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Cap. 62

Narradora Pov

—Abre con pesadez sus parpados lentamente, sintiendo pequeños golpecitos en su pecho que lastiman sus heridas—

Diana, soltó un pequeño quejido divisando con dificultad al pequeño Dylan en ese lugar, quien le dedico una sonrisita y menear de su cola al sentir su mirada en él. Su mente de inmediato dio muchas vueltas, rememorando todo lo ocurrido la noche anterior. Asustada, levanto apresurada la mirada topándose de inmediato con la seriedad y tristeza de su reina, quien ha estado observándola con atención desde que despertó.

Diana nuevamente observo a Dylan agarrar y tirar de su camisa. Akko, estiro su mano y con delicadeza la poso encima en la mejilla de la líder. Esta contemplo el amanecer en su ventana, pensando en las pocas horas que ha descansado y el cansancio que aún conserva. Sutilmente la reina deslizo las yemas de sus dedos sobre la piel, examinando esas pequeñas cortadas cerradas.

Diana, no se atrevió a decir una palabra por la vergüenza y miedo que la consume. Probablemente su reina se encuentre muy enojada después de haberla abandonado en la reunión, aparte de haber rechazado su tacto.

Irse... ¿Fue un error?

Lo que recuerda fue haberse caído por un acantilado luego de correr por una hora teniendo su mente en las nubes. Sin percatarse, ya se encontraba dando vueltas a una velocidad que le costaba frenar en ese estado, y cuando toco el final de aquel precipicio, percibió que sus brazos, piernas, abdomen y rostro se hallaban lastimados. El ardor era soportable, nada comparado con el sufrimiento obtenido en sus entrenamientos anteriores. Sin embargo... ¿Dónde estaba?, ¿A dónde había ido? Y lo más importante, ¿Que era ese olor a pulcro?, ¿Acaso el lodo y la tierra húmeda tienen ese aroma? Por qué no lo recuerda así.

—Buenos días, me alegro que este de vuelta —dijo Akko, rompiendo ese silencio incomodo y.... frio, pero Diana, no respondió y guio su mirada una vez más a los ojos de su reina, sin saber que contestar.

¿Debería disculparte?, ¿Ella lo aceptaría?, ¿O cuando abra sus labios le haga un sin fin de preguntas con respecto a lo dicho en esa reunión?

—Lamento...

—No hace falta —interrumpió, dibujando una sonrisa tenue en sus labios.

Diana hizo una mueca dudosa, arrugando un poco su entrecejo. Akko, se limitó a sonreír un poco más, continuando con las caricias en la mejilla de su líder lastimada. Diana poso su mano encima de la que se encuentra en su rostro, quitándola despaciosamente para después, apartar a Dylan acomodándolo en el centro de la cama con algo de esfuerzo debido al ardor y dolor que aún perduran en sus heridas.

Akko observo sus acciones con detenimiento y preocupación, manteniéndose quieta en su lugar. Espero pacientemente a que terminara para que la volviera a ver, sin embargo, la vista de la líder se dirigió nuevamente al gran ventanal con cortinas blancas que se mueven al compás de la suave brisa del amanecer que entra en la habitación.

Pasaron unos minutos en silencio en donde Dylan, se dedicó ahora a estar en el pecho de su otra madre. Akko, pensó al inicio que su hijo quería desayunar, pero luego de sentir pequeños tirones de su camisa de tiras y no cerca de sus senos, comprendió que su motivo no es el que imagino.

La mano fría de Diana en la piel descubierta de su hombro llamo su atención, mirándola con leve sorpresa y curiosidad, notando su cercanía y sintiendo su calor corporal debajo de la sabana que arropa su cintura y oculta sus piernas.

Con lentitud y sutileza, Diana, deposito un beso en la frente de su reina, causando que los sentimientos de tristeza, preocupación y temor, volvieran a hacerse presentes. Akko, arrugo la camisa de la líder y la atrajo un poco hacia ella; teniendo cuidado de no asfixiar a Dylan que aun juega en su pecho.

—¿Dónde estabas...? —susurro con dolor mordiéndose el labio inferior, tratando de contener sus lágrimas.

—Caminando —contesto con simpleza—. Tropecé y caí en un risco.

¿Que...? Se pregunto mentalmente Akko con extrañes.

Ella, se apartó mirándola con asombro y confusión, no creyendo que en realidad haya sucedido. Sin embargo, al ver la expresión neutra y confiada de Diana, no dijo nada y espero pacientemente a que siguiera.

