Capítulo 39
La casa de Jou estaba exactamente igual a como la había visto hace unos meses, su madre me prestó una de sus camisas y pantalones que me quedan tan anchos que caben dos cuerpos de Maddi. Mientras mi ropa se seca en la secadora Jou me cuenta como me había ido en sus clases. La lluvia sigue amainando, miro la ventana un poco preocupada pensando en que sería de mí si la lluvia no cesa ¿Qué le diré a mi madre si me encuentra?, recostada del hombro de Jou vemos una película.
—¿Y cuándo volverás?—le preguntó teniendo que esta sea la única oportunidad de verlo en su pequeña estancia en América
—El próximo lunes—me dice sin quitar la mirada del televisor que apenas se escucha por el sonido de la lluvia que penetra por las ventanas de cristal—¿Cómo has conseguido venir bonita?—me pregunta, extrañaba tanto que me dijera así que ya están a punto de rogarle que lo pronunciará con sus perfectos labios
—Mmm... Bueno pues no había nadie en casa y quería verte
—Maddi sabes que es un riesgo que vengas de esa manera—me dijo ahora fijando su mirada en mi
—Lo sé, pero lo vale—sin más decir Jou me besa
En ese momento me acordé de la primera vez que nos besamos y todas las travesías para que eso pasara. Me espanto al escuchar que la lluvia ya no se escucha a cantaros como antes y veo que ya no está lloviendo tanto, veo la mirada angustiada de Jou porque ambos sabemos que es mi hora de partida. Jou no dice una palabra más y sale de la habitación, yo lo espero y me paro de la cama discretamente y busco en su escritorio un papel y pluma para escribir una carta. Con lágrimas en los ojos comienzo a escribir las letras con el corazón y sé que cuando Jou la lea estará igual de destrozado que yo.
Al terminar de escribir la carta la pongo en el bolsillo delantero de u maleta para cuando llegue a la universidad la vea mientras tanto no le diré ni una palabra. Jou entró a la habitación con mi ropa seca en la mano y me la extiende.
—Tienes que voltearte para que pueda cambiarme Jou—le digo entre risas
—Claro, mejor salgo. Si me quedo aquí no podré evitar voltear
Jou salió y me visto lo más rápido posible para irme, vi el reloj colgado en la pared y marca las dos de la tarde puntual. Al salir de la habitación Jou y yo nos damos un pequeño beso de despedida.
Todo es tan extraño, ya no siento ni noto la misma chispa que sentíamos ahora me encuentro todo tan distante y sin importancia.
Salgo de la casa y me voy discretamente por la esquina para que mi madrina no valla a verme y para no pisar los charcos de agua que están por doquier en la calle empapada por aquel pequeño diluvio. Por mi cabeza solo pasaba una sola cosa ¿Qué está pasando con nosotros?.
Al llegar a mi casa no escucho nada y supuse que aún no ha llegado nadie. Voy a la cocina a tomar un poco de agua y casi me da un infarto (literalmente) cuando está muy madre sentada en la meseta de la cocina con cara furiosa.
—¿Dónde estabas?
En estos momentos no me importa decirle la verdad.
—Con Jou
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