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Cap. 48

Narradora Pov

Flashback

—¿Cual crees que se vea mejor? ¿El amarillo o el azul?

—Levanta la mirada de su libro, observándola con curiosidad—. Azul, combina más en ti.

—Se ruboriza, mordiendo su labio inferior—. Gracias...

Estar sentada en una de las sillas de la habitación que le fue otorgada en su estadía en el palacio de la próxima líder de los Baristar, era relajante en cierto punto. Los progenitores de la pantera blanca, le ofrecieron uno de los miles de libros que estaban en la biblioteca. Haciendo su estancia más tranquilizadora, sin embargo, la compañía constante de Mary, lo hacía extrañamente aún más acogedor.

—Las festividades comenzaran dentro de unos minutos. ¿Segura que llevaras ese traje?

—Es cómodo —dijo con tranquilidad, abandonando su libro aun lado para ponerse de pies y ayudar a su ''amiga'' con el vestido que desea usar—. Agradezco que me invitaras.

—Asiente nerviosa ante la cercanía de la líder, aprisionando su vestimenta contra su pecho—. N-no es nada... me gusta pasar tiempo contigo —admitió, sintiéndose aun mas inquieta.

Su cola se movió, envolviendo el brazo de Barbara en un intento de entregarle calidez. La líder observo el rostro avergonzado y tímido de la Baristar, sonriendo complacida cuando esta la tomo entre sus dedos. Acariciando la punta con su pulgar, creándole un escalofrió en la espalda baja. El rubor de Mary se extendió hasta sus orejas, agachándolas y encogiendo sus hombros, con una sonrisa tonta en sus labios.

—Tocan tres veces la puerta, interrumpiendo el momento—. Cariño, ¿Estas, lista?

—Alza sus orejas, observando con sorpresa la entrada—. ¡En un segundo, mama!

—Suelta su cola, sonriéndole con sutileza—. Estaré esperándote en el salón.

—Asiente emocionada—. Gracias... de nuevo.

Fin del Flashback

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—¡Líder del Norte! —exclamo con alegría, extendiendo sus brazos con un caminado firme y movimiento de sus caderas—. ¡Es una alegría verte, después de tanto tiempo!

—Hace una reverencia—. Igualmente, líder de los Baristar.

—Imita a Barbara—. Es un placer conocerla al fin —hablo Diana con cordialidad.

—Es una sorpresa verte en las tierras del Norte, luego de nuestro primer encuentro, líder del Oeste —dijo con sinceridad, observándola.

—Deseo hacerle algunas preguntas respecto a varios temas que quiero tocar en el día de hoy, espero no la incomode.

—Sonríe sutilmente—. Para nada, será un gusto contestar cada una de ellas.

—La guiare al comedor, donde mis más fieles sirvientes han preparado diversos platillos que puede degustar con confianza —dijo Barbara, extendiendo sus brazos en dirección a unos pasillos.

—La reina de Soris, ¿No nos acompañara?

—La observa con sorpresa ante su pregunta repentina—

Mary sonrió complacida, haciendo una ceña para que uno de sus guardias se acercara a su ubicación.

—La reina Lotte, decidió permanecer lejos de la conversación que llevaremos a cabo en el salón —dice Diana, tratando de que la Baristar no se involucre con la humana.

Sin embargo, al percibir una sonrisa lasciva en los labios de la pantera frente a ella, hizo que se pusiera nerviosa.

Insisto... —mira a su escolta—. Llámenla, y díganle que requiero su presencia en el comedor.

En ese momento, la inquietud se apodero de Barbara, observándola con el ceño fruncido, recibiendo una mirada de completa inocencia. Empezando a caminar a pasos lentos siendo seguida por dos de su guardia que rebasan su tamaño por diez centímetros, cargando un traje color azul con dorado, acompañado de una banda bordada y entrelazada con diferentes medallones de oro.

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La gran mesa repleta de comida, fue constituida por carne de alce, búfalo, jirafa, hiena y pez. Capturados en el invierno y conservados para momentos importantes como este.

