Cap. 26
Atsuko Kagari Pov
—Atsuko —respondió, en un tono poco alto y grave.
—Abro mis ojos de par en par impresionada—
Ha vuelto...
—Suelta un quejido, agarrando su cabeza instintivamente—
Por eso eran esos efectos, Barbara no menciono nada al respecto, pero aclaro que todas sus acciones y palabras permanecerán en su mente o eso creo, necesito confirmarlo. Me acerque dudosa, observándola con mis ojos entrecerrados y mi mano derecha ligeramente extendida, queriendo tocarla y comprobar, si en verdad...es ella. Me voltea a ver confundida con su traje aun puesto, quito la sabana de su cuerpo y se puso de pies con molestia, tambaleándose un poco. Me quede parada, viendo con cuidado sus acciones. Sus expresiones son...como las recuerdo en nuestro primer día de reencuentro. Neutra, seria, irritada, estresante, y ahora parece desorientada. Sin duda ha vuelto.
—¿Qué haces? —juego con mis dedos, estando frente a ella.
—Necesito un baño, urgente —murmuro con fastidio, despojando su chaleco.
—Está bien —me acerco con más seguridad—, déjame ayudarte.
—Atsuko —retrocede bruscamente, empezando a respirar agitadamente—. Por favor, mi etapa de cachorro ya paso, no tienes que volver a realizar estas cosas por mí.
Cierto...pero sigue estando mal, sus mejillas están rojas debido a la temperatura de la fiebre, es necesario una ducha con agua fría para bajarla y medicamentos adecuados, sin embargo, no podrá caminar por su cuenta en ese estado.
—Dejaste de serlo hace quince minutos —aclare.
Me acerque y con delicadeza empecé a desabrochar los botones de la camisa, seguidamente baje mis manos soltando los dos broches del pantalón, e inevitablemente un sonrojo leve apareció en mis mejillas al notar un reconocible bulto siendo presionado por sus ajustados bóxer de color negros. Subí mis manos lentamente, recorriendo su abdomen, pecho y cuello con mis dedos, sintiendo insensiblemente su piel ardiendo. Me mordí el labio inferior con fuerza, reprimiendo cualquier pensamiento lujurioso por deslizar mis manos en ese hermoso six pack marcado. Cuando levanté la mirada, me sorprendí al encontrar sus ojos observando cualquier punto de la habitación; evita mirarme, esta avergonzada, pero ¿De qué? He admirado la desnudes de su cuerpo, el comportamiento que tuvo recientemente y algunos que otros pensamientos, ¿Por qué debería estarlo?
—Gracias, puedo hacerlo sola de ahora en adelante.
Claro que no. Agarre su muñeca jalándola con cuidado hacia el baño, al estar dentro cerré la puerta y empecé a quitar su camisa desbotonada, mire de reojo una gaveta bajo el lavamanos y supuse de inmediato donde se encuentran los medicamentos. La mande a bajarse el pantalón mientras me agache y busque las pastillas adecuadas. Cuando las tuve me puse de pies y observe las medicinas escogidas, leyendo detalladamente cada una, hasta encontrar una que pueda hacerle efecto; es un Kaiser, nuestros antídotos tienen una pequeña comparación, pero no quiero infectarla.
—¿Cual puedes tomar? —la miro de reojo.
—Un Lakol, estaría bien.
Me falto estudiar los remedios usados por los Kaiser y debo informarme de ese tema. Hice que se tomara la pastilla con un poco de agua bebida del lavamanos, antes de salir para darle privacidad me detuvo, agarrando mi muñeca. La mire confundida esperando una explicación o algo que requiera de mi persona, pero lo único que recibí fue una mirada de vergüenza, acompañada de confusión para después, soltar mi mano y observar a otro lado.
—¿Que sucede? —me acerco, levantando su cabeza con mis manos; obligándola a verme.
—¿Puedes esperarme? Ne-necesito hablar contigo.
