándose de Valeri y recogiendo todo cuanto hubiese en el suelo. De esa forma, pude dejar todo listo y desocuparme temprano para empezar la hoja de vida. De todos modos, no había mucho que agregar más que mis estudios actuales, las notas y datos de contacto. Cero experiencia, sin títulos superiores, nada especial más que mi fe y ganas por hacer algo útil por mi vida y la de las niñas.
¡Tilín!
Sonó el teléfono con la página cargada, al fin. Suspiré y tomé el valor suficiente para mirar la pantalla. Allí, todas las notas aparecían en negrito, señal de que no había ninguna reprobada. Sin embargo, eso lo tenía claro, lo que faltaba era la nota. Cálculo, 4.0; emprendimiento, 4.6; inglés I, 3.9; nota general del semestre, 4.2.
—¡Lo logré! —susurré con emoción.
Había alcanzado el puntaje adecuado para mandar la solicitud, y unos puntos extras. Estaba tan orgulloso de eso que, sin esperar más, me dediqué a enviar a todos los interesados; el entrenador, el correo de facultad, currículo académico, y por supuesto, a Thomas. Nadie más que él debía saber esta noticia, y por eso mismo, me merecía un buen premio.
«Precioso de mi corazón, me debes una grande y no puedes negarlo. Yo sabía que lo lograrías, así que felicidades, mi amor, te quiero un montón».
Su respuesta no se hizo esperar demasiado y fue muy Thomas de su parte. Pese a su deliciosa exigencia, no podía más que solo sonreír ante sus palabras, más específicamente, las últimas cuatro. ¿Era posible decir que me había enamorado perdidamente de él? Sí, en definitiva.
«Gracias, señor tutor, pero el premio debería ser para mí, ¿no crees? También te quiero muchísimo».
Texto enviado. Cerré todo y me recosté en el sofá, estando en la sala en completa calma me sentía tan bien que iba a extrañar esto cuando ellos regresaran. Una sonrisa en mi rostro y mi mente trabajando a mil por segundo con recuerdos de nuestros encuentros, era todo lo que quería hacer de momento.
«Mis premios para ti también lo son para mí, ¿sabes? 😏 Tú sabes lo que quiero».
Un largo y tembloroso suspiro salió de mis labios, imaginando todo lo que podría querer él de mi.
«Ilumíname, Einstein». Mensaje enviado.
«A ti, mi caramelito, completito y delicioso, eres lo único que quiero».
No me esperaba menos, pero al parecer, mi sistema nervioso no se acostumbra a ese tipo de cosas. Todo mi cuerpo reaccionó ante la sugerencia, sonrojándome hasta más no poder. Me cubrí con un cojín, esperando que aquella parte no sea tan notoria, las niñas no deben ver ese tipo de cosas y siempre trato de cuidar ese aspecto. Por mi parte, por lo menos, para los demás miembros de esta casa era demasiado difícil.
«Te tengo la solución a eso. Los chicos quieren salir a festejar el fin de semestre y la despedida de Eva y Juan, ya el próximo semestre sustentan y se gradúan. El resto de la tarde la podemos pasar juntos, celebrando tus buenas notas hasta que no puedas caminar... de la emoción. ¿Qué dices?».
Mi respuesta era más que segura y positiva, pero, ¿con quién dejo a las niñas? No podía solo dejarlas aquí en casa, ellos podrían llegar en cualquier momento y no iba a permitir dejarlas a merced de esos dos y quién sabe cuántos más. Así que me tocó recurrir a la vieja confiable, mi tía. Antes de dar una respuesta, necesitaba seguridad.
«Hola tía, ¿cómo está? Quería pedirle un favor, necesito salir dentro de un rato pero no quiero dejar a las niñas solas, ¿podría llevarlas a su casa?».
Enviado, con cero de posibilidades y cien de fe.
«Hola cariño, claro que pueden venir, ya me hacían falta. Siempre son bienvenidos a mi casa, pero sí quiero decirte algo, necesitas decirme que es lo que está pasando. ¿Vale?»
«Gracias tía, alisto a las niñas y vamos, cuando esté allá le comento, pero con mucha discreción, usted sabe». Enviado, Enviado y leído.
