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Cap. 35

Diana Cavendish Pov

Flashback

—¿Qué es esto? —pregunto curiosa.

—Un regalo, claramente —dije con obviedad.

—Levanta una ceja—. Se que es un obsequio, pero ¿Porque me lo das?

—Arrugo el entrecejo—. Si no lo quieres, simplemente tienes que decirlo.

—Frunce el ceño—. Malinterpretas mis palabras.

—Saco un poco mi pecho y junto mis manos detrás de mi espalda—. Como sea, ¿Lo quieres o no?

—Sonríe burlonamente—. Por supuesto que lo quiero, pero contesta mi segunda pregunta.

—Ladea un poco su cabeza—. Hoy es un día en el cual los Kaiser hacen un festivo para dar regalos a personas queridas.

—¿Como la navidad?

—¿Que es la navidad? —pregunte extrañada.

—Lo mismo, pero con diferente nombre —sonríe levemente—. ¿Como le llaman ustedes? —quita el lazo.

—Festividades Crocar.

Para ser una pequeña Kaiser, me encantaba celebrar esas fiestas junto a mi madre; aparte fue ella quien me recomendó conseguir un obsequio para mi nueva amiga, estando mi progenitora al tanto de mis visitas recurrentes a ese bosque. Me demore mucho en elegir un regalo a su gusto, no tenía conocimiento de las cosas que les encantan a los humanos. Informándome anteriormente con algunos libros para lograr obtener el obsequio perfecto, y suerte mente a ella le encanto. Un hermoso collar con un dije de un lobo blanco; simple y anticuado. Lo escogí con motivos de que en cada momento que lo contemplara, me recordara.

—Suena a croqueta —admira el objecto en su mano.

—Anna, prepara una muy deliciosas —sonrió con orgullo—. Además, si te gustaría probarlas, puedo traerte unas cuantas.

—Me encantaría, Diana. Pero, ¿No es eso alimento de perro?

—Arqueo una ceja incrédula—. Por supuestos que no, son simplemente galletas.

—Se acerca—. Entonces, me encantaría degustar de ellas algún día —extiende el collar—. ¿Podrías?

—Me doy la vuelta y bufo—. Hazlo tu sola.

—Que caballerosa —murmuro sarcásticamente.

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.

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—La fiesta estará a punto de iniciar, ¿No bajaras?

—No tengo ganas —cruza sus brazos, estando sentada en la cama con su pijama de dormir que consiste en una blusa de tirantes color rosado y pantalones cortos.

Me incomodaba totalmente haber ido a su habitación para invitarla a la festividad que se llevaría a cabo en mi palacio dentro de unos minutos. Con anterioridad, había mandado a repartir unos cuantos regalos a los niños que se encuentran en la academia de entrenamientos en mi reino. Teniendo el liderazgo y la edad de diecinueve años, siempre hago lo mismo para a cada cachorro de mis tierras; una recompensa por su esfuerzo. La reina Atsuko, llevaba de estadía casi un año completo en mi hogar, faltaban un mes para que cumpliera ese tiempo. Sin embargo, se enojó conmigo recientemente por una falta a una salida planeada. No obstante, mande mis disculpas con uno de los Kaiser y ahora... no quiere salir de su habitación, haciendo un berrinche de niña pequeña.

—Suspiro cansada—. Claramente tengo asuntos más importantes que atender. Los problemas de mi reino se acumularon y creo que entiendes ese punto.

Es una reina.

—Hace un puchero—. No estoy molesta por eso.

—Entonces ¿Por qué?

—¿Cuál es su nombre?

—Ladeo un poco mi cabeza—. No entiendo.

—De la Kaiser con la cual pasaste todo el día.

—Es mi informante —aclare—. Su nombre es Emma, ¿Porque el interés?

—Se levanta—. Nada, espero tengas una linda celebración, con Emma —dijo disgustada.

—Alzo mis orejas, mirándola con extrañes— ¿Qué clase de comportamiento estas optando? Reina Atsuko.

—Vira a verme con el ceño fruncido—. ¿Lo desconoces también? —ríe burlonamente—. Pues déjame decirte algo, Diana —se acerca colocando su dedo índice en mi pecho y quitando la sonrisa de sus labios—. No bajare, y no creo que me obligues.

—La miro sorprendida, dejándome sin palabras—

Pasaron los minutos en silencio, quedándome quieta en mi lugar, mientras la contemplo con mi mente en blanco. Luego de unos segundos, parpadee aturdida, sintiendo una opresión de culpabilidad en mi pecho. Un gruñido sonoro de irritación escapo de mi garganta, causando que volteara a verme nuevamente, manteniendo sus brazos cruzados.

—¿Que sucede?

—Nada —suspiro pesadamente—. Esperaba que disfrutaras de los distintos aperitivos servidos en las diversas mesas, pero, si esa es su decisión, no me opondré —hago una reverencia pequeña—. Tenga buenas noches, reina Atsuko.

