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05

Sana siempre creyó que cuando fuese mayor y ya hubiese terminado sus estudios, encontraría a alguien con quien ser feliz, casarse y quererse hasta la eternidad. Independientemente si era una mujer o un hombre. Creyó muy mal.

Con ese triste pensamiento, alisa su vestido rosa frente al espejo de su habitación. Suspira, volteándose para verse mejor. El escote está levemente pronunciado, para darle un estilo más relajado.

Unos toques hacen que mire hasta la puerta, Momo está parada ahí, vistiendo un simple vestido negro y unos lentes para ver que son algo redondos.

──¿Lista? El taxi ya llegó.

Sana asiente con media sonrisa, volviendo su vista al espejo, solo para confirmar que todo estaba bien.

──Shasha, sabes que si no quieres ir no tienes porque...

──Estoy bien, Momoring. Esto puede ayudarme a... ¿superarlo? A entender que no hay vuelta atrás y que lo nuestro ya tuvo un fin.

La pelinegra sonríe triste, viendo su prima intentando ser fuerte. Le hace una seña con la cabeza, indicándole que ahora si, debían irse. Cuando bajan, Akira está sonriéndoles, halagando lo hermosas y elegantes que se ven. Besa las mejillas de ambas y ellas le devuelven el gesto, prometiendo que no volverán muy tarde.

──¡Buena suerte, chicas! ¡No olviden traerme el centro de mesa! ──la madre de la rubia grita antes de que el taxi arranque por completo.

Al día siguiente de que terminó con Tzuyu, había ido a la oficina de Xiaoting para hablar con ella y decirle que no podría trabajar más ahí por cuestiones de estudio. Ella dijo que estaba bien, y le dio su liquidación de una vez. Quiso pasar ahí, porque sabía que si iba a la casa, la encontraría, devastada y no hubiera aguantado las ganas de correr a sus brazos y pedirle perdón.

El trayecto a la Iglesia fue largo por el tráfico. Sana no quiere entrar y ver a Tzuyu casándose. Quiere irse, no quiere aceptar la realidad. Toma aire antes de sentarse en una de las bancas fuera del lugar. Momo la sigue, poniendo una mano en su rodilla.

──Podemos irnos cuando tu quieras. Siempre estamos bien vestidas, no sé, podríamos ir a comer pizzas.

──Estoy bien, Momo. Quiero hacer esto.

──¿Quieres fumar un poco?

Sana niega con la cabeza, mirando a la de ojos miel sacar una cajetilla de su bolso.

Un auto negro, elegante se estaciona en la entrada. Es el auto de Tzuyu, ella baja del asiento del copiloto, seguido de sus amigas-madrinas. Chaeyoung y Dahyun. Las tres tiene el rostro serio y ceños fruncidos.

──Buenas tardes ──dice Tzuyu, pasando cerca de ellas sin siquiera voltear a ver.

Momo solo asiente como saludo, está muy ocupada expulsando humo de su boca como para hablar, y Sana baja la mirada, apenada.

──¿Crees que.... crees que aún me quiera? Digo, parece que...

──Tranquila, Shasha. Seguro lo hace, ha pasado poco menos de tres semanas. No dejas de querer a alguien en ese tiempo. ¿Lo has hecho tú?

──No, no. Para nada, la quiero igual que siempre.

Momo mueve su cabeza de arriba a abajo. ──Ella también lo hace.

Una pequeña sonrisa atraviesa los labios de Sana. Se para, arreglando las arrugas de su ropa, decidida a entrar, con el pensamiento de que Tzuyu aún la quiere. Su prima tira el cigarro y lo pisa para apagarlo.

Al entrar, buscan un asiento cerca de alguna ventana o ventilador. Se sientan y Sana no puede apartar la mirada de Tzuyu. Está de espaldas, hablando con su madre. Es una mujer no muy alta y delgada, tiene el cabello largo, sujeto a una coleta. Su vestido es simple, pero lo que más llama la atención de la rubia es su expresión. Luce aflijida, con una sonrisa rota y lágrimas sin soltar en los ojos, mientras acaricia el rostro de la azabache y ésta solo niega. Por último, besa su mejilla y comienza a caminar lejos de ella.

