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Cap. 75

Diana Cavendish Pov

Pelear, la pelea es lo que nos identifica de los humanos. La apariencia y fuerza, es otra de las cualidades que siempre he tomado en cuenta. Sin embargo, ¿qué hay del corazón? Por lo estudiado, es el órgano que nos mantiene con vida, bombeando nuestra sangre por todo el cuerpo. Tiene otras funciones aparte de lo funcional físico como hacerte sentir enamorado, feliz, temeroso, ansiado, agitado y otras emociones más que nos hace... iguales.

No obstante, debo considerar que los instintos de animal que poseemos son muy distintos a como ustedes lo tienen. Lo único que tenemos por igual, es el amor que compartimos, el lazo que nos une. Por eso, y otras cosas más... daría todo por ti.

''¿Recordaras esta noche?'' Fue lo que me preguntantes antes de comenzar. Tus gemidos y deseos los complací hasta quedarme totalmente exhausta. Admito que, eres resistente en la cama. Y aclaro que, nunca olvidare esa noche. No importa cuánto tiempo pase, mis recuerdos... Mi mente... los guardara muy bien.

Flashblack

—Salta... mi reina —le ordene al verla ansiosa.

Sus mejillas se sonrojaron y una sonrisa traviesa se dibujó en mis labios. Ella, hizo lo que pedí, y poco a poco esos pequeños gemidos guturales, se convirtieron en gritos de placer que intento contener. Mis gruñidos no demoraron en salir, y mi necesidad de llenarla por completo incrementaron sin control.

—Akko... —susurre deteniendo sus movimientos.

Siendo un poco brusca, le di la vuelta acostando su espalda en la cama.

—Akko... —repetí cerca de sus labios, mientras introducía nuevamente mi miembro en su entrada.

Sentí su cuerpo estremecerse, y sus caderas se movieron estando debajo mío. Con lujuria, deslice la punta de mi lengua por su labio inferior. Y seguidamente, descendí con pequeño besos y mordidas hasta su clavícula, dejando esas zonas rojizas en su piel blanca. Baje la mirada para contemplar sus senos y pezones erectos debido a la excitación. Nuevamente utilice la punta de mi lengua, pero en los pezones que se ponían cada vez más duros y sensibles.

—Diana... p-por favor.

Sabía que, lo que estaba haciendo provocaba su cuerpo, pero no la satisfacía. Ese era mi plan, el plan de mi bestia. Sin embargo, debo admitir que también me moría de ganas por moverme, y lentamente empecé a ir hacia delante y atrás sin dejar de darle la atención en sus pezones. Akko, empezó a acariciar mi espalda en círculos dejando escapar pequeños gemidos.

Me separe de sus pezones y baje la mirada hasta nuestras intimidades. Contemple, mi miembro salir y entrar con esa lentitud dentro de su vagina. La habitación se encontraba oscura, pero gracias a mi vista nocturna pude observarlo con claridad. Coloqué seguidamente mi mano en su vientre plano, me deleité con su figura a medida que fui ascendiendo a su cuello. Mis ojos azules brillantes hicieron contacto visual con sus hermosas esferas rubíes que igualmente brillaban y me veían con ese deseo anhelante, mientras jadeos escapaban de sus labios entreabiertos.

Con mi expresión neutra me acerque sin dejar de moverme, apoye mis codos a los costados de su cabeza y respire cerca de su rostro. Nuestras respiraciones cálidas se combinaron, creando una sensación cosquilluda en mi vientre que atesore de inmediato. En ningún momento despegue mi mirada de la suya, y ella no deseaba apartarla de la mía, nuestros ojos se encontraban conectados.

Con delicadeza, deslice las yemas de mis dedos derechos por el centro de su cuerpo hasta llegar a su cintura donde la tome con firmeza. Empecé a moverme con más rapidez, provocando que sus labios se abrieran más. Admire sus expresiones cambiantes, sus pequeñas lagrimas salientes; y su cuerpo moverse al compás hasta que, no me aguante más.

—¡Akko! —exclame con fuerza agarrándome de las sabanas.

Akko conservaba sus piernas abiertas, sus manos estaban en mi espalda arañándome y apretándome con fuerza. Y en mi caso, tenía mi rostro escondido en su cuello y mi mano derecha aun tomando con firmeza su cintura. Su interior era cálido, acogedor, y aprisionaba perfectamente mi intimidad.

