Cap. 40
Narradora Pov
Los Ranter llegaran dentro de tres días. Sera la primera vez que vera a otra raza distinta que no sean los Baristar, Aslandar y Kaiser. La reina de Benum, concluyo con sus deberes matutinos hace unas horas, encontrándose ahora en el comedor degustando de un exquisito platillo. Evidentemente, mando a pedirlo cuando se le antojo, confundiendo a las Kaiser que se encargan de la cocina, puesto que, ellas hacen aperitivos diferentes todos los días, pero, sin ninguna petición en específico; algo nuevo y raro.
Inflo sus mejillas al sentir su comida querer devolverse. Apoyo su mano libre en la mesa y agacho su cabeza, implorando que nadie la haya visto o, podrían comenzar las sospechas; suficiente con los rumores en sus tierras. Claramente las personas en el palacio, están enteradas de su relación con la líder, pero, ninguna de ellas tiene permitido decir algo fuera de este lugar. En la hoja que firmaron para trabajar dentro del hogar de la reina, venia con ciertas reglas estrictas, incluyendo también a los guardias reales.
Akko, tenía un plan que se llevaría a cabo en la fiesta de ''navidad'' o, debería llamarlo, ¿Festividad Crocar?, Como sea. En ese día, iba a anunciar públicamente enfrente de algunos periodistas que serían invitados para esa ocasión, una noticia importante, dándoles curiosidad cuando les avisara unos días antes, pero, ahora, todo ese plan se fue a la basura. Su vientre estará más abundante en esas fechas. Sus pensamientos dan muchas vuelvas a ese asunto, planeando algo diferente, pero que sea en un mes o dos.
La reina de Benum, nunca ha demostrado un Angulo débil desde que ascendió al trono, manteniéndose firme y centrara en la responsabilidad que le fue otorgada. Sin embargo, su comportamiento se está convirtiendo en un misterio para las personas dentro de su hogar. A veces se encuentra irritada, otras veces molesta, luego feliz y de repente desanimada.
En las noches que duerme sola, no tuvo ningún problema en descansar sin compañía, pero, esa necesidad de tener a la madre de la cría que se está desarrollando en su vientre, es un poco molesto. Sinceramente, ese requerimiento de su cuerpo, no es fuerte y logra controlarlo a la perfección. Sin embargo, le parece algo extraño que suceda, ya que, cuando una mujer humana se encuentra embarazada, no desea a su pareja alado a cada momento.
Previamente, tomo la libertad de ir a la biblioteca del palacio en un busca de unos libros que la guiaran y aclararan sus curiosidades y dudas. Informándose del estado de una Kaiser preñada, entrando en consciencia de los cambios que vendrían en unos meses, pero, confundiéndola en gran parte. Ella no es una Kaiser, sin embargo, comparando su necesidad y pensando en las cosas que pasan cada dos meses en las hembras como en los machos, ¿Puede suceder? Dentro de su vientre se está formando un Kaiser, lo que quiere decir que ella en ese tiempo... ¿Sera una? Es extraño y confuso, pero tiene sentido al analizarlo mejor.
Ella tendría el comportamiento y las necesidades de una Kaiser en el tiempo que este embarazada. Aun la idea no es cómoda del todo, nunca se imaginó en una situación igual. Tener un hijo o hija tan temprano no estaba en sus planes, tal vez lo hubiera considerado a los veinte y dos años que siguiera junto a Diana. No obstante, la noticia le cayó como un balde de agua fría en unas circunstancias no deseadas.
Después de leer algunos libros de la maternidad humana y Kaiser en el tiempo que estuvo libre, sin conocer el paradero de Diana, pero haciéndose una suposición de donde se encontraría y lo que hacía. Repaso en su mente la conversación que tendría cuando volviera, aclarándole un punto importante.
Terminando de desayunar, se levantó de su asiento sintiendo un revoltijo en su estómago; esas ganas de vomitar incontrolables. Las Kaiser retiraron los platos y la reina abandono el comedor, ignorando la soledad que la ha seguido durante dos semanas. Paso por la puerta principal para encaminarse al despacho de Diana y, posiblemente acabar uno de sus trabajos, visto que no tiene algo más que hacer. La entrada principal se abrió lentamente, escuchando un pequeño alboroto. Volteo a ver de inmediato con un semblante confundido, cambiándolo al instante a uno de sorpresa cuando sus orbes se toparon con los azules intensos de Diana.