Diana, paso su dedo pulgar en la mejilla húmeda de su reina, quitando el rastro de sus lágrimas y aproximándose para depositar otro beso en su frente. Seguidamente oculto el rostro de su reina en su pecho.

—Entre las líderes, mi madre deseo ser la mejor de ellos. Siempre estaba un paso adelante y mis tierras eran beneficiadas gracias a sus ideas y planes que no fueron contradictorio de ninguna persona en los congresos. Todos estaban animados y eran felices con los cuidados de mi madre, sin embargo... ella tenía una amistad ligera con los otros líderes que se balanceaba sobre un hilo flojo; no obstante, luego de pensarlo con más detenimiento se comprometió en querer luchar por el puesto superior, un deseo que era más profundo en mi abuela, Beatrix Cavendish. Sin importar las consecuencias ella conseguiría ese lugar por su cuenta para no pasarme esa responsabilidad, pero... como ya sabes falleció antes que pudiera cumplirlo.

Akko, que se encuentra en pecho, escucho con atención mientras siente las manos de Dylan acariciar su abdomen.

—Claramente, tenía otra madre, esa Kaiser de sangre pura la asesinaron luego de ser encontrada con alguien más en el palacio. Recuerdo que ella trato de explicar la situación diciendo que la habían engañado, pidiéndole imploración de rodillas a la líder, pero Bernadette, no le creyó y mando a que cumpliera su castigo. En ese entonces tenía tres años de edad y su muerte... no me afecto para nada después de haberme enterado de lo que cometió en ese día antes de que acabaran con su vida. —Hace una pequeña pausa—. Barbara y Hannah fueron mis amigas por un largo tiempo, nos conocimos por parte de nuestras madres. Ellas dos, venían seguido a mi palacio para divertirnos o realizar los entrenamientos juntas. Barbara empezó a admirarme por la fuerza y porte que tenía en ese momento, podía notar sus ojos resplandecientes cuando me contemplaba luchar. Hannah, simplemente trataba de superarme y hacerse valorar por el don que poseen cada líder.

—¿Cuál es el de ella? —pregunto curiosa.

Diana, se apartó y bajo la cabeza para observar esos hermosos e hipnotizantes ojos rubíes que la vuelen vulnerable cuando los mira con tanta... atención y adoración. Acaricio su mejilla y escucho los pequeños balbuceos, quejidos y gruñidos de Dylan. Diviso por el rabillo del ojo como su cría intenta quitarle la camisa a su reina para beber del líquido que posee en sus senos. Akko, lo noto segundos después cuando Diana no despego su mirada de ese lugar.

La reina, agarro el cachorro y se sentó en la cama con la sabana aun cubriéndole las piernas. Acomodo a Dylan en sus brazos como la noche anterior, y bajo su prenda que oculta sus redondos y suaves pechos que solamente ha visto la líder y su hijo. El pequeño Dylan, sonrió ligeramente y se dispuso a succionar con prisa, mientras su cola se mueve a un ritmo despacio.

Diana, se levantó y sentó con dificultad frente a Akko, esperando que estuviera cómoda para continuar con su relato. Al Akko verla fijamente y dar un leve asentimiento, Diana exhalo con suavidad posando una mano en sus costillas izquierdas lastimadas.

—Hannah... poseía una velocidad comparada a los Baristar pumas de color negro. Ella siempre entrenaba con Barbara en lanzar un objecto a una distancia alta y larga. Aclaro que no sabía absolutamente nada de lo sucedido con sus padres, ni tampoco estaba al tanto de que me encontraba involucrada en esa situación, pero cuando apareció esa bestia... si menciono que había sido mi culpa. —Traga pesadamente, sintiéndose un poco nerviosa—. Veras... Akko, en esa noche hice una declaración publica en una reunión que incluía los antiguos lideres Kaiser y Aslandar. También estaba la actual líder de los Ranter, Majorlaine.

         Recuerdo claramente que me presentaron una hilera de Kaiser hembras de sangre pura para que escogiera. No estaba enterada de que muchas mujeres de todas las tierras se encontrarían presentes en esa noche; simplemente para tener mi aceptación. Mi madre tampoco estaba al tanto de eso, lo se porque cuando la miré en busca de respuestas, contemplé su expresión desconcertada y asombrada.

¿Qué es esto?

¿No es obvio, Bernadette?

         Ella me defendió poniendo como excusa que apenas era una niña como para comprometerme en un lazo tan temprano. Trato aclarar las cosas poniendo excusas, pero ninguna resulto, porque ellos insistieron en formar una alianza mejor a través de esa unión.