Volví a leer una y otra vez el mensaje de Thomas, entendiendo su mensaje subliminal y deseando hacerlo más que realidad.
«Me suena muy tentador, en especial no caminar de la emoción, pero, ¿qué tipo de emoción? Me parece que a veces no hablamos el mismo idioma, solo digo. Dime hora y lugar». Enviado.
«Creeme que sí es esa emoción, así que prepárate mi amor porque esta noche te tengo preparada una sorpresa... Ja Ja Ja. Nos vemos a las 3pm en el centro comercial, estos pendejos quieren entrar al Happy City y tomar».
«Allá les caigo, te quiero». Enviado. corrí escaleras arriba buscando a las niñas, eran más de las doce del medio día y sabía que donde mi tía duraría un buen rato. si quería estar a tiempo, debía empezar de inmediato a prepararlas.
—¡Adivinen quiénes van a visitar y pasar la tarde con la tía Rosita! —expresé con una sonrisa al llegar al umbral de su cuarto.
Sentadas en el suelo, estaban las tres pequeñas jugando con un tablero de parqués, pero no precisamente a eso. Les encantaba improvisar e inventar muchos juegos a raíz de uno existente, y era divertido de ver, pero yo también quería divertirme ese día.
—¿El vecino? —preguntó Elizabeth sin un pizca de humor.
—Ay, pero qué humor, ¿quién te hizo tanto daño, niña? —repliqué aguantando las ganas de reir.
—Tú interrumpiendo mi invasión interplanetaria —replicó haciendo pucheros—, o sea, voy ganando y ya las tengo a ellas de esclavas.
—Menos libros de ciencia ficción para ti, loca —me burlé, escuchando las risillas de las niñas—. Vayan a bañarse y cambiarse, vamos a salir.
—¿Toto? —indagó Valeri con ilusión.
—Tal vez en la noche y solo si tía me dice que se portaron bien, ¿trato?
—Pero que sea de verdad —exigió Natalia.
—Sí, sí, sí, pero recuerden que su hermano soy yo, sin favoritismos, ¿eh? O me pondré celoso —bromeé.
—¿De tu novio? Esta como raro —argumentó la listilla de Elizabeth, con esa mirada de picardía y maldad que me heredó.
—¡Eli! —le reñí, pero al mismo tiempo, mis mejillas ardieron con una sutil vergüenza. No de que se sepa lo que significa, sino el hecho de que lo relacione con nosotros dos. ¿Era emoción o pena?—. Contrólate, niña.
Salí de la habitación dándoles el espacio para que se cambiaran, pero aquella idea se había quedado en mi cabeza. Suena absurdo con tanto que pienso en Thomas, pero no había pensado demasiado en ese detalle. Me encantaría, para qué mentir sobre lo obvio, pero el problema estaba más allá de mis manos. Santiago Niño y su supuesto sobrino, esos dos eran un problema en todos los aspectos de mi vida.
—Mis niñas preciosas, me hicieron tanta falta —exclamó tía Rosa emocionada, abrazando a las niñas con tanto cariño que me enterneció.
Solo bastó media hora para llegar a su casa, cinco minutos para que la sonrisa de las niñas volviera y cuarenta minutos para exprimir de mí toda la situación actual. Necesitaba alguien cercano, de confianza y con todo el contexto familiar para poder desahogarme. Con Thomas podría hacerlo, pero no quería preocuparlo de más.
—Ya tengo un empleo temporal para vacaciones, pero sigue sin ser suficiente para abarcar todo lo que se necesita para independizarnos —continué explicando—, y, aunque es una gran ayuda para ahorrar, lleva tiempo.
—Si no fuese por esa estúpida orden de restricción te juro que no estarían en esas —se lamentó tía Rosa.
—Lo sé y se lo agradezco de verdad, ha sido de mucha ayuda a pesar de todo ese problema —expresé con una sonrisa triste.
—Tengo un compañero que su hijo está por graduarse de abogado, podría preguntarle qué se puede hacer en un caso como este —comentó—, con eso resuelto lo demás sería más fácil.
—Demasiado, en realidad, una preocupación menos —suspiré, el anhelo llenando mi pecho—. Pero será costoso, supongo.
