🏀17🏀
Thomas
«Su foto de perfil ha sido actualizada».
«Fondo de pantalla de chat establecido».
Suspiré satisfecho, acostado en mi cama con la mirada perdida en el techo, pero la mente sumergida en los recuerdos del día. Aún podía saborear la delicia de sus labios, sentir la suavidad de su piel en la punta de mis dedos y el aroma de su cuerpo impregnado en mi ropa; mejor aún, todavía podía escuchar ese «Thomy» como susurro ronco cargado de placer. Podía jurar estar en la luna y no querer regresar, más que ensimismado, estaba completamente enamorado de Edgar.
Era más que obvio, así que no podía hacerme el tonto e ignorar la magnitud de mis sentimientos. Y aunque estaba casi seguro de ser correspondido, incluso en la misma magnitud, no podía darlo por seguro hasta escucharlo de sus propios labios. De solo pensar en ello me hervía la sangre de emoción, y de desesperación a partes iguales. Quería que me lo dijera ya, al igual que deseaba decírtelo entre besos y caricias. Tenerlo solo para mí y hacerlo oficial, era lo que necesitaba.
Podría invitarlo a la casa, un almuerzo en familia para presentarlo de forma oficial a mamá. Papá no tanto, ya lo conocía y sospechaba más de la cuenta, si es que no lo tenía confirmado con todo lo que mamá sabe. Aun así, una presentación formal no está de más, todo lo contrario, para un buen inicio es más que necesario.
Pero no, aún no, o eso creía. ¿Casi dos meses de conocernos es suficiente para hacer las cosas oficiales? De hacer una encuesta dirían que no, que la paciencia es una virtud que nutre relaciones y hay que pulir. Patrañas, pero de cierto modo, un poco de verdad. Mientras, debía concentrarme en mi tesis, no faltaba mucho para exponer la versión final antes de poner en marcha la metodología de la misma.
Hacerla es fácil, realizarla era complicado. Lleva tiempo, energía, dinero y análisis. Era la parte importante después de todo, la obtención de mis propios resultados y de ahí en adelante, compararlo con lo que ya hay para sacar mis propias conclusiones. De eso se trataba una tesis de investigación, más trabajo.
Sin embargo, había algo que no podía evitar ignorar y sentía que tampoco debía hacerlo.
No había mentido ni exagerado cuando dije que ese sujeto no de daba muy buena espina, incluso había suavizado la sensación de incomodidad que me había generado. No suelo ser de los que juzgan sin conocer, mucho menos por la apariencia de la gente, pero este sujeto tenía algo más que no encajaba en todo el meollo de ser el «primo favorito»; no solo eso, la forma en que Edgar se tensionó cuando se le acercó y la sutileza de las niñas al esconderse tras nosotros. No eran solo suposiciones o imaginaciones mías, había visto muy bien todo eso y gritaba que algo más estaba pasando. Sé que no siempre puede agradarte alguien, menos si es familia de un padrastro o madrastra, pero eso diferente, parecía miedo.
Me removí incómodo en mi cama, la sensación de placer y satisfacción había desaparecido, reemplazada por preocupación y angustia. Aun así, no podía hacer nada de momento, más que hacer sutiles preguntas de vez en cuando, tampoco quería parecer entrometido, pero sí quería ayudarlo y él ya lo sabía. ¿Cierto?
Su preciosa sonrisa me saludaba desde mi teléfono, su chat se había mantenido estático desde que nos separamos. ¿Estaría todo bien en su casa?
Mi teléfono empezó a vibrar justo en ese instante, y con el corazón acelerado revise de forma automática su chat. En blanco aún, en su lugar, un mensaje de Violeta marcaba como recién llegado.
«Oye, animal, ¿aún somos amigos? ¿Recuerdas que sigo viva? Ya pasas por delante de uno y ni un púdrete, como ya tiene novio se olvida de la gente».
Volví a suspirar, esta vez poniendo los ojos en blanco ante el dramatismo de mi mejor amiga. Era una niña después de todo, no podía esperar menos, estaba en su derecho de hacer berrinches aún.