Cuando la suya se cerró un poco sabía que estaría a punto de acabar, ya que me fue un poco más difícil moverme. Además, las palpitaciones provenientes de la mía, e incluyendo la presión en mi abdomen, me dieron también una clara señal de mi culminación.

—¡Ah! ¡Diana! ¡Diana! ¡Dian- ¡Ah!

La sensación de nuestros senos moviéndose juntamente, y la creada anteriormente más el beso profundo para ahogar nuestro grito de placer en nuestros labios, me hizo llegar con rapidez. Akko, agarro mis brazos con fuerza teniendo sus parpados cerrados, e igualmente los míos permanecieron de esa manera, sin embargo, mis manos agarraban con más fuerza las sábanas blancas de su cama.

Separé nuestros labios para poder recuperar mejor todo ese aire perdido, y lentamente abrí mis ojos para contemplar a la hermosa mujer debajo de mí respirando con agitación. Sentí, su culminación cubrir mi miembro aun en su estado endurecido. Cuando quise sacarlo, Akko me detuvo inmediatamente con sus piernas; las envolvió en mi cintura para que no saliera de ella.

—Quiero más... —pidió con la voz un poco ronca, para después tragar algo de saliva—. No te he tenido hace más de cinco meses... —dijo posando su mano en mi mejilla para acerca mi rostro y labios a los suyos—. Dame más, mi Kaiser... —susurro.

Su aliento cálido me hizo estremecer, pero internamente estaba agradecida, complacida e igual de deseosa que ella. Y sin esperar otros minutos más, volví a besarla, pero esta vez con más pasión y prisa. Mi reina en un movimiento me sentó en la cama para luego empujar mis hombros y acostarme. Seguidamente, deslizo un mechón detrás de su cabello y relamió sus labios sin despegar su mirada de mis ojos.

—Oh, Diana... —Toma mis mejillas, acerca su boca y agarra con sus dientes mi labio inferior para morderlo y tirarlo un poco—. Te amo —susurro—. Te amo tanto —repitió.

Fin del Flashback

.

.

A la mañana siguiente, me levante sintiendo un poco adolorida mis piernas. En esa noche, llegamos a hacerlo cinco veces. Me encontraba satisfecha, totalmente satisfecha. Podría decirse que no necesitaría de sexo por más de dos meses, sin embargo, no diría lo mismo de mi reina. Cuando se despertó, me sonrió y beso deseándome los buenos días; no obstante, esos besos llegaron a más. Aun me pregunto cómo pude resistir y darle nuevamente esa culminación.

Una hora después, agradecí que el baño dispersara mi cansancio. Sinceramente Akko, me dejo más agotada que las otras veces que habíamos tenido relaciones. Probablemente al no haberlo hecho durante tanto tiempo, acumulo ese deseo que fue complacido en esa noche, mañana y.... tarde.

Encontrándome en su despacho a solas no desperdicio esa oportunidad. Dylan se hallaba estudiando, y en ese momento me dispuse a ayudarla con su trabajo, pero repentinamente se me arrimo y sentó en mi regazo. Creí que simplemente se trataría de un juego suyo, pero... su boca me beso y luego... bajo e hizo que terminara, para después volver a provocarme y hacer lo mismo, pero acabando en minutos dentro de ella.

Regrese a mi palacio sintiéndome desgastada y muy... cansada. ''¿Estas bien?'' Me pregunto Dylan al verme adormecida contra la ventana del auto. ''De maravilla'', le conteste sin mirarlo para no preocuparlo más. Debido a ese estado, al llegar a mi palacio fui directamente a mi habitación para darme una ducha y descansar, despreocupándome de todo a mí alrededor. Obviamente antes de retirarme y avisar que nadie me molestara hasta mañana, ordene a Emma a estar al pendiente de que Dylan, cenara.

Han pasado dos años desde que tuve esa noche, y mi reina se encuentra ahora mismo en su palacio, mientras que yo... cuido de mi hija en el mío.

Nació en.... nueve meses, no diez. Sin embargo, nunca imagine que los... ¿bebes? Lloraran demasiado. Todas las noches me levanto al escuchar su sollozar, pero luego de minutos es calmado por las sirvientes humanas que se encargan de esa tarea.