—Hay que tener fe, mi niño, las cosas pueden mejorar, pero mientras tanto... —Hizo una pausa mirándome fijamente, ya sabía lo que venía—. Debes controlarte, por lo que me cuentas sé que puede ser difícil y fastidioso, pero en este caso es importante que puedas manejarte. Mientras menos se provoquen discusiones, mejor podrán llevar la cosa. ¿Me entiendes?
Sí, sabía que debía hacer lo imposible para llevar la fiesta en paz y lo estaba haciendo, muy a duras penas. Cada vez que esos dos aparecían y abrían la boca, tenía que morderme la lengua hasta sangrar para no contestar como se lo merecían. Sus provocaciones iban desde meterse con mi sexualidad, hasta meterse con las niñas; para este punto solo había una cosa que no iba a tolerar de nadie, que se metan con ellas. Pueden hacer conmigo lo que se les dé la gana, decir cuánta mierda se les ocurra, pero no con ellas.
—Lo sé, y lo intento, lo juro que hago lo mejor que puedo, pero... —De recordar el último mes, la rabia volvía a mi pecho.
—Aun así, debes intentarlo con más fuerza, por ellas, para mantenerlas seguras —insistió—, aunque las usen para provocarte. Ese tipo de gente es así, mientras más vean que te afecta un tema, más lo explotaran a su gusto.
—También lo sé, pero es como si surtiera el efecto contrario, mientras más trato de calmarme más se empeñan en hacer mi vida un infierno —bufé—. Siento que estoy caminando en campo minado y en cualquier momento, algo puede estallar. Solo espero poder sacar a las niñas a tiempo.
—Y a tu mamá, ella también necesita ayuda aunque ahora diga que no, es quien más atención necesita —añadió con énfasis—. Cuando se de cuenta que está arruinando su vida y la de ustedes, hará lo correcto, si tan solo...
—Entiendo lo que quiere decir, tía, pero también hay que entender que no se le puede ayudar a alguien que no acepta ayuda —afirmé con el mismo énfasis—, peor aún, cuando no cree que está haciendo algo mal, como ella. No se imagina las veces que he tratado de hacere ver eso, desde que papá no está.
—Por desgracia tienes razón, las niñas deben ser tu prioridad pero tampoco la abandones —suspiró—. Por el momento, no habrá de otra que ir a lo legal, pero no te preocupes, no tendré mucho pero haré lo que más pueda para ayudarlos.
—Se lo agradeceré eternamente, tía.
—Son mis niños, como no cuidarlos —expresó con ternura, acariciando mis mejillas—. Eres igual a él, ¿sabes? En casi todo lo eres, fuerte, dulce y tan guapo.
No pude evitar enternecerse con sus palabras, y al mismo tiempo, reirme por la misma razón. Tía Rosa era más una madre para nosotros que quien ocupaba ese lugar realmente, y preferiría mil veces estar con ella que en casa; pero tampoco quería ser una carga más, ya tenía sus propias preocupaciones como para darle más.
Dejé a las niñas con ella, tan distraídas haciendo manualidades que ni notaron mi salida de la casa. Era de esperarse, casi no podían hacerlo en casa por falta de materiales, pero aquí, más que ayudar, aprendían a hacer lo que más les gustaba y de paso era una forma de retribuir la ayuda que tía Rosa nos daba. Me fui tranquilo sabiendo que estaban en buenas manos.
—Llegó por quién lloraba el capitancito —se burló Juan con solo verme cerca—, ya te estabas demorando, mi Edgarcito.
—¿Tu qué, disculpa? —indagó Thomas con ese tono amenazante que me calentaba.
—Fucha, huele a posesividad por aquí —expresó Emilio burlón.
—¿Cuándo será el día que llegue y no presencie una de sus ridículas discusiones? —pregunté con diversión.
—El próximo semestre cuando esos dos idiotas no estén, aunque queda una pequeña molestia por ahí —afirmó Thomas, recibiendo una mirada letal de Emilio.
—Pequeña tendrás el...
—No queremos saber eso, así que mejor vayamos a comer aprovechando que estamos completos —interrumpió Evaristo, por primera vez siendo la voz de la razón de este desquiciado grupo.