«Mira, zanahoria con patas, agradece que estoy de buen humor y no te mando a dormir desde ya, así que deja de exagerar, dramática».
Mensaje enviado y una risilla divertida salió de mis labios, por algo seguía siendo como mi hermana, éramos igual de dramáticos.
«¿Ya qué le hiciste al pobre muchacho para estar tan embobado tú? Aunque bobo siempre has sido, no es mucha la diferencia».
—Esta culicagada del demonio... —me burlé.
Procedí a contar sin mucho detalle los últimos acontecimientos, evitando sucesos como aquella deliciosa descarga y nuestra extraña despedida en su casa. Lo único que pude decirle, sin ser explicito fue «pasaron cosas». Aun así, el ser menor de edad no impedía que supiese como se hacen los bebes así que intuyo que algo de eso tuvo que haber pasado. No pude negarlo, y la retahíla de regaños empezó.
Audio tras audio, regaños y más regaños, risas histéricas porque creía que se me iba a caer «el asunto» por lo poco que lo había usado en el ultimo año, y más burlas, típico. Y luego, una llamada con más risas.
—¿Por lo menos se cuidaron? —indagó curiosa.
—No tuvimos sexo como tal, estábamos en el cine —repliqué cuidando el tono de mi voz, mamá andaba cerca—. Además, estos detalles no los deberías saber, busca juicio.
—Busca juicio tú, arrecho, casi cumplo los dieciocho, cual menor de edad ni que nada —se quejó a viva voz, como siempre que sacaba a colación su edad—. Más bien no quieras huir de tu responsabilidad, quien sabe si no le quitaste la inocencia a ese pobre niño, ¿no podías esperar a ser oficialmente novios?
—Quiero eso, sabes que sí —suspiré, una mezclade ilusión y desespero.
—¿Y entonces? ¿Qué te detiene? Lo que te digo no es porque mira por dónde llevas la cosa ya —volvió a reñirme.
—¿Sabes? Sí pense en esperar siquiera a final de semestre, conocernos un poco más, a ver si la química sigue igualo más que ahora, pero...
—Pero no puedes mantener tus manos quietas y lejos de ese niño, ya, acéptalo —me interrumpió con fingido fastidio, pero se notaba que quería reírse—. Lento, que risa, lento aprendo yo matemáticas, lo tuyo esta en competencia con el Rayo McQueen en la carrera de la copa Pistón.
Su analogía no hizo más que sacarme una estridente carcajada, ¿siquiera tenía sentido lo que dijo? Se agradece la referencia, un vistazo a mi infancia, pero esto era otro tema, ¿qué tenía que ver?
—Lo sé, solo que las cosas se han dado así y no hemos hablado seriamente sobre ello —expliqué esta vez con seriedad y toda la verdad—. Pero lo haré, tampoco es algo que se diga en cualquier momento, ¿sabes? Quiero que sea bonito, especial, de verdad lo quiero.
—Eso se nota a leguas, estas babeando ríos.
—¡Si hablas paja!
—¡Arrecho!
Colgué, necesitaba concentrarme en otra cosa más importante y de servicio, mis deberes académicos y alistarme para dormir. Sin embargo, mientras hacía todo eso no podía dejar de pensar en él, en esa conversación y en imaginarme como se lo pediría. Sí, esperaría hasta las vacaciones de mitad de año, para poder celebrar por o alto todo, su primer semestre culminado con buenas notas, su beca y su entrada oficial al equipo, porque tenía fe y esperanza de que lo lograría todo.
Además, celebraríamos el inicio de nuestra relación, porque sí, tenía aun mucha mas fe en que esto podía salir muy bien para ambos. Mientras tanto, nadie me podía negar unos cuantos besos calientes, nadie me impediría besarlo hasta cansarme, solo él tiene ese poder y dudaba que me los negara. Así como yo, el tambien disfrutabas de nuestros momentos íntimos.
El amanecer fue increíble, mi humor estaba más allá de la ensoñación, simplemente me sentía feliz. Era un poco raro, no digo que siempre haya estado en un mal momento, pero jamás me había sentido tan dichoso como ahora y se lo agradecí muchísimo.