Akko, hace dos meses no se despertaba del todo cuando eso sucedía, y días atrás me explico que era bueno que la cacho-- bebe llore. Su cabello es rubio, igual que el mío, pero lacio y no ondulado como lo tiene Dylan. Sus ojos son rojos como los de Akko y Dylan; parece que la descendencia de ojos azules de los Cavendish acabara, pero ese dato no me molesta. Con tal de que se parezcan a mi reina, es mucho mejor.

Al haberle hecho unos exámenes, comprobamos que nació completamente humana, aunque eso lo tenía en claro porque no sentí ninguna sensación o necesidad de querer acariciar el vientre de mi reina cuando se hallaba en ese lugar. Akko pudo cuidarla sin mi ayuda, permaneciendo en su palacio estando en sus meses de embarazo, pero al nacer... lo hizo en mi hogar.

Ahora, tengo un compromiso nuevo que me llena de felicidad, aparte de agotarme un poco mentalmente al intentar entenderla, ya que ha llorado varias veces cuando la tomo en brazos. Es un poco fastidioso, pero... así son los humanos, y aceptare cada cosa o singularidad que vengan de ella. Tiene los genes de mi reina después de todo, además de ser la sucesora a ese puesto importante.

Puedo decir que por fin... me siento... tranquila.

—¡No puedo! ¡Estoy harto!

Cierto... me encuentro mirando los intentos en vano de mi cachorro. Tratar de cambiar de apariencia, está tardando y siendo cada vez más... dificultoso. Es extraño que no pueda... convertirse.

—Cálmate, lo lograras.

—¡¿Cuantas veces más escuchare eso?! ¡Siempre me dices! ''¡Lo lograras, lo conseguirás!'' ¡Es lo único que dices!

Exhale, sutilmente. Al abrir mis labios, un llanto interrumpió lo que contestaria.

—¡¿Por qué llora tanto?!

—Es tu hermana; es un bebe; es una humana —le aclare.

—¡Pues esa humana! —Señala con molestia la ventana del segundo piso donde proviene aquel llanto—. ¡No me deja dormir en las noches!

—A mí tampoco, pero tienes que entenderla.

—¡Yo no lloraba tanto cuando era un cachorro!

—Sigues siendo un cachorro —dije frunciendo el ceño por el comportamiento que está optando.

—¡¿Y me ves llorando al viento?!

—¡Basta! —ordene levantando la voz. Dylan, bajo sus orejas y encogió sus hombros—. Comprendo que te encuentres frustrado al no conseguir aun lo que tienes en tus genes, pero no debes dejarte llevar por esa emoción. Si más piensas en eso, menos lo lograras. Necesitas calmarte, relajar tus músculos —expliqué, y me puse de pies—. Lo volverás a intentar mañana. Ahora, prepárate para el almuerzo. —Me di la vuelta, y antes de irme me detuve—. Y Dylan, no vuelvas a levantarme la voz —regañe y amenace.

Su ropa se encuentra sucia después de haber entrenado, sus habilidades de Kaiser están, e incrementan al pasar el tiempo. La fuerza y velocidad, lo ha estado poniendo en práctica todos los días, y sus entrenamientos se están llevando a cabo correctamente. Sin embargo, a sus cinco años su bestia no ha aparecido. Probablemente no se ha desarrollado aun, pero lo hará, tiene que hacerlo, es un Kaiser; es sangre de mi sangre. Su animal no demorara mucho en aparecer, y si no lo hace... no lo sé. Creo que, posiblemente le comenzaría a hacer algunos exámenes, pero espero no llegar a eso.

.

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Han pasado unas cuantas horas. El sol ha caído y la noche ahora cubre el cielo. Me encuentro en la habitación de la pequeña Amelia, observando su sonrisa desde su cuna, mientras una de sus pequeñas manos tiene sujeto mi dedo índice derecho cubierto por mi guante blanco. Ladee mi cabeza al escucharla estornudar, y luego reír animada. Acompañe esa risa con una sonrisa ligera en mis labios.