¡Están obligando a mi hija a acostarse con alguien esta noche!

        Resumiendo todo, exclame con enojo la persona que me gusta, empezando una controversia que jamás imagine. Las razas no podían ocultar sus sorpresas y disgustos en sus rostros, y luego de unos minutos empezaron a gritar como los animales que somos. Súbitamente se desato una pelea que, Bernadette, trato de tranquilizar. Ella... estaba aceptando mi gusto y felicidad que me trasmites. Cada vez que podíamos vernos... mi madre, se encontraba en uno de los árboles cuidándome.

—Abre sus parpados sorprendida, no esperando esa declaración—

—Era tu cumpleaños... lo recuerdo perfectamente. Esa noche, le di la espalda a mis amigas con tal de protegerte y mantenerte con vida. Sabía que, si llegaban a asesinarte no solo comenzaría una nueva controversia —dijo, mirándola fijamente—. Además, nunca la hubieras perdonado si lograran tocarte un cabello. No tenía idea de que sus padres reaccionarían de tan mala manera por Hannah desobedecer uno de sus mandatos.

        Conocía que eran estrictos, pero no los creí capaz de eso... Es exagerado lo que hicieron, aunque los entiendo. Las tierras con las que estuvieron aliados por más de treinta años, habían aceptado al enemigo que hemos estado intentando evitar por décadas. Humanos... que están en el penúltimo lugar de la cadena alimenticia.

        El arma que tenía Hannah en las manos, era la misma que utilizo ese hombre que intentó matarme, pero acabo asesinando a alguien más. Reconocí de inmediato las manchas de sangre seca.

—Frunce ligeramente el ceño, observándola con preocupación—

—Fui a buscarte en esa noche, mientras los lideres continuaban discutiendo de mi declaración. Hannah y Barbara me detuvieron, y Hannah propuso en macharse las manos y no dejar que las mías se ensuciaran. Estaba al tanto con exactitud que me esperabas y deseaba mucho entregarte el regalo. Mi madre, me envió con un guardia, pero este llego cuando me encontraba en el suelo, derrotada por la líder del Sur. No pude vencerla porque anteriormente me hallaba herida debido al enfrentamiento que tuve con Barbara, a ella la deje inconsciente con un golpe que consigue atinarle en la cabeza. La deje inconsciente, porque no deseaba lastimarla.

       Dije unas palabras que rompieron una promesa que hicimos hace tiempo atrás, dejándolo en el pasado y siguiendo el presente sin remordimiento. Sin embargo, después de la muerte de mi madre, intente hablarle a Hannah, pero no funciono. Acabo rechazándome. Al recibir esa actitud de su parte, no me atreví a dirigirle la palabra a Barbara, permaneciendo sola con ese sentimiento de culpabilidad. —Guía su mano al sitio mencionado, arrugando un poco su camisa.

—¿Puedes acercarte? —pidió con sutileza.

Diana la observo por unos cortos segundos que parecieron un poco eternos para la reina, pero luego de considerarlo, acepto con cuidado gateando hasta cruzar sus piernas con la de su amada. Encontrándose sus rostros más cercas y sus intimidades rozar encima de la prenda, no incomodando a ninguna por la costumbre y confiada; tampoco dieron indicios de ganas lujuriosas.

Simplemente permanecieron en esa posición que parecía que, la reina está sentada en su regazo. Sus piernas se encuentran entrelazadas en la cintura de la líder, y sus ojos la miran con tanto... entendimiento y cariño. Sin embargo, la de Diana es dudosa y nerviosa.

—La muerte de Bernadette, no fue tu culpa. Lamento... haber causo todas esas guerras por mi osadía, aflicción y carga de conciencia.

—¿Que sucedió exactamente? —Se atrevió a preguntar, acercando su mano libre a la mejilla de la líder, mientras Dylan, continúa tomando con total tranquilidad del pecho de su madre.

—Ese día nos veríamos, y no quería porque... me encantaba estar contigo. Mi madre me pidió con cariño que no fuera debido a que se encontraba ocupada y no podía acompañarme. Al final desobedecí. —Entrecierra sus ojos—. Si no hubiera asistido, estaría con vida.

Silencio... La reina, alejo conmovida lentamente su mano, perdurando unos minutos en procesar esa información.

Todo este tiempo... se había culpado del asesinato de la líder Bernadette Cavendish, la progenitora de la persona que ama, sin embargo... tuvo suficiente tiempo sola en su gran palacio en compañía de madre después de que su padre falleciera, para pensar en esa situación.

