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ぅ ་ mami quiere a bebé.


Chaeryeong quita su blusa gris de algodón por arriba de la cabeza. Yeji la observa maravillada, todavía desde la cama. No puede creer como alguien puede ser tan bella haciendo una acción tan simple como desvestirse.

—Mami, ayúdame.

Sin que se lo pidan dos veces, Yeji se pone de pie. Camina hasta Chaeryeong, poniéndose frente a ella. Con los dedos, quita el botón de los pantalones de la más alta. Quiere gemir apenas ve aquellas tonificadas piernas.

—Recuéstate. Te quitaré esto.

Le ordena con voz neutra. Chaeryeong obedece, dejándose caer de espaldas sobre la cama vestida en colchas naranjas. Eran feas, Yeji las odiaba pero no podía decir nada, Jimin las amaba.

Desde los talones, la mayor tira de los pantalones entallados, llevándose con ellos la ropa interior. Chaeryeong suspira al sentir el frío viento acariciar su cuerpo desnudo. Una vez si nada, vuelve a tomar asiento, quedando justo frente al estómago de Yeji. Sonríe y lo besa.

—Espera, bebé. Arreglaré tu cabello.

Quita la liga del cabello de Chaeryeong. Su cabello cae en forma de cascada por sus hombros.

—Listo. Te ves bonita, amor.

—Gracias, Mami. Me gusta verme así para ti.

—Solo para mi, ¿verdad?

—Para ti y nadie más.

Hwang asiente feliz por la respuesta que su princesa le ha dado.

—Mami yo... yo quiero besitos.

—¿Te los has ganado? —alza una ceja, viendo a Chaeryeong asentir repetidas veces.

—Si. Fui buena bebé cuando te la chupé.

Sabe que tiene razón. Así que le ordena sentarse sobre sus pantorrillas. Algunas hebras que no llegan al final de la coleta, salen sueltos por su nuca y frente. Yeji los peina para atrás antes de besar los labios de Chaeryeong. Es ruda, fuerte. La mayor se queja por el impacto pero no se separa. La lengua de Yeji entra a la boca de Chaeryeong. La chica de deja besar sucio por su mami. Le encanta en la manera de Yeji le besa rudamente, pero al mismo tiempo está acariciando delicadamente los vellitos en su nuca.

—Ponte como me gusta, bebé.

Siendo obediente, toma la posición sobre sus rodillas y antebrazos. Abre sus piernas lo más que puede, para que la mayor la pueda comer bien. No puede describir que tan bella se ve su bebé en éste momento. Abierta y gimiendo, desesperada por ella.

Sus delgados dedos abren las nalgas de la rubia. Son blancas -por ahora- y redondas. El dedo índice de Yeji pasea al rededor de la entrada de Chaeryeong, puede sentir como ésta última se estremese. Sin aviso alguno, lo mete. Los labios rojos de la menor son mordidos por sus propios dientes. Un azote llega a su trasero, asustándola aún cuando lo esperaba.

—Alguien ha sido una nena mala... jugando con ella misma.

—No, yo no...

—No mientas.

—No miento, Mami.

—Ahora me contradices.

—Mamiiii, por favor.

—No, bebé. Aquí se hace lo que mami diga.

Un golpe más, a mano abierta llegó a la nalga derecha de Chaeryeong.

—Esta vez no te voy a castigar, princesa. Estoy de buenas. Sólo quiero que le muestres a mami como jugabas tú solita.

Chaeryeong acaricia sutilmente su clítoris antes de arrastrar su dedo índice dentro de su propio agujero. Jadea bajamente, aún sigue sensible y un solo dedo le causa sensaciones. Yeji camina al baño, abre uno de sus cajones secretos y saca de ahí el lubricante. Cuando vuelve la rubia tiene dos dedos dentro, respira por la boca, pesadamente.

Echa un chorro de lubricante justo en la entrada de Chaeryeong.

—¡Ma-mami! —se queja en voz alta, al sentir el frío líquido chocar con su piel caliente.

—Sigue así, amor. Estoy feliz de saber que te estás tomando bien.

Ahora con los dedos aceitosos, Chaeryeong logra meter un tercer dedo. Abriéndose bien. Posee dedos largos pero aún así no alcanzan hasta su punto G por más que quiere. Tiene los ojos brillantes de excitación. Si es sincera, le gusta estar así. Que Yeji pueda ver que tan obediente y buen chico podía ser para ella.

—Te necesito —pide entre un gemido ahogado.

—También lo hago, pero desobedeciste, así que no tengo por qué complacerte. Sabes las reglas.

Su meñique se une al juego, adentrándose rápidamente. Necesita correrse, ni siquiera se ha tocado. En su mente, imagina que es el miembro de Yeji el cual está dentro de ella, penetrándola fuerte y a su gusto. Estar así de expuesta para su mami le excita demasiado, tanto que cree correrse de tan solo imaginar a la mayor mirándola, sentando en el mueble de enfrente y tocando su polla, moviendo su mano de arriba a abajo con cara seria, dominante.

Detiene sus movimientos, girando tu rostro, exactamente así está Yeji.

—¿Te dije que pararas?

Su voz suena demasiado dura para el gusto de la menor. Okay, no va a negar que le encanta.

—Déjalo así. Te vas a correr y aún no es momento.

Se arrodilla en el colchón, justo detrás del trasero de Chaeryeong.