—Asiento levemente—por supuesto.
.
.
Me quede diez minutos observando el techo de mi habitación, pensando en las ocupaciones que aún tengo pendiente; las cartas para mis amigas y las líderes, no se escribirán solas. Espero que Diana, no me quite mucho tiempo, me urge entregarlas con anticipación y no unos pocos días que será realizado esa reunión. Que ella haya vuelto a su personalidad y comportamiento normal, significa que mi trabajo no será el doble; podrá encargarse de su parte, sin embargo, debo ponerla al corriente de las cosas y sinceramente, me siento cansada de todo lo que he estado haciendo, no obstante, siento como...un revoltijo en mi estomago; que extraño.
La puerta del baño se abrió, llamando mi atención, voltee a verla con una sonrisa en mis labios estando aun acostada en la cama; su vestimenta es simple, camisa manga larga gris y pantalón extenso del mismo color. Su cola se movió ligeramente al verme y mi sonrisa se amplió al notarlo, me senté en la cama sintiendo el peso de mi cuerpo que exige quedarme recostada unos minutos más, pero acabaría dormida.
—¿Como te sientes? —pregunte, poniendo mis manos en mis piernas.
—Un poco mejor —toma asiento a mi lado—. Quiero que descanses conmigo.
¿Qué? No puedo. Cerré mis ojos unos segundos analizando sus palabras y súbitamente una pequeña risa escapo de mis labios. Luego, en el momento que abrí mis parpados unas manos agarraron mi cintura y me alzaron en peso, quede impactada y confundida, agarrándome de su espalda para no caerme; aunque no ocurriría. Escuche el deslizar de las sabanas y seguidamente antes que mi cuerpo fuera depositado sutilmente entre ellas, el zíper de mi vestido en mi espalda fue bajado. Parpadeé un par de veces asimilando la situación, fruncí el ceño al darme cuenta de sus intenciones y al querer levantarme y negar su petición, sus manos tomaron fuertemente mis muñecas. Hice fuerza en un intento de zafarme, teniendo en cuenta que la diferencia fortaleza es grande, pero quería tratar, antes de rendirme y dejarme sin ninguna posibilidad de escapar o liberarme. Levante una ceja mirándola con indignación, haciendo una mueca de molestia.
—El papeleo no se hace solo.
—Lo sé, pero por hoy, descansa conmigo. Mañana me encargare de mis asuntos y te ayudare con los tuyos, lo prometo —dijo, mirando fijamente mis ojos.
—Ladeo un poco mi cabeza—los reinos lejanos pidieron otra reunión en mi palacio para contraatacar a los Baristar. Se que no quieres iniciar una guerra, Diana. Sin embargo, debemos defendernos y salvar a las personas que están siendo atacadas.
—Se acerca a mis labios, sin despegar sus esferas de las mías—lo entiendo, volví tarde —susurra.
—Me encargare de ellos —dije, segura de mis palabras, y comenzando a perderme en su mirada penetrante.
Me moví un poco en mi lugar, no queriendo dejarme llevar por el cariño que trasmite sus ojos.
—Haremos un plan, juntas —desliza su mano derecha por mis hombros, descendiendo lentamente hasta mi vientre, e involuntariamente empezar a acariciarlo con las yemas de sus dedos en círculos.
Se siente bien. Un cosquilleo agradable apareció en esa parte, miré sus labios cercanos a los míos y dirigí mi vista nuevamente a sus ojos; repitiendo esa acción unas dos veces más. Roce mi nariz sutilmente con la suya, creando felicidad y calidez en mi corazón, admire sus ojos cautivándome nuevamente del hermoso color que poseen, y en un movimiento despacio uní nuestros labios sin abrirlo, aún. Sentí los míos cosquillear y palpitar estando sobre ellos, y con mis parpados abiertos, empujé un poco mis labios demorando unos segundos antes de separarlos; creando un sonido mínimo. Su expresión es neutral, sus esferas siguen contemplando los míos en total silencio; sus mejillas están ligeramente sonrojadas; y su mano aun acaricia mi abdomen.
