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La boda de Papi

Jung Kook siempre creyó que cuando fuese mayor y ya hubiese terminado sus estudios, encontraría a alguien con quien ser feliz, casarse y quererse hasta la eternidad. Independientemente si era una mujer o un hombre. Creyó muy mal.

Con ese triste pensamiento, alisa su saco rosa frente al espejo de su habitación. Suspira, volteándose para verse mejor. La camisa blanca está abierta, unos cuantos botones abajo para darle un estilo más relajado.

Unos toques hacen que mire hasta la puerta, Tae Hyung está parado ahí, vistiendo un simple traje negro con corbata y unos lentes que son algo redondos.

—¿Listo? El taxi ya llegó.

Jung Kook asiente con media sonrisa, volviendo su vista al espejo, solo para confirmar que todo estaba bien.

—Sabes que si no quieres ir no tienes porque...

—Estoy bien, Tae. Esto puede ayudarme a... ¿superarlo? A entender que no hay vuelta atrás y que lo nuestro ya tuvo un fin.

El pelirrojo sonríe triste, viendo a su primo intentando ser fuerte. Le hace una seña con la cabeza, indicándole que ahora sí, debían irse. Cuando bajan, su madre está sonriéndoles, halagando lo apuestos y elegantes que se ven. Besa las mejillas de ambos y ellos le devuelven el gesto, prometiendo que no volverán muy tarde.

—¡Buena suerte, chicos! ¡No olviden traerme el centro de mesa! —la madre del pelirosa grita antes de que el taxi arranque por completo.

Al día siguiente de que terminó con Yoon Gi, había ido a la oficina de Su Ran para hablar con ella y decirle que no podría trabajar más ahí por cuestiones de estudio. Ella dijo que estaba bien, y le dio su liquidación de una vez. Quiso pasar ahí, porque sabía que, si iba a la casa, lo encontraría, devastado y no hubiera aguantado las ganas de correr a sus brazos y pedirle perdón.

El trayecto a la Iglesia fue largo por el tráfico. Jung Kook no quería entrar y ver a Yoon Gi casándose. Quiere irse, no desea aceptar la realidad. Toma aire antes de sentarse en una de las bancas fuera del lugar. Tae Hyung lo sigue, poniendo una mano en su rodilla.

—Podemos irnos cuando quieras. Siempre estamos bien vestidos, no sé, podríamos ir a comer pizzas.

—Estoy bien, Tae. Quiero hacer esto.

—¿Quieres fumar un poco?

Jung Kook niega con la cabeza, mirando su primo sacar una cajetilla del interior de su saco.

Un auto negro y elegante se estaciona en la entrada. Es el auto de Yoon Gi, quien baja del asiento del copiloto, seguido de sus amigos-padrinos. Nam Joon y Seok Jin. Los tres tienen el rostro serio y ceños fruncidos.

—Buenas tardes —dice Yoon Gi, pasando cerca de ellos sin siquiera voltear a ver.

Tae Hyung solo asiente como saludo, está muy ocupado expulsando humo de su boca como para hablar, y Jung Kook baja la mirada apenado.

—Crees que... ¿Crees que aún me quiera? Digo parece que...

—Tranquilo, Kookie. Seguro lo hace, ha pasado poco menos de tres semanas. No dejas de querer a alguien en ese tiempo. ¿Lo has hecho tú?

—No, no. Para nada, lo quiero igual que siempre.

Tae Hyung mueve su cabeza de arriba a abajo.

—Él también lo hace.

Una pequeña sonrisa atraviesa los labios de Jung Kook. Se para, arreglando las arrugas de su ropa, decidido a entrar, con el pensamiento de que Yoon Gi aún lo quiere. Su primo tira el cigarro y lo pisa para apagarlo.

Al entrar, buscan un asiento cerca de una ventana o ventilador. Se sientan y Jung Kook no puede apartar la mirada de Yoon Gi. Está de espaldas, hablando con su madre. Es una mujer no muy alta y algo llenita, tiene el cabello largo, sujeto a una coleta. Su vestido es simple, pero lo que más llama la atención del pelirosa es su expresión. Luce afligida, con una sonrisa rota y lágrimas sin soltar en los ojos, mientras acaricia el rostro del pelinegro y éste solo niega. Por último, besa su mejilla y comienza a caminar lejos de él.

