Cap. 29
Narradora Pov
—Tenemos que sacarlas de aquí —dijo Barbara, calmando su reciente enojo para concentrarse.
—Bien —hablo Diana—. Dividamos los Kaiser que se encu-
Sus palabras fueron interrumpidas por una explosión que derrumbo el muro izquierdo del salón, seguidamente un Baristar sometió su cuerpo contra la otra pared, teniendo un brazo en su garganta. Las reinas se juntaron en una esquina, desorientadas de lo acaba de suceder, pero atentas a la nueva presencia en la habitación.
—Eres mía... —murmuro con enojo, mirándola fijamente.
—Líder de los Baristar, que sorpresa verlo por estas tierras —responde en un tono superior, quitando su brazo del cuello haciendo presión en el agarre.
Rápidamente el Baristar cambio su forma y destruyo el muro de un golpe, llevándose a la líder de Oeste de ese lugar.
—¡Diana! —grito Akko, alarmada.
Nuevamente el palacio se estremeció y el techo de la habitación comenzó a caer, sin embargo, Hannah respondió de inmediato, subiéndose a la mesa para contener los muros.
—¡Sácalas de aquí Barbara! —exclamo, cargando ese gran peso sobre su cabeza.
La líder del Norte obedeció, haciéndole señales a las reinas para abandonar el lugar. Una vez fuera, contemplaron la muerte de algunos personales del palacio. La reina Benum fue la más impactada ante lo visto y súbitamente, se escuchó el romper de muchos vidrios, dando a entender que la mesa en donde Hannah permanecía, se quebró y un nuevo estruendo detrás de sus espaldas, hizo que más de una mirara con horror a la líder del Sur siendo aplastada por las paredes.
Dos Kaiser del Norte se acercaron a la líder en busca de protección y órdenes. El gran salón está lleno de Baristar y mataron a un soldado Kaiser del Sur, sin embargo, este le arrebato la vida a su contrincante antes de morir; sus cuerpos en su forma normal permanecen juntos. Algunos del personal en el lugar que aún se mantienen con vida, corrieron hacia la reina de Benum y rápidamente ella visualizo un lugar para refugiarse, y al hallar solamente una esquina que no ha sido deteriorada, mando a las personas y reinas a juntarse en ese lugar. Todas asintieron y algunos Kaiser del Oeste, Sur y Norte la siguieron; su nueva gobernante. Se escucharon disparos de los soldados del palacio, sin embargo, rápidamente estos cesaron por un grito de dolor, acompañado de un aullido de sufrimiento. Mientras ellos corrían hacia su objetivo, otros los protegieron.
—Usen la pólvora para hacer un círculo.
Las reinas obedecieron, creando un redondel casi perfecto que cubrió a todos. Los Baristar trataron de acercarse, pero cuando olfatearon ese olor asqueroso para ellos, retrocedieron violentamente, cubriéndose la nariz. Varios aun poseen su vestimenta, dando a entender que no han utilizados su transformación para combatir a la seguridad de la mansión, no obstante, muchos cuerpos sin vida se encuentran tirados a los costados. Las reinas lejanas observaron espantadas a dos grandes bestias de pelaje amarillento con machas negras que, las miran con rabia y coraje. Estas rugieron, dejando escapar saliva de sus dientes, caminaron en cuatro patas en forma defensiva, apreciando a las reinas, personales y Kaiser con una mirada contundente. Sus garras afiladas golpeando instintivamente las baldosas del lugar, creando más miedo a los empleados inocentes que tiemblan involuntariamente.
Barbara, los contemplo sin ninguna expresión en su rostro, juntando sus manos detrás de su espalda mientras analiza la situación y encuentra una solución; están acorralados y no tienen escapatoria, si alguien sale del circulo, muere. Akko, cruzo sus brazos y frunció el ceño, levanto su mentón demostrando su superioridad y escondiendo su miedo, sin embargo, un Baristar de cabello negro, ojos azules y cuerpo robusto, sonrió de manera divertida al ver esa actitud tomada, imprevistamente.
