Cap. 43
Narradora Pov
Flashback
—No... no me conoces... ¡¡¡Y no puedes quitarme lo que merezco!!!
—¡SI PUEDO! —levanta la voz, dando a entender quién manda en ese momento—. ¡Soy tu padre y hare todo lo que este a mi alcance para que JAMÁS, seas la líder de estas tierras!, ¡Eres una maldita malagradecida, Hannah! ¡No lo mereces! ¡¡¡NO ERES DIGNA!!! ¡Tu lugar estará con los guardias de estas tierras! ¡Trabajaras para mí, pero ya no serás mi hija! —exclamo, dándose la vuelta para después, cerrar la puerta bruscamente, creando un sonido fuerte en forma de eco en el salón oscuro.
Lágrimas de impotencia se hicieron presentes en los ojos de una cachorra de tan solo quince años... queriendo reclamar el puesto que tanto ha estado luchando para conseguirlo. Sin embargo, desde ese problema con sus anteriores amigas, las cosas... cambiaron.
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Sus manos se mancharon... Sangre de su propia sangre. Aunque lo odiara, siempre permaneció en su corazón; siempre lo admiro; y siempre... será su padre.
Los gritos de dolor y arrepentimiento, pero de esfuerzo y valor... se escucharon en el campo de batalla. Donde tuvo su encuentro... con el hombre que la crio; donde... acabo con su existencia; donde... fue maldecida por la vida... cumpliendo, una leyenda del error cometido por un joven años atrás. Sin embargo... lo que hizo, no tiene vueltas atrás.
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—Has vencido a nuestro líder. Y por reglamento de nuestros ancestros sagrados... —guía su puño a su pecho, poniéndose de rodillas—. Todo el reino, está ahora bajo su mando —agacha la cabeza—. Mi líder.
—Levanta su mentón, observando al Kaiser frente a ella. Sintiendo... el peso de sus tierras en sus hombros, e incluyendo... el de la muerte de su padre—
En ese momento, muchas personas de su reino empezaron a hablar de mala manera a sus espaldas, pero a ella... poco le importo. Les hizo caso omiso a esas palabras irrelevantes, y demostró de que era capaz y digna de poseer el liderazgo. No lo intereso que nadie entendiera el motivo de sus actos anteriores.
Fin del Flashback
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Dentro de una habitación, se escuchan quejidos de sufrimiento y malestar. Una Kaiser, agarra su pecho fuertemente queriendo estrujarlo con fuerza. El dolor es insoportable, y el recuerdo aún peor. Sus venas del rostro y unos de sus ojos conservan un color negro. Con cada respirar se hace más doloroso y frustrante esa incomodidad molestosa.
Hace pocos minutos llamo a un Kaiser que se encarga de la guardiana nocturna. Ordenándole a traerle algunos medicamentos junto a una enfermera que la ayudara inyectarle las sustancias que calmaría su tormento.
Levantarse en las madrugadas por un dolor provocado de una lucha que tuvo hace dos días, es fastidioso para ella. Aparte de tener pesadillas continuas de ese recuerdo que la agobia y molesta cada vez que tiene un día tranquilo. Lo convierte en una verdadera tortura...
Evitar pelear utilizando todas sus fuerzas se está haciendo más difícil de lo que era antes. En ese encuentro de los Baristar se rehusó a usar a su bestia por ese mismo motivo. No desea... disponer de la fortaleza y vitalidad que le otorga la maldición. La detesta, y odia con todo su corazón. Ya que... cada vez que se convierte en ese poderoso animal, tiene un precio... un precio demasiado costoso.
—Mi líder.
—A-adelante —ordeno Hannah, sentada en el suelo con su espalda recostada en la fría pared de su habitación. Tratando de soportar el dolor.
La enfermera entro enseguida, poniendo la bandeja encima de la cama. Agarro unas pastillas con un vaso de agua y la jeringa con la medicina en el cilindro, acercándose rápidamente y poniéndose de rodillas ofreciéndole a su líder, los requerido que mando a buscar.
Sin dudar, los agarro y bebió, sintiendo la punzada de la aguja en su brazo acompañado de un fuerte palpitar que la hizo retorcerse en su lugar, alarmando a la Kaiser hembra que, no sabe cómo actuar en esa situación. Sus orejas se agacharon y su cola se movió intranquila, pensando en que más podía hacer para ayudar. Sin embargo, su mirada bajo al instante cuando hizo contacto con la expresión de malestar y enojo de su líder.
—Acércate... —ordeno Hannah, en un suspiro cansado.
