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Cap. 76

Narradora Pov

Un año después

—¿Por qué no me dejas?

—Mi hija no saldrá de mis tierras.

—Quiero que conozca las mías —insistió otra vez la reina de Zahara.

—Confórmate con que tus amigas la hayan conocido. Ella no necesita ver tu reino, porque tomara mi puesto, no el tuyo.

—Tiene tres años, necesita explorar.

—¿Por qué insistes tanto? —le pregunto con molestia Hannah.

—Es mi hija también —le respondió con una mirada fría.

Hannah frunció el ceño, y viro a ver a la pequeña jugar con los amigos cachorros que hizo en la ciudad. Evidentemente, Hannah no deseaba que vinieran, pero tras tener una charla no tan agradable con la otra madre de su cría, logro convencerla.

Ha pasado un tiempo donde la reina de Zahara ha visitado a su niña después de haberse retirado de las tierras del Sur, tras recibir de alta. Todos los sábados y domingo, toma un viaje largo para llegar al palacio de la Kaiser que engendro dentro de ella.

Con el tiempo, ha generado un afecto cariñoso a la cachorra que siempre sonríe al verla. Kara, la reconoce gracias a sus genes, aunque haya nacido completamente Kaiser, y haya conseguido su bestia hace unos días, Kara esta consiente de que su otra madre es una humana y no por eso la dejara a un lado.

Kara adora a Amanda, y la reina igual. Sin embargo, Hannah no siente algún sentimiento de apego. Simplemente hace su deber como líder, que es criar a una niña de su sangre para que tome su lugar.

El cabello de Kara es rojizo y sus ojos son verdes, y siendo aun pequeña es una hermosa mujer gracias a los rasgos de sus dos madres. Amanda se imaginó que cuando crezca, será aún más hermosa.

—Ten relaciones conmigo —le pidió de repente a la líder, quien le miro con extrañes.

—¿Por qué quieres eso? —pregunto con desagrado.

—¿Por qué no quererlo?

Amanda, recuerda perfectamente aquella noche donde su virginidad se perdió totalmente. La líder fue demasiado dócil para su sorpresa, ya que pensó que eso no pasaría y la trataría sin cuidado como a una muñeca que quieres solo para el momento y luego desechar.

Desde entonces no ha tenido relaciones con alguien más por respeto a la mujer que quiere, pero no ama. Además, a la reina de Zahara no le parece agradable la idea de buscar a alguien para satisfacer sus necesidades. El sexo, le había gustado. Nunca imagino como era sentirse de esa manera hasta que lo probo en carne y hueso. «Fue grandioso», declaro para sí misma.

Sin embargo, ella ya obtuvo lo que quería. Los libros, los termino de leer en un año, y gracias a eso su reino ahora tiene grandes beneficios positivos que han alegrado a su gente. E incluso, ayudo a sus amigas a mejorar en los suyos, aunque Sucy no le importo, pero gracias a la insistencia de Lotte (algo que le pareció extraño) Sucy acepto y le dio las gracias.

—Me pides mucho últimamente. Te estas volviendo insoportable.

—Pensé que ya lo era.

—¿Que ganas con eso?

—Placer —respondió con obviedad manteniendo su expresión fría—. También tendrías eso. No puedes sentir emocionalmente, pero si físicamente.

—Eres una humana.

—Y tu un Kaiser.

Silencio. Amanda la reto con la mirada a que dijera algo de su raza, mientras que Hannah la observo con disgusto y gruño en un tono bajo.

Sus amigas, le habían advertido de que no se envolviera mucho con la Líder del Sur. Ellas no quieren que algo le suceda a su cuerpo, sin embargo, la Reina de Zahara está segura de que nada ocurrirá, ya que en los libros especifican bien el tema de la maldición de la líder.

Hannah es inmortal, pero solo cuando utiliza la bestia negra. Lo que sucedió hace aproximadamente cuatro años en el patio de la mansión de la Líder del Oeste, fue solo un golpe de suerte. Hannah sabía que, si el animal sacaba su garra de su cuerpo, no duraría mucho y tampoco tendría la fuerza para convertirse. En otras palabras, acabaría muerta de una manera peculiar.