Dispuesta a retirarme y dejarla sola, una acción impidió mi motivo. Abrí mis ojos en grande cuando la observé quitarse la camisa frente a mí, sin ninguna vergüenza. Su brasier blanco de escote, abdomen plano y una cintura muy bien marcada, relucieron; además de su cabello suelto y flequillo recto, entregandome ante mis ojos una belleza deslumbrante y única. Creándome una sensación poco sofocante y casi asfixiante. Desvié mi mirada con mis mejillas ruborizadas, agarrando el cuello de mi camisa en un intento que entrara aire fresco.

—¿No te ibas? —pregunto en un tono burlón.

—Trago pesadamente, mirándola de nuevo—. Cl-claro... ¿Se-segura no quiere bajar?

¿De...dónde salió eso? .... mencione hace un momento que no insistiría.

—Hmmm... —levanta su barbilla.

Lentamente fue acercándose, moviendo sus caderas sutilmente de un lado a otro, y cuando la cercanía se volvió nula. Exhale con pesadez, apretando mis puños con fuerza; contendiendo esas ganas descriptivas de tocarla. Una sonrisa traviesa se dibujó en sus labios y despaciosamente mi espalda toco la pared. Las luces de la habitación se encuentran apagadas y la única que, alumbra es la de la luna que entra por la ventana. Al ser un Kaiser, la oscuridad no me es una molestia, en absoluto.

—¿Qu-que estás haciendo? —cuestione desconcertada.

—Comprobando... —susurro, deslizando su dedo índice en mi labio inferior.

Tense mi mandíbula y arrugue confundida mi frente. Su pierna izquierda se alzó y enrollo en la mía, seguidamente escondió su rostro en mi cuello y subió sus manos lentamente por mi pecho... llegando a mis hombros. Me sobresalte un poco cuando mi intimidad rozo la delgada tela de su pantalón, exactamente en su entrada. No moví ningún musculo y cerré fuertemente mis parpados, aguantando la excitación y evitando que mi miembro reaccioné ante su acción. Sin embargo, al escuchar gemidos fingidos y sentir un pequeño movimiento abajo, no aguante.

Mi mano derecha agarro su espalda y la otra levanto un poco más su pierna, mi boca se aproximó a su cuello, respirando su aroma acaramelado y fresco, soltando instintivamente un suspiro de satisfacción. Sus manos se aferraron a mi espalda, escuchando un ligero jadeo de su parte al sentir mi erección chocar contra su sexo. Pasamos unos segundos en esa posición, y despaciosamente su pierna izquierda fue descendiendo hasta tocar el suelo. Aleje mi rostro y contemple el suyo totalmente sonrojado, mirándome con duda y sorpresa.

Mi respiración agitada y camisa un poco desarreglada dio una clave señal de las sensaciones creadas con anterioridad. El endurecimiento de mi miembro comenzó a lastimarme, marcándose completamente en mis pantalones; avergonzándome, totalmente.

Retrocedí con dificultad un paso, tomando distancia entre las dos. Ella mordió sus uñas nerviosas, observando al suelo y dando pisadas constantes. Después, atrapo su labio inferior con sus dientes, levanto su cabeza y me miro de reojo con cierta timidez y mucha felicidad.

En el instante que abrió su boca para romper con el silencio incomodo, dos toques en la puerta la interrumpieron.

—Mi líder, vengo a visarle que los invitados han llegado y se encuentran ahora mismo en el salón principal —hablo cordialmente, uno de mis Kaiser.

—Bajare enseguida —conteste, mirando la puerta.

Cuando los pasos se alejaron, dirigí mi mirada a la reina frente a mí, suspirando profundamente ante de decir una palabra.

—Espero no le moleste que tome prestado su baño —dije con simpleza, entrando sin esperar una respuesta.

¡Necesito una ducha urgente!

Fin del Flashback

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Dos días... dos malditos días en donde no he podido decirle lo que contiene en su barriga. Me siento tan mal por ocultarle eso.... Simplemente no es el momento adecuado para hablarlo, o no lo he encontrado. Mi escritorio está repleto de trabajos y el nuevo despacho de Akko, igual. Ella y yo tenemos muchas ocupaciones que realizar, más de parte suya por su palacio destruido y reino bajo en peligro. Los hogares en construcciones que será utilizados como traslado para las personas de esas tierras demoraran un par de años más. Conllevando a una posible estadía en las casas de los Kaiser que puedan mantener a una persona a su lado. Estos Kaiser que se ofrezcan amablemente a cuidar y proteger, pasaran una prueban en donde veré si son capaces de convivir cierto tiempo con un humano. En estos días, las únicas veces que veo y converso un poco con Akko, es a la hora de dormir; desayunamos, almorzamos y cenamos en nuestros despachos.

Los hogares que se encuentran listos, no son suficientes y algunos quedaran en las calles; cosa que tratamos de evitar. En tres días iré a las tierras de Benum con el propósito de hallar las bombas y hacer que el lugar sea habitable, de nuevo. Esa actividad tomara alrededor de unos meses, sin embargo, asistiré como vigilante y apoyare en las actividades una semana completa a esos Kaiser que serán enviados. Ciertamente, no estoy en condiciones de hacer muchos ejercicios o combatir, mi cuerpo aun esta lastimado y en este momento, me encuentro en reposo. No obstante, puedo caminar y colaborar con mi buen sentido del olfato en encontrar esos explosivos.

