No es una despedida solo es un "hasta luego" pero no podía evitar estar triste porque tarde o temprano será un "adiós", entré a mi habitación a darme un baño ni siquiera me molesté en bajar a comer, solo quería leer y dormir como acostumbraba hacer antes de que él llegara a mi vida como una estrella fugaz. Busque la carta que el me había dado que guardaba bajo el corchon y leí una y otra vez hasta que mis ojos ya no veían aquellas letras cursivas escritas con tinta negra en una hoja blanca. Me quedé dormida.

Cuando me desperté tenía tanta hambre que casi podía comerme un bufete completo. Baje lo más silenciosa posible a la cocina ya que todos estaban dormidos, es una tarde lluviosa y tranquila pero sobre todo triste y apagada no era como los días anteriores llenos de luz y un sol resplandeciente, aunque no me gustaba el sol prefería las tardes alegres que tristes y la tarde de hoy no me ayudaba mucho a sentirme mejor.

Calenté mi comida en el microondas que se encontraba sobre la gran meseta de la cocina, comí lo más rápido que pude aunque esto vendría siendo mi cena ya que son como las seis de la tarde y mamá preparaba la cena aproximadamente a las siete todos los días, por cierto no la había visto hoy y la verdad no quería verla pues le había prometido a Jou que le diría respecto a lo nuestro y yo aún no estaba preparada para hacer eso. Subí a mi habitación.

***

Al día siguiente era el último día del semestre e iniciaban las vacaciones de Navidad, lo más probable es que Jou ya esté a miles de kilómetros lejos de mi ¿Habrá llegado bien?. Aquel día en el autobús me senté delante y Mal no se fue conmigo .

La escuela estaba decorada completamente de Navidad y sobre el tejado de los pasillos caían copos de nieve colgando en hilos transparente, en cada puerta habían coronas y Santa claus pero el más grande era el que se encontraba en la entrada que tenía un letrero que dice "Feliz Navidad" todos incluso Mal estaban regalando té y galletas en forma de campana. Todos estaban cantando y celebrando, todos menos yo.

Fui al banco donde él y yo siempre nos sentábamos, donde se supone que deberíamos de haber estado hoy, y ahí estaba el con su sonrisa resplandeciente y los rizos de su pelo bailaban en la brisa. Pero solo estaba solo en mi mente.

Me hubiese gustado poder decirles que le conté a mi madre la verdad, pero no fue así. Los días pasaban tan rápido como las estrellas fugases y no supe nada de la carta prometida ¿Acaso es el final de todo?.

Diciembre 25, 2015