Nos fuimos alejando del punto de encuentro buscando qué hacer, a esa hora del día lo único cerca e interesante que teníamos era el Malecón de la ciudad. Era lindo, bastante pintoresco en especial en horas de la tarde, cuando el atardecer estaba en su apogeo y el cielo se coloreaba de naranja. Era un lugar, más que todo, romántico.
—¿Cómo están las niñas? —preguntó Thomas a mi lado, habiéndonos quedado un poco rezagados del resto para tener un poco de nuestra privacidad.
—Bien, las dejé en casa de mi tía —contesté con una sonrisa—, pero me amenazaron con no dejarme salir si no las llevaba contigo, así que te toca ir conmigo por ellas porque si no...
—Eres hermano mayor a la parrilla —se burló.
—En efecto mi estimado.
—Entonces lo haré con gusto, pero después me das de ese Edgarcito a la parrilla —sugirió, acercándose de forma peligrosa a mi rostro—, ha de saber delicioso, ¿no crees?
—No sé, eres quien se lo come, tú dime.
—De verdad somos un mal ejemplo para ti —se carcajeó, y con ello, yo también.
Decidimos irnos al Malecón con el recurso disponible, nuestras piernas, a hacer lo que primero se nos viniera a la cabeza o lo que hubiese disponible. No fue mala idea, para esa época del año estaban haciendo un festival de comidas típicas regionales, y aunque no había mucho dinero, sí había muestras gratis para quienes gustasen comprar más adelante. No está de más decir que como buenos estudiantes sin mucho dinero, aprovechamos cada instante de ese festival. Había música, disfraces, stands informativos y por último, el anuncio de una película.
No iba a mentir, estuvo bastante divertido, no solo la actividad, el pasar tiempo con ellos era bastante desestresante. Ellos eran un fastidio cuando querían, pero en momentos como esos se veía lo buenos amigos que eran como grupo. Al final, decidimos solo separarnos para estar un rato a solas. Caminamos por el sendero hasta una parte alejada del gentío del festival, más silencio y más calma.
Aprovechamos para pasar nuestro momento juntos, mirando el atardecer y disfrutando de las vistas al río. Aire fresco, una linda vista, tranquilidad y paz, si pudiera tener más de eso en mi día a día todo sería tan perfecto.
—Me harás mucha falta, ¿sabes? —susurró Thomas a mi oído, mientras me abrazaba por la espalda.
—No seas dramático, nos podremos ver seguido, tampoco me voy a morir solo a trabajar, que yo sepa —me burlé.
—Lo sé, pero me encantaría verte todos los días, me acostumbré a eso. —Hizo un puchero, terminando en un suave beso en mi cuello.
—Después te aburres de mí —murmuré, dejándome llevar por las sensaciones de sus caricias.
—Eso jamás, mi amorcito, contigo quiero ir hasta el final. —Giró mi cuerpo llevando sus manos a mis mejillas—. Y esto lo digo en serio.
No hubo más palabras, solo besos y caricias dulces, unas que se detuvieron en cuanto las intenciones empezaron a cambiar. Por desgracia, no duramos mucho en aquel lugar, solo un poco más hasta que la noche empezó a caer. Regresamos a casa de mi tía donde, una vez más, Valeri se lanzó a los brazos de Thomas como si no lo hubiese visto en años. No me molestaba, mis aparente celos de hermano eran mero teatro, por el contrario, me encantaba que se llevaran tan bien con él que me llenaba cada vez más de ilusión. ¿Podríamos ser todos una familia pronto?
Salimos una vez más a disfrutar de la noche, por mi parte no había prisas ni ganas de regresar a casa. Quería que las niñas disfrutaran su fin de semana como debían, antes de regresar a clases y antes de empezar mi trabajo. Pero no todos los buenos momentos duran mucho, por lo que tarde o temprano, nos tocó despedirnos y volver.
Hola mis pulguitas
Segunda semana seguida de actualización, espero poder seguir con la racha aunque no puedo prometer nada, modo finales de semestre
Pero ey, salgo el 12 de dic y no el 20 como el año pasado
Incluso puede que días antes, esta semana me libro de una de 6 asignaturas
ALgo es algo
Mientras
Disfruten de este cap
Los quiero mucho
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