Sin embargo, la expresión de la líder demuestra cansancio y enojo por el parloteo de sus guardias dándole consejos acerca de su salud y lo mencionado por el doctor que la trato en el momento que fue atacada por la líder superior de los Baristar. Diana negó, soltando un gruñido molesto para hacerlos callar. Claramente ella considera que se encuentra bien, desatendiendo el tratamiento de las heridas que aún no cierran, ya que no ha estado tomando el descanso que le encomendaron. Su cabeza duele y sus parpados pesan, haciendo visible unas ojeras bajo sus ojos y el irritar que la rodea.
Los Kaiser se apartaron, mirándola con preocupación. En los días anteriores, la líder se ha comportado de una manera agresiva, tratándolos como lo hacía antes que la reina de Benum pisara el palacio; fría y contundente, simplemente unos objectos reutilizables. Los desgarramientos, golpes, mordidas y enterramientos de garras, provocan esa actitud, incrementando el mayor malestar en su cuerpo. Este se siente sumamente caliente, pero, ignora esas molestias para mantenerse firme y no decaer ante la mirada curiosa de su reina que la sigue observando. No obstante, un paso en falso la hizo tambalear, siendo auxiliada rápidamente por los Kaiser cercanos.
—Mi líder, insisto, por favor.
—Estoy bien —dijo recomponiendo su postura firme—. Regresare en unos minutos, preparen las cosas que vinimos a buscar.
Nuevamente dio otro paso, inclinando su rodilla derecha inevitablemente por las punzadas dolorosas que siente en su cabeza y en cada extremidad de su cuerpo. Situó una mano en el lugar que más le afecto; brazo izquierdo. Otra vez dos Kaiser la sujetaron, impidiendo que callera. Al estar en esa circunstancia no se percató que la reina se encuentra ahora frente a ella, mirándola con un semblante neutral. Diana, agacho la mirada, no deseando hacer contacto visual de cerca con sus orbes rubíes que, posiblemente la observen con decepción. Suficiente con cómo se ha estado sintiendo estos días, la culpa no deja de desanimarla y hacerla sentir inútil.
Una mano tibia en su mejilla, capto su atención. Siendo obligada a levantar la mirada y contemplar su bello rostro que, aunque no estuviera sonriendo, sigue siendo hermosa.
—Llévenla a la habitación y llamen a las enfermeras —ordeno, tomando distancia nuevamente.
La líder alzo asombrada sus cejas, no creyendo las palabras salido de los labios de su reina.
¿Se está preocupando por ella? ¿Por qué? ¿No estaba enojada?, No merece ser tratada de esa manera luego de crearle un problema grande en su vida, se siente tan estúpida que ahora su reina debe encargarse de su salud por no tomar en consideración sus malestares. Está claro que no se encuentran en un buen estado físico y emocional, pero no dejaría que vuelva a ocurrir lo mismo. Sin embargo, nuevamente esa necesidad la hizo retractarse de negarse y regresar a sus asuntos. Inevitablemente, llevo su vista en el abdomen plano de su reina, avergonzándose por las ganas incontrolables de acariciarlo.
Diana, desvió la mirada y abrió sus labios para protestar, sin embargo, no salieron ninguna palabra o quejido. Simplemente, mordió su labio inferior y bajo la cabeza en resignación. Si estuviera en un buen estado, posiblemente se retractaría a la orden de Akko, pero, su cuerpo a través del dolor le exige descansar. Además, contener esas ganas, la hace temblar ligeramente.
Mostro sus colmillos cuando sintió una vez más esas punzadas en su cabeza e, incontrolablemente sus músculos empezaron a contraerse, mandando contra el muro del palacio al primer guardia Kaiser que se encontraba a su lado. Alerto inmediatamente a los demás que se acercaron enseguida y apartaron a la reina de la líder. No obstante, lo que sucedió a continuación, dejaron a más de uno confundido y otros la socorrieron, levantándola del suelo.
La líder se desmayó.