Si Akko estuviera, la llenaría de besos. Después de que naciera y estuviera en brazos de mi reina. Akko, me golpeo y luego me beso. ''No tendré a otro'', fueron sus palabras con seguridad dándome a entender que el dolor del parto... le había afectado como la vez anterior. Su cabello castaño estaba despeinado y pequeñas gotas de sudor aun viajaban por su cuello, pero lo que más resplandeció para mí, fue su sonrisa de oreja a oreja cuando dirigía su mirada a Amelia.

Ahora, mi reina se encuentra en su palacio haciendo su trabajo, y es mi turno de cuidar de nuestra hija estos dos meses. Así no hemos estando turnando hasta que... ella confié en la paz que estamos teniendo. Las cosas han estado muy tranquilas gracias a Mary, no ha habido algún ataque y las personas de mis tierras se ven más felices que antes. Agradezco la armonía que he estado teniendo estos años, y aun me es increíble que hayan pasado tres desde que tuve aquel problema de la captura de los Kaiser.

Disfrutare de esta paz, tanto como pueda; y disfrutare de esta felicidad que me fue entregada. Mis dos hijos y mi mujer, los protegeré cuando esa guerra llegue. Ellos, son lo que necesito para sentirme completa, sin embargo si me siento de esa manera... ¿Por qué aun hablo con ella? ¿Por qué aun visito ese lugar en el patio de mi palacio en donde teníamos mayormente nuestras charlas? ¿Por qué aun me sigues haciendo falta, madre? Necesito dejar el pasado atrás; necesito olvidar de lo que hice y hacer desaparecer el sentimiento de culpa de mi pecho. Lo necesito, pero... ¿cómo lo consigo?

—Debes dormir —le susurre pasando mi dedo índice en su suave mejilla blanquecina.

Su contestación fue otra risa y balbuceos que me provoco una pequeña risa. Mire de reojo a la humana que se encuentra en el marco de la puerta, y con un ligero movimiento de mi cabeza ella entendió. Lentamente se acercó y tomo a Amelia en sus brazos para dormirla.

Siendo sincera... no soy muy buena para dormir a bebes humanos, y prefiero que otra persona lo haga por mí. Akko lo haría si estuviera. Mi reina intento enseñarme, pero no resulto. Ella consiente mucho a nuestros hijos, y siento que por eso Dylan, ha estado tomando esas actitudes exaltas.

Ahora que pienso en él, debería hablarle antes de dormir. Posiblemente este desanimado por sus intentos fallidos. Akko lo haría; Akko hablaría con él, eso es seguro, lo hace todas las noches cuando estamos en su hogar. Ella me cuenta las veces que Dylan ha llorado en sus brazos porque su animal... aun no quiere hacerse presente.

Akko, le dices palabras animadoras que lo ayudan a dormir, pero en mi caso, es todo lo contrario. Cada vez que falla, no veo necesario ir a consolarlo. Es un Kaiser, será el próximo líder de los Cavendish. Llorar, no le resultara de nada, y eso quiero que lo entienda.

Sin embargo, solo por esta vez iré a hablar con él. Exhale suavemente cerrando la puerta detrás mío. Empecé a caminar con normalidad a su habitación que está a unos pocos minutos de la de Amelia. Al llegar, di dos toques a la puerta.

—A-adelante —dijo con nervios esa tierna voz desde dentro.

Es normal que se ponga de esa manera; es la primera vez que lo visito después de una de las muchas fallas que ha tenido.

Entre enseguida al tener el permiso, observe el lugar totalmente oscuro sin ninguna luz, me aproxime despacio hacia el pequeño bulto en las sabanas. Al encontrarme cerca, admiré su espalda esperando pacientemente a que volteara a verme, sin embargo, luego de unos minutos en silencio no sucedió y tuve que tomar asiento en el espacio vacío.

—Dylan —lo llame, provocando que abrazara con más fuerza la sabana que cubre su cuerpo, pero no su cabeza.

Lentamente, lo voltee con mi mano en su hombro, descubriendo casi de inmediato pequeñas lagrimas que fueron reflejadas por la luz nocturna, causando que mi ceño se frunciera ligeramente, y eso lo noto él. Dylan, limpio con rapidez con la manga de su camisa de dormir sus ojos humedecidos. Lo detuve agarrando su muñeca cuando iba a bajar a sus mejillas mojadas.

—Llorar no te ayudara de nada, y con rendirte tampoco obtendrás algo.