Ese día, debía enviar la propuesta de proyecto con todas las correcciones y preparar la presentación, de ser aprobada la expondría ante mi asesor y otros profesores para poder iniciar la parte práctica. Aunque claro, eso ya sería para el siguiente semestre porque como toda burocracia, es paso a paso, y esa es otra asignatura que vería mas adelante. Mas tiempo, mas plata, mas gastos, mas ganancia para ellos, pero no podía hacer nada.
Ya en la universidad, mis ojos repasaban los pasillos y a cada persona que se me cruzaba por el camino. Deseaba verlo una vez más, siquiera un saludo de buenos día y estaría mas que satisfecho hasta nuestra tutoría, la que de ahora en adelante sería todos los días. Sin embargo, el deseo no se me cumplió.
«Buenos días, mi niño precioso, ¿cómo amaneciste?». Mensaje enviado, cursilería aumentada en dos niveles.
«Buenos días, mi Thomy, amanecí de maravilla pensando en ti, las niñas tambien te mandan saludos. ¿Y tú cómo estás?»
Su mensaje llegó casi al instante, sorprendiéndome y emocionándome tanto que casi me fui contra una pared. Con mi completa atención en el teléfono y sus mensajes, no había más nada para mí en el exterior, solo muros que podían hacerme daño si chocaba con ellos. Me reí de mi mismo por mi torpeza, miré de reojo a mi alrededor, pero nadie había notado tal cosa.
«Me encanta que pienses en mí desde temprano, pero dudo que me ganes en eso. Ya te extraño, ¿a qué hora nos vemos?».
«Ahora mismo si pudiera, pero ya estoy entrando a clase. Salgo en dos horas, y necesito practicar una exposición, ¿serías mi público?».
—Hasta el amor de tu vida, si quieres, mi amor —murmuré, pero no lo escribí.
«Por ti sería Batman, primor», enviado y mis rosas atrajeron la atención.
«Luego hablamos de tus billones de dólares, mansiones y traumas de la infancia, por ahora yo si debo prestar atención a mis clases. Nos vemos luego, te quiero», me escribió ymi corazón se fue corriendo a buscarlo.
Ese te quiero me llenaba de demasiadas esperanzas e ilusiones, era todo lo que quería y necesitaba, a él completamente mío y yo todo suyo.
«Dime eso en dos horas, pero a besos», enviado.
Suspire, entre a mi salón y empezó la clase. Mientras mis manos registraban en el computador las ideas por finalizar del proyecto, mi mente no dejaba de recordar ese ultimo mensaje, de imaginar su dulce carita al escribirlo y deseando poder ir con él a comérmelo a besos.
Respiré profundo, saqué todos esos pensamientos de mi cabeza e hice a un lado el teléfono. Debía centrarme en la clase, era importante y crucial, así que debía evitar distraerme. Ver su foto era la mayor distracción que podía tener en el momento, asi que lo alejé de mí. Sin embargo, la sonrisa y recuerdos fugaces siguieron invadiéndome.
Pese a ello, pude terminar a tiempo para enviarlo, tan solo unos minutos después la respuesta que más temía.
«Apreciado estudiante, hemos recibido su correo, en seis días hábiles estará recibiendo la respuesta y próximo paso a seguir. Este atento».
—Mensaje automático, que risa —murmuré con desgana.
Salí de ese salón un poco estresado, aquella respuesta solo podía significar una cosa, esos seis días hábiles podían ser incluso dos meses. Conociendo la gestión de la universidad, hasta más que eso. Ser hijo de un profesor y ex militar de alto rango no siempre me ayuda, tampoco es ser dios. Aun asi, decidí solo centrarme en el resto de mis materias, electivas y materias de relleno era todo lo queme quedaba. Nada fuerte ni con mucha importancia para mi carrera, salvo, claro está, las prácticas profesionales.
Y ahí mi sonrisa se esfumó, debía buscarlas y eso era lo de menos, lo malo era que iba a estar muy poco tiempo en la universidad. A qué me llevaba eso, a verlo cada vez menos el próximo semestre. Sabia que eso no era decisivo, podíamos vernos por fuera de las clases y eso no afectaría nuestra relación, pero con la fiebre de Edgar que tengo, sería como pasar por el síndrome de abstinencia con mucha regularidad.