—Akko... —susurro, posando una mano en mi mejilla.
—Dime... —conteste usando el mismo tono de voz, llevando mi mano libre a su hombro.
Tome su labio inferior con mis dientes, jalándolo un poco y disfrutando del gruesor de este, al momento de soltarlo, mis labios fueron capturados enseguida en un anhelado y dulce beso. Infle un poco mi pecho e incline mi espalda levemente, complaciéndome de la hermosa y satisfactoria sensación que provoco esa acción, recordándome súbitamente mi primera vez; haciendo una pequeña comparación mental. Mi única mano sujetada fue soltada lentamente y llevada a su cuello, las suyas se movieron bajando mi vestido sin querer apartar nuestros labios, pero, cuando sentí el frio en mi piel descubierta, detuve los movimientos de mi boca y me separe, respirando pesadamente, la mire confundida ganándome una sonrisa sutil. Seguidamente, despojo completamente mi vestimenta, dejándome solamente en brasier y pantalón corto.
—¿Qu-que haces? —pregunte nerviosa, cubriendo mi pecho.
No debería ponerme así, me ha visto sin ropa muchas veces... Creo que ahora entiendo el porqué de su vergüenza anterior.
—Descansaras conmigo —agarra la sabana.
—Dian-
—Sin quejas —interrumpió, situándose a mi lado.
—Hago un puchero—
Mis trabajos estarán acumulados para mañana, esas no son buenas noticias, pero creo que merezco este descanso. Una actividad imprevista llamo mi atención, mire de reojo el meneo rápido de su cola, extrañándome y entrando en cuenta de su estado emocional actual. Esta feliz... ¿Por qué? Entiendo que mi presencia cause estas repentinas acciones, pero antes no sucedida con tanta frecuencia.
—Lamento si eso te incomoda, trato de controlarla —hablo, observándome con pena y arropando su cuerpo junto al mío.
—No me molesta, pero —llevo una mano a mi barbilla, analizando—, ¿Porque estas tan...contenta?
—N-no lo sé... —aparta la mirada.
—Asiento ligeramente—
Ella...con anterioridad acaricio mi vientre antes y aparento no estar al tanto de sus acciones... Esto es cada vez, más raro. Suspire, quitando esos pensamientos de mi cabeza y me acomode en su pecho, escondiendo mi rostro y abrazando su dorso. Sus brazos me rodearon enseguida y un cosquilleo familiar en mis piernas me hizo sonreír instintivamente. La temperatura de su cuerpo ha disminuido y me alegra comprobarlo, pediré unas cuantas cajas más de ese medicamento para mantenerlas en mi habitación; poco a poco voy aprendiendo nuevas cosas de su raza y en cierta parte, me emociona. Desde que hice esa conexión en su mansión...no me arrepiento, me gusta compartir mi tiempo con ella, e imagino un futuro convivir esta manera.
Flashback
—Ladea un poco su cabeza hacia la derecha—desde que te conocí, cuando fue pasando el tiempo, me di de cuenta que he querido estar a tu lado, pero no como mejor amiga o conocida.
—Detengo las caricias— ¿Estas preparada para lo que te espera esta noche? Diana —bajo mis manos hasta sus hombros y me siento en su regazo.
—Coloca sus manos en mi cintura, observando mis ojos con detenimiento—ya hemos hablamos suficiente, ¿No crees? Atsuko.
—Supongo —rio ligeramente—, tienes suerte.
— ¿Porque lo dices? —pregunto, confundida.
—Muerdo mi labio lujuriosamente—no le entregaría mi primera vez a cualquiera.