Mary, tomo asiento en una de las sillas laterales frente a Barbara, estando Diana en el lado derecho de esta. Y minutos después, la reina Lotte se presentó con una expresión neutral, saludando cordialmente a la líder y sentándose en el lado izquierdo de la Kaiser, dueña de las tierras del Norte.

—Eres un encanto —dijo Mary, dirigiéndose a Lotte—. Sera un placer hablar con usted, reina de Soris.

—Lamento mi introversión, pero ¿a qué se debe la petición de mi presencia?

—Diré algo importante que puede interesarte —chasquea sus dedos, ordenándole a uno de sus guardias mandar a un sirviente a servirle del vino en la mesa; en su copa—. Me he enterado del enfrentamiento que tuvieron contra uno de los líderes que puse a cargo para que cuidara una parte de mis tierras —levanta su palma, deteniendo al Kaiser que le sirve el líquido burbujeante de color dorado—. Sinceramente, estaba al tanto que cometerían una acción imprudente contra mis reglas —observa a Diana—. Agradezco que te decidieras de el —agarra la copa, cruzando sus piernas—, lo he remplazado por uno mejor.

—¿No estas molesta? —consulto Diana.

—Ríe sutilmente—. Con ustedes, no. He castigado como es debido a las personas que se comprometieron a ayudarlo antes de su muerte.

—Entendido. ¿Qué hacía usted en las tierras de Benum?

—Sonríe ampliamente, dándole un sorbo a su vino—. En ese lugar se encontraba algo que llamo mi interés. Sin embargo, debo aclarar que no pensé que nos toparíamos.

—¿Lo tienes contigo? —consulto Barbara, mirándola fijamente.

—Ladea su cabeza, moviendo su cola larga de un lado a otro—. No —respondió desinteresada—, tengo una propuesta mejor para ti.

—Frunce el ceño, bajando la cabeza—. El motivo...

—Estoy consciente de la razón por la cual me invitaste a tus tierras, no tienes por qué decírmelo—dirige su mirada a Diana, mientras los sirvientes sirven su comida en el plato—. Déjame felicitarte, líder del Oeste. Serás una madre maravillosa.

—Gracias, líder de los Baristar —agarra sus cubiertos.

—Llámame Mary —abandona su copa encima del portavaso misto en forma de hexágono.

—Asiente en compresión y agradecimiento—. ¿Porque no me asesino? Teniendo la oportunidad.

—¿Serás madre? ¿no es así? —respondió con obviedad.

—Frunce el ceño—. No recuerdo haber hecho el anuncio antes de ese suceso.

—Sonríe divertida—. Simplemente no quería entrar en conflicto con tus tierras, teniendo en cuenta la baja capacidad que poseen por las guerras que has tenido —dijo discretamente, no queriendo revelar sus verdaderas intenciones.

La reina de Soris, permaneció en silencio, comiendo con tranquilidad y educación. Escuchando cada palabra saliente de las líderes.

—¿Cuál es la propuesta que deseas entregarme? A cambio de mi diario —agarra su copa, bebiendo un poco.

—Visita mi reino —corta su carne—, y conoce a mi hijo —dijo con tranquilidad, llevando el trozo con el tenedor a su boca.

—¿Por qué? —pregunta confundida, arqueando una ceja.

—Ingiere, ocultando sus labios con la palma de su mano izquierda, riendo de manera juguetona—. ¿Por qué no?

—¿Por qué lo deseas?

—¿Por qué no desearlo?

Mary —llama molesta.

—¿Barbara? —levanta una ceja, observándola divertida.

—¿Qué quieres en realidad? —consulto cansada de que estuviera tomándole el pelo con sus juegos de palabras tontos.

—Su nombre es Harry, y nació cuando cumplí mis dieciséis años.

—Sin ofender, pero ¿No es una edad temprana para tener a un cachorro? —dice extrañada Barbara, al recibir esa información repentina que no se asimila a su pregunta anterior.

—Ríe genuinamente, dejando sus cubiertos a los costados del plato, agarrando seguidamente la servilleta para limpiar la comisura de sus labios—. Nuestro cachorro —corrigió, espectando con detenimiento la expresión de sorpresa y confusión de la líder frente a ella.

—¿Di-disculpa? —dijo desorientada, no entendiendo lo que acaba de decir.