Por el momento, esta consiente de que Hannah no lo ha vuelto a utilizar, pero desconoce con exactitud cuántos... años de vida le quedan luego de haberlo usado con anterioridad.

—Kara —llamo Amanda.

La cachorra volteo a verla con esa felicidad plasmada en su rostro.

—Volvemos en unos minutos —aviso con tranquilidad, tomando la mano enguantada de la líder—. Vamos —le ordeno.

.

.

Dentro de la habitación, Amanda se arrepintió de su petición. La líder siendo de su tamaño, miro su espalda en espera de alguna acción de la humana frente a ella. Amanda se sintió nerviosa, pero no iba a dar vueltas a atrás, o Hannah no la tomaría enserio luego. Conociéndola, ignoraría más sus palabras como lo hace actualmente con costumbre tan... continuamente que ha aprendido a adaptarse a ese tipo de comportamiento que opta con ella. Sin embargo, en esta ocasión si hace lo que pidió, Hannah tal vez la empiece a tomar más enserio.

En algunos momentos la Reina de Zahara, se hecho varias preguntas, como, por ejemplo: ¿Como hubiera sido la líder si tuviera sentimientos? ¿Se hubiera enamorado de ella? ¿o gustado? ¿Sería eso posible? Ella demuestra gran disgusto hacia la raza humana, pero... que le interesaba a la reina si le gustaba o atraía.

Sus mejillas se tiñeron de un rojo carmesí, su corazón empezó a latir de prisa, y lentamente con sus manos empezó a desabotonar su camisa roja de manga corta. Aun después de años, Amanda sigue sin gustarle los vestidos, y siempre utiliza sus vestimentas propias y cómodas. "Los vestidos, son totalmente innecesarios e incomodos", es lo que continuamente se decía a ella misma.

La Reina de Zahara, se dio la vuelta caminando a pasos seguros hacia la líder que se encuentra de pies esperando a que actuara o se arrepintiera. Hannah, al verla de cerca y sentir sus brazos envolverse lentamente en su cuello, frunció más su entrecejo.

—¿Que ganas con esto, humana? —volvió a preguntar en un susurro.

—Cállate.

Después de eso, las palabras se perdieron en un beso apasionante que poco a poco fue llegando a más.

.

.

.

En un lugar distante del palacio de la Líder del Oeste, se encuentra la Reina de Benum y la líder, disfrutando de la brisa del verano mientras que Amelia juega con las hojas descoloridas y marchitadas, y Dylan la observa con cansancio sentado con su espalda apoyada en el tronco del árbol.

—¿Que sucederá?

—¿De qué habla, mi reina?

Dylan no puede cambiar de apariencia, hasta la hija de Amanda conseguido su animal a sus tres años recién cumplidos, algo le está sucediendo Diana. ¿Qué dijeron los exámenes?

Dylan está bien, conseguirá su otra apariencia tarde o temprano.

Akko, hizo una mueca dudosa. En su mente, recordó las veces que su cachorro había llorado en sus brazos, sintiéndose incapaz de poder ayudarlo, y eso le causo más tristeza. En el caso de Diana, no le da tanta atención al tema. Sus palabras son las mismas cuando la reina hace un tipo de pregunta referente. Y en el fondo de su corazón intenta confiar en ellas, pero al pasar los años y no ver ningún resultado no la deja.

Su hijo parece agobiado y desanimado, no ha querido desayunar y la comida que trajeron tampoco la ha querido probar. Akko, pensó en una noche que tal vez... Dylan no había nacido correctamente debido a ella. Es una humana, después de todo. Sin embargo, la hija de Amanda si ha podido conseguir a ese animal; no obstante, eso no la hace cambiar mucho de parecer, ya que sigue pensando que tal vez haya algo defectuoso dentro de ella.