Enrolle mis piernas en su cintura y roce con presión e intensidad nuestras partes, provocando que un gruñido escapara de sus labios, sus manos apretaron mis caderas apegándome más a su cuerpo. Por ser mi primera vez, me encontraba muy nerviosa y ansiosa en entregarme a la persona que amo; anhelando que ese momento llegara, me conservaba para ella. Sus movimientos fueron muy sutiles cuando retomo el control de sus acciones, queriendo no lastimarme. Recuerdo sus manos recorrer por mi cuerpo... Cuando desabrocho su cinturón y botones del pantalón mi excitación aumento, aprovechando ese momento que estuvo de rodillas en la cama para empujarla un poco haciendo que tomara asiento, para después, introducir mi mano dentro tocando su intimidad sin su autorización, no obstante, ella no opuso ninguna queja y jadeo cerca de mi oreja deleitándose de mis caricias.
Nuestras mejillas sonrojadas, respiraciones agitada y ambiente perfecto, me incitaron a subirme en su regazo nuevamente, atrape sus labios moviéndolos apasionadamente mientras mis caderas empezaron a moverse en un vaivén disfrutable para ambas. Empecé a gemir, aruñar, apretar y morder en desesperación de querer sentirla con más profundidad. Diana, noto enseguida mi inquietud, levanto mi cuerpo un poco y bajo sus pantalones, despojo mi vestimenta acostándome con sutileza en la cama, seguidamente empezó a repartir besos fogosos y algunos que otros tiernos en cada parte de mi cuerpo.
Sentirla dentro fue doloroso al comienzo, pero luego que me acostumbre y empezó a moverse, me sentí en las nubes por el placer que me entregaba y las diferentes, emociones y sentimientos que, no controlaba en ese momento se dispersaron. Sus dientes anteriormente habían dejado marcas de mordeduras en mis hombros, clavícula, cuello, senos, vientre y muslos, provocando que ardieran un poco cuando las gotas de mi sudor emergieron, sin embargo, todo eso desapareció en un instante de embestidas continuas que incrementaron al pasar los segundos.
Sus gemidos, gruñidos, jadeos y exclamaciones de mi nombre, combinaron perfectamente con los gritos de pasión míos. Nos besamos incesantemente y compartimos que muchos ''te amo'' mutuos, también contemplábamos nuestros ojos en el acto, sin embargo, en la mayoría de veces los míos se mantenían cerrados y cuando los abría, estos instintivamente cambiaban de dirección, volteándose hacia arriba o juntándolos hacia bajo. Cuando estuvimos a punto de culminar juntas, su rostro se ocultó en mi cuello y mis dedos se enredaron en su cabello, apretándolos con algo de fuerza al sentir un frio recorrer mis piernas, espalda y vientre.
Luego, ella cayo rendida encima de mi cuerpo con la respiración agitada, en pocos minutos acostó su cuerpo a un lado, tratando de recomponerse, mientras miraba mi rostro, acariciaba suavemente mi cintura desnuda y admiraba mi estado actual en ese momento. Mi aliento era rápido y me sentía totalmente agotada, mis piernas estaban débiles y con un poco de ayuda me pude voltear, para apreciar su rostro.
—Akko... —susurro mirándome con adoración.
—Sonreí levemente, tranquilizando mi respiración poco a poco—hola...
Mi cabello era un desastre y mi cuerpo estaba lleno de mordidas que volvieron a arder luego de unos minutos que, me costó recuperarme. Sentía el sueño caer en mi cuerpo, pero, aun conservaba energía y después de unos segundos, uní nuestros labios en un fugaz beso que comenzó a volverse cada vez más desenfrenado y ansiado. La fuerza que había perdido con anterioridad volvió a aparecer, volviendo a repetir ese suceso entre nosotras dos veces más, y Diana, me complació sin ninguna queja.
Fin del FlashBack
A veces, algunas personas pueden cambiar, pero por dentro aún queda un sentimiento complacido, amoroso y cariñoso. Y con eso en mi mente, pude convencer su corazón, de volver a amarme; recuperando ese amor que estuvo contenido muchos años.
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Fin del Cap. 26
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