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Atsuko Kagari Pov
Todo el día... Diana durmió. Las enfermeras le tomaron la temperatura y me explicaron su condición. Algunas heridas estaban infectadas y maltratadas, causándole ese pequeño colapso a su cuerpo al haber llegado a su límite. No pude evitar sentirme un poco culpable por su estado, rememorando ese momento que vino por primera vez con lesiones nuevas, pero en mi caso, ¿Que podría hacer en ese instante? Suerte mente pude dirigirle la palabra, no estaba bien mentalmente y necesito aun pensar las cosas. Sin embargo, el tiempo que no permaneció a mi lado, entre en cuenta de la falta que me hizo, pero, eso no quiere decir que acepte todavía el hecho de que me encuentre embarazada.
Es algo que sucedió y cargo una parte de la irresponsabilidad por no haber tenido cuidado con esas fechas en específicas. No obstante, me he decidido en acostumbrarme mientras pase por esto... aún faltan muchos meses para que nazca y creo poder aceptarlo en ese tiempo... o tal vez, cuando lo tenga en mis manos, acoplarme a la nueva vida que tendré. Se siente muy obligado, pero no puedo rechazarlo, es mío también, va a ser mi hijo.
—Volteo a ver a Diana, descasando en la comodidad nuestra cama—
Las enfermeras regresaran el día de mañana a hacerle un nuevo chequeo. Antes que se retiraran de la habitación hace tres horas, mencionaron un detalle que me sorprendió; su pérdida de olfato temporal. Alguna pólvora debió haberle sido esparcida, pero ¿Quién cometería esa acción? ¿Algún Baristar seguía en mis tierras? No creo. Los cuerpos fueron enterrados al día siguiente y aseguraron que ninguno pisaría nuevamente mi reino. ¿Acaso esa informante se equivocó? Si es así, me dará gusto reclamar su falta de atención e, intelectualidad en el asunto.
Suspire profundamente, cerrando un nuevo libro acerca de las actitudes de los Kaiser en la etapa que pasaran cuando su pareja se encuentre embarazada. En cada párrafo leído, me creo curiosidad, sonrojándome un poco por esos cambios. Diana, será más atenta, considerada, sobreprotectora, cariñosa y cautelosa. Sus instintos de sobreprotección, pueden llegar a alertarla de cualquiera cosa. ¡Hasta despertarse inevitablemente en las noches por si necesito algo o me siento incomoda! ¡Es increíble!
Ella también podrá sentirse mal cuando lo este, tener esos antojos incontrolables y sufrir al no complacerme o hacerlo con el cachorro mientras se encuentre dentro. Todo eso, no sucederá de inmediato, los cambios de las dos se notarán al pasar el tiempo o, eso es lo que dicen.
Me levante de mi asiento, abandonando el libro en la mesa. Un pequeño gruñido llamo mi atención, observando el ceño fruncido en el rostro de mi Kaiser. Levante extrañada una ceja, acercándome lentamente con mi pijama puesta que, consiste en una camisa gris de tiras y pantalones largos del mismo color. Observe sus parpados abrirse con pesadez, contemplando el techo.
—Buenas noches —salude en un tono suave, observándola parada a una distancia considerable de la cama.
Ella no respondió, mirándome con sorpresa. Despaciosamente tomo asiento en el colchón, dejando escapar un pequeño quejido. Mire cada movimiento, devolviéndome a la silla en donde estaba sentada anteriormente. Junte mis manos entre mis piernas y espere pacientemente a que se recompusiera para empezar a hablar del tema. Su maravillosa melena se encuentra un poco desordenada y algunos mechones se posan en sus hombros. Manteniendo aun su cabeza agachada, se puse de pies, y sin dirigirme la mirada o responder a mi saludo. Busco una muda de ropa y entro al baño de la habitación.
Levante asombrada mis cejas, no creyendo lo que acaba de suceder. ¿Acaba de ignorarme otra vez? ¿Por qué? o, espera. Había olvidado que los Kaiser son muy higiénicos y seguramente tenga hambre.
Lleve mi mano a mi cabeza sintiéndome un poco tonta. Agarre nuevamente el libro y continúe mi lectura para matar el tiempo que se tomara en ponerse cómoda. Crucé mis piernas y recosté mi espalda en el respaldar de la silla. Unos minutos después, mire de reojo la puerta del baño abrirse, dejando ver su nueva vestimenta y vendas que envuelven la mitad de sus brazos. Las orejas que posee en su cabeza están agachadas y su cola, se mueve sutilmente teniéndola desplegada.
—Perdida del olfato —hable, captando su atención y notando el pequeño sobresalto que tuvo su cuerpo—. ¿Quieres contarme algo?