—¡Reina de Benum! —extiende sus brazos—, es un gusto conocerla al fin.
—Suspira profundamente— ¿Que desean lo de su especie en mi reino?
—Rasca su nariz—que directa —estornuda—. Iré al grano también —saca un control de su chaqueta—. ¿Ves esto? —lo muestra—, tu palacio está cubierto de explosivos. Un acto indebido y hare que —mira el control—, nos mate a todos.
—¿Como sabían que estaríamos aquí?
—Ríe, juguetonamente—no creas que contestare las preguntas que desees hacer. ¡Yo mando aquí! ¡Soy el comandante Bryce! ¡Y sus tierras le pertenecerán a nuestro líder pronto!
—Entonces... ¿Tenemos que esperar aquí, hasta que tu gobernante termine de luchar con la líder del Oeste? —pregunto la reina Sucy, aburrida de las palabras de ese hombre.
—¡Por supuesto que no!, ¡Vamos a divertirnos un poco!, ¡Le daré un buen entretenimiento! Lo prometo —guiña.
Akko, le dio la espalda mirando a las reinas que demuestran su terror a la situación presente. Suspiro nuevamente agachando su cabeza para estudiar mejor el estado ocurrente. Los soldados de su reino llegaran dentro de poco, no obstante, no podrán entrar y deberán dar una orden directa para que estos no actúen, o todo su palacio explotara; causando la muerte de personas importantes. Arrugo el entrecejo, llevándose la mano derecha a su mentón. La única posibilidad de hacer algo, es quitarle ese control o destruirlo. Así, ella actuaria, mandando a la seguridad de su reino que aún permanecen con vida a contraatacar con disparos, también podría comandar a los cinco Kaiser del Oeste y que estos puedan entretenerlos mientras que los otros atinan sus proyectiles. Sin embargo, llegar a rebatarle ese control, es una tarea totalmente difícil, ya que, frente a ella se encuentran alrededor de cien Baristar. Un líder de los Kaiser ¿Cuánto podrá vencer?, Diana despareció, no pueden confirmar si, Hannah, aún sigue con vida y la única disponible es Barbara que, mira la circunstancia con un semblante neutral.
Blair: ¿Que haremos? —dijo, temerosa.
—Obedecer sus peticiones —contesto Akko sin mirarla.
Wangari: No hare eso—cruza sus brazos—. Conservo orgullo y dignidad, prefiero morir que arrodillarme y rogar por mi vida.
—Voltea a verla con enojo—ninguna reina debe ser asesinada.
—A-akko, tiene razón —aclara su voz, la reina de Soris—. No olviden las responsabilidades que nos fueron otorgadas.
—¡Para obtener las tierras que poseen! ¡La que gobierna tiene que morir! ¡Y sería tan fácil matarlas a ustedes ahora mismo! —hablo, nuevamente usando un tono alto.
—¿Como pudieron infiltrarse en mi palacio? —pregunta la reina de Benum, dándose la vuelta para encararlo.
—No son las únicas con una persona que experimentan con pólvora. Además —mira a uno de los Kaiser—. Conseguimos sus pieles; son muy suaves y cómodas para dormir. Los admiro, nuestro pelaje no es tan divino.
Descarados... pensó Akko, mirándolos con disgusto.
—Eres hermosa, reina Atsuko. Tu belleza permanecera en mi mente...y tu cuerpo... —relame sus labios—, será mi recompensa por esta victoria.
—A Diana no le hubiera gustado escuchar eso —dijo Barbara, conteniendo su risa.
—¿Te parece gracioso? Líder del Norte.
—Tu actitud arrogante, me parece divertida —aclaro, observándolo con burla, manteniendo sus manos juntas aun en su espalda.
—Sonríe, imitando su postura—te matare.
—Bufa con gracia—puedo ver en tus ojos, ese deseo anhelado.
—Ríe con enfado— ¿No dirás nada más?
—¿Que esperas que diga? Comandante, Bryce.