Diana la miro de reojo, igual de impresionada. Lotte quedo atónica, procesando sus palabras con su mirada clavada en el plato.

—Está bien si no lo recuerdas, te ayudare a refrescarte la memoria —chasquea nuevamente sus dedos, ordenándole al personal que se retire, e incluyendo sus escoltas. Ellos obedecieron, haciendo una reverencia ante de salir del salón—. Esa noche... llevaba un vestido azul, y tu un traje del mismo color, pero con tonalidades blancas en las mangas y cuello. Al caer la noche, tomaste una bebida que fue preparada por mí, en mi palacio después de la festividad.

—Golpea la mesa, sobresaltando a la reina de Soris y líder del Oeste—. ¿Qué me hiciste...? —pregunto entre dientes, gruñendo gravemente.

—Era noche de Luna de Llena —siguió narrando, ignorando su pequeño arrebato—. Mis padres estaban dormidos, y en los días anteriores rechazaste la propuesta del compromiso para unir a nuestras razas. El lazo no funciono, por eso no pudiste sentirme. Pero, si lo hubiéramos hecho tres veces, estarías unida a mi —agarra de nuevo su copa, revolviendo lo contenido—. Insisto, Barbara. Quiero que lo conozcas.

—No lo hare... —respondió enfurecida, no queriendo verla. Manteniendo su cabeza baja.

—Entonces, prepárense para la guerra contra Anglacia, ustedes solas. No consideren mi apoyo, porque tenía intenciones de incluirlas en mi plan.

—¿Co-como sabes que-

—Estoy a un paso más adelante que ustedes —dijo sonriendo con amplitud, teniendo su copa cerca de sus labios.

La líder superior de los Baristar, reconocida por acabar con sus enemigos con planes estratégicos sin necesidad de derramar una sola gota de la sangre de sus hombres. Su palacio, se encuentra encima de una colina, dándole un aura de mayor poder y dominio contra las personas que intenten conquistar sus tierras, o se atrevan a ir contra sus reglas. También, al poseer una gran cantidad de habitantes y guardias con entrenamientos estrictos, le da más potestad ante las demás razas.

—Lo recuerdo... Tu vista se nublo; tus deseos carnales aparecieron, dejándote llevar...

—M-me drogaste... —dijo herida, mirándola con tristeza y enojo.

—Olfatea sutilmente, el aroma del vino—. ¿Quieres averiguar porque lo hice? Ven a mi reino, y te lo mostrare.

—Con permiso —hablo Lotte, levantándose de su asiento.

—Lotte... —susurro Barbara, observándola abandonar el salón.

Barbara miro a Mary, recibiendo una pequeña seña de su parte para que la siguiera. Y sin dudar, la líder se puso de pies saliendo del lugar. Dejando a Diana a solas con la líder superior de los Baristar en el comedor.

—Eso ha sido una noticia... impactante.

—Lo sé. Estuve imaginando su reacción por cuatro años, y esta fue... maravillosa.

Y más con la reina de Soris, presente. Pensó, sintiéndose complacida y orgullosa, relamiendo con lujuria sus colmillos.

—¿Por qué esperar tanto?

—La paciencia, es una virtud que todos deben tener —explico con gratitud.

—Exhala ligeramente—. ¿Crees que nosotras no podemos vencer al reino de Anglacia solas?

—No —contesto sinceramente—. Poseo información importante de ese reino. Incluyendo su ubicación, y entre unos días conoceré el nombre de los reinos que se unieron a su venganza contra nuestra raza. También, podría decirte quienes son los culpables de la desaparición de los Kaiser, sin embargo, si Barbara no colabora, mis labios estarán sellados —levanta su copa—. Buen provecho, Diana.

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—Abre con cuidado la puerta, no queriendo hacer mucho ruido—

Barbara camino lentamente, persiguiendo el aroma de la reina. Encontrándola sentada en uno de los sillones largos frente a la chimenea de la biblioteca. Con timidez, tomo asiento a su lado, considerando una distancia que no la incomodara. Miro de reojo las pequeñas lagrimas secas en las mejillas de la reina, quien las limpio de inmediato con sus dedos las nuevas que comenzaron a salir.