El dolor no ha reducido, pero si ha calmado un poco sus nervios alterados. La Kaiser hembra que posee una bata de dormir celeste que cubre completamente su cuerpo, obedeció aproximándose con miedo de que la líder pudiera hacerle daño en ese estado. Sin embargo, al estar a distancia cercana como la mando, Hannah la tomo en sus brazos, apoyando su cabeza encima de la contraria.
—Buena chica... —susurro agotada, suspirando con alivio cuando el medicamento empezó a hacer efecto.
La Kaiser tembló en sus brazos, aun temiendo que le hiciera daño. Una simple enfermera siendo aprisionada por un fuerte agarre de su propia líder... Jamás seria seguro, menos con las cosas que ha hecho para conseguir el liderazgo. Todos los Kaiser están enterado de lo ocurrido, pero tienen prohibido hablarlo fuera de las tierras. El primero que se atrevió a hacerlo, fue cruelmente sentenciado a muerte.
Hannah, aun aturdida por la aflicción sentida previamente, no controlo sus acciones, acurrucando y acariciando a la Kaiser en sus brazos como si se tratara de un peluche peludo para calmar y controlar sus pensamientos. La Kaiser no pudo evitar sonrojarse y sentirse tímida minutos después de permanecer en ese lugar, sintiendo el palpitar y respirar calmado de la líder. Al presenciar su cuerpo recostarse alado de la cómoda aun teniéndola en brazos, entro en cuenta del adormecimiento y cansancio causado anteriormente por el dolor que la despertó abruptamente en esta noche solitaria y fría.
Dudando un poco de sus intenciones, se recostó en su pecho, restregando sutilmente su rostro. Hannah suspiro por la agradable sensación que le fue trasmitida, girando su cabeza hacia otro lado con sus parpados adormilados. Lentamente la Kaiser se apartó, no queriendo despertarla. Agarro el vaso vacío con la jeringa y la coloco en la bandeja. Antes de retirarse de la habitación, miro a Hannah una vez más.
¿Su líder... en verdad es mala?
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Barbara Parker Pov
Al fin... he podido caminar, aunque me canse un poco, pero he logrado moverme sin ayuda. Antes utilizaba un bastón, y ahora no es necesario. Las heridas de mi cuerpo han mejorado gracias a los servicios de la enfermera y medicamentos que tome de acuerdo a sus indicaciones.
En este día, la reina Lotte llegara a mi palacio y se quedara unos días. Mi emoción y nervios son notables. La noticia fue anunciada en mi reino y la mayoría de los Kaiser que no han visto a un humano en persona, esperan al menos contemplarla una vez. Claramente pienso llevarla a la ciudad cuando me recupere un poco más para caminar a larga distancias sin cansarme o sentir dolor.
Sacudí mi cola y la peine con una peinilla perteneciente a mi cómoda. Acomodé mi traje por cuarta vez y me puse un poco de perfume. Al acabar de alistarme, me mire en un espejo observando que no haya ninguna arruga o algo que me haga ver mal. Suspire profundamente calmando mis nervios, pero mis pensamientos siguieron abrumándome.
¿Qué pasa si no le gusta mi palacio? ¿Se ira? No creo, la reina Lotte no es capaz de eso o ¿sí? ¡No lo sé! ¡Tantas dudas! Es la primera vez que estará en mis tierras, también la primera vez que mi gente verán a un humano, aparte de los que acompañan a la reina.
Solo espero... que todo salga bien.
—Tocan la puerta—. Mi líder, la reina ha llegado.
¡¿Tan rápido?! ¡No estoy lista!
—Ba-bajare enseguida —dije nerviosa.
—Mi líder, pido permiso para tocar a un humano —dijo otro Kaiser, cerca de la puerta.
—Miro hacia donde provino esa voz—. ¿Por qué deseas tocar un humano?
—Quiero comprobar si su piel es suave, como dicen los libros.
—Suspiro suavemente y me acerco, abriendo la puerta—. No puedes, esos humanos son liderados por la reina.
—Cierto —hace una reverencia—. Mis disculpas.
Asentí y acomodé mi traje nuevamente. Inhale profundamente y exhale suavemente, empezando a caminar en el centro de mis dos guardias. Mis manos enguantadas no ocultan el pequeño temblor causado por mi nerviosismo.
En estos días que permanecerá en mi hogar, necesito contarle acerca de lo sucedido con mi cuaderno y lo ocurrido en mi pasado con Mary. No deseo un mal entendido que luego provoque nuevos problemas con los que no quiero lidiar en estas circunstancias.