Aprendió, a dejar todo ese dolor en el pasado cuando miro a Diana nuevamente. Al comienzo, tenía miedo de que le guardara rencor por lo sucedido, pero cuando noto el cambio de su comportamiento al encontrarse cerca y atreverse a realizar actos íntimos para que le prestara la atención que deseaba, pudo comprender que ya no era necesario seguir con ese pensamiento y sentimiento de culpa, puesto que... creyó que la líder... la había perdonado y eso enserio la alivio, quitándole un pesar de encima.

Sin embargo, eso ya no importa; eso... se ha dejado en el pasado y ahí permanecerá en el fondo de su corazón donde se pierden todos esos recuerdos y cometidos pasados en su vida.

Sintió nuevamente ese descanso al conocer la verdad detrás de lo sucedido, pero también se sintió algo entristecida por toda la aflicción que ha estado guardando su pareja estos años. Entiende por una parte... que las guerras la ayudaban a mantenerse estable, pero... muchas personas murieron, y ahora... comprende perfectamente porque no intentaron acercarse a su persona y acabar con su vida cuando tuvieron la oportunidad. Ella, no tenía la culpa. Aunque... reflexionando un poco... tal vez si un poco, pero no es necesario volver de nuevo a esos recuerdos.

Luego de pensarlo unos segundos más, rememorando las palabras de Hannah. Frunció el ceño y la miro con enojo.

—No cargues con eso, sola. —aclaro, calmando su semblante—. No puedo entender el sufrimiento que sentiste cuando la perdiste, porque... cuando yo perdí a los míos, no me importo. Sentí una satisfacción y libertad recorrer por mi cuerpo al ascender a la corona. No me molesta lo que sucedió en el pasado, aunque si me lastima pensar que gente con familia murieron a manos tuyas, pero... sí deberíamos poner una nueva regla de ahora en adelante. Sería más como una promesa. —Levanta su dedo índice, observándola con seguridad—. No más secretos, si tienes algo más que decir. Hazlo ahora o.... después podría ser peor.

¿Hacerlo ahora...?

—Baja la cabeza—

No, no podría. No se siente lista como para contarle lo que hizo hace cinco años atrás. Ese secreto... que permanece en su mente y en la de Emma, no puede decirlo, suficiente con que le haya contado lo de esa noche y la verdadera causante de la muerte de su madre; su querida... madre.

No quiere ni imaginar como reaccionaria su reina si se entera de eso, además de que no desea que ella cargue con ese peso que cae sobre sus hombros; aunque sea la persona con la que haya formado el lazo, no permitiría jamás que también lleve esa responsabilidad.

Ella... no hizo nada.

—Esta bien —respondió un poco insegura, pero utilizando un tono que dio a entender lo contrario.

Akko sonrió, y en un movimiento despacio y sutil tomo la mano de la líder para colocarla en su pecho donde se siente con más intensidad las palpitaciones de su corazón. Diana, quedo conmovida ante la calidez que le fue otorgada. Sintiéndose feliz de que su reina no haya reaccionado de mala manera, y con su dedo pulgar acaricio esa zona que mira con atención.

—Tengo más preguntas, ¿Crees poder contestarlas?

—Levanta la mirada y da un leve asentimiento—

—Entiendo porque escapaste, pero... ¿no pensaste que también eso me afectaría?

¿Afectarla?

—Me hubiera gustado poder consolarte —continuo—, y estar contigo en esa noche que dormí con Dylan en la habitación.

—Necesitaba estar sola —dijo con simpleza, no emitiendo ningún otro sonido.

—¿Soy suficiente para ti? —pregunto de repente, sorprendiendo a la líder.

—Si, Akko. No pienses lo contrario, aunque mis acciones puedan hacerte pensar de esa manera, pero esto es algo que debo arreglar por mi propia cuenta.

—¿Por qué no me dejas ayudarte?

—Porque tienes otros problemas de los cuales encargarte y no es importante el cómo me sienta emocionalmente por lo cause en el pasado.

—A mí me importa.

—¿Como puedo hacer que aceptes que es algo personal? —pregunto un poco enojada por la insistencia de su reina.

—Frunce el ceño—. Nada, olvídalo. —Exhala suavemente, desviando la mirada.

Dylan termino de desayunar, y en el momento que miro a la líder, su cola nuevamente se movió con rapidez. Diana, lo separo de Akko cargándolo en sus brazos. El cachorro relamió sus labios quitando los rastros leche cerca de su boca, y Akko quito el resto con una toalla cercana puesta en la mesita de alado. Al finalizar nuevamente suspiro, recostándose en la cama con su camisa abajo.