—Lotte... —susurro con lastima, sintiendo un nudo en su garganta al ver que su reina se lamentó en silencio.

—E-está bien, no lo sabias. Ahora sé porque quería mi presencia —rio entre dientes, quitando sus lentes para limpiarlos con el borde de vestido corto y suelto de color escarlata amarillo intenso.

—E-entenderé si no deseas... seguir conmigo.

Igualmente, no han hecho el lazo, pero ¿en verdad estuvieron juntas? ¿Por qué no se sintió así?, pensó Barbara, sintiéndose confundida por ese revoltijo de emociones disgustoso en su estómago.

El lazo, complementa a las dos personas haciéndolas más completas, efectivas y perfectas. Sin embargo, al no tenerlo con la reina de Soris, y pasar estos meses entre caricias y besos casi forzosos, por razones de su instinto pidiéndole unirse. La hace sentir... incomoda.

—Y-yo... quiero pensar las cosas, mi-mientras me pre-prepare.

—¿Prepararte?

Las mejillas de Lotte tomaron un color carmesí, virando a ver a la líder que la observa con confusión. Y sin pensarlo otro segundo, dejo sus lentes sobre la mesa y se aproximó con seguridad a sus labios. Robándola un fogoso beso que cambió a uno apasionado e intenso en pocos segundos.

Extrañada e impresionada, Barbara no se movió de su puesto, sintiendo la mano de la reina en su abdomen, descendiendo lentamente hasta el broche de su pantalón. Abrió su boca, dándole paso a la lengua intrusa. Aun desconcertada de la acción repentina de la reina, siguió con dificultad los movimientos de su lengua y labios, creando sonidos sutiles que fueron combinados con jadeos cuando la mano de Lotte, viajo a su intimidad, acariciándola de arriba a abajo encima de la tela.

Sus mejillas se sonrojaron abruptamente, sintiendo unos delicados dedos rozar el puente de su miembro. Sin embargo, antes de que pudiera atraerla a su cuerpo y sentarla en su regazo, deseando con todo su corazón poder acabar con lo empezado. La sensación placentera que comenzó a crearle esas caricias, se desvaneció en un segundo. Abriendo sus parpados para mirar a la reina levantarse y colocándose sus lentes, avisando de su retiro del palacio y agradeciendo por la comida.

Lotte, sin voltear a verla, se retiró de la biblioteca. Dejando a Barbara completamente confundida y triste, respirando con un poco de rapidez por el levantón del beso y de su intimidad al recordar las yemas de los dedos de la reina, bajar y subir tocándola con delicadeza... Como... deseando... algo.

Sus orejas se levantaron en ansias a un pensamiento repentino, pero... se bajaron al instante cuando sintió su miembro palpitar y un dolor reconocido en su pecho.

Otra vez se fue... abandonándola con las ganas e ilusionándola de que tal vez podrían hacerlo en ese momento.

¿En verdad deseara hacer el lazo? ¿O simplemente fue otro impulso?

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—Mi líder... —hablo Emma, recibiéndola con una reverencia—. Tengo nuevas noticias preocupantes, ¿Desea escucharla ahora?

Diana, después de terminar su charla con Mary, hablo con Barbara, respecto a lo mencionado en la mesa que hizo la situación más complicada entre ella y la reina de Soris. Sin embargo, sorprendentemente no la encontró triste y delirando de un posible rompimiento como lo había imaginado. Sintiéndose más tranquila cuando platico acerca de lo ocurrido, aconsejándola un poco del conocimiento que posee de ese tema. Efectivamente aclaro que no se confiara mucho de sus palabras, y estuviera lista para cualquiera cosa.

La líder del Oeste, tenía intenciones de ir con su reina una vez que llegara a su palacio para contarle de su día. Sin embargo, la aparición repentina de Emma, lo evito.

—¿Que sucede?

—Parpadea confundida, contemplando la suciedad y el despeino de su líder—. Es... sobre Sebastián —hablo finalmente, no dandole importancia a su aspecto—. No ha regresado a buscar la nueva correspondencia, y algunos especulan que... desapareció.

¿Desaparecer?

—¿Qué quieres decir?