—No es importante —contesto, sin mirarme.
—Lo es —digo de inmediato, arrugando un poco el entrecejo.
¿Como no puede ser eso relevante?
—Dime que sucedió —mande, levantándome y dejando el libro en la mesa.
—Deseo descansar.
—Frunzo el ceño—. Diana —reclame, acercándome.
—Es tarde, Atsuko —vira a verme con un semblante neutro—. Dormiré en una habitación aparte para no incomodar-
Sus palabras fueron calladas en el instante que agarre su muñeca. Admire con mi ceño aun fruncido, su expresión de sorpresa y confusión.
¿Porque me trata de esta manera? En el día que estuvo Lotte, también me ignoro.
—Tenemos un tema importante de que hablar, ¿Estas dispuesta a escucharme? O, ¿Simplemente deseas dejarlo?
Silencio... Ella no dijo ninguna palabra. Su mano empezó a temblar y su expresión cambio a uno de culpa, encogiendo un poco sus hombros y bajando más sus orejas. Aparto la mirada, quitando mi mano con sutileza, para después, caminar hacia la cama y tomar asiento. Apoyo sus codos en las piernas y junto sus dos manos, posicionando su mentón en estas.
Agradecí en un suspiro de alivio, pero, me percaté del temblor en su cuerpo, extrañándome por ese detalle. No le di mucha importancia y me concentre en las palabras que he estado ensayando en los días que me mantuve sola en mis ocupaciones y poco tiempo libre.
—Como sabrás, Lotte vino a visitarme. Ella está enterada de mi estado y espero no te moleste que le haya dicho.
—Niega ligeramente con su cabeza—
—Bien. Tuvimos una conversación, y gracias a su ayuda he podido pensar mejor las cosas —llevo una mano a mi vientre, sintiéndome nerviosa—. Y-yo... lo tendré.
—No suenas muy convencida —dijo dudosa, sin levantar su cabeza para verme.
—Aún estoy tratando de asimilar lo que pasa. Ha sido muy repentino y.... no lo planeamos en primer lugar, Diana —aclare, arrugando mi camisa en esa zona—. Lamento haberte gritado, la noticia fue... inesperada. No creí que lo que me sucedía, era por eso.
—¿Te molesta?
—Si, un poco. Sigo enfadada, pero no contigo —exhalo cansada—. Cargo parte de la culpa, no todo cae sobre ti, Diana —suspiro pesadamente, restregando mi mano en mi rostro.
Está claro que también fui una estúpida.
—Alza sus orejas—
—Pienso... poder acomodar mis pensamientos mientras pase... todo eso.
—¿Crees que cambiaran?
—Tienen que, ¿No? —sonrió, débilmente—. Es igual mi responsabilidad. Seré una... madre en ocho meses.
—Diez —levanta la mirada.
—La miro confundida—. ¿Como?
—Los Kaiser nacen en diez meses.
¡¡¡¿Diez meses?!!! ¡¿Por qué en los libros que leí no decía nada acerca de eso?! ¡¡¡Es casi un año!!!
—Sonríe nerviosa—. Pareces no estar muy bien informada.
—Aparto la mirada, sintiéndome avergonzada y algo estresada—. H-he estado leyendo algunos libros, pe-pero, aun me faltan...
—Entiendo. Lamento haberte causado esto, debí haberme controlado mejor.
Ahora que lo dice...
—¿Por qué mantuviste tu bestia oculta de esa manera? —consulte curiosa, observándola nuevamente.
—Mira a otro lado—. No quería... yo... no deseaba...
—Cruzo mis brazos—
—Espantarte.
—¿Que? —levanto una ceja.
—Eres una humana... —baja sus manos, permaneciendo unidas—. Pensé que, si llegabas a verme de esa forma, no llegarías a.... quererme —concluyo sonrojada, agachando de nuevo sus orejas.
Eso es ridículo. Lotte tenía razón, a veces me sorprende como adivina los sentimientos de las otras personas; demasiados libros.
—Exhalo exasperada, acercándome—. Diana —me siento a su lado—. Estaba esperando que me la mostraras, y no solo en la cama —sonrió juguetonamente, causando que su sonrojo incrementara—. No me hubiera incomodado que me la mostraras —elimino mi sonrisa, desviando la mirada—. No te sientas culpable, está bien que sintieras esas inseguridades. Pero, cuando las tengas, puedes preguntarme cualquiera cosa, ¿Esta bien? —la miro nuevamente, sonriéndole con sutileza.