—Cruza sus brazos—. ¿Nos quedaremos en las festividades de las tierras de los Baristar?

—Eso podemos decirlo después, no hay prisa para pensarlo. Estoy segura de que llegaremos a un acuerdo. Primero encarguémonos de acabar con su palacio y averiguar esas cazas de los Kaiser, Ranter y Aslandar. Me ofreceré para buscarlos en una semana.

—Es peligroso, la líder no puede hacer esa tarea.

—Es mi deber ponerle un alto a esas personas que cometen esas acciones imprudentes. Tengo el mejor olfato de las dos líderes Kaiser, aparte de poseer buena resistencia y fuerza.

—Arquea una ceja—. No parece, además no estas lista para una pelea, Diana.

—¿Porque crees eso?

—Hannah lo dijo, y tiene razón. Necesito que cuando sea el momento, me dejes ayudarte con tus emociones.

—¿Y cómo piensas hacer eso?

—Hablando y estando a tu lado.

—No es necesario que malgastes tu tiem- ¡Ah! —grito al sentir la mano de su reina apretar con fuerza su costilla lastimada.

—Eres muy terca —regaño.

—Gruñe bajo, cerrando sus parpados con fuerza—

Dylan al escucharla imito ese sonido, pero en una tonalidad más aguda, ganándose una risa divertida de Akko.

—Soy una reina, soy tu pareja y madre de nuestro hijo. Por favor, déjame ayudarte.

—Abre sus ojos, mirándola con duda—

—Diana... —Susurro dulcemente sonriendo a la vez que su ceja derecha se levantó con lentitud.

La líder, desvió la mirada y Dylan, que no despego sus ojitos de ella, nuevamente la copio.

—Por favor, cariño...

De nuevo susurro, descendió lentamente para hacer presión de su entrada en el miembro dormido de su pareja. Diana, se sonrojo y volteo a verla con extrañes. El color de sus mejillas aumento al contemplar a su reina acercar una mano para tapar los ojos de Dylan, usando la otra para introducir dos de sus dedos y mover su lengua alrededor de estos con una mirada lujuriosa y divertida.

—N-no es el momento más adecuado para esto... —excuso, evitando verla y que así su intimidad no reaccionara a sus acciones, sin embargo, recuerdos de las veces que estuvo en la boca de su reina no hicieron más que ocasionar una ligera dureza, y Akko lo noto.

La reina rio y saco sus dedos al igual que quito su mano de los ojitos de Dylan. Antes que pudiera acercarse y posar sus labios encima de los que posee la líder, un toque y comunicado impidió su deseo.

—Mi líder, noticias urgentes de las tierras de Benum.

¿Emma? Espera, ¿Mi reino...?, se preguntó Akko mirando con extrañes hacia la puerta.

Diana, se puso de pies con dificultad pasando a Dylan a brazos de su reina. Akko, lo acomodo aun lado con sus diferentes peluches de animales. Agarro varias almohadas e hizo unos pequeños muros a su alrededor para que no se cayera de la cama.

La líder abrió la puerta observando a Emma respirar agitadamente con una expresión de preocupación y nerviosismo. Akko, la observo de reojo captando esa impresión, mientras arregla la cuna de Dylan y toma el regalo que le dio Harry.

—Hace una reverencia—. Mi líder... he sido informada la noche anterior de algunos sucesos en las tierras de Benum. Esta mañana, mucho antes de su hora prevista para levantarse y comenzar con sus deberes, he ido para comprobar personalmente lo que ha ocurrido. —Baja su mirada, leyendo lo escrito en su libreta—. Algunos Kaiser... impidieron que un hombre con guardias entrara al palacio de Benum que se encuentra en construcción, pero... causo un total desastre. —Le extiende su cuaderno.

—¿Conoces su nombre? —pregunto leyendo detalladamente cada enumeración, sintiéndose de repente abrumada y enojada con cada punto leído.

¿Quién era ese tipo?

—Preguntamos a algunos humanos... y dijeron que su nombre es, Kenji.

Diana frunció el ceño, no teniendo ninguna idea de quien sea ese hombre, sin embargo, Akko volteo enseguida al ser mencionado con una expresión de asombro, empezando a caminar apresuradamente hacia la puerta.

—Cierren cualquier entrada —ordeno con frialdad.

—¿Di-disculpe? —pregunto confundida Emma, sorprendida por el tono de la reina.

—¡No dejen entrar a ese rey en mis tierras! —exclamo furiosa.

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Fin del Cap. 62

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