Esos pensamientos lo compartió con Diana, y su respuesta fue sincera y linda, con besos y caricias entre medios. Le encanta que su rey se abra con ella de esa manera en donde logra expresar sus sentimientos, sin embargo, aun esa posibilidad ronda por su cabeza, e inconscientemente se acarició en círculos el vientre.

Diana, lo noto.

—Te lo mostrare —hablo de repente.

Diana se levantó del mantel puesto en el césped, camino a pasos seguros a donde se encuentra su cachorro con sus parpados cerrados. Al estar frente a él, Dylan la miro con sorpresa. Y con cuidado lo levanto por sus axilas y cargo en sus brazos.

—¿Que... que sucede? —pregunto inocente y sorprendido el cachorro.

La líder se dirigió al borde del rio cercano. Akko la miro con curiosidad, y Amelia también lo hizo con una montaña de hojas en sus brazos. Diana dio un salto y cruzo con facilidad al otro lado del rio. Seguidamente, dejo a Dylan en el suelo y regreso con otro salto.

—¡Ven! —le ordeno Diana desde el otro lado.

Dylan, bajo temeroso sus orejas y cabeza para observa la corriente fuerte y la distancia que lo separa de su madre. Retrocedió asustado dos pasos.

Si cae posiblemente sea arrastrado sin piedad para luego caer por la cascada y morir cuando su cuerpo choque contra el fondo, puesto que, la altura no era poca.

—¡Mama! —llamo con miedo.

Diana, frunció el ceño y junto sus manos detrás de la espalda en espera de que su cachorro hiciera lo pedido. Akko percibió a Dylan juntar sus dedos de manera inquieta, se puso de pies y acerco a Diana. El pequeño, la observo aproximarse a la esquina.

—¡Salta! —le ordeno con cariño Akko con sus brazos extendidos en su dirección.

—¡Salta! —grito inocente Amelia, solo queriendo repetir las palabras que escucha.

Dylan alzo sus orejas y asintió animándose a obedecer. Retrocedió unos pasos e impulso dando un salto demasiado alto que, si no fuera porque la líder lo atrapara en el aire, hubiera impactado con unos de los árboles.

Al caer de pies, Diana lo miro con una sonrisa en sus labios y Akko lo felicito con pequeños cariñitos y besos.

—Él tiene las habilidades de un Kaiser, Akko —le explico Diana—. Podría decir que el es más fuerte que yo cuando tenía esa edad. No hay de qué preocuparse —concluyo dejando a Dylan en el suelo.

.

.

Gracias a sus palabras y orden, Dylan comió con más ánimo. Y al acabar, reposo y se puso a practicar con Amelia de espectadora. Diana y Akko permanecieron otra vez solas en un silencio acogedor. La reina abrazo el brazo de la líder y recostó su cabeza en su hombro, para después soltar un suspiro pesado.

—Aún tengo dudas —declaro—. ¿Qué harás si no logra tenerlo?

—Puedo mostrarle que puede ser un Kaiser sin necesidad de su animal

«Aunque eso es inaceptable», se dijo a sí misma. «Un Kaiser requiere de su bestia para defenderse adecuadamente y Dylan, parece no tenerlo», volvió a decirse, causando que su estómago se revolviera ante esa idea. Un líder, no puede serlo sin su animal.

—No, espera. —Se aparta, tomando su mano derecha—. ¿Vas a aceptar? —pregunto, entiendo a lo que refiere.

—Sería una buena oportunidad para demostrarle a Dylan que...

—Diana no quiero una guerra tan pronto, me gusta esta paz.

—No habrá guerra, mi reina. Será solo una lucha de demostración.

—Pensé que habíamos quedado en que no combatirías, y llegarías a un acuerdo diferente con ese nuevo Líder de los Aslandar.

Es cierto... hace unos días llego lo que Mary dijo a través de Harry cuando el apenas era un cachorro de cuatro años. Actualmente ahora tiene ocho. Era verdad que el Líder de los Aslandar se estaba preparando para enfrentarla, y gracias a que tomo en cuenta sus palabras, ha podido también entrenar apropiadamente como para afrontar cualquiera cosa que se cruce por su camino.