Suspire profundamente, poniendo mi mano enguantada en mi cuello y observando con detenimiento el papeleo frente a mí. Akko, anteriormente me entrego una carta que obtuvo a través de un Kaiser cartero de confianza. Me pregunto... ¿Que será exactamente?, Parecía algo preocupada y curiosa. Hice una mueca de disgusto y agarré el sobre frente a mí, apartándolo de los otros. Le di la vuelta sorprendiéndome al instante de leer el nombre. Marjolaine...

Probablemente debe tratarse de un permiso para entrar a mis tierras y, no deseo hablar con ellos teniendo trabajos acumulados, pero, me beneficiaria saber lo que han estado haciendo estos meses. No creo que estén involucrados en las desapariciones de los Kaiser y venta de pieles, sin embargo, necesito confirmarlo. Abrí la carta y leí lo contenido en el papel. Efectivamente, desean hacer una visita a mi reino, sin especificar sus motivos. Antes de aceptar, prefiero pensarlo con más tranquilidad y tomar una decisión mejor un estado fuera de estrés, frustración e irritación; así me siento ahora mismo.

—Tocan dos veces la puerta—

—Adelante.

—Mi líder, espero no le moleste que hayamos agregado un poco de verduras a su almuerzo. El doctor recomendó alimentarse adecuadamente para que su cuerpo sane más rápido —explico una Kaiser, con una bandeja en sus manos.

—Déjala en la otra mesa, iré en un momento —respondí sin quitar la mirada de la carta.

Un asunto en específico no deja darme vueltas por la mente y, exactamente me refiero al embarazado de la reina Atsuko. En cada ocasión que me encuentre terminando una hoja de mis ocupaciones obligatorias, recuerdo el sabor de su sangre.... Descubriendo de inmediato la diferencia, ya que, al obtener el puesto de la líder del Oeste, la Kaiser o el Kaiser, es sometido a varias pruebas. En una de esas, fue beber y probar la sangre de diferentes razas; incluyendo la carne. Sin embargo, no lo identifique simplemente por eso. Mis estudios y aprendizajes alcanzados, se basaron en diversos temas, dándome el conocimiento de muchas cosas.

—La miro de reojo—. Dile a la reina Atsuko, que asista diez minutos antes de la cena en el jardín derecho del palacio. Estaré esperándola.

—Asiente ligeramente y sirve con cuidado el vino en la copa—. Como ordene.

Agradecí en un suspiro cansado y abandoné los papeles en mi escritorio cuando ella se retiró haciendo una reverencia. Tome asiento en la silla frente a la mesa que posee los alimentos recién preparados y servidos. Seguidamente, agarre la servilla de tela y deposite en mis piernas. Siendo sincera, tengo miedo a la reacción que pueda optar Akko, al enterarse de su estado físico, no deseo que piense en abortar al pequeño cachorro que, no tiene la culpa de estar ahí. Acepto que las dos cometimos el error de hacerlo en noches de luna llena, estando advertidas de que algo así, sucedería. Sin embargo, la responsabilidad caer más sobre mis hombros, por razones de mi condición de cría y el bajo control que poseía de mis acciones, aparte de la pequeña inquietud que sentía antes que ocurriera; conteniendo mi animal de una manera...no deseable.

En este momento siento la necesidad de permanecer a su lado y acariciar en el lugar donde está creciendo y formándose un... hijo mío.

—Observo mis manos con mi mente en blanco, sujetando los cubiertos—

No estoy segura de que sexualidad es, pero no cabe duda que ese cachorro se inclina a mi raza. La sangre era pegajosa, elástica y un poco blanda, sin embargo, su textura y sabor es parecido al liquido viviente dentro de un Kaiser puro; mi sangre.

Sacudí mi cabeza en negación, dispersando esos pensamientos para empezar a comer. Termine luego de unos minutos y avise para que vinieran a retirar el plato. La carne de liebre es una de mis favoritas, pero, prefiero mejor la de alce. En temporadas de invierno, los cazadores encuentran una gran variedad que satisface completamente mi apetito en esos meses.... No, espera un segundo, mis mejores carnes probadas en mi lista mental son: Los alces, osos, ciervos, ovejas y cabras. ¿Cuándo la carne de liebre se volvió una de mis favoritas? Es extraño, pero no importa. Me encuentro consiente de mi cambio de humores y gustos por el-

—Tocan la puerta—

Debe ser la sirvienta.

—Adelante —me pongo de pies, aproximándome para agarrar una de las hojas.

—Hola —sonríe suavemente—. Lamento venir de imprevisto y sin aviso.

—Volteo a verla sorprendida—

¿Akko? ...

—Entonces... ¿De qué quieres hablar?

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Fin del Cap. 35

Aclaración:

En el primer Flashback, Diana narra un pedazo de su niñez. En el segundo después de los puntos, es otro pedazo, pero en su adultez, y mismo día que se llevaba a cabo la festividad Crocar.

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