Sin embargo, una idea más surgió, pedir las prácticas allí mismo en la universidad. Sabía que no habría pago más que un incentivo de transporte, pero era lo de menos por ahora. Las ventajas, me quedaba con fácil acceso a mis clases, estaría cerca de Edgar y podría seguir en el equipo. Mas de una ventaja era una bendición y con solo eso no lo dude, empezaría a hacer esa gestión.
Volví a mirar mi teléfono, su sonrisa seguía allí reluciente y preciosa, haciendo ojitos para extrañarlo aún más. Sin embargo, la hora era la indicada para ir a verlo. Empecé a caminar mas rápido, las ansias estaban por matarme de un colapso nervioso. Lo cite para vernos en un salón de clases, así podría hacer su exposición de practica con mayor comodidad y a solas. Y así mismo, me dirigí a ese lugar, no sin antes, comprar algo para él, un pequeño y simple detalle.
—¿Cómo está mi jugador estrella? —lo saludé.
—Más que listo para mi exposición, mi capi —se burló.
—Te estas juntando mucho con esa chusma, mira no más lo que te enseñan —me quejé.
—También aprendo de ti, no seas cínico —se rio a carcajadas.
—Te traje algo, es una cosita pequeña, pero quise darte un regalito hoy con mucho cariño —expresé, sacando de mi bolsillo una pequeña pulsera azul y colocándola en su muñeca.
—Es linda, atinaste con mi color favorito —sonrió, tan lindo y precioso que no me contuve más.
Con dos pasos, me acerqué y envolví en un fuerte abrazo, aspirando su aroma y hundiendo mi rostro en su cuello. Un suave mordisco en su piel dejo una pequeña marca colorada, nada notable, pero muy linda. Mí marca.
—¿Algo que me quieras decir antes de iniciar? —expresé, recordando nuestro pendiente más importante.
—No, ¿qué era? —dijo con falsa inocencia.
—No seas así, solo dilo una vez más y...
Sus manos en mis mejillas, acariciando con suma delicadeza y cariño, y sus labios acaparando los míos de una forma tan dulce que me derritió. Así fui interrumpido, y así esperaba que lo hiciera por el resto de nuestras vidas. Un beso lento y delicioso, con caricias perdidas entre ropa; uno tras otro, cada vez más pasional y sofocante, más ansioso y caliente. Beso tras beso, nos quedamos sin aliento.
—Dijiste que te lo dijera a besos, ¿así estuvo bien? —contestó sobre mis labios, con una sonrisa de suficiencia.
—Si medas dos más iguales, podre considerarlo —susurré aun sin aire, pero buscando el camino de regreso a su boca.
—Tan exigente —se rio sobre mis labios, dándome un largo y cálido beso, terminando en un suave mordisco—. Te quiero... pero debes ayudarme con mi exposición.
—Lo que quieras, mi amor.
Volví a besar pese a haber dicho lo contrario, pero no podía evitarlo más si estábamos solo a puertas cerradas. Un salón vacío era normal, pero que se ocupara o no ya era suerte para nosotros. Me senté en mi lugar como espectador y le presté mi computador, de esa forma presentó sus diapositivas mientras explicaba el tema que le encargaron.
Se desenvolvía demasiado bien para ser su primera exposición universitaria, para ser ese dulce niño tímido que conocí el primer día de prácticas, y aun asi, se veía tan sexy que me calentó hasta el alma. ¿así lo verían los demás compañeros y compañeras? No quería pensar en eso, empezar con los celos y la posesividad no traía nada bueno a las relaciones, menos a una que no había empezado de forma oficial.
Me centre en sus palabras, en el tema, en las diapositivas y la forma en que explicaba. Al terminar, le hice una serie de preguntas que habían quedado en mi cabeza, y aunque no sabia mucho de ello, pude entender el tema más que bien gracias a su ágil y segura explicación.
—Lo tienes más que ganado, lo hiciste excelente —lo felicité.
—¿De verdad? —dudó.