Considere las palabras de Diana, y la única que manera que consiga mi libreta, es invitándola a mi reino. Claramente... de eso se trató su motivo al tomar algo que me pertenece. Estar en mis tierras y vernos de nuevo después de cuatro años sin comunicación alguna.
Creo recordar que Diana menciono antes que tiene... ¿Un hijo? Tal vez no, y posiblemente se trataba de un pequeño Baristar que estuvo a su lado en ese momento. Necesitaría comprobarlo preguntarle acerca de eso, sin embargo, no será relevante.
No me importa, ¿Por qué me importaría?
Baje las escaleras justo cuando la puerta fue abierta, enseñando la reina Lotte siendo escoltada por una cantidad de tres hombres y dos mujeres con armas sujetas. Mis Kaiser dentro del palacio, reaccionaron asombrados, admirando a los humanos entrar con esa mirada fría y contundente. Sin embargo, se quedaron en sus puestos y no actuaron, observando con curiosidad desde lejos.
Al encontrarme en la planta baja, me acerque a pasos firmes. Sonriendo suavemente por la llegada de la reina de Soris. Ella me miro y me dedico una sutil sonrisa que me pareció la más hermosa que he visto en mi vida.
—Extiendo mi mano—. Bienvenida, reina de Soris.
—La toma con delicadeza—. Gracias por recibirme, líder del Norte.
—Pareces débil... —susurra el Kaiser a mi lado, mirando a la escolta de la reina.
—Levanta una ceja, contemplándolo de arriba abajo—
—Lex, modales —regañe suavemente.
—Recompone su postura—. ¡S-si!
—Exhalo ligeramente, observando a Lotte—. Lo siento, es la primera vez para ellos.
—Me mira con sorpresa—. ¿Quieres decir que nunca han visto a un humano? —entrelaza sutilmente sus dedos con los míos.
—Me ruborizo un poco, sintiendo mis pelos erizarse por su acción—. Nu-nunca...
—Sonríe con amabilidad, sonrojando ligeramente—. Entiendo.
Estas serán los cinco días mejores de mi vida.
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Diana Cavendish Pov
Mi sexto sentido me dice que Akko me necesita, pero no puedo abandonar a la líder de los Ranter en una conversación importante que menciono hace unos minutos. Sin embargo, me habla de cosas sin sentido justo en este momento, y mi reina debe encontrarse en su despacho haciendo su trabajo. Ella con anterioridad aviso que bajaría cuando terminara, y saludaría a Marjolaine. Previamente me disculpe con ella por no presenciar a la reina de Benum en su llegada, y Marjolaine lo comprendido, no dándole importancia a ese asunto.
Me encuentro en el patio trasero de mi palacio rodeada de dos Ranter y cuatro Kaiser de mi pertenecía que cuidan mi espalda, puesto que, los que las escoltaron Ranter no tienen una buena relación con mis guardias por razones que desconocemos.
—Lu-luego e-ellos trataron de comerse una roca —dijo entre risas—. ¿No es gracioso?
—Si... es divertido —sonrió fingidamente, no entendiendo la gracia del cuento.
—Oh, Diana —acerca la palma a su pecho—. Pareces que estas envejeciendo más rápido, antes te encantaban esos relatos.
—Eso quedo en el pasado —cruzo mis piernas—. ¿Qué es lo importante que debes decirme?
—Muchas cosas —entrelaza sus dedos—, pero quiero hacerte unas preguntas primero, Diana. Es respecto a unos rumores que se están extendiendo y llegaron a mis tierras.
—Levanto mis orejas, esperando pacientemente—
—¿Hiciste un lazo con esa humana? —me observa de arriba abajo—. No has dejado de mover tu pierna intranquilamente desde que iniciamos esta conversación —cruza sus brazos, moviendo a un ritmo despacio sus dedos sobre su piel.
¿Lo hago?
—Detengo mi movimiento, carraspeando mi garganta—
Ella... no debe enterarse, pero es inevitable en este momento. Mi reina se encuentra en mi palacio terminando sus trabajos correspondientes, y cuando venga a unirse con nosotras, lo descubrirá. No obstante, Akko me menciono que evitara ser demasiada obvia y controlara mejor mi comportamiento.
Además, no quiero perder la deuda pendiente que tengo con ellos. Aún no he pedido nada a cambio después de que mi madre la ayudo, quedando comprometida conmigo cuando ella falleció. Sin embargo, no pienso utilizar sus fuerzas aún. Las guardo para una buena ocasión.
—¿Y bien?
—La observo con un semblante serio—. Es correcto, me hallo unida con la reina de Benum.
—Frunce el ceño—. ¿Está embarazada?
—La miro sorprendida—
¿Que? ¿Como lo...