Una niña de cabello color zanahoria corre sin dirección alguna, huyendo entre carcajadas de otro niño rubio. Ella llega a la pierna de Jung Kook y la abraza, riéndose inocentemente cuando el otro le toca la espalda y suelta un "tú la traes".

— ¡Ha Na! ¡Soo Bin! No corran aquí.

Jung Kook acaricia la cabeza de los pequeñines con una sonrisa. Son bastante bonitos, incluso quiere morder las orejas de la niña.

—Niños, les dije que hoy no debían ser traviesos o GiGi se molestaría.

—¡GiGi, GiGi! —grita ella, saltando y corriendo ahora en dirección de Yoon Gi.

—Siento tanto esto, apenas tienen tres y no saben cómo comportarse —Ji Woong se disculpa con una mueca apenada.

—Tranquila, no es ningún problema. Son bastante adorables.

—Gracias —sonríe sincera—. Oh, tú eres Jung Kook, ¿cierto?

Él asiente repetidamente.

—Yoon Gi me ha hablado bastante sobre ti.

—Hey, amigo ¿Qué te parece ir a ver esos dulces de la entrada? —Tae Hyung le propone a Soo Bin, él acepta, abriendo y cerrando sus manos en dirección al pelirrojo para que lo cargue.

—Ah, ¿sí? Espero que hayan sido cosas buenas.

—Claro que sí. Estoy agradecida contigo por haber hecho feliz a Yoon Gi el último año, antes de amarrarse a Su Ran.

—Oh... bueno, no es nada, al contrario.

—También me dijo que terminaste con él. Fue lo mejor ¿sabes? Así no se siguen lastimando.

—Si, además él se casará y yo... Lo superaré.

—Eso espero, cariño. Es que él... ¡Es tan terco! ¿Sabes? Qué digo, obvio que no lo sabes. Le he dicho mil veces que no tiene que hacer esto por mí. Sus hermanos y yo estamos bien, estoy trabajando turnos extras para que Lisa entre a la Universidad.

—Él solo quiere ayudar y verlas bien, se preocupa por ustedes. Son lo más importante para Yoon Gi. Quiere que sean felices.

—Pero entonces... ¿Él cuándo será feliz?

Jung Kook no logra contestar a eso porque las campanas comienzan a sonar, indicando que la novia estaba por entrar. Ji Woong se para, besando la mejilla del pelirosa y yendo hasta su puesto donde sus hijas están. Con sus marrones y divertidos ojos, Jung Kook observa a Tae Hyung escabullirse junto a Soo Bin por un costado de la Iglesia. Los dos tienen sus bocas llenas de dulces. Rápido, el pelirrojo deja al niño con su madre para volver con Jung Kook.

Su Ran entra del brazo de su padre. Tiene el rostro neutro. Jung Kook no va a mentir, luce hermosa con su cabello negro peinado y el vestido le asienta su delgada figura. Cuando llegan a donde Yoon Gi está, se dan un simple beso en la mejilla. No hay sonrisas ni felicidad en el rostro de ambos. El padre de ella le da un apretón de manos al azabache y camina a su asiento junto a su esposa.

La misa comienza como debe ser. Jung Kook empieza a sudar, está nervioso y no sabe el porqué. No puede parar de morder sus labios y jugar con un hilo que sale de su camisa. Tae Hyung simplemente asiente a todo lo que el padre dice.

El momento que el pelirosa no quería que llegara, al fin lo hace.

— ¿Quieres recibir a Su Ran como tu esposa, y prometes serle fiel en la prosperidad y adversidad, en la salud y en la enfermedad y así, amarla y respetarla todos los días de tu vida? —la voz del padre suena cansina al momento de decirlo.

Yoon Gi vacila un poco mientras sostiene las manos de Su Ran. Su voz tiembla suavemente cuando suelta un:

—Sí, acepto.

Ahí es cuando Jung Kook no aguanta más. Tae Hyung se para con él, siguiéndole hasta la salida.

Lo último que ambos oyen al salir, es el fuerte y lastimero sollozo que Su Ran suelta.

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