—Asiente ligeramente, observándome con vergüenza—
—Quiero saber... ¿Qué piensas de esto?... —coloco una mano en mi abdomen.
—Dirige su vista a mi vientre—. M-me hace feliz...
—La admiro con sorpresa—
—Levanta su mano derecha—... Que tengas un hijo mío... —finaliza, mirándome fijamente—. Eres la mujer que amo y... me ilusiona mu-mucho... —aleja su mano, empezando a temblar nuevamente—. L-lo siento.
Lo que dijo... fue hermoso, ¿Porque se disculpa? Tal vez...
—¿Quieres hacer algo? —consulte entrañada al percatarme más de cerca la reacción de su cuerpo.
—¿Pu-puedo? —imploro, respirando un poco agitada por su boca y señalando mi abdomen.
No entiendo... ¿Que desea?
—S-si —respondo insegura, arrugando desconcertada mi frente.
Su mano que fue levantada previamente, se acercó con timidez. A la vez, admire la expresión dudosa en su rostro. Luego, baje la mirada sintiendo un agradable cosquilleo recorrer por mi cuerpo.
Me está acariciando...
Cerré mis parpados, disfrutando de esa inexplicable sensación. Su otra mano agarro mi cintura y su cuerpo se aproximó, envolviéndome con sus brazos, mientras mueve sutilmente sus dedos en esa zona. Eche mi cabeza a un lado, recostándome en su hombro. Sin darme cuenta, los minutos en silencio pasaron y comencé a quedarme dormida, pero, al escuchar sus palabras, entreabrí mis ojos, aun estando un poco aturdida por ese sentir.
—Perdóname, lo ne-necesitaba —detiene las caricias—. No quiero incomodarte.
—¿Por qué?... —susurro.
—Mi cuerpo lo implora. Es... para su desarrollo. Debo hacerlo tres veces a la semana y.... estaré tranquila.
No comprendo. ¿Como eso ayudara para su crecimiento?
—Una vez que nazca, nos reconocerá sin necesidad de vernos. Con tan solo el tacto, es más que suficiente —explico, restregando sutilmente su mejilla en mi cabeza en un acto de cariño—. Te adoro, Akko —murmuro, abrazando mi cintura.
Espera, ¿Qué?
—Abro mis ojos sorprendida, apartándome un poco con mis mejillas completamente ruborizadas—
—Me mira dudosa—. Lo siento, ¿Me excedí?
—Niego con mi cabeza, colocando mis manos en sus hombros—. Es vergonzoso... me agarraste desprevenida.
Además, ella no es mucho de expresar sus sentimientos de esa manera. A veces le cuesta decirme cosas cariñosas, pero... ¿Este será el comportamiento empalagoso de los cuales hablan los libros? No, decían que los efectos aparecerían al pasar el tiempo. Entonces...
—Eres hermosa —acerca su rostro, quedando a escasos centímetros de mis labios—. Gracias por proponerte a aceptar esta situación... —susurra, volviendo a situar su mano en mi vientre—. Pido perdón otra vez, por haberlo causado. Prometo hacerme cargo.
—Muerdo mi labio inferior, apartando la mirada—
No sé qué decir...
—Aleja su rostro, sonriéndome con dulzura—. Akko.
—La miro nuevamente—
—Agarra mi mano, llevándola a su pecho en donde se encuentra su corazón—. Hagamos el amor esta noche.
—Me sonrojo intensamente, mareándome un poco por la sangre que me subió a la cabeza—
¡Eso no me lo espere para nada! ¡¡¡Que vergüenza!!!
—Ne-necesitas de-descansar, Diana.
La ultima vez que hicimos algo parecido, no acabo bien.
—Ladea su cabeza, sonriéndome de manera divertida y cariñosa—. Deseo complacerte primero, Akko —retoma de nuevo la cercanía de nuestros rostros—. Quiero escucharte gritar mi nombre y admirar la desnudes de tu cuerpo —aproxima sus labios a mi oreja, pasando dos dedos cerca de mi entrepierna—. Akko... déjame satisfacerte —susurra suavemente, bajando con lentitud a mi cuello, depositando un sutil beso, para después deslizar con delicadeza la punta de su lengua y respirar levemente en esa zona que me crea escalofríos.