—Claro que sí, sé lo que es esto, doy clases de oratoria por algo y la darás tú en su momento por obligación, pero ya eres todo un lindo experto —me reí, acercándome a él de forma descarada—. Lo haces tan bien que hasta me dan celos, ¿sabes?
—Das clases de oratoria, debes hacerlo mucho mejor que yo, ¿por qué te daría celos?
—No de eso, mi Eddy, sino de ellos —expliqué, mordiéndolo una vez más—. Te ves tan seguro de ti mismo cuando expones que te hace ver sexy, no quiero que nadie más se fije en ti, quiero que seas solo mío.
—Solo tuyo —susurro, mirando mis labios y acercándose a ellos con ansias.
Lo deje ser, yo quería lo mismo y lo había provocado con esas intensiones. Y aproveché, esta vez no di tregua a mis manos. Si a esas alturas no había llegado nadie, no lo harían en un buen tiempo y agradecía al destino por eso. Estábamos solos, y eso me daba muy suculentas ideas.
Mis manos se internaron bajo su camisa, recorriendo con mis uñas su abdomen, haciéndolo suspirar y estremecerse. Las desvíe con caricias a su espalda, donde subí y seguí arañando todo a mi paso. Era delicioso sentir su piel y la manera en que se estremece, mas que eso, era un deleite escuchar sus suaves gemidos, ahogados con besos apasionados.
—Thomy, por favor —susurró entre gemidos, mientras mi boca degustaba su cuello—, no vayamos lejos aquí... Podría llegar alguien.
—No creo que pase... —contesté, lamiendo con lentitud justo donde había mordido, escuchándolo gruñir de placer.
—Cielos, Thomy... Haces esto muy difícil, ¿sabes? —se rio entrecortado—. Manos quietas, Thomy, manos quietas.
—¿Por qué? —me quejé entre pucheros, regresando a su boca por más de su elixir.
No deje que sus palabras me detuvieran, ni siquiera sus acciones lo hacía, por el contrario, me apretaba cada vez más contra su cuerpo buscando mis caricias candentes. ¿Qué más podía hacer si el mismo me lo pedía? No se lo iba a negar y tampoco me lo iba a perder.
—Puede venir alguien —insistió—. En serio me encanta esto, pero me tienes nervioso, estamos en un salón, ¿y si hay clases?
—Aquí poco dan clases, a menos que sea algo extraordinario, pero... —expresé, colocando las manos detrás, en mi espalda—. Si te hace sentir mejor, está bien, manos quietas, entendí.
Lo vi suspirar, un poco de alivio mezclado con decepción se cruzó por sus ojos llenos de deseo. Quería seguir y yo quería comérmelo, pero sí tenía razón y allí no debía pasar. Edgar empezó a alejarse, el pupitre lo esperaba y nuestras clases de calculo debían empezar, pero no podía dejar las cosas solo asi. Con un beso más me daría por bien servido y satisfecho de momento.
—¿A dónde vas? —lo intercepte, sin despegar mis manos de mi espalda.
—Pero dijiste...
—Dije manos quietas, no dije nada de mi boca —expresé con picardía y vi como sonrió tan dulce que enloquecí.
Volví a besarlo sin contenerme, rompiendo mi palabra de manos quietas. Los escuché reír, quejarse, gemir una vez más y decirme que me quiere. Yo quería responderle, pero sabía que lo que diría era aún más fuerte que un simple te quiero. Lo amaba, como no había amado a nadie antes.
Tarde pero seguro
Ya tenemos nuevos avistamientos de la subida de temperatura y arrechismo de Thomas
Y no, en colombia arrecho no es lo mismo que en venezuela, muajajajajaja
Mis disculpas por la ausencia de una semana, ya estamos en clases y estaba en ultimas para entregar un trabajo, porque I'm pobre
En fin, los quiero mis pulguitas
Gracias por seguir aquí pese a mis desaparecidas, se merecen el cielo <3
Nos vemos en un próximo capitulo (estoy pensando en dejarlo uno por semana, para no tenerlos esperando y decepcionarlos)
¿Martes o sábado?
Los amo <3
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