Una niña de cabello color castaño corre sin dirección alguna, huyendo entre carcajadas de otro niño pelinegro. Ella llega a la pierna de Sana y la abraza, riéndose inocentemente cuando el otro le toca la espalda y suelta un "tú las traes".

──¡Hyein! ¡Jungwon! No corran aquí.

Sana acaricia la cabeza de los dos pequeñines con una sonrisa. Son bastante bonitos, incluso quiere morder las mejillas de la niña.

──Niños, les dije hoy no debían ser traviesos o Achoo se molestaría.

──¡Achoo, Achoo! ──grita ella, saltando y corriendo ahora en dirección a Tzuyu.

──Siento tanto esto, apenas tienen 3 y no saben como comportarse ──Yenling se disculpa con una mueca apenada.

──Tranquila, no es ningún problema. Son bastante adorables.

──Gracias ──sonríe sincera──. Oh, tú eres Sana ¿cierto?

Ella asiente repetidamente.

──Tzuyu me ha hablando bastante sobre ti.

──Hey, amigo ¿qué te parece ir a ver esos dulces de la entrada? ──Momo le propone a Jungwon, él acepta, abriendo y cerrando sus manos en dirección a la pelinegra para que lo cargue.

──¿Ah, si? Espero que hayan sido cosas buenas.

──Claro que si. Estoy agradecida contigo por haber hecho feliz a Tzuyu el último año antes de amarrarse a Xiaoting.

──Oh... bueno, no es nada, al contrario.

──También me dijo que terminaste con ella. Fue lo mejor ¿sabes? Así no se siguen lastimando.

──Si, además ella se casará y yo... la superaré.

──Eso espero, cariño. Es que ella ¡es tan terca! ¿sabes? Qué digo, obvio que lo sabes. Le he dicho mil veces que no tiene que hacer eso por mí, las niñas y yo estamos bien, estoy trabajando turnos extras para que Yuqi entre a la Universidad.

──Ella sólo quiere ayudar y verlas bien, se preocupa por ustedes. Son los más importante para Tzuyu. Quiere que sean felices.

──Pero entonces... ¿Ella cuando será feliz?

Sana no logra contestar a eso porque las campanas comienza a sonar, indicando que la novia estaba por entrar. La mujer se para, besando la mejilla de la rubia y yendo hasta su puesto donde sus demás hijas están. Con sus ojos cafés y divertidos, Sana observa a Momo escabullirse junto a Jungwon por un costado de la Iglesia. Los dos tienen sus bocas llenas de dulces. Rápido, la pelinegra deja el niño con su madre para volver con la mayor.

Xiaoting entra del brazo de su padre. Tiene el rostro neutro. Sana no va a mentir, luce hermosa con su cabello rojo peinado y el vestido le asienta a su delgada figura. Cuando llegan a donde Tzuyu está, se dan un simple beso en la mejilla. No hay sonrisas ni felicidad en el rostro de ambas. El padre de ella le da un apretón de manos a la azabache y camina a su asiento junto a su esposa.

La misa comienza como debe de ser. Sana comienza a sudar, está nerviosa y no sabe por qué. No puede parar de morder sus labios y jugar con un hilo que sale de su camisa. Momo simplemete atiende a todo lo que el padre dice.

El momento que la japonesa no quería que llegara, al fin lo hace.

──¿Quieres recibir a Xiaoting como esposa, y prometes serle fiel en la prosperidad y en la adversidad, en la salud y en la enfermedad, y, así, amarla y respetarla todos los días de tu vida? ──la voz del padre suena cansina al momento de decirlo.

Tzuyu vacila un poco mientras sostiene las manos de Xiaoting. Su voz tiembla suavemente cuando suelta un:

──Si, acepto.

Ahí es cuando Tzuyu no aguanta más. Momo se para con ella, siguiéndole hasta la salida.

Lo último que ambas oyen al salir, es el fuerte y lastimero sollozo que Xiaoting suelta.

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