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Prólogo

Cuando la guerra contra el cielo culminó con la muerte de Adán, el infierno celebró con la reconstrucción del hotel Hazbin, siendo este de mayor tamaño, con más cuartos para los pecadores que buscaban desesperadamente redimirse ante el éxito de Charlie con Pentious.

Por otro lado, Alastor había fracasado innumerables veces con obtener un trato para que la princesa le diera su alma. Solo dos seres externos sabían sobre su trato con la que alguna vez fue la reina del inframundo. Husk y Niffty habían jurado no mencionar nada a nadie, y no es por el hecho del escándalo que se armaría en el pentagrama. No. Más bien, era una cuestión de orgullo para el demonio de la radio, no podía permitirse que todos en el infierno supieran su humillante situación, en especial los Vees.
Ese trío de idiotas le harían la vida imposible si se enteraran que Alastor le vendió su alma a Lilith por alguna cuestión de poca importancia.
La sola idea le retorcía la mente y le generaba un ataque de risa forzada que no podía detener.

Así que ahí estaba, en su propia torre del hotel, pensando en mil maneras de obtener el alma de Charlie y negociar con Lilith sobre su alma por la de su hija.
Ya había intentado varias cosas, desde raptar a Vaggie, hasta mandar un ataque infernal contra el nuevo hotel.

Su desesperación era tanta, que lo había llevado a destruir su propio micrófono por segunda vez en un ataque de irá, haciendo que el efecto de su voz se perdiera por un poco más que un par de segundos.

Con molestia, salió y camino con su habitual sonrisa hasta el salón principal, dónde se topo con los rostros familiares de sus camaradas de guerra.
Notó un par de cosas. Por ejemplo, que Husk sostenía una de las manos de Angel con algo de disimulo mientras charlaban de cosas sin sentido, otra cosa a destacar es que Charlie estaba haciendo un nuevo plan para la redención de los pecadores, una cosa totalmente innecesaria a su parecer.

-Charlie, buen día, ¿No es así? -su gran sonrisa se ensanchó aún más.

-Oh, hola Alastor, bajas justo a tiempo para tomar el desayuno.

-Que maravillosa noticia..

Vaggie lo miro con mala cara, a lo que el demonio de la radio solo pudo sonreír aún más.

-Alastor, ¿Has visto donde se metió Niffty?, al parecer hay una habitación que se queja de las plagas..

-Ja, ja, ja no. Apuesto a que esa pequeña está por algún lado matando angelitos.

Charlie sonrió con dificultad.

-Ya no hay angeles en el infierno...

-Oh querida, pero si eso no es verdad.
Escuché que hay algunos infiltrados que se cortaron las alas por voluntad propia.
Se han de ver justo como tú novia.

-Imbecil -gruño la mencionada.

-¿Cómo que infiltrados? -la princesa del infierno le miro con preocupación.

-Sí, escuché de buena fuente esa información -su sonrisa se hizo más grande-, podemos hacer un trato a cambio de la información.

-Vete a la mierda, no te dará su alma -gruño Vaggie

-Oh, ¿Pero qué cosas dices?, sí no planeo quitarle su alma -por dentro deseaba matar a la novia de la princesa para poder obtener lo que quería-, es un simple trato entre amigos.

-Siempre buscas la oportunidad para poder obtener un trato -apunto con su lanza-, ¿Por qué la necesidad de obtener el trato?

Alastor negó un par de veces, con la punta de su dedo bajo la lanza que estaba en dirección a su cara.

-Cuanta negatividad en un ser divino como tú -aquellas palabras se pronunciaron con cierto desprecio-. La respuesta a tú pregunta es muy sencilla, me gustan los tratos.

-Es como si siempre buscaras obtener el alma de Charlie.

-Vaggie, Alastor jamás intentaría algo como eso. Recuerda que es nuestro amigo y sin su ayuda, no podríamos defendernos de los que desean acabar con nuestro hotel.

-Charlie tiene razón -su sombra se transportó hasta el área del bar, donde apareció tras unos segundos interrumpiendo la plática de Husk y Angel-, sin mí, este hotel estaría perdido.
Husk, mi buen amigo, necesito que cuides que nadie entre a mi torre.. -un leve gruñido salió de su boca-, saldré por unas cosas...

Husk asintió sin muchos ánimos.

-Nos vemos pronto Charlie.

-Espera, Alastor. ¿Qué pasa con los infiltrados?

-Querida, nadie da nada sin obtener algo a cambio.
Cuando tú novia no sea una intervención, podremos arreglar los términos de nuestro contrato a cambio de la información. Hasta entonces, me temo que debo ausentarme por un par de horas para arreglar un par de asuntos personales.

Alastor camino sin muchas prisas hasta la entrada del salón principal, al abrir las puertas se topo de frente con el soberano del infierno, quién, como de costumbre, vestía su habitual trabaje blanco y si sombrero del mismo color, en la mano derecha sostenía su bastón con la manzana.
Se dedicaron una mirada llena de cierto odio que sentían el uno por el otro. Lucifer paso de largo, sin decir una sola palabra hasta llegar con su hija, a quien abrazo con fuerza y después saludo al resto de los presentes.

El demonio de la radio analizo todo eso y después salió del lugar. Camino con naturalidad hasta toparse con Zestial, quién le saludo con una sonrisa, pero Alastor estaba de mal humor, así que solo asintió con una leve sonrisa llena de furia, cosa que el ser ancestral notó.

-¿Qué te aflige Alastor?, no es particularmente tú estilo este tipo de enojo que ni una sonrisa puede disimular.

-Son cosas personales, no entraré en detalles.

-¿Tiene que ver con la hija de Lucifer?
Sabía que ese interés "personal" tenía un trasfondo.

Alastor soltó una leve risa-. Te equivocas, mi querido amigo.
Esto no tiene nada que ver con Charlie.

-¿Se debe entonces al rumor sobre que caíste en brazos divinos?

Ciertamente, ambas preguntas eran correctas.

-Ja, Ja, Ja. No viejo amigo. Pero en el caso de que fuese real alguno de esos chismes que la gente se inventa, ya me habría librado de todo.
Soy demasiado astuto para atarme o hacer un estúpido trato con otro demonio.

-En eso te daré la razón.
Si estuvieras atado a alguien por encima de nosotros, alguien como la hija de Lucifer o su preciada esposa, Lilith, tú ya habrías hecho algo.

-¿Lo ves?, no se porque la gente se inventa esos escándalos sin argumentos. Cómo sí no conocieran al demonio de la radio.

Después de eso, dio vuelta y continuo su camino.
Mientras recorría las calles, la imagen de Lucifer se hizo presente en sus pensamientos.
Probablemente, tenía un plan más efectivo.

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