—Las capturas de los Kaiser —aclaro, revisando su libreta—. Hemos estado contando estas desapariciones, recolectando los panfletos que encontramos en las calles. En total... son cien. En este reino, han desparecido cien Kaiser. Y el número, sigue en aumento. ¿Qué propone? —pregunta con preocupación.

Mierda. Maldijo mentalmente, guiando una mano a su mentón.

No llego a ningún acuerdo en la conversación con Mary, luego de que Barbara y Lotte abandonaran el salón, no obteniendo a base de tratos la información que requiere con urgencia. Ahora, una persona que considera importante no ha vuelto a pisar estas tierras.

—Búsquenla —la mira con su ceño fruncido.

—E-eso... sería peligroso, mi líder. Tome en cuenta que uno de nuestros guardias pueda salir heridos o sean capturados por estas personas. Incrementando de una manera abrupta el número de desaparecidos.

Tiene razón... Esa decisión fue muy imprudente.

—Iré por mi cuenta. ¿Dónde la vieron por última vez?

—E-es... arriesgado, pe-pero... —busca rápidamente la hoja deseada que contiene ese informe—. Estaba en las tierras de Benum, uno de nuestros guardias la vio salir de una casa.

—Dígale a él, que deseo verlo mañana a primera hora. ¿Algo más?

—Saca una hoja marrón entremedio de las páginas de su libreta—. Encontramos esto en la mochila de Sebastián, fue hallada en una pradera de esas tierras. Solamente... contenía este papel.

—La toma con cuidado—. Gracias, Emma.

—Asiente, haciendo una reverencia—. Es un honor poder servirle, mi líder.

—Espero que nunca pienses lo contrario —dijo con neutralidad, despidiéndola cordialmente.

Es de noche y su cuerpo se siente casando. Caminando hacia la habitación, leyendo la hoja en sus manos, frunciendo el ceño y soltando una nueva maldición en un murmuro poco audible.

Sus instintos se alertaron al olfatear cerca el aroma de su reina, aproximándose con más rapidez y entrando con prisa al cuarto. Encontrándola sentada en la cama leyendo tranquilamente un libro en sus manos, teniendo la luz de la mesita de noche encendida. Sus manos cosquillearon, y su cuerpo se movió ansioso. Dejando a un lado lo leído anteriormente, se acercó a su reina, quien le sonrió sin verla recibiéndola con un beso profundo, pero rápido en sus labios.

Al separarse, Diana quito sus guantes para acariciar su vientre, siendo muy bien recibida por el cachorro que empezó a patalear. Oculto su rostro en el espacio del cuello de Akko, endulzándose de la fragancia refrescante que desprende.

—¿Como estuvo tu día? —pregunto felizmente.

Su cola se movió, sintiéndose satisfecha y.... completa.

—Lo mismo... Ha estado un poco inquieto desde que abandonaste el palacio.

Es sorprendente como estando en mi vientre, pueda sentir el alejamiento de su otra madre, pensó Akko, llevando una mano al sedoso y... ¿despeinado? Cabello de Diana. Encontrando una hoja entre medio de sus mechones.

—¿Que estuviste haciendo? —consulto confundida.

—Se aparta, mirando la hoja de primavera que sostiene su reina—. Oh...

Ahora que lo menciona. Recordó que se lanzó del auto en su regreso a sus tierras cuando vio una ardilla trepando en un árbol. Causando que el conductor frenara asustado de repente, gritando ''¡¡¡Mi líder!!!''.

Akko, tomo su rostro con sus dos manos, notando pequeñas cortadas y suciedad en sus mejillas.

—Desvía la mirada—. N-no es... importante —dijo nerviosa, no deseando tocar el tema, ya que al final, siente un poco de enojo porque no pudo atraparla, y al ser detenida se golpeó la cabeza con una rama.

—Levanta una ceja—. ¿Perseguiste a un animal?

—No... —miente, encogiéndose en sus hombros.

—Exhala resignada, negando sonriente ligeramente con su cabeza—. Está bien, no importa —despoja otra hoja de su cabello—. Cuéntame, ¿De que hablaron?

¿Por dónde comenzar...?

—¿Quieres las buenas... o malas noticias?

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Fin del Cap. 48

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