Sin embargo, el gran león también es un líder, no hay porque subestimarlo.

—Diana —llamo la reina, frunciendo su ceño—. No lucharas.

—Piénsalo bien, Akko.

La reina, exhalo con molestia, y Diana se rio ligeramente de esa actitud, provocando confusión en la hermosa mujer que tiene a lado.

—¿Que es gracioso?

—Nada —dijo, apartando la mirada.

—Diana, no quiero que salgas lastimada. Si lo quieres hacer para enorgullecer a tu hijo, no podrás utilizar a tu animal y eso es peligroso.

—Lo hare.

—¿Enserio? —pregunto asombrada.

Diana, sonrió juguetonamente, guio su mano al mentón de la reina y hablo cerca de sus labios.

—Sí... Contigo en esta noche lo usare —dijo coqueta.

Akko, se sobresaltó y sonrojo abruptamente. Seguidamente la aparto con fuerza provocando que Diana riera más.

—¡No... no es el momento! ¡Estoy hablando seriamente contigo! —refunfuño, cruzando sus brazos.

Luego de unos minutos, Diana se calmó y viro a ver a sus dos hijos. Una sonrisa sutil se dibujó en sus labios al ver a la pequeña que siempre observa a Dylan con esa mirada curiosa.

—Él quiere ser como tu —dijo Akko con tristeza.

—Lo será, Akko. Solo necesita tiempo, y una pequeña demostración de la fuerza que llevan el apellido Cavendish, lo ayudara.

La reina, volteo a verla con esa expresión insegura.

—Saldrás herida.

—Es probable.

Nuevamente, quedaron en silencio. Akko, volvió a abrazar el brazo de Diana y recostó su cabeza en el hombro. Y después de unos minutos más, Akko acepto.

—Está bien, puedes pelear.

—Gracias —dijo, para después depositar un beso en la cabeza de su reina—. ¿Hay noticias de Sebastián?

Mary, la ha ayudado a recuperar su olfato, pero aún no ha vuelto de las tierras de los Baristar. Anglacia no ha atacado y todo está... muy tranquilo. No confió en esta tranquilidad, Diana.

—Yo tampoco, pero me gustaría disfrutarla cuanto pueda contigo. Después de esa guerra, la armonía durara más tiempo.

Akko asintió, y nuevamente fijo su mirada en sus hijos, apariendo una sonrisa ligera cuando Amelia dijo: "Boom", para después tirar un montón de hojas al aire. Ellos, se han convertido en esa felicidad en su vida, y eso que cuando nació Dylan, no lo aceptaba. Sin embargo, ahora es diferente.

Las cosas son diferentes.

.

.

—No entiendo porque te colocas la ropa siempre que acabamos.

—Solo es la interior —dijo Diana hundiendo sus dedos en el sedoso cabello castaño de Akko—. ¿Sigues preocupada por eso?

—Firmaste. Aceptaste que lucharías con él. Como no voy a estar preocupada si no podrás utilizar a tu animal —respondió un poco indignada.

—Falta un año.

—Y será mejor que entrenes.

—Siempre lo hago. Tengo un horario, ¿recuerdas?

Akko, exhalo suavemente. Es media noche y la reina se encuentra aún despierta con su cuerpo desnudo cubierto por las sabanas, estando en compañía de la líder que tiene colocado su ropa interior inferior. Su cabeza se encuentra encima de una almohada que fue colocada por la líder en su propio hombro, y su brazo izquierdo está entremedio de los pechos de la Kaiser.

—Diana.

—¿Sí...? —dijo cansada.

—¿Me amas? Porque yo te amo.

«Oh no... ya va a empezar», pensó con agotamiento la líder.

—Duerme, Akko.

—No, ahora me soportaras —dijo divertida.

Diana, suspiro. Otra larga... noche.

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Fin del Cap. 76

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