Dylan, giro su cabeza hacia otro lado.

—L-lo sé... —susurro débilmente.

—Eres mi hijo, el siguiente heredero de mis tierras —le recordé.

Dylan, mordió tembloroso su labio inferior. Arquee una ceja, observando más lagrimas salir. Suspiré, y con cuidado lo hice aun lado para acomodarme en su pequeña cama.

—¿Q-que su-sucedería si no puedo convertirme? —dijo entrecortado debido al sutil sollozo—. ¿Te-tendrás a otro hijo para reemplazarme? —pregunto con tristeza, mirándome fijamente con sus ojos brillosos.

Esa pregunta, me causo un poco de curiosidad, sin embargo, estoy segura de que lo conseguirá, de eso no tengo dudas; así que no tengo porque darle tantas vueltas a esa situación.

Dylan, tú eres mi hijo —le recordé otra vez—, sangre de mi sangre. Tarde o temprano lograras lo que deseas. —Levanto mi mano y acaricio su cabeza—. ¿Qué te ha dicho tu madre Akko?

—Q-que no me rinda; que seré un Kaiser grande y.... fuerte —dijo con más calma.

Mi madre, aunque fuera amable y cariñosa conmigo, nunca me consoló cuando tenías fallos, pero los míos eran distintos. Mi animal, apareció repentinamente a mis tres años, no tuve ningún problema con eso.

—La extraño. ¿Tú lo haces? —pregunto con inocencia.

Cada día de mi vida que no se encuentra a mi lado, pero debo entender que ella al igual que yo, tiene responsabilidades.

—Siempre —conteste con seguridad, acercándolo a mi pecho.

—Mama Akko es humana. Amelia... es una humana también —dijo analizando aquellas palabras salientes de sus labios.

—Me enamore de alguien distinta a mí, eso lo sé. No me arrepiento porque te tengo a ti, tengo a Amelia; y la tengo a ella. No puedo pedir nada más.

—¿Los humanos no eran enemigos? —consulto curioso, separándose un poco para verme.

Levante extrañada mis cejas, mirándola con seriedad.

—Antes, pero ahora todo es distinto, Dylan.

—Pero... mama Akko...

—¿Sí? —inquirí.

—N-nada. —Niega levemente con su cabeza—. Estoy pensando mucho.

—Piensa mejor en las cosas que vas a tener por derecho. Recuerda que estas estudiando y entrenando para dirigir estas tierras.

Mi madre, siempre me lo recordaba; y siempre... sentía una gran responsabilidad encima de mis hombros, pero gracias a ello, aprendí a llevarlo.

—¿Que hará Amelia? ¿Vivirá aquí? —consulto con un poco de... ¿desagrado?

—No. Amelia se encargará de gobernar el reino de tu madre —aclare con algo de confusión por ese tono que utilizo para hacer aquellas preguntas.

Dylan, bajo la cabeza y enterró su cabeza en mi pecho. Solté un pequeño quejido de sorpresa y bajé mi mirada observando como abraza mi cuerpo.

—No me rendiré, seré como tu... lo prometo.

Por favor, no seas como yo.

—No lo serás, Dylan. Tienes otros pensamientos y personalidad que te harán diferente a mí. Y cuando tengas a tu bestia, te convertirás... en algo mucho mejor que yo.

Porque ser como yo, no te traerá nada bueno. Te cuidare, y protegeré, pero también debes poner de tu parte. En una guerra, muchas vidas estarán en juego, y todo... puede varias de como salgan las cosas.

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Fin del Cap. 75





Aclaraciones:

-Han pasado 2 años. Y Dylan ha alcanzado la edad de cinco años, sin embargo, su apariencia animal que debió aparecer a los tres, no lo ha hecho aún.

-Amelia nació, y tiene un año. Anteriormente, Akko había permanecido más tiempo con ella para alimentarla, pero como ahora se ha despegado de la leche maternal, ha estado conviviendo con sus madres por separado. Diana y Akko se la han turnado cada dos meses, al igual que Dylan.

-Akko aun no confía en la armonía que están teniendo, por eso no se ha quedado tanto tiempo en el palacio de Diana, por miedo de que suceda algo en el suyo o en sus tierras, y ella no esté presente para defender correctamente a su gente. 

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