—Has mirado la entrada trasera más de siete veces, y de la manera que mueves tus orejas y tu cola, dan a entender esa suposición. Tus sentidos y animal actúan por sí solos, delatándote con acciones mínimas que pueden ser notado por cualquiera —explico tranquilamente—. Ahora, estoy segura de que metiste la pata a muy temprana edad creando un cachorro dentro del cuerpo de una humana —alza una ceja—. ¿Qué diría Bernadette de lo que hiciste?
—Encojo mis hombros, desviando la mirada—
—Exhala exasperada—. No eres una cría, Diana. Y no me corresponde regañarte y castigarte para que aprendas de tu error. Sin embargo, me encargare de mantenerte vigilada, y ser la mejor tía posible para ese cachorro.
¿Cómo?
—La observo con impresión—
—¿Que? —sonríe burlonamente—. ¿No es lo mejor? —sitúa su palma en la mejilla—, considero que eres muy joven como para criar a un cachorro, pero sé que harás el intento. Además, desconozco como actuaria Bernadette en esta situación, sin embargo, te he educado en varias ocasiones después de su muerte, haciéndome una idea de su expresión al enterarse. En conclusión, no lo vuelvas adicto a corretear ardillas o, centrarlo mucho en los estudios. Su vida no será igual a la que tuviste, y no dejes que viva lo mismo que pasaste. Conviértelo en algo mucho mejor —sonríe sutilmente—. Ahora, no pienses que podrás esconderme ese tipo de cosas. He estado embarazada tres veces y conozco el comportamiento que optan del que dio la semilla para ese cachorro —ladea sus orejas—. Debo aclararte, que estoy en desacuerdo con la relación que tienes. Es una humana, Diana. Una raza demasiada inferior para nosotras. Poseemos una fuerza increíble, y resistencia admirable. A comparación de ellos, tienen que defenderse con armas, bombas, tóxicos creados. No me gusta su estilo de defensa, pero es entendible hasta cierto punto.
Primero... me aconsejo, luego... ¿Negó mi relación? ¿Cuál es el punto?
—¿Que te atrajo de esa humana? —pregunto tranquila, mirándome sin expresión alguna.
—Su manera de comportase conmigo, y el modo de pensar con respecto a nuestra raza. Sus diferentes tipos de carácter son otras de las cosas que me gustaron, aparte de su belleza natural y buen corazón —respondo con sinceridad, sintiéndome un poco más calmada.
—Arquea una ceja—. Nunca pensé escuchar esas palabras de ti, eras como una roca irrompible luego de ascender al liderazgo a temprana edad —suspira pesadamente—. Escúchame Diana, esa relación no traerá nada bueno, pero puedes convertirlo en algo que beneficie tu vida y tus tierras. Es una reina y posee grandes recursos, sin embargo, piensen en su situación y las cosas que ocurrirán después. Van a tener a un cachorro en unas circunstancias difíciles.
—Lo hemos tomado en cuenta, y aun tratamos de acoplar algunas que otras cosas para las personas de nuestro reino, y para que mi hijo tenga una vida tranquila, como me lo asesoro en sus palabras anteriores.
—Escuche que hubo un ataque en sus tierras. Los Baristar son animales tontos, apartando la líder superior. Ella... conoce como hacer las cosas correctamente. Es como un tablero de ajedrez, juega bien las piezas acomodándolas con tanta... agilidad, y sin percatarte, hizo un Jaquemate simple. Debes tener cuidado con ella si algún día llegas a topártela —agarra la copa de vino sobre la mesa.
—Sucedido. Recibí heridas poco graves de su parte cuando me encontraba en las tierras de Benum, pero no me quito la vida teniendo la oportunidad.
—Observa el suelo, analizando mi corto relato—. Posiblemente esas no eran sus intenciones, pero no bajes la guardia. Aunque no lo hallas considerado, estas en deuda con ella. Le debes la vida.
—Frunzo el ceño—. No me salvo.
—Pero sí tuvo la ocasión para no dejarte respirar nunca más —bebe un poco del líquido en su copa.
En cierta parte... tiene razón. Deseo hablar con la líder de los Baristar, para quitarme ciertas dudas que conservo después de ese encuentro y lo ocurrido antes de eso. Espero que Barbara haya pensado en mis palabras y me avise cuando asistirá a sus tierras. Necesito respuestas a mis preguntas.
—Ahora, tenemos otro problema mayor que ese.
—¿Cuál es? —la miro con interés.
En el momento que Marjolaine comenzaría a una charla relevante, Akko llego pidiendo disculpa por su atraso e interrupción. Marjolaine, la miro unos segundos con una expresión neutra, para después, cambiarla y sonreírle ampliamente.