—Estamos hablando con respecto, ¿No es así? —camina de un lado a otro—. Entonces...antes de mandarte a salir de ese círculo que hicieron, te diré la orden que nos dio la líder mayor de los Baristar —la mira de reojo—. No tocar, a la líder del Norte—niega con su dedo índice—. Eres un tesoro para Mary, y lastimosamente no pudimos obtener su ayuda en este plan, pero no la necesitamos para concluirlo exitosamente, ¡Y sabes algo! —saca un arma de su bolsillo posterior y la apunta—. ¡No cumpliré ordenes de una cobarde! —clamo, con desagrado.
—Sonríe ligeramente—no tienes por qué hacerlo, eres el que manda ¿No?
—Si...me gusto como sonó eso... —susurro, enseñando sus colmillos—. Y lo entiendes perfectamente, no sabes cuánto me satisface. He escuchado que eres resistente, más en tu forma animal —dijo, sonriendo burlonamente, para después, apretar el gatillo, atinando la bala en el hombro de la líder del Norte.
Barbara, se tambaleo un poco, pero mantuvo su postura y observo de reojo el proyectil incrustado en su piel. Ese hecho alarmo a las reinas, mirándola con sorpresa al no percibir ninguna expresión de dolor en el rostro de la líder Kaiser. Sin embargo, desconocen que, por dentro, ella está conteniendo ese ardor y pesar que le creo esa bala.
—¿Por qué no lo comprobamos? —pregunto, satisfecho de su cometido.
—Si eso te hace no dispararles a las reinas o activar ese botón, estoy de acuerdo —hace una mínima reverencia—. Dame unos tres minutos.
—Levanta sus manos—es un trato.
Barbara Parker Pov
Duele...duele mucho, pero, no puedo demostrar miedo o malestar ante las reinas, eso solo las preocuparía más de lo que están. Me di la vuelta mirándolas a todas. Seguidamente dirigí mi mirada a los Kaiser que aún permanecen en pie, dos de ellos poseen armas de larga distancia y los otros...su fuerza y voluntad. Lleve mi mano a mi herida, manchando mi guante blanco de sangre; si hubiera esquivado el proyectil, posiblemente impactaría en la persona que se encuentra detrás mío.
—Le daré solamente una orden y espero no, la desobedezcan —admiro a los Kaiser presentes; entrenados para estos tipos de combate.
—Mi líder —clamaron todos en coro, hincando sus rodillas, poniendo su puño en el pecho y agachando su cabeza.
Esa acción sorprendió a la mayoría de los que se encuentran en el redondel, sonreí complacida unos segundos, para luego, borrar esa sonrisa y mirar de reojo a los Baristar que esperan mi salida. Volví mi vista nuevamente a ellos, y suspiré pesadamente. Tengo que crearle tiempo a Hannah y Diana, es obvio que esas estructuras no la mataron, pero probablemente este inconsciente bajo los escombros y posiblemente los Baristar creen que está muerta; y mejor que pienses así. Y Diana...no puedo depender de ella ahora mismo, ya que, no poseo conocimiento de cuanto dure ese encuentro que está teniendo con el líder de los Baristar. Sin embargo, espero lo acabe pronto y que Hannah despierte. No obstante, necesito quitarle ese control.
—Serán sus protectores, las cuidarán cueste lo que cueste.
—¡Mi líder! ¡Permiso para hablar! —hablo un joven del Sur.
—Te escucho.
—Se pone de pies—me ofrezco para ir con usted. Son demasiados y no puedo estar simplemente observando lo que pasara.
Estos Kaiser de Hannah, tienen acciones inoportunas; que lindos.
—No, únicamente la líder debe venir —dijo el Baristar, jugando con su arma entre los dedos. Estando sentado en el suelo.
Lo miré encima de mi hombro y guie nuevamente mi mirada al Kaiser frente a mí que, lo rebaso por dos centímetros. Mande a los otros a ponerme de pies y los observe a todos con un semblante frio.
—No impongan.
—¡Mi líder! ¡La mataran! ¡Por favor déjenos ir!