—Me estremezco—
¿Diana... seduciéndome? ¡¡¡¿Que está pasando?!!! ¡¡¡Ella no es así!!!
—Arrugo su camisa, ocultando mi rostro en su pecho—. Ah... —jadeo, empezando a respirar un poco apresurada por mi boca.
Es... sumamente excitante. Mi corazón salta de felicidad en este momento, no puedo evitar sentirme inquieta. La manera en cómo lo dijo, fue... muy atrayente y.... provocativo. Me siento muy débil y.... aturdida. Es nuevo y repentino. Quiero hacerlo, me encanta cuando mi cuerpo reacciona a sus roses y besos, pero, el suyo no se encuentra en buenas condiciones. Rayos, ¿Qué hago?
—Di-diana... —trato de apartarla.
—Mi dulce, reina —sube su mano lentamente, agarrando uno de mis pechos desnudos encima de mi blusa.
—Muerdo mi labio, conteniendo las ganas de subirme a su regazo y besarla con desesperación—
No entiendo su cambio de comportamiento, pero, soy una humana que todavía no adquiere en su totalidad las necesidades que tienen las Kaiser embarazadas. Puedo controlar estas ganas, sin embargo, ¿Podre calmarla?
—La miro, situando una de mis manos en su mejilla—. Oye... —sonrió dulcemente—. Me encantaría entregarme a ti, pero, necesitas descansar y no realizar movimientos bruscos.
—Gruñe, tomándome de la cintura, atrayendo más mi cuerpo—. Akko.
—Podrás hacerlo después, cuando te recuperes —palmeo su mejilla—. Cuéntame, el motivo de tus nuevas heridas.
—Desvía la mirada, soltándome lentamente—. La líder... —exhala cansada, colocando una mano en su cabeza.
—Ladeo mi cabeza, observándola con atención—
—Superior de los Baristar apareció y.... se llevó el diario de Barbara cuando lo encontré.
Espera, ¿Qué? ¿La líder superior? ¿Co-como?
—Diana, ¿Que sucedió exactamente? —dije sorprendida.
—Traga pesado, observándome con preocupación—. Fui al palacio para encontrar algo de su pertenencia. Percibí el aroma de alguien cerca, pero en el momento que actúe, fue demasiado tarde y me tiro la pólvora, perdiendo mi sentido del olfato. Creo que perdono mi vida o, simplemente no quería matarme teniendo la oportunidad de hacerlo —sonríe levemente—. No pude verla, Akko. Babara menciono que es peligrosa.
—Me quedo callada, analizando sus palabras—
Pudo... asesinarla. Eso no me gustaría, para nada. ¡Y menos me agradaría cuidar de mi hijo sola! Eso sería lo peor.
—Hice una visita al reino del Norte. Hable personalmente con Barbara y pensara si invitarla a sus tierras.
—¿Invitarla? —pregunte confundida.
—La conoce y es la única manera que pueda recuperar su diario.
Si se llevó ese cuaderno que siempre carga consigo... podrá manipularla, pero desconozco las intenciones de la líder, es confuso.
—¿Crees que intente algo malo?
—No lo sé. Barbara dijo que posiblemente atacaría, pero, no se acercara a nosotras.
—Levanto una ceja—
—Sonríe, acomodándose en el lado de la cama—. Vamos a descansar, hablaremos del resto mañana en el comedor si lo deseas.
¿Me estará escondiendo algo?, No importa, supongo que lo descubriré después, también me siento un poco cansada mentalmente y físicamente.
Suspiré y me acosté a su lado, haciendo contacto con sus orbes azules. Recordando inconscientemente ese momento de Luna Llena, cuando estos se volvieron brillantes.
—¿Recuerdas lo que sucedió en la noche de Luna Llena?
—Agarra la sabana, arropándonos a las dos—. Un poco, es borroso debido a que no me encontraba en mis cintos sentidos —dijo con simpleza, cerrando sus parpados.
—Hago una mueca de molestia, dándole la espalda—
¿Como puede estar ese recuerdo nublado? No pude caminar correctamente por dos días. Dejando eso a un lado, he podido hablar con ella respecto a ese tema...
—Apega su cuerpo al mío, situando su mano derecha en mi abdomen—
Cuidar de un cachorro... no puede ser tan malo, ¿verdad?
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Fin del Cap. 40
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