—Espero que lo hayas disfrutado, princesa. Porque será lo único que tendrás dentro de ti hoy.

Chaeryeong hace un sonido de asombro. Yeji es impredecible. Algunas veces decía eso y terminaba follándola de manera ruda contra la superficie plana más cercana. Otras, simplemente lo cumplía, y ni siquiera dejaba a Chaeryeong correrse.

—Ponte más adelante o me caeré.

Siente su cuerpo pesado, pero eso no me impide hacer lo que Yeji le pide.

Hace que la rubia pegue su pecho a las feas sábanas. Chaeryeong se acomoda, abrazando una almohada. La de Yeji, huele a ella.

La punta de su lengua rodea los pliegues de la joven, sacándole suspiros de gusto. La oye tarerear cuando muerde su muslo.

—¿Puedes decirle a mami que tanto te gusta, bebé?

Mmmm. Si, mami, me gusta mucho. Tu lengua jugando conmigo, tus dientes mordiéndome y tu boca comiéndome. Quiero tenerte dentro de mi. Sé que fui mala mami, pero-ah. Por favor.

Hunde su rosa lengua dentro de la más alta, haciéndola callar. Chaeryeong muerde de nueva cuenta sus labios. Si sigue así, pronto sangrarán y eso hará a Yeji molestar.

Sigue jugando con el coñito de Chaeryeong a su gusto.

Le gusta saber que su bebé se deshace de placer por un simple toque.

—Préndeme un cigarro, ya vuelvo.

Chaeryeong se alza, viendo a Yeji entrar al baño. Con los dedos temblorosos de excitación, toma la cajetilla. Saca un cigarro, el encendedor está a lado de la lámpara apagada. Lo prende, calándolo hasta el fondo.

—Es mío —se lo quita de los dedos, poniéndolo entre sus finos labios, pero no lo fuma.

Se sienta, pegando su espalda a la cabecera de la cama. Le tiende un condón a la rubia, aún aturdido, lo toma. Se lo pone de manera lenta. Cuando termina, le da una lamida más el pene de Yeji, sobre el látex. Odia usar condón, pero sabe que tienen que hacerlo. Muy pocas veces han sido las que no lo han usado.

—De espaldas.

La menor se voltea. Poco a poco, va metiendo la polla de Yeji en su interior, la oye jadear en voz baja mientras los hace. Una vez que tiene todo dentro, se acomoda. Recargando su espalda sobre el pecho firme de la mayor. Su cabeza que a un lado de la del pelirroja, así que sin mucho esfuerzo, gira para poder besarla. El humo del tabaco entra, es de menta y le gusta. Los labios de Hwang saben a eso, la besa perezosamente. Una de sus manos juega con los cabellos lacios de la otro.

—¿Vas a dejar que mami te folle duro y como ella quiera? ¿Lo tomarás todo como la princesa que eres? —pregunta, mordiendo los hombros de Chaeryeong.

—Todo por Mami —gime.

Yeji mueve su cuerpo, tomando una posición más cómoda. Apaga el cigarro a medio fumar en su cenicero. Pasa los brazos por la parte trasera de las rodillas, dejando a Chaeryeong con ellas sobre su pecho. La cobriza apoya sus talones sobre el colchón. Comienza a moverse y no es nada suave. Desde el principio sus estocadas son duras, rectas y rápidas. No titubea ni una sola vez. Arranca gemidos agudos a Chaeryeong desde la primera penetración profunda.

En un momento, para. Dejando su pene dentro de la rubia, completamente. Ésta se remueve. La punta está presionando su punto G y es mucho para ella. Si sigue así, se correrá y aún no quiere.

—Puedes hacerlo cuando quieras, amor. Te dije que hoy estoy de buenas.

Vuelve a penetrarla, solo que ahora es más lenta. Chaeryeong tira otra vez del cabello de Yeji, la mayor no le dice nada. Sabe que le gusta.

Chaeryeong masturba su clítoris al ritmo de las embestidas de Yeji. Un estruendoso squirt sale disparado, mojando las sábanas. Con morbo, la mayor se detiene para que con sus dedos, tome los jugos de Chaeryeong y lo guíe a su boca. La menor jadea, probándose.

—Venga, nena. Quiero correrme en tu boca y que lo tragues todo. Necesitas ser bueno, ¿vale?

—Sí, Mami.

Su voz suena suave, pero no deja de ser infantil. El mismo tono que usa siempre que están jugando.

Yeji se sienta, con las piernas cayendo por la orilla de la cama. Chaeryeong está posicionada en el suelo, su boca abierta y los ojos cerrados. No tarda mucho cuando siente la esencia de la cobriza chocando con su rostro. Cuando escucha el gruñido de la mayor sabe que se ha vaciado todo.

Con sus pulgares, limpia su cara, guiando los restos de la corrida hasta su boca. Chupa sus dedos, gimiendo.

—Sube, bebé. Tenemos unos minutos más.

Chaeryeong sube a la cama, acostándose a un lado de Yeji, situando su cabeza rubia sobre el pecho de su mami. Sus largos brazos sujetan el torso delgado y acaramelado de la mayor.

—¿Estás bien, bebé?

—Siempre, Mami.

Hwang sonríe, besando los mechones sudados de la menor. La oye ronronear y ríe cariñosamente.

—¿Mami? —sus ojos están cerrados, descansando.

—¿Qué está mal?

—Te quiero, Mami.

—Mami también te quiere, amor. Mucho.

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