—Gruño fuertemente, ocasionando que agacharan la cabeza en arrepentimiento—he dado mi orden —digo, con una voz gruesa e imponente.
—Barbara —llamo preocupada, la reina de Soris sujetando mi brazo derecho.
—Volteo a verla, manteniendo mi semblante—estarán bien.
—Hace una mueca insegura y libera el agarre lentamente—
La estoy asustando, esta aterrada, no debo atemorizarla más. Relaje mi expresión y acerque mi mano limpia a su mejilla, acaricie con mi pulgar sus adorables pecas y me aparte, acercándome a la reina de Benum. Ella me observo con un gesto serio y aproxime mis labios a su oreja, susurrando unas palabras solamente entendibles para ella; debió estudiar el lenguaje de los Kaiser.
La reina Atsuko, es la única que ha demostrado valentía ante esta situación. Al tener más experiencia en estas circunstancias, sabrá lo que debe hacer en su momento y confío en que mi amiga Kaiser se haga cargo de ellos. La herida aun me lastima y no dejara de hacerlo hasta que el proyectil este fuera de mi cuerpo. Mi resistencia me permite curarme con rapidez, tomándome unos cuatro días para que las heridas causada por la bala se cierre completamente.
Me alejé de la reina y salí del circulo creado con la pólvora para ahuyentar a los Baristar. Estoy consciente que Hannah es fuerte y podrá derrotar a una gran cantidad de ellos, únicamente tengo que crearle tiempo o destruir ese control.
—¡Por fin! —se pone de pies— ¡Fueron cuatro minutos! Pero no diré nada al respecto. Espero tu despedida haya sido suficiente.
—Por supuesto.
Mi postura sigue igual, y puedo sentir la presencia de una multitud excesiva de Baristar mirándome con hambre. Fruncí el ceño, contemplándolos de reojo. El comandante de ellos, dio un salto muy alto, subiéndose a una estructura del techo en donde puede admirarme con total plenitud. Balancee mi cola de un lado a otro, mirando nuevamente al hombre que ahora, está arriba.
—¡Tendrán un buen show! —inclina su espalda hacia delante— ¿¡Quién quiere ir primero!?
La gran mayoría hablo, subestimando mi fuerza y olvidando mi estatus. La ignorancia es temporal, la estupidez es para siempre. El comandante, escogió a un joven que sobrepasa mi altura, poseyendo una cicatriz en su ojo, brazo y mentón. El, me miro con diversión pasando su lengua en sus dientes, ladee mi cabeza observándolo con confusión.
—¡Vamos! ¡Ven a mi maldita perra! —golpea su pecho fuertemente.
—Arqueo una ceja—
Que feas palabras. El Baristar al notar que no me acercaría, se abalanzó contra mí. No me inmute y deje que agarrara el cuello de mi camisa y estrellara mi espalda contra las baldosas, desacomodándolas del lugar al impacto. Muchas risas de burlas llenaron el salón, sin embargo, mantuve mi rostro serio.
—¿No lo viste venir? Verdad ¿Cachorra?
Al levantar su puño e intentar golpear mi mejilla, lo detuve y con mi rodilla derecha quite su cuerpo encima mío, rápidamente lo tome del cuello y lance hacia arriba, salte a la altura que quedo y patee fuertemente su abdomen, arrojándolo bruscamente a uno de los pilares del palacio; destruyendo con su cuerpo. Caí de pies y sacudí mi traje, volviendo a mi postura anterior. El lugar quedo en completo silencio, y el Baristar que herí gravemente, no se levantó. Uno de sus compañeros se acercó con cuidado y examino su pulso con detenimiento.
—Está muerto —dijo, con cierto temor en su voz.
Solté una carcajada amargada, recuperando la atención de todos.
—Un hombre sabio siempre piensa lo que dice y nunca dice lo que piensa —dije, liberando mis manos a los costados.
Que comience el espectáculo.
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Fin del Cap. 29
Aclaración:
Barbara, automáticamente se vuelve la líder de los Kaiser presentes, al no haber otro mas que los guie.
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