—No te preocupes, querida. Estábamos a punto de llegar a la mejor parte del motivo de mi visita —ríe divertidamente.
Permanecí firme sin voltear a verla por la incomodidad que me creo al espectar la mirada seria que le dirigió Marjolaine a mi reina esos pocos segundos. Mi cola se movió sutilmente, acariciando con la punta su espalda para evitar que pensara algo malo por no saludarla cuando llego.
—Esta noticia te encantara —junta las puntas de sus dedos agarrando la copa de vidrio con sus dos manos, mirándome con felicidad—. El reino de Anglacia, sigue con vida.
¿Que...? No es posible.
—¿Como estas, segura? —arrugo el entrecejo, apretando mis manos que se mantienen entrelazadas encima de mis piernas.
—Bernadette tuvo una buena idea de inundar esas tierras con la presa que construyeron, pero no todos murieron como estaba planeado, y desconozco su ubicación en este momento —exhala resignada—. Parece que moriremos —dijo sin importancia, levantando sus hombros.
¿Como puede decir eso...?
—Gruño en desagrado—. Nadie perderá la vida —dije segura.
—Sonríe abiertamente, mirándome con atención—. ¿Que tienes en mente, Diana?, ¿Recuerdas lo que sucedió en mis tierras? ¿no? Apuesto que su tecnología se encuentra más avanzada que antes. Y descubrí que estaban con vida porque anteriormente no hallé su cuerpo muerto, y vieron hace pocos días a una mujer de mi edad que tiene cierto parentesco a la comandante, pasear cerca de las tierras del Sur.
¿Sur...? Hannah...
—Lamento interrumpir, otra vez. Pero nunca antes escuché un reino llamado Anglacia, ciertos rumores decían que se hundió en sus propias aguas, jamás conocí su nombre, hasta ahora. Lamento no tener mucha información que compartir.
—Ese reino no debió existir en primer lugar —dijo Majorlaine, dirigiéndose a Akko—. Esa mujer, es igual de astuta que la líder superior de los Baristar. Las dos... son peligrosas, demasiado. A menos que sepas como jugar su juego.
—¿Que supones que hagamos? —pregunte, prensando en nuestras circunstancias actuales.
—Prepararnos, porque eso están haciendo en este momento mientras hablamos y tomamos un poco de vino. Atacaran mis tierras primero, luego vendrán por las tuyas y al final, cuando desaparezcamos de su lista, terminara con los demás. Es una mujer muy sedienta de poder —rueda sus ojos.
—¿Cree usted que ella se alié con otros? Considerando lo sucedido hace mucho tiempo, no es posible que pueda conquistar tantos reinos sola.
—Bien pensado... —susurra, considerando las palabras de Akko—. ¿Conocen a alguien de los reinos lejanos? Podrían preguntarles si tuvieron contacto con ella.
—Lo haremos —aseguro Akko.
—Algo más... —me mira, sonriendo nuevamente de manera juguetona—. Empieza a considerar mejor tus entrenamientos, el nuevo líder de los Aslandar, va a querer hablar contigo personalmente —guiña—. Y sabes a qué tipo de charla me refiero —ríe divertida, dándole un trago largo a su vino, acabándolo por completo.
—Bajo la mirada—
Se exactamente a lo que se refiere y desean esos leones...
La revancha de un nuevo líder contra la líder que venció el antiguo, queriendo demostrar la fuerza superior del actual. Tratando de vencerme y conquistar mis tierras que se encuentran unidas con las de Akko.
—No te desanimes, cariño. Le ganaras —hablo Majorlaine, tranquilamente mientras se sirve más vino en su copa.
No hare algo tan patético.
—Tengo... otras cosas de que encargarme, no aceptare ningún duelo.
—No podrás negarte. Cuando llegue el momento, aceptaras.
—Levanto la mirada, observándola con mi ceño fruncido—. ¿Cómo puedes estar segura de eso?
—Intuición —relame sus labios, enseñando su colmillo izquierdo con una sonrisa lasciva—. Felicidades —mira a Akko—. A las dos —nos observa a ambas—, prometo ser una buena tía.
Mi cuerpo se tensó al instante que esas palabras fueron mencionadas, observe a Akko de reojo que tiene una expresión de sorpresa. Majorlaine sonrió amablemente, tomando de su copa. Akko, aprovecho esa oportunidad para mirarme y dedicarme una mirada de... molestia. Mi sexto sentido se encendió, enviando señales de advertencia a todo mi cuerpo.
Estoy muerta...